Capítulo 99

Lo que alberga el lago de flores (VI)

⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue


 

—¡Su Altezaaaa!

Con un grito estridente y lleno de urgencia, un hombre se acercó corriendo apresuradamente.

Eve se levantó de golpe de su asiento.

—¡Alben!

Finalmente había regresado Alben, quien había partido hacia la capital imperial con un mensaje temprano esa mañana.

Él entró corriendo a la tienda de Eve, casi deslizándose, y se arrodilló sobre una rodilla.

Los ojos color ámbar de Eve brillaban con una mezcla de expectativas y nerviosismo.

Por supuesto, Alben no decepcionó a Eve.

—¡Su Alteza, Su Majestad ha dado su aprobación!

—¡Ah!

Eve tomó de sus manos el documento sellado con el emblema del Emperador.

Era el permiso para construir el acueducto que conectaría el pueblo de Lapis con el lago Melud.

—¡Perfecto!

Eve apretó el documento con firmeza.

—Has hecho un gran trabajo.

Miraba a Alben con admiración, imaginándose cómo habría manejado hábilmente la situación frente al Emperador Desmond II.

Alben comenzó a relatar lo que había ocurrido en la corte imperial.

—Su Majestad estaba encantado con el informe del descubrimiento de la piedra mágica. Incluso prometió celebrar un banquete conmemorativo para su regreso y otorgarle un generoso reconocimiento. ¡Mis felicitaciones, Su Alteza!

Organizar un banquete y anunciar su propósito era una manera eficaz de exhibir públicamente el mérito de Eve. En otras palabras, Desmond II estaba tan complacido con los logros de Eve que deseaba alardear de ellos ante todo el mundo.

—Los nobles presentes del consejo privado no dejaban de alabar los logros de Su Alteza. En particular, el Marqués de Limetielo sugirió que el nombre de la piedra mágica debería derivarse de su nombre. Su Majestad lo consideró una gran idea.

—Eso es sorprendente.

Nombrar el mineral en su honor sería un reconocimiento que perduraría por generaciones.

Aunque, tradicionalmente, las piedras mágicas se nombraban en honor a dragones muertos, lo cual resultaba un tanto incómodo, la intención detrás de la propuesta parecía positiva.

Eve reflexionó brevemente sobre el Marqués de Limetielo, quien, desde hacía tiempo, parecía mostrarle una inusual cordialidad.

Hmm, quizás está evaluándome como posible esposa para su familia…

Era una posibilidad que Eve no recibía con agrado. No tenía interés en convertirse en la esposa de un Marqués, ni tampoco en competir con otras candidatas por un puesto que no deseaba.

Decidió no darle más vueltas al tema del matrimonio, que no consideraba relevante en ese momento, y pasó a otro asunto.

—¿Qué ocurrió con el caso del Conde Sánchez?

Alben, quien había estado relajado y jovial, se puso serio al responder.

—Su Majestad se enfureció. Fue una ira tan intensa que parecía congelar todo el ambiente del salón.

El carácter de Desmond II era temible incluso dejando de lado su autoridad como Emperador. Su dominio en alquimia y magia lo convertía en un semisabio.

Eve asintió, reconociendo la gravedad del asunto.

—Considerando que los homúnculos son vistos como propiedad del Emperador, su reacción era de esperarse. Lo habría interpretado como un desafío directo a la autoridad imperial.

—No fue exactamente por eso.

—¿Eh?

Alben mostró una sonrisa astuta antes de explicar.

—Lo que realmente enfureció a Su Majestad fue enterarse de que el pozo contaminado también era utilizado por Su Alteza. Se preguntó qué habría pasado si usted hubiera bebido de esa agua. Ordenó que Hosen Sánchez fuera acusado no solo de traición, sino también de intento de asesinato contra la realeza.

—¿Tanto así…?

Eve estaba atónita ante el nivel de indignación del Emperador.

—¿No es natural que un padre exprese su afecto en forma de preocupación? ¡Jajajaja!

Alben estaba incluso más contento que Eve. Después de todo, el éxito de su señora era también su propio triunfo.

—No puedo esperar al día en que Su Alteza regrese a la capital cubierta de gloria.

—Para eso, primero debo terminar lo que estamos haciendo aquí.

Con eso, la conversación distendida llegó a su fin. Eve adoptó un tono más serio y dio la siguiente instrucción:

—Ahora queda claro lo que debemos hacer. Es hora de exterminar a la bestia mágica del lago Melud.

—Entendido. Ahora es el turno del caballero Agnito para intervenir.

