⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
En la cabeza de Diarin resonó un fuerte zumbido.
¿Por qué?
¿Por qué demonios?
¿Para qué?
¿Por qué había montado semejante espectáculo frente al sumo sacerdote, gastando su poder sagrado y sufriendo tanto?
Cuando Ceres recuperó su identidad, lo primero que debía decir no era ‘Te amo’, sino algo como ‘Gracias por todo tu esfuerzo. Te recompensaré con mucho dinero’.
Y luego, marcharse con estilo.
El hecho de que fuera el príncipe heredero no cambiaba los sentimientos de Diarin. De hecho, que fuera el príncipe hacía que cambiar sus sentimientos fuera aún más imposible.
Un loco perro, si acaso, podía adoptarse y vivir con él en algún lugar tranquilo del campo. Pero un príncipe, eso era otra historia.
Era como vivir en una casucha y que un caballo de raza pura, de la mejor sangre, exigiera que lo cuidaras.
—Su Alteza. Conténgase, por favor.
Diarin trazó una línea clara.
Incluso cuando era un perro loco, había permitido que Ceres cruzara ciertas líneas, y eso llevó a esta situación.
Pero ahora que era el príncipe heredero, eso no podía ocurrir. Nada podía permitirse.
—…No me gusta tu forma de hablar.
Ceres mostró su desagrado por los honoríficos extremos de Diarin.
Sin embargo, Diarin se mantuvo firme.
—¿Por qué habría de ser un problema dirigirme a Su Alteza con respeto?
—Siento que pones distancia.
¡Qué impresión! Que saliera una frase tan perfecta de la boca de ‘mi chico’.
Era conmovedor, pero este no era el momento de emocionarse.
A su edad, era normal que conociera esa palabra. Esto solo confirmaba una vez más que los recuerdos de Ceres habían regresado.
Sin embargo, aunque los recuerdos habían vuelto, su cordura parecía haberse quedado en otro lado.
—Los demás también se dirigirán a usted de la misma forma, ¿no es así?
—Pero me incomoda que tú lo hagas.
—Acostúmbrese, por favor.
—No quiero.
Ese eterno ‘no quiero’ seguía siendo el mismo.
Diarin había pensado que todo cambiaría cuando los recuerdos regresaran.
Los recuerdos afectan en gran medida la personalidad de una persona. Por eso esperaba que, con los recuerdos, la personalidad de Ceres también cambiara.
Pero Ceres seguía igual, salvo que ahora hablaba con más fluidez.
—Y acércate.
—En un momento iré… cuando lo considere adecuado.
Diarin no podía alejarse de la puerta.
No estaba acostumbrado al príncipe Ceres, y acercarse le daba miedo.
La distancia física, junto con la fría forma de hablar, parecía irritar a Ceres. Sus ojos adquirieron una expresión peligrosa.
—Esa forma de hablar queda prohibida. Es una orden.
Ceres incluso sacó la carta de ‘la orden imperial’.
Diarin no pudo evitar estremecerse.
Las órdenes reales no eran algo trivial. Que Ceres usara su linaje para intentar imponer su voluntad era algo impresionante como joven noble, pero para Diarin, era más un problema que un orgullo.
Sin embargo, había una solución para esto.
—Soy un sacerdote al servicio de los dioses. La orden divina de respetar y servir a todos tiene prioridad.
El templo era una institución independiente del poder imperial.
En otras palabras, podía rechazar en cierta medida las órdenes reales.
—Este es el palacio imperial. Aquí, la autoridad de la familia real está por encima de los dioses.
Ceres no cedió.
Con eso, no había más argumentos que valieran.
Diarin estaba atónito por su propia derrota en el debate.
¿Había perdido en una discusión? ¿Con Ceres?
Ceres, aprovechando el desconcierto de Diarin, lo presionó aún más.
—Si sigues alejándote de mí… no te dejaré mantener la distancia.
