Capítulo 18

Side Story I (18)

⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue


 

—¿Qué es esto?

Ferdian levantó en el aire a una salamandra.

La criatura parpadeó con calma mientras colgaba de su mano.

—Es una salamandra.

—No te lo pregunté porque no lo supiera.

—Es la salamandra que Thiel solía llevar consigo. Su majestad el Emperador me la devolvió.

De entre todas las salamandras de Karthus, esta era la única que poseía inteligencia y conciencia propia.

Normalmente, las creaciones que se generaban mediante habilidades especiales no tenían ni inteligencia ni voluntad.

Sin embargo, tanto el pez de Thiel como esta salamandra eran diferentes.

No solo cumplían órdenes, sino que también podían pensar y actuar por cuenta propia.

Karthus sospechaba que la conciencia de la salamandra se había desarrollado por la influencia de Thiel.

Su poder debió de haber afectado a la criatura, otorgándole una identidad propia.

Ferdian dejó caer la salamandra con un movimiento seco.

La criatura, en lugar de quedarse quieta, corrió ágilmente hasta el regazo de Karthus y se acomodó allí.

—¿Devolvértela?

—Sí. Parece que su majestad el Emperador estaba preocupado de que yo pudiera espiarlos a través de los ojos de la salamandra, ahora que apenas llevan poco tiempo casados.

Por supuesto, Karthus nunca había tenido esa intención.

Sin embargo, podía entender por qué Iandros había devuelto la salamandra.

Tanto él como Ferdian, Rudian e incluso Alpheus podían compartir su visión con la salamandra si así lo deseaban.

Para Iandros, no debía de ser cómodo tener a la criatura merodeando por el palacio imperial.

—Hmm, tiene sentido. Entonces, ¿vas a deshacerte de ella?

—Sobre eso… No desaparece.

Karthus extendió la mano y generó una llamarada en la punta de sus dedos.

¡Fwoosh!

Las llamas envolvieron completamente a la salamandra.

Sin embargo, en lugar de consumirse, la criatura simplemente se hizo un ovillo dentro del fuego y parpadeó con satisfacción, disfrutando del calor.

—Realmente no desaparece…

—Debe de ser porque el poder de Thiel aún sigue en ella. Parece que su energía no se ha desvanecido.

Karthus tocó la punta de la nariz de la salamandra con un leve golpecito.

La criatura entrecerró los ojos y frotó la cabeza contra su dedo, contenta de haber regresado con su dueño.

Ferdian observó a Karthus y a la salamandra alternativamente antes de asentir.

—Entonces, solo hay una opción. Úsala como mensajera.

—Eso ya lo tenía pensado. De ahora en adelante, si necesitas decirme algo, envíalo a través de ella.

—Vaya, qué envidia. ¿Cómo se supone que viviremos los que no tenemos una salamandra inteligente? Creo que tendré que pedirle a su majestad la Emperatriz que me haga una.

Ante el comentario de Ferdian, Karthus se encogió de hombros, dándole a entender que hiciera lo que quisiera.

Pasaron aproximadamente tres meses desde la boda imperial.

Durante ese tiempo, Thiel no había podido visitar Asterian, ya que estaba ocupada adaptándose a la vida en el palacio imperial.

Por esa razón, Ferdian había estado manejando en su lugar los asuntos que originalmente le correspondían a ella.

Asterian estaba en paz. Sorprendentemente en paz.

Nadie los amenazaba.

El sol ya no se ponía más temprano sin razón alguna.

Tampoco habían vuelto a aparecer enemigos para atacar a Thiel.

Día tras día, la tranquilidad reinaba.

—Perdí otra vez…

Alpheus solía jugar al ajedrez con Wilhelm, el antiguo Emperador que había abdicado.

Sin embargo, la habilidad de Wilhelm superaba la suya, por lo que Alpheus siempre terminaba derrotado.

—Derríbenla por completo. Que no quede ni rastro de la oficina.

Karthus había comenzado a restaurar la mansión Nesstian.

Había demolido el ático deteriorado y también mandó derribar la oficina que solía utilizar Zender.

Quería asegurarse de que Thiel nunca volviera a recordar malos momentos dentro de esa casa.

—El matrimonio es asumir la responsabilidad de la vida de alguien más, ¿verdad?Creo que aún no estoy listo para algo así.

Ferdian, mientras trabajaba como representante del patriarca, continuaba investigando habilidades especiales.

Por el momento, decía no tener intención de casarse.

Sin embargo, esa decisión estaba causando dolores de cabeza a muchas familias nobles de Cracion.

Varias damas aristócratas, al ver que Ferdian no tenía interés en casarse, comenzaron a seguir su ejemplo y a declararse célibes.

—Para mi padre…

Rudian, quien trabajaba como caballero, enviaba cartas con frecuencia a la mansión de Asterian.

Cada vez que escribía, llenaba al menos tres páginas enteras.

Pero el problema era que quien recibía sus cartas era Ferdian.

Por eso, las respuestas que obtenía nunca superaban las tres líneas.

Mientras tanto, Olivier continuaba disfrutando de su relación amorosa con su pareja.

Wolfgang y su esposa solían visitar la mansión Asterian y tomar el té con Karthus.

Todos estaban llevando una vida pacífica.

Y lo mismo ocurría con Iandros y Thiel.

—Iandros.

—¿Thiel? ¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando en el palacio.

—Quería verte… ¿Estás ocupado? Si lo estás, no quiero molestarte.

—No, no estoy ocupado.

Iandros empujó todos los documentos que tenía apilados en su escritorio hasta un lado con un solo movimiento.

El rostro de su asistente se tornó visiblemente pálido ante la escena.

