⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
¿Acaso lo que estaba al lado le molestaba? ¿Debería haberse movido sin hacer ruido?
Diarin miraba el rostro dormido de Ceres sin atreverse siquiera a respirar. Sin embargo, lo que frunció el ceño por un instante fue solo eso. Parecía que había estado un poco incómodo mientras dormía. Al quedarse completamente quieta, fingiendo estar muerta, Ceres volvió a su expresión neutral.
Uf.
Diarin dejó caer los hombros mientras suspiraba internamente. Por supuesto, sus labios no se movieron. En esa situación, ni en sueños podría moverse, por lo que solo observaba el rostