⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel le contó a Olivier lo mucho que había disfrutado su viaje con Ian.
Olivier escuchó atentamente, intercalando exclamaciones como ‘¿De verdad?’ y ‘¡Qué increíble!’ de vez en cuando. Cuando Thiel terminó de hablar, los ojos de Olivier brillaban.
—Entonces, ¿cuándo se casarán ustedes dos?
Ferdian, que estaba tomando té junto a Olivier, levantó una ceja.
—¿Por qué tienes tanta curiosidad? ¿No deberías casarte tú primero antes que Thiel?
—¿Eh?
Olivier giró la cabeza con expresión aturdida. La punta de sus orejas se había puesto un poco roja.
—Sí, hermana. Parece que tú te casarás primero…
Thiel sabía que Olivier tenía pareja.
Stefano Wolfgang, el patriarca de los Wolfgang y padre de Olivier, deseaba que su hija tuviera un matrimonio por amor en lugar de un matrimonio arreglado, por lo que su relación no era fruto de un acuerdo político.
Desde que Olivier era muy pequeña, Stefano había dejado claro que su hija se casaría por amor.
( Con ese carácter, un matrimonio arreglado no funcionará. No duraría ni una semana antes de terminar en divorcio. Es mejor que se case con alguien que realmente le guste para que el matrimonio dure un poco más. )
Stefano amaba profundamente a su hija, pero también tenía la capacidad de verla con objetividad.
Gracias a la forma de pensar de su padre, Olivier comenzó a salir con alguien. Su prometido era un hombre con apariencia de cabra montés, de carácter tranquilo, que se adaptaba a ella en casi todo.
Thiel apoyaba sinceramente su relación y estaba segura de que, si Olivier se casaba con él, la felicitaría con todo su corazón.
Olivier, después de escuchar a Thiel, tomó un sorbo de té y dijo:
—No, nosotros nos casaremos un poco más tarde.
—¿Por qué?
—¡Porque la boda real es primero! ¿No es obvio?
—Ah… ¿Por nuestra culpa…?
—Jajaja, en realidad, esa es solo una excusa. Solo quiero esperar un poco más. Casarse significa asumir la responsabilidad de la vida del otro. Y aunque ya tengo esta edad, a veces siento que todavía es difícil incluso hacerme cargo de mí misma.
Olivier hablaba con una madurez inusual. Viéndola así, era difícil imaginar que esa misma persona, en su infancia, había destruido las paredes de la mansión Asterian.
—Así que planeamos casarnos más adelante. Pero, por cierto, Thiel, cuando te cases, me invitarás, ¿verdad?
—Como es la boda real, todos recibirán una invitación.
—¡No me refiero a eso! Quiero recibir una invitación directamente de ti.
—Claro, te escribiré una invitación especial y te la enviaré personalmente…
Las orejas de Thiel se pusieron un poco rojas. La palabra ‘invitación’ aún le resultaba extraña.
Pero cada vez que sentía que todo era irreal, miraba el anillo en su dedo y su corazón se calmaba.
—Ian.
Era como si Iandros le estuviera sosteniendo la mano.
Y ese sentimiento, en realidad, no era nada desagradable.
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Pasó el tiempo.
Durante ese período, se celebró el juicio. Zender y Cornelia fueron encarcelados, mientras que Rowen fue puesto bajo arresto domiciliario.
Sin embargo, no fue confinado en la mansión Nesstian, ya que esta ahora pertenecía a la familia Asterian.
Rowen fue encerrada en una pequeña villa que había pertenecido a los Nesstian. No era un trato especialmente cruel.
Thiel asistió al juicio y observó con calma cómo recibían su castigo.
¿Le dolió verlos así?
No, no lo creía. Después de todo, solo estaban pagando por sus crímenes.
Thiel era capaz de perdonar a cualquiera en el mundo, pero nunca a su abuelo, Zender.
Al final, todo salió bien.
—Pero solo porque las cosas salieron bien puedo decir esto ahora.
¿Qué habría pasado si no?
Si aquel día no hubiera encontrado a Ian, si no hubiera escapado a la mansión Asterian…
Si no lo hubiera logrado, habría muerto de nuevo. A manos de su despiadado abuelo.
Cada vez que reflexionaba sobre eso, su pecho se enfriaba y su mente se sentía serena.
Cuando terminó el juicio, por fin sintió que todo había llegado a su fin.
Era como si la tormenta de nieve que la había atormentado durante tanto tiempo finalmente se hubiera disipado.
Mientras salía del tribunal, Thiel pensó:
¿Se extinguirá el linaje de los leopardos de las nieves?
Rowen no tenía hijos y, ahora, su cuerpo le impedía casarse. Así que, en el presente, Thiel era la única leopardo de las nieves que quedaba.
Si algún día ella e Ian… si alguna vez tuvieran un hijo…
Thiel esperaba que al menos uno de ellos naciera como un leopardo de las nieves.
