⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El primer día, la evaluación de Diarin fue casi exacta.
No era simplemente alguien sensible que reaccionaba como un perro rabioso sin motivo.
Después de observarlo en silencio y escuchar lo que sucedía detrás de escena, se dio cuenta de que si Ceres se quedaba quieto, terminaba siendo la víctima.
Intentaban envenenarlo, enviaban asesinos tras él, le tendían trampas.
Pero, por otro lado, había ocasiones en las que definitivamente sobrepasaba los límites.
En lugar de simplemente decapitar a alguien, se aseguraba de destrozarlo en pedazos.
Si un soldado cometía un error, no se conformaba con darle un castigo disciplinario, sino que lo pisoteaba con saña para enseñarle una lección.
Algunas de estas cosas solo las pudo percibir gracias a su poder sagrado.
Otras las descubrió porque Ceres le permitía estar cerca sin problemas y hablaba con ella con total naturalidad.
Gracias a esto, Diarin logró comprenderlo casi a la perfección, lo que le permitió establecer un objetivo más preciso.
—Ruido al mover la silla.
—¡Ah! L-lo siento mucho.
—La voz.
—… Lo siento… por favor, perdóneme la vida….
Si no se disculpaban, le molestaba. Si se disculpaban, la voz le molestaba.
Diarin, que había leído a la perfección el estado de ánimo de Ceres, rápidamente le tomó la mano.
Ni siquiera necesitó usar mucha energía sagrada.
Tal como él había dicho, con solo sostenerle la mano, se calmó enseguida.
Ceres bajó la mirada hacia las manos entrelazadas bajo la mesa y, poco a poco, entrelazó aún más sus dedos con los de ella.
Diarin también miró hacia abajo.
Los grandes dedos de Ceres presionaban el dorso de su mano con fuerza, aferrándose con desesperación, como si estuviera sujetando el borde de la falda de su madre.
El gesto era absurdo, pero al mismo tiempo, tenía cierto encanto.
¿Quién iba a pensar que un hombre tan temible, con ese enorme cuerpo, podía comportarse como un niño mimado?
¡Estoy loca!
Diarin se sacudió esos pensamientos y movió la cabeza con fuerza.
Pasar demasiado tiempo con este perro loco estaba afectando su cordura.
—El siguiente punto de la agenda.
Parecía que Ceres ya estaba lo suficientemente calmado, porque su tono al reanudar la reunión sonaba bastante animado.
Diarin se relajó y se recostó cómodamente en su silla.
Las reuniones trataban temas serios.
Sin querer, terminó escuchando información importante.
Sin embargo, la mayoría de las veces no entendía de qué hablaban, y aunque lo entendiera, no era información que pudiera usar.
Las palabras entraban por un oído y salían por el otro.
Cuando no prestas atención a una conversación, se convierte en una nana.
El hecho de que últimamente pasara todo el tiempo con Ceres también contribuía a su agotamiento constante.
Un trabajo sin horario de salida era agotador.
Aunque solo tenía que ocuparse de Ceres, ese ‘uno’ valía por cien.
Por más bien alimentada que estuviera, su resistencia tenía un límite.
—… Así que… y por eso…
Las voces a su alrededor se volvían más cercanas y luego más lejanas, como un eco.
Diarin, que cabeceaba de sueño, acabó cayendo en un sueño profundo sin darse cuenta.
Ni siquiera se dio cuenta de que su cabeza terminó apoyada en el hombro de Ceres.
No supo cuánto tiempo durmió.
Sintió el calor de su cuerpo en su mejilla, y su grave voz retumbaba en su piel como una vibración acogedora.
La despertó el aire frío, que rompió la cálida burbuja en la que estaba sumergida.
—¿Hmm…?
Todavía medio dormida, Diarin levantó la cabeza con torpeza, murmurando algo ininteligible.
Ese simple sonido atrajo la atención de todos y la tensa atmósfera se centró en ella.
Diarin se enderezó de inmediato y parpadeó varias veces para sacudirse el sueño mientras miraba a su alrededor.
—¿Alteza?
No parecía haber nada inusual.
Las mismas personas temblando de miedo.
Ceres, debatiéndose entre si matar a alguien o no.
En su mano, sostenía un tintero, que en manos de Ceres podía convertirse fácilmente en un arma mortal.
—¿Qué pasó?
Lo primero era evitar un asesinato.
Cuando Diarin lo llamó, Ceres desvió la mirada y, en un instante, la furia en sus ojos se desvaneció, reemplazada por una calma serena.
—Cometieron un error garrafal.
—Eso parece.
Ceres solo perdía los estribos cuando alguien cometía un error.
La magnitud de su ira dependía de la gravedad del fallo.
Últimamente, cuando Diarin estaba cerca, era capaz de tolerar pequeños errores.
Pero si incluso con ella apoyada sobre su hombro estaba a punto de lanzar un tintero, debía de haber ocurrido algo realmente grave.
