⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Thiel Asterian, ¿juras aceptar a Iandros Cracion como tu esposo?
—Lo juro.
Thiel asintió suavemente.
Bajo la tiara resplandeciente y el delicado velo de tela fina, su rostro se sonrojó levemente con timidez.
—Iandros Cracion, ¿juras aceptar a Thiel Asterian como tu esposa?
—Lo juro.
Iandros también asintió sin la menor vacilación.
Apenas momentos antes, Iandros había finalizado su ceremonia de coronación como emperador y ahora llevaba sobre su cabeza la lujosa corona de laurel que simbolizaba su nuevo título.
Era la misma que había usado Wilhelm, mucho más majestuosa que la que Iandros había portado en su tiempo como príncipe heredero.
A partir de ese momento, todo ocurrió rápidamente.
Se leyó el acta de matrimonio y el nuevo sumo sacerdote, que dirigía la ceremonia, entregó los anillos de boda.
Iandros miró fijamente el anillo que le ofrecían y luego extendió con cuidado su mano hacia Thiel.
Ella colocó su delicada mano sobre la suya.
Sin dudarlo, Iandros deslizó el anillo en su delgado dedo.
Era diferente del que le había dado cuando le propuso matrimonio, aún más hermoso y brillante que aquel.
—Perfecto.
Iandros murmuró en voz baja, lo suficiente para que solo ellos dos pudieran oírlo.
El anillo encajó a la perfección en el dedo de Thiel, ni demasiado suelto ni demasiado ajustado.
Entonces, el sumo sacerdote le entregó el otro anillo a Thiel.
Ella lo tomó con cuidado y lo deslizó lentamente en el dedo de Iandros.
Los súbditos reunidos para bendecir su matrimonio contuvieron la respiración mientras observaban el intercambio de anillos.
Thiel empujó el anillo hasta el final del fuerte dedo de Iandros.
Y, tal como él había hecho antes,
—Perfecto.
Susurró en voz baja, solo para ellos dos.
Sus miradas se encontraron.
Los ojos de Iandros se suavizaron con ternura.
Thiel también sonrió radiante mientras lo miraba.
Fue entonces cuando los presentes, que habían seguido la ceremonia en silencio, prorrumpieron en aplausos para celebrar su unión.
Todos los súbditos que habían recibido la ayuda de Thiel e Iandros a lo largo de los años estaban genuinamente felices por ellos, como si la boda fuera un asunto propio.
Así, entre bendiciones y vítores, Thiel e Iandros celebraron una magnífica y hermosa boda.
Era el momento en que, por primera vez en mucho tiempo, el Imperio Cracion volvía a tener una Emperatriz.
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La ceremonia terminó rápidamente.
El intercambio de anillos, el beso con Iandros…
Y con eso, la mayor parte del protocolo matrimonial quedó completado.
Cuando Thiel finalizó el banquete de bodas y regresó al palacio imperial, ya era tarde en la noche.
Haber usado tacones todo el día había hecho que sus pies se hincharan, y el corsé del vestido la había mantenido incómodamente rígida durante horas, causando una leve molestia en su cintura.
Al entrar en el palacio, las doncellas que la esperaban en la residencia de la Emperatriz se acercaron a ella e inclinaron la cabeza.
—Permítanos ayudarla a quitarse el vestido, su majestad.
—Se los agradecería mucho.
Con movimientos rápidos y precisos, las doncellas desabrocharon su vestido y la ayudaron a ponerse un camisón de seda que ya habían preparado.
El suave tejido del camisón le recordó a su vestido de novia, haciendo que su corazón latiera con emoción sin razón aparente.
Las doncellas le sirvieron té caliente y la guiaron hacia la gran sala de baño, donde ya habían preparado el agua.
Como era la primera vez que entraba en la residencia de la Emperatriz, Thiel siguió a las doncellas mientras observaba el lugar con curiosidad.
Ese sería su hogar a partir de ahora.
Es grande y hermoso…
Había escuchado que el antiguo Emperador lo mandó construir con un presupuesto enorme para la Emperatriz a la que tanto amaba.
Tal como decían los rumores, la residencia era increíblemente lujosa y bella, incluso más opulenta que las estancias del propio emperador.
Pero fue cuando vio la gigantesca bañera que comprendió cuán profundo había sido el amor del antiguo emperador por su esposa.
Cada rincón de la residencia estaba construido con el máximo cuidado, sin escatimar en detalles.
La bañera era lo suficientemente grande como para que varias personas pudieran bañarse cómodamente y estaba hecha de mármol, decorada con incrustaciones de oro.
Es impresionante.
Había escuchado que la residencia llevaba mucho tiempo vacía, pero gracias a la meticulosa limpieza de las doncellas, no se sentía en absoluto descuidada o abandonada.