—¿Cómo piensa hacerlo, Su Alteza?
—Encerrándote para que solo me mires a mí.
—…
Diarin casi pierde el conocimiento del asombro.
Apoyándose contra la puerta, suspiró profundamente mientras dejaba caer los hombros.
Ceres, mirándolo fijamente, murmuró con tono sombrío como si lanzara una maldición:
—Te haré quedarte en el palacio imperial toda tu vida. Solo me mirarás a mí… solo hablarás conmigo… y seré la única persona que te ame.
Cuanto más hablaba, peor se ponía la situación.
Diarin se frotó la nuca, sintiendo que el estrés subía.
Al principio estaba desconcertado, pero cuanto más escuchaba, más aumentaba su presión arterial.
Incluso se estaba olvidando de ser cauteloso con sus palabras debido al título de ‘Su Alteza’.
¿De dónde… aprendió a decir cosas como esa?
—¡Porque tú nunca entiendes mis sentimientos! ¡Rechazas lo que siento!
—¡Es normal que las personas rechacen los sentimientos de otras! ¿Acaso no le expliqué cómo se expresan los sentimientos positivos?
El grito de Diarin hizo que Ceres retrocediera ligeramente.
El miedo de que Diarin pudiera irse en cualquier momento había hecho que Ceres perdiera el control.
—Estoy confundido porque mis recuerdos regresaron de golpe… y tú sigues haciéndome sentir inseguro.
Era una excusa muy conveniente.
Pero también era una excusa que no podía ignorarse por completo.
Después de todo, Ceres acababa de recuperar sus recuerdos. El cambio repentino de actitud era comprensible, y Diarin también necesitaba adaptarse.
Ambos requerían tiempo para acostumbrarse de nuevo el uno al otro.
—…Disculpe si le he causado ansiedad repentina.
—Tu forma de hablar.
—… No… esto es… aún así…
Ceres tenía una expresión que, si tuviera orejas, estas estarían caídas.
A pesar de su corpulencia, sentado al borde de la cama, emanaba una fragilidad que hacía que cualquiera quisiera acercarse a consolarlo.
—Como sabes, dentro del palacio real no hay nadie en quien pueda confiar…
—Parecía que tenías a alguien. Esa anciana que decías que fue tu niñera.
—No era cercana a mí.
—…
Nunca lo había considerado.
Se suponía que una niñera sería alguien en quien confiar y con quien forjar un vínculo. Especialmente una que criara a un príncipe. Tal vez había varias, y esta simplemente no era cercana. Pero esta mujer estaba tan afectada por no poder cuidar bien al príncipe que casi perdió la razón…
—Entonces, ¿por qué no intentas acercarte a ella ahora? Al menos parece estar de tu lado, ¿no es así?
—No quiero.
—Si no quieres… no hay mucho que hacer…
Acababa de decir que las personas pueden rechazar los sentimientos de los demás, así que no podía reprocharle que no lo hiciera, ni preguntarle por qué.
—Eres la única persona en la que puedo confiar, Diarin. Solo me gustas tú. Solo te amo a ti. Si tú no estás, podría morir. Así que tienes que hacerte responsable.
Ceres presionó a Diarin con una lógica impecable.
—… Ja. ¿Responsabilidad?
Incluso si recoges un perro callejero, tienes que asumir la responsabilidad. Es el deber hacia la vida.
Diarin lo miró.
Pero, por más que lo analizara, Ceres parecía alguien que podía arreglárselas perfectamente solo. ¿Cómo es posible que alguien con esa cara perfecta, un cuerpo tan fuerte y una sangre noble no pueda sobrevivir?
Esto era un capricho.
Espera, ¿no vivió felizmente hasta su adolescencia bajo el cuidado de la Emperatriz?
Pensándolo bien, a los diez años Diarin ya ayudaba con las tareas del hogar. La edad para andarse con caprichos ya había pasado.