Michael dio un paso al frente y realizó una reverencia.

—Deje este asunto en mis manos, Su Alteza.

Alben preguntó:

—¿Necesitará tropas de apoyo?

—Según el informe, no parece ser una bestia mágica particularmente fuerte. Puedo manejarlo solo.

Para Michael, ninguna bestia mágica en el mundo, por peligrosa que fuera, representaba un desafío comparable al del espectro del dragón maligno. Un refuerzo sería innecesario.

—Como se esperaba del caballero Agnito. Confiamos en usted. Le encargo esta tarea física.

Dado que la falta de personal era un problema en todas partes, que Michael se ofreciera a actuar en solitario fue un alivio para Alben.

Eve se levantó de su asiento.

—Entonces, partamos de inmediato.

Según las normas, un caballero de confianza debía acompañar a un miembro de la familia real las 24 horas del día fuera de la capital. Por lo tanto, para que Michael participara en la misión, Eve debía ir con él.

La comitiva fue pequeña, compuesta únicamente por Eve y Michael.

Mientras se preparaban para partir, Alben continuó informando:

—El dispositivo de transporte mágico hará dos viajes más al río Lasetora antes de iniciar el reemplazo de combustible. He dejado instrucciones para que establezcan la nueva ruta hacia el lago Melud.

—Hoy mismo se resolverá el problema del suministro de agua potable.

—Con eso, la mayoría de los asuntos importantes quedarán resueltos. Solo falta que el Conde Luchiad envíe los trabajadores y materiales de construcción.

—Entonces, toma un descanso, Alben.

—Gracias. Aprovecharé para visitar el castillo de Parnell y tener una charla tranquila con el Conde Sánchez.

Para Alben, eso era tanto un descanso como una forma de recargar energías.

Mientras tanto, Michael también estaba recibiendo una despedida, pues los homúnculos habían salido al escuchar que iba al lago Melud.

—¿He oído que vas a cazar a la bestia del lago?

—Señor Michael, hacer esto por nosotros… de verdad, no hay palabras.

Aquellos que al principio habían sentido recelo hacia Michael ahora mostraban preocupación genuina en sus ojos. Era evidente que la desconfianza inicial se había transformado en respeto y agradecimiento.

Recibir tal cantidad de gratitud de los homúnculos resultaba algo incómodo para Michael, quien aún no estaba del todo acostumbrado. Por eso, decidió compartir ese reconocimiento con su señora.

—Solo sigo las órdenes de mi soberana.

Con esa respuesta, los homúnculos dirigieron su mirada hacia Eve. Hasta el último momento antes de partir, Eve continuaba recibiendo reportes de Albén, Kadelin y Peony sobre la situación del pueblo.

Sería imposible no notar, incluso para alguien con poca perspicacia, que la calidad de vida de los homúnculos había mejorado significativamente desde la llegada de la séptima princesa. Era algo que podían sentir en carne propia.

Además, Kadelin, en quien confiaban tanto, mostraba un nivel de respeto hacia Eve completamente distinto al que había mostrado a cualquier otro miembro de la realeza enviado previamente.

Los ojos de los homúnculos brillaban con una mezcla de admiración y confusión. La diferencia de Eve con los demás miembros de la familia imperial rompía sus esquemas.

Michael, sin embargo, no trató de convencerlos más allá de eso. Estaba seguro de que ellos mismos llegarían a comprender las verdaderas intenciones de la princesa con el tiempo.

—La escoltaré, Alteza.

—Bien, vamos.

Finalmente, llegó el momento de partir. El medio de transporte elegido fue el caballo. Desde el pueblo de Lapis hasta el lago Melud no había caminos adecuados para un carruaje, por lo que no quedaba otra opción.

Afortunadamente, la equitación era una de las habilidades básicas que todo miembro de la realeza debía dominar. Aunque Eve no era particularmente atlética ni aficionada a los deportes, al menos sabía montar.

Claro que, en su caso, podía manejar el paso lento de un caballo, pero ni soñaba con galopar. Además, su resistencia física era limitada; montar más de una hora sería un desafío considerable para sus débiles músculos de la espalda y los muslos.

El viaje consistió en cruzar terrenos baldíos, subiendo y bajando colinas en repetidas ocasiones. A medida que avanzaban, las señales de vida se hacían más evidentes. Más vegetación indicaba que estaban acercándose a una fuente de agua.

Finalmente, tras atravesar un pequeño bosque de coníferas, la vista del lago Melud se reveló entre las agujas de los árboles.