—¿Alguien movió los pies debajo de la mesa y perdió un zapato?
—……
El silencio fue tan absoluto que ni siquiera necesitaban decir que no era la respuesta correcta.
Diarin parpadeó con sorpresa.
¿Era algo peor que eso?
—¿Alguien se quedó dormido y se cayó de la silla?
—……
—¿Todavía peor que eso?
Las personas presentes bajaron la cabeza, incapaces de decirlo en voz alta.
Diarin sintió que se le helaba la sangre.
Si era peor que esas opciones, significaba que había sobrepasado los límites de su imaginación.
—Hubo un accidente en la obra de reconstrucción del casco antiguo…
—… ¿Eh? … ¿Qué?
Diarin se quedó inmóvil.
Justo antes, había estado imaginando algo trivial, como alguien hurgándose la nariz y lanzando un moco que accidentalmente terminó en Ceres.
Pero esto era completamente distinto.
—Intentaron encubrir el hecho de que un ciudadano común, que pasaba por allí, quedó involucrado en el accidente y sufrió heridas graves. Ni siquiera le dieron una compensación adecuada.
—… ¿Qué?
Ceres recitó los hechos con una voz completamente carente de emoción.
Pero el tintero que aún no había soltado dejaba en claro la magnitud de su ira.
La persona culpable, que había cometido el pecado, bajó la cabeza y temblaba de miedo.
Ceres lo miró ferozmente antes de volver a dirigir la vista hacia Diarin.
—¿…?
¿Qué significaba esa mirada?
Esto era un problema grave, evidente para cualquiera.
No era solo una cuestión de ser golpeado con un tintero, sino un asunto lo suficientemente serio como para encarcelar al responsable y aplicarle un castigo severo.
Entonces, ¿por qué la miraba como si le estuviera pidiendo que lo detuviera?
¿Acaso había tomado la resolución de no enojarse nunca más?
—Si es algo por lo que debe enojarse… entonces debería hacerlo, ¿no?
—… Ah.
Diarin le dio su permiso.
Ahora era el momento en el que finalmente podía castigar a ese despreciable sujeto.
La única razón por la que había contenido su ira era porque Diarin estaba dormida…
Su ira…
Ceres dejó el tintero sobre la mesa.
—¿…?
Diarin lo miró, desconcertada.
Los demás también se quedaron en silencio, sorprendidos.
Incluso el propio Ceres estaba confundido.
—No estoy enojado.
—… ¿Qué?
Los ojos de Diarin se quedaron en blanco.
Acababa de escuchar las palabras más incomprensibles del mundo.
¿Un perro loco que no se enfada?
…Entonces ya no era un perro loco, ¿cierto?
—Llévenlo a prisión por ahora. Recojan más pruebas y luego preséntenlo formalmente en juicio.
Ceres resolvió la situación de manera fría y racional, sin rastro de locura.
Incluso el culpable, que ya se había resignado a morir golpeado por un tintero, quedó completamente atónito mientras se lo llevaban.
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Diarin estaba sumida en la confusión.
¿Estaba haciendo bien su trabajo?
¿Era correcto lo que estaba sucediendo?
Estaba empezando a sentirse profesionalmente desorientada.
Mientras ella estuvo a su lado, Ceres se convirtió en un excelente príncipe heredero.
Exceptuando su tendencia a descontrolarse debido a su sensibilidad extrema, siempre había sido un hombre sin defectos en términos de habilidad.
Ahora que su temperamento impulsivo había desaparecido, ya no tenía ningún punto débil.
Se había convertido en la imagen perfecta de lo que debía ser un príncipe heredero.
—Todo esto es gracias a la sacerdotisa.
—¡La diosa envió a la sacerdotisa por el bien de Racklion!
Las voces que alababan a Diarin aumentaban día tras día.
Pero ella se sentía incómoda.
Estaba acostumbrada a recibir agradecimientos en su labor como sacerdotisa, pero esta vez era diferente.
—¡Por fin hemos encontrado a alguien indispensable para Su Alteza el Príncipe Heredero!
Cuando fue enviada al palacio, su tarea era reducir la sensibilidad extrema del ‘perro loco’ príncipe heredero.
Solo tenía que asegurarse de que pudiera dormir bien, comer adecuadamente y que los ruidos y las luces no lo molestaran demasiado.
Después de cumplir con esa meta, recibiría su pago por desempeño, regresaría al templo y conseguiría un ascenso.
Ese era el plan de vida que había imaginado.
—¿Está lista?
—… No…
—El tiempo se acaba. Su Alteza el Príncipe Heredero la está esperando.
Pero entonces, ¿por qué las áreas en las que tenía que acompañarlo seguían expandiéndose más y más?
Ceres ya se había convertido en un príncipe heredero perfecto.
Diarin miró su reflejo en el espejo, vestida con un lujoso vestido, y sintió que su mente se nublaba.