—Te he cuidado con responsabilidad hasta ahora, ¿no es así? Calmando tus nervios alterados, devolviéndote tus recuerdos, llevándote al palacio real… ¿No he cumplido con mi deber? Según las reglas, mi labor como tutor ya terminó. Es hora de que regrese al templo.
Diarin fue implacable.
—¿Me abandonarás en este palacio real donde no tengo a nadie de mi lado?
Ceres lo miró con una expresión de tremendo impacto, traición escrita en su rostro.
Diarin quería mirarlo directamente a los ojos mientras respondía. Pero eso era demasiado difícil.
Con esa cara y expresión frente a él, toda lógica se desmoronaba. Su boca podía terminar gritando: ‘¡Qué demonios! ¡Me quedaré contigo!’
—No, no me iré de inmediato. Me quedaré hasta la fiesta. Pero después de eso, ya no habrá razón para que permanezca a tu lado.
Independientemente de si Ceres revelaba su identidad como príncipe o decidía seguir viviendo en el anonimato, todo terminaría ese día.
Incluso si el segundo príncipe caía, o si no lo hacía, ya no habría forma de usar a un miembro de los Ocho Escuadrones como herramienta. Tampoco habría más amenazas para su vida.
Desde el principio, ese día había sido el último. Así estaba decidido.
Ceres lo sabía. Pero, en lugar de aceptarlo y dar marcha atrás, se levantó de la cama.
Tal vez porque había estado cavilando toda la noche, su cuerpo tambaleó por un momento.
—¡Oh!
Alarmado, Diarin corrió hacia él sin pensarlo dos veces y lo sostuvo.
Ceres no se desplomó completamente en el suelo.
Cayó de rodillas, apoyando una para mantener el equilibrio mientras recuperaba el aliento.
—¿Estás bien? ¿Qué te pasa…?
Sin darse cuenta, le salió en un tono informal antes de corregirse.
Ceres, todavía arrodillado, alzó la cabeza. Diarin lo inspeccionaba apresuradamente, tocándolo aquí y allá para comprobar si había algo mal.
—No tienes fiebre…
—Diarin.
Ceres, quien se entregaba al cuidado de Diarin, de repente extendió el brazo.
Antes de que pudiera reaccionar, Ceres rodeó su cintura con un brazo y lo abrazó.
El peso de Ceres hizo que Diarin perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás. Mientras ambos rodaban por el suelo, Ceres no soltó su agarre.
—¡Ay! ¿Qué estás haciendo…?
—… Me duele.
—¿Qué? ¿Duele? ¡¿Dónde?!
Diarin se enderezó rápidamente.
A simple vista, no parecía tener ninguna lesión.
—Si te duele, ¡no deberías estar haciendo esto! Déjame revisarlo…
—Me duele cuando Diarin no está conmigo.
—…
El día apenas comenzaba y ya sentía que había sido derrotado en todos los sentidos.
Había perdido en la discusión, en el forcejeo físico, y ahora incluso la habían engañado.
Este cachorro, que se había vuelto demasiado fuerte, era imposible de manejar.
Diarin relajó su cuerpo y se dejó caer al suelo.
—… No puedes hacerme esto, Alteza…
A pesar de sus palabras, sus manos se movieron automáticamente hacia el cabello de Ceres.
Ceres ronroneó, complacido, mientras frotaba su rostro contra el abdomen de Diarin.
—Diarin. Quédate así conmigo para siempre.
—Le he dicho que no puedo hacerlo.
—Tu tono.
—Córteme en dos si quiere.
Ya no sabía qué más hacer. Con una sensación de resignación, Diarin respondió a la ligera.
Ceres frunció el ceño y fijó su mirada en el rostro de Diarin.
—¿No te doy lástima? Podría morir mañana mismo.
—No muera entonces.
—Si te alejas de mí, podría morir.
—No diga tonterías, por favor.
Comments for chapter "107"
MANGA DISCUSSION