⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El abuelo había llegado. Corrí hacia la entrada con las flores en mis manos.
—¡Oh, cierto! ¡La mochila!
Me detuve un momento y volví hacia la entrada. La traería más tarde. Al salir, vi que el gran carruaje negro de mi abuelo se acercaba. Detrás venía un carro de carga, con algo enorme cubierto por una tela encima. Me impacienté mientras esperaba, y finalmente, el carruaje negro se detuvo justo frente a mí. La puerta se abrió y vi el bastón de mi abuelo. Bajó del pequeño escalón y, en cuanto nuestros ojos se encontraron, él sonrió ampliamente.
—¡Oh, mi niña!
—¡Abuelito!
Corrí hacia él y lo abracé. Los ojos de mi abuelo se iluminaron aún más al ver las flores.
—¿Cómo has traído flores tan hermosas con esas manitas? ¡Me va a dar un infarto!
—¡Es un regalo para ti, abuelo!
—¿Ya has salido? Quería llegar antes, pero, ¿cómo supiste que vendría? Deberías haberme esperado adentro.
—¡Porque te extrañaba! ¿Por qué tardaste tanto en llegar?
Dije con un leve tono de reproche, y mi abuelo levantó las cejas.
—¿Eh? Mi princesa, ¿de qué hablas?
—¡Llevo esperando desde ayer!
—¿Desde ayer?
—¡Sí! Incluso preparé mi mochila para ir a verte.
Le mostré a mi abuelo mi diente caído y le conté todo sobre la terrible conducta de mi tío.
—Ah, ya veo. Pero recuerda, los dientes tienen que caerse para que crezcan bonitos. Y no te preocupes, este abuelo tuyo se encargará de regañar a tu tío.
—Bueno… pero solo un poquito, ¿sí?
—¿Solo un poquito?
Asentí con la cabeza. Mi tío era un mentiroso, pero el bastón de mi abuelo parecía que dolería mucho.
—Abuelo, ¿y qué es eso?
Mi abuelo se sobresaltó de repente.
—¡Ah, caramba! Esto de ser viejo es un problema. ¡Hymed! ¿Qué estás haciendo? ¡Quita la tela ya!
Mi abuelo le señaló el objeto enorme al caballero que lo escoltaba, Hymed. Por su tamaño, me preguntaba si tal vez había traído un elefante, lo cual sería un problema.
—No se asuste, señorita —dijo Hymed sonriendo mientras agarraba el borde de la tela.
Sentí una sensación de inquietud y me llevé una mano al pecho mientras mi corazón latía con fuerza.
¡Flap!
La tela negra ondeó dramáticamente, revelando la identidad del enorme objeto.
—¡Ah!
Me cubrí los ojos con ambas manos ante el brillo cegador.
—¿Te he hecho esperar mucho? Debería haberlo traído antes —dijo mi abuelo.
Con los ojos medio cerrados, miré el reluciente regalo, deslumbrada. Era un carruaje… ¡un carruaje de oro de verdad!
—¡Guau…!
—Wow, en serio lo has traído. No tendrás que ir por ahí en ese, ¿verdad? —murmuró Ser desde un lado.
—¿Le gusta a mi princesa? ¿Eh? —preguntó mi abuelo.
—Señorita, ¡mire también adentro! —dijo Hymed emocionado mientras abría la puerta dorada de par en par.
Dentro, había asientos cubiertos con seda roja y un pequeño carruaje de oro encima de ellos. Era como una versión reducida del carruaje gigante.
—Oh, qué impresionante.
Escuché nuevamente a Ser desde un lado.
Me cubrí los ojos con ambas manos.
—¡Es, es increíble!
Nunca en mis sueños hubiera imaginado que me regalarían un carruaje de oro, y mucho menos que brillara tanto… El carruaje que me dio mi abuelo era el más lujoso y hermoso que había visto.
—Parece que las rodillas ya no te duelen —dijo la voz de mi tío desde atrás.
Aún abrazada al cuello de mi abuelo, me giré rápidamente. Mi tío, con el ceño fruncido, se acercaba lentamente.
—¿Qué es todo eso que dijo Aika? Dice que me ha estado esperando desde ayer.
—Eso parece —respondió mi tío con una expresión aburrida mientras se rascaba la cabeza.
De repente, mi abuelo frunció el ceño y se llevó una mano a la nuca.
—¡Oh, oh! Aika, pero hoy el abuelo está aquí, así que vamos a divertirnos. He cancelado todos mis compromisos para estar contigo todo el día.
—¿De verdad? ¡Eres el mejor, abuelo! Voy a buscar mi mochila.
No podía perder más tiempo. Tenía que traer la mochila para ir a la casa de mi abuelo.
—Claro, ve por ella. Donde quiera ir mi pequeña, allí iremos.