—¡Guau!

El lago Melud era impresionante. Su agua tenía un color único, como si alguien hubiera vertido pintura verde menta en su interior. A su alrededor florecían hermosas flores de tonos rosados que recordaban una mezcla de rosas, peonías y lirios de agua.

El lugar parecía un baño gigante de una diosa, adornado con aceites aromáticos y pétalos de flores. Eve y Michael ataron sus caballos y comenzaron a inspeccionar los alrededores.

El ambiente era tan tranquilo que más parecía un paseo que una exploración. No había señales de monstruos. Ni siquiera las criaturas que normalmente habitaban cerca del agua, como gusanos de arena o basiliscos, estaban presentes.

—Debe haber un depredador poderoso en el lago que mantiene alejadas a las criaturas menores —observó Michael.

—Esa bestia del lago… Según el informe, tiene nueve grandes cabezas y un cuerpo serpenteante. No hay registros de una criatura similar en ningún lado.

—Quizás obtengamos pistas cuando la veamos directamente.

Michael se inclinó para recoger una piedra redonda del suelo.

—Alteza, por favor, retroceda.

—¿Cuánto?

—Hasta donde comienzan los árboles.

Una vez que confirmó que Eve estaba lo suficientemente lejos, Michael lanzó la piedra hacia el lago. La piedra saltó tres veces sobre la superficie antes de hundirse.

¡BOOM!

La reacción fue inmediata. La superficie calma del lago se rompió con el surgimiento de cabezas monstruosas.

—Son tan sensibles como se decía —comentó Michael.

Enormes serpientes de un tono oliva apagado alzaron sus cuerpos, dirigiéndose hacia Michael. Sus ojos, aparentemente atrofiados por vivir en la oscuridad del fondo del lago, no estaban presentes. En cambio, tenían bocas enormes que destacaban de forma grotesca.

Por la falta de rasgos definidos en sus caras, las criaturas recordaban más a gusanos acuáticos gigantes que a serpientes.

A medida que los monstruos se acercaban a Michael, sus cuerpos masivos proyectaban sombras que lo cubrían por completo.

—¿Qué clase de criatura es esta? ¿Un gusano mutado? Aunque la forma se parece, son demasiado grandes.

¡BOOM!

Una de las criaturas abrió una boca tan ancha como su cuerpo para intentar tragarse a Michael. Pero él saltó ágilmente, dejando que la bestia mordiera la tierra. Otro de los monstruos intentó un ataque horizontal, barriendo el suelo con su cuerpo. Un tercero intentó aplastarlo desde arriba.

—Vaya, no son tan estúpidos como pensaba.

La coordinación en sus ataques sorprendió a Michael. Las nueve criaturas no dudaban en usar sus cuerpos como armas, golpeando con una fuerza que podría haber aplastado los huesos de cualquier humano. Sin embargo, ni siquiera lograron rozarlo.

Finalmente, Michael desenvainó su espada, Night Ray.

¡SLASH!

Con un corte lleno de energía mágica, logró cercenar una de las extremidades con boca de las criaturas. El monstruo retorció su cuerpo, rociando líquido púrpura por todas partes.

—No mueren tan fácilmente, ¿eh?

Aunque había apuntado a cortar lo que parecía su cuello, al parecer el golpe no fue suficiente para matarlo.

La princesa imprime al traidor

La princesa imprime al traidor

Score 9.8
Status: Ongoing Type: Author: Native Language: Coreano
La Séptima Princesa, Eveinrose, ya había enfrentado la muerte una vez. Su último recuerdo era el colapso del Imperio a manos de los homúnculos rebeldes y la traición de su propio hermano, quien la engañó para que bebiera veneno. Pero entonces… —¿No estoy… muerta? Al abrir los ojos, descubrió que había retrocedido en el tiempo ocho años. Había regresado a una época anterior a que la Tercera Princesa, Brigitte, fuese oficialmente nombrada Heredera del Trono. —Esta es mi oportunidad. Si lograba superar a Brigitte y ser reconocida como la legítima sucesora, tal vez podría evitar la caída del Imperio. Para ello, debía ganarse el favor del emperador y probar su valía. Como parte de su estrategia, Ivienrose tomó una decisión arriesgada. Convertir a su caballero Michaelis, el Rey de los homúnculos y el monstruo de la prisión flotante. —Michael, te necesito… Y lo digo con absoluta desesperación. ¿Podrá Eveinrose ganarse su lealtad y salvar al Imperio de su trágico destino?

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