Pero Iandros, como si no le importara en absoluto, se puso de pie de inmediato y se acercó a Thiel con pasos firmes.

—Si te aburres mientras trabajo, puedes ir a visitar Asterian.

—Pero si me voy, entonces tú te aburrirás. Siempre te pones triste cuando desaparezco, aunque sea por un momento…

—Eso…

Iandros, sin palabras, tomó la mano de Thiel y dejó un suave beso sobre el dorso de su mano.

—No importa si voy a Asterian más tarde. Ahora mismo vine porque quiero estar contigo, así que no tienes que preocuparte tanto.

—De acuerdo, entonces ¿salimos un momento? ¿Qué te parece si damos un paseo por el jardín? Justo hay un lugar que quiero mostrarte…

Iandros susurró dulcemente al oído de Thiel.

Ella sonrió y, acariciando la mejilla de Iandros, asintió con la cabeza.

—¡Su Majestad!

Ignorando el grito de su asistente, Iandros tomó la mano de Thiel y la llevó con él a algún lugar.

Desde su matrimonio, el Emperador y la Emperatriz no habían caminado juntos, tomados de la mano, con tanta dulzura.

Por eso, cada vez que los trabajadores del palacio los veían así, les dirigían grandes sonrisas.

Thiel respondió con otra sonrisa mientras seguía de la mano a Iandros.

Solo cuando llegaron al jardín, Iandros se detuvo.

Entonces, se giró para mirarla fijamente.

—Thiel, ¿puedes usar tu poder?

—Por supuesto.

—Ya sabes que si te sientes cansada, no tienes que hacerlo.

—¿Cansada? Para nada. A veces me gusta usarlo…

Iandros la observó con ojos llenos de amor y, con suavidad, apartó un mechón de su cabello ligeramente ondulado detrás de su oreja.

Luego, tomándola de la mano, la guió hasta el centro del jardín.

Solo al llegar allí, Thiel se dio cuenta de lo que él quería mostrarle.

Era una fuente.

—Quería regalártela. Quería darte el jardín más hermoso del mundo…

En la cima de la fuente había una escultura: un pequeño leopardo de las nieves junto a tres peces.

Al verla, Thiel supo al instante que representaba su infancia.

El leopardo de las nieves, aunque pequeño en comparación con uno real, tenía una cola esponjosa y gruesa, y sus manchas en el cuerpo dejaban claro que no era un gato común.

—¿Te gusta?

Iandros le preguntó suavemente.

En lugar de responder con palabras, Thiel usó su poder.

Desde sus palmas emergieron tres peces de agua que nadaron hacia la fuente.

Se elevaron con gracia en el aire, girando alrededor de la escultura, hasta que finalmente se sumergieron en el agua que fluía.

Dentro de la fuente, los peces de Thiel nadaban sin cesar, irradiando una luz resplandeciente.

Sobre la superficie del agua, los destellos aparecían y desaparecían como joyas brillantes.

Thiel observó la escena por un largo rato.

Luego, se giró y rodeó con fuerza el cuello de Iandros en un abrazo.

—Por supuesto que me gusta… Me encanta cualquier cosa que venga de ti.

—¿Cualquier cosa?

—Cualquier cosa, de verdad.

Thiel depositó un beso suave en su mejilla.

Iandros sonrió con felicidad y la abrazó con fuerza.

Los peces volvieron a elevarse alrededor de la escultura, esparciendo destellos de luz en todas direcciones.

Era una vida en paz.

Los campesinos ya no tendrían que preocuparse por perder sus cosechas debido a la falta de sol.

Los niños ya no tendrían que regresar temprano a casa antes de que oscureciera.

Y en el cielo del Imperio Cracion, el anillo del dios de la calamidad nunca volvería a aparecer.

Todo eso era la paz que Thiel, Iandros y muchos otros lograron proteger juntos.

Y ahora, Thiel e Iandros tenían derecho a disfrutarla.

Más que eso, lo merecían plenamente.

 

[ FIN DE LA PRIMERA PARTE DE LOS SIDE STORIES ]

La Cría Leopardo de las Nieves de la Familia de Leopardos Negros

La Cría Leopardo de las Nieves de la Familia de Leopardos Negros

Score 9.5
Status: Ongoing Type: Author: Released: 2024 Native Language: Coreano
Nacida como híbrida, fui maltratada por mi abuelo materno por ser una niña inútil que no heredó ninguna habilidad de la familia de mi padre, y acabé muriendo. Volví al pasado con mis recuerdos, pero mis opciones no eran muy diferentes a las del pasado. Viviré así y seré abusada hasta la muerte como en mi vida anterior, o iré con mi padre que me odia. No quiero morir otra vez. Finalmente fui a ver a mi padre que me odiaba, con un medallón en la mano que probaría que yo era la hija de la familia del Leopardo Negro. —Déjenme... déjenme quedarme aquí. Todo lo que pedí fue protección hasta que fuera adulta. Entonces, cuando fuera lo suficientemente mayor para vivir sola, iba a salir y vivir sin causar problemas. Porque esta vez iba a ser una buena niña. Pero, de alguna manera... —Mi amada hija, si hay alguien que te toque, lo mataré inmediatamente. Mi padre, que yo creía que me odiaba, era tan dulce conmigo. —Oye, Ferdie, no sigas abrazando a Thiel. En esta época del año, he oído que las chicas son muy delicadas. —¿Dónde aprendiste ese estúpido rumor? A Thiel le gusta que la abracen. Los dos hermanos que yo creía que daban miedo me gustan tanto. —Thiel, voy a entregarte el puesto de jefe de esta familia Leopardo Negro. Mi abuelo paterno me dice de repente que me cede su puesto. Oigan... ¿no me odiaba todo el mundo?

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