Con su ayuda, Thiel sumergió los pies en el agua humeante de la bañera.
La temperatura era perfecta, lo suficientemente cálida como para relajar su cuerpo de inmediato.
—Está tan cálida…
El cuerpo de Thiel se sentía completamente relajado.
Podía sentir cómo la fatiga se desvanecía.
Parpadeó lentamente mientras se sumergía en el agua cálida del baño.
Hoy, Thiel e Iandros se habían convertido en marido y mujer.
No puedo creerlo…
Habían estado comprometidos y unidos como pareja durante mucho tiempo, pero aún así, le resultaba difícil asimilar que Iandros era ahora su esposo.
Tampoco podía creer que se había convertido en la Emperatriz de Cracion.
Todo lo que había sucedido le parecía irreal.
Thiel permaneció sumergida en la bañera, disfrutando del agua perfumada con pétalos de flores.
Después de un rato, las doncellas se acercaron y comenzaron a frotar suavemente su piel para limpiarla.
Sus manos eran increíblemente delicadas y cuidadosas, tanto que no sentía ninguna incomodidad.
Cuando terminaron de bañarla, la ayudaron a vestirse con su camisón y luego inclinaron la cabeza en señal de respeto.
—La llevaremos de regreso a su habitación, su majestad.
—Sí, gracias.
Thiel asintió.
Gracias a la atención de las doncellas, su cabello secado con esmero caía suavemente hasta su cintura.
No lo había recogido ni adornado con nada, pero aun así se veía hermoso por sí solo.
Cada vez que sonreía, pequeños destellos de luz parecían parpadear a su alrededor.
Las doncellas no pudieron evitar admirar su belleza.
Era una imagen digna de la Emperatriz del palacio más hermoso de Cracion.
Con esa sensación de asombro, la escoltaron de regreso a su dormitorio.
Thiel, aún con el cuerpo un poco cansado, cruzó el umbral de la habitación.
Pero justo en ese momento…
—¿Estaba bien la temperatura del agua?
Iandros emergió de la oscuridad con pasos firmes.
Thiel abrió los ojos con sorpresa.
Por reflejo, una pequeña luz brilló en su mano, iluminando el rostro de Iandros.
—¡Iandros! ¿Desde cuándo estás aquí?
—Desde el momento en que te fuiste a bañar.
—¡Deberías haberme dicho algo…! ¡Habría salido antes! ¡No habría tardado tanto!
Thiel frunció el ceño y protestó, sintiéndose culpable por haberlo hecho esperar.
Pero Iandros simplemente sonrió.
—Quería que tomaras tu baño sin prisas y con comodidad. Por eso no te avisé. Por cierto, ¿el agua estaba bien?
—Sí… fue perfecta.
—Me alegra oírlo. Es la primera vez que preparo un baño para alguien más.
Iandros sonrió ampliamente y la atrajo hacia él, abrazándola por la cintura.
—Cuando me casara contigo, quería ser yo quien te atendiera.
Solo entonces Thiel lo comprendió.
No habían sido las doncellas quienes prepararon la temperatura del agua ni quienes esparcieron los pétalos en la bañera.
Había sido Iandros.
¡El Emperador de Cracion había preparado el baño personalmente para ella!
Thiel parpadeó sorprendida, procesando la situación.
—¡Pero…! ¡Tú eres el Emperador de Cracion!
—Y tú eres mi Emperatriz.
Iandros respondió con picardía.
Thiel no pudo ganarle en esta ocasión y, sin decir nada más, simplemente se dejó envolver por su abrazo.
—Todavía no puedo creerlo… No puedo creer que realmente estemos casados, Thiel.
La voz de Iandros era profunda y clara.
Pero para Thiel, sonaba tan dulce como un panecillo untado con miel.
Abrazada a Iandros, Thiel asintió suavemente.
Agradecía que la habitación estuviera oscura, porque así no tendría que mostrar su rostro completamente enrojecido.
Si hubiera más luz, Iandros la vería tan roja como una zanahoria.
Iandros, aún con sus brazos rodeando su cintura, la guió con delicadeza.
Thiel siguió sus pasos sin resistencia.
El lugar al que Iandros la llevó fue junto a la ventana.
La luna llena derramaba su resplandor sobre ellos, iluminando sus rostros con su luz plateada.
—Thiel.
Iandros pronunció su nombre en un susurro.
Thiel, con las mejillas teñidas de rojo, alzó la vista hacia él y asintió.
—Cierra los ojos.
En ese instante, sus labios se encontraron una vez más.
Thiel, obedeciendo su petición, cerró los ojos con suavidad y deslizó sus manos hasta la cintura de su esposo, abrazándolo con ternura.