Salté emocionada de los brazos de mi abuelo y corrí hacia la entrada.
—¡…!
—Aika.
La voz de Ser me detuvo en seco justo antes de llegar a la puerta. De repente, mi cuerpo comenzó a temblar. Ante mis ojos se desplegaba un paisaje que no había visto en mucho tiempo.
—Ah…
Gracias a Ser, mi visión no cambió por completo, pero fue tan inesperado que comencé a sudar frío. El paisaje pasó rápidamente, y mi vista volvió a la normalidad. Mordí mi labio inferior con fuerza por el impacto.
Esto no podía estar pasando.
—¿Estás bien? —preguntó Ser, preocupado.
—Sí, no es peligroso ahora mismo.
Así que está bien.
Susurré en voz baja. Aunque en realidad no estaba bien para nada, necesitaba un poco más de tiempo para pensar.
—Aika, ¿qué pasa? —preguntó mi abuelo.
Me giré rápidamente y sacudí la cabeza.
—¡Nada!
Debía ir por mi mochila rápidamente. Me limpié el sudor frío, me lavé la cara a toda prisa y corrí adentro para agarrar la mochila. Cuando salí nuevamente, la expresión de mi tío se veía aún más seria.
—Cacahuate.
—¿Eh?
—Ven aquí.
Mi tío hizo un gesto con la mano para que me acercara. Caminé hacia él con cautela, con la mochila en la espalda.
—¿No te sientes mal?
Pasó su mano grande por mi frente.
Sacudí la cabeza con fuerza.
—P-para nada, no estoy enferma.
—No tienes fiebre… ¿De verdad te vas? ¿Vas a dejarme aquí solo, aun cuando estoy enfermo?
—Sí. No te enfermes, no duermas demasiado y asegúrate de desayunar. ¿Entendido?
Agarré sus manos grandes con las mías y las palmeé suavemente.
—¿Qué?
—Tú puedes, tío.
Agité sus manos y luego subí al carruaje, siguiendo a mi abuelo. A través de la ventana, volví a agitarle la mano a mi tío.
—¡Cuídate, tío!
No estaría en peligro por un tiempo, eso me habían dicho.
—Deja el carruaje dorado en el jardín. Cuídate, hijo.
¡Click!
La puerta del carruaje se cerró.
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El carruaje salía del jardín de la casa del Marqués. Yo seguía agitando la mano mientras veía a mi tío alejarse. En realidad, mi salida tenía un significado muy importante. No era una simple escapada, no, no. Después de pasar tanto tiempo en la biblioteca antigua con Lephus y Ser, había algo que quería confirmar. Revisamos los escudos familiares y estudiamos todos los mapas.
Si la nota que mamá me había dejado era parte de los juegos que solíamos jugar juntas, entonces creo que podría encontrar el significado de lo que dejó.
Después de investigar tanto, solo me quedaba comprobarlo en persona.
—Mi princesa, ¿a dónde te gustaría ir hoy? ¿Vamos a comprar ropa bonita?
—¡Abuelo, espera un momento!
—Está bien.
Abrí la mochila que llevaba y saqué un mapa. Antes le había pedido a Zenda que me diera un mapa de la ciudad.
Lo revisé rápidamente y lo guardé de nuevo en la mochila.
—Abuelo, quiero ir a la Calle 8 del distrito Green.
—¿La Calle 8 del distrito Green? ¿Por qué? Allí no hay tiendas que te gusten.
—Lo vi en el periódico. Dicen que hay un edificio muy bonito, ¡quiero verlo, abuelo!
Esto era parte de mi juego con mamá.
—Si mi niña quiere verlo, por supuesto que podemos ir. ¡Benzel!
El señor Benzel tiró de las riendas y gritó la orden de dirigirse a la Calle 8 del distrito Green. El carruaje empezó a avanzar con más fuerza.
El carruaje recorrió una larga distancia hasta que finalmente llegamos al distrito Green. Este distrito, famoso por tener la calle más larga de la capital, iba desde la Calle 1 hasta la Calle 9, con muchos árboles que le daban su nombre.
En otras zonas, las calles terminaban en la Calle 5, pero el distrito Green llegaba hasta la 9.
Poco a poco, el carruaje fue desacelerando.
—Ya estamos en la Calle 8. ¿Dónde quieres que nos detengamos, señorita?
—Un… un poco más adelante.
Miré todos los edificios por primera vez, uno por uno. A excepción del color de las ventanas, todos los edificios tenían formas casi idénticas. Incluso las alturas eran muy similares.
—¿No será que te equivocaste? —murmuró Ser, dudando de mí.
—¡A-abuelo, aquí!—, grité mientras miraba el edificio que había captado mi atención.
¡Parece que tenía razón!