Ella odiaba a Zender y a los Nesstian, pero no al linaje de los leopardos de las nieves.
Su madre había sido una leopardo de las nieves. Ella misma lo era.
Nunca rechazó esa parte de su identidad, ni la odió.
Por eso, si alguna vez tenía hijos, deseaba que al menos uno heredara la apariencia de un leopardo de las nieves.
Después del juicio, Cracion estaba en paz.
No hubo incidentes ni problemas.
Excepto por el hecho de que Thiel estaba tan ocupada que apenas tenía tiempo para respirar.
Había muchas cosas que Thiel debía terminar antes de aceptar la propuesta de Ian.
Con la ayuda de Karthus, fue resolviendo poco a poco la montaña de tareas que tenía pendientes.
Gracias a las visitas ocasionales de Iandros a la mansión Asterian, el proceso no se sintió para nada difícil.
Y, poco después…
En un día hermoso, con el cielo despejado y la luz del sol cayendo en el ángulo perfecto…
—¡Thiel!
Una voz entusiasmada llamó a Thiel.
Ella sonrió radiante y giró suavemente el cuerpo para mirar hacia atrás.
El dobladillo de su vestido, decorado con pequeñas piezas de diamante que brillaban como estrellas, ondeó con elegancia.
—Hermana.
Thiel estaba en una amplia habitación del palacio imperial, rodeada de doncellas que la asistían.
Las sirvientas estaban ocupadas arreglando y alisando cuidadosamente los pliegues de su vestido.
Con un hermoso ramo de flores en brazos, Thiel miró a Olivier y sonrió con dulzura.
—¿Viniste a verme?
—¡Por supuesto! Estás preciosa, Thiel… No puedo creer que mi pequeña ya se case…
Olivier sonrió de oreja a oreja mientras tomaba las manos de Thiel.
Thiel, con sus guantes de seda, le devolvió el gesto y sostuvo sus manos con ternura.
Hoy era el día de la boda de Thiel e Iandros.
Y también era el día de la coronación de Ian.
Nunca antes en la historia de Cracion se había celebrado una coronación y una boda imperial el mismo día.
Sin embargo, Wilhelm no intentó detener a Iandros.
Como abuelo, sabía mejor que nadie cuánto había esperado Ian por este día.
Ian había pasado toda su vida esperando el momento en que se convirtiera en emperador y, sobre todo, el momento en que pudiera estar junto a Thiel para siempre.
Para Iandros, no había razón para retrasarlo ni un solo día más.
Thiel, en la habitación de la novia, consolaba con madurez a sus familiares, que no podían evitar derramar algunas lágrimas.
—No estén tan tristes, hermano…
—¡Para mí, sigues siendo esa niña de siete años! No puedo creer que ya te estés casando…
Rudian habló con un aire melancólico.
A su lado, Ferdian mantenía una expresión serena, tranquila y apacible.
Pero Thiel sabía la verdad.
Sabía que la persona más inquieta en ese momento no era Rudian, sino Ferdian.
—Hermano, hace mucho tiempo que soy mayor de edad. Ya no soy esa niña pequeña a la que había que llevar en brazos.
Cuando Thiel sonrió con suavidad, Rudian asintió con resignación.
Él lo sabía.
Sabía que Thiel ya no era una niña.
Había crecido tanto que ya no necesitaba que su familia le tomara de la mano para guiarla.
Había aprendido a sostenerse por sí misma.
Si hubiera sido una dama noble de cualquier otra familia, seguramente se habría casado hace mucho tiempo.
La única razón por la que su matrimonio se había postergado era por las circunstancias especiales en las que se encontraba.
Rudian lo entendía, pero…
¿Cómo se supone que no me sienta nostálgico?
Pensaba que Ian y Thiel hacían una pareja perfecta.
Eran, sin duda, el uno para el otro.
Pero eso no cambiaba el hecho de que estaba a punto de entregar a su amada hermana en matrimonio.
Su cabeza lo entendía, pero su corazón se resistía.
Ferdian, comprendiendo lo que sentía Rudian, le pasó un brazo por los hombros.
—Lo sabemos, Thiel.
Y entonces, habló.
—Ya no eres la pequeña cría de leopardo de las nieves que necesitaba ser llevada en brazos. Lo supimos hace mucho tiempo.
Las palabras de Ferdian fluyeron con naturalidad.
—Pero incluso después de que crecieras lo suficiente como para caminar por ti misma, nosotros queríamos seguir tomándote de la mano para evitar que tropezaras…
Ferdian sonrió.
—Pero ahora hay alguien que se encargará de hacerlo por nosotros, así que es hora de soltar tu mano. Me entristece un poco, pero no me pone triste, Thiel.
—…….
—Porque siempre seré tu hermano mayor y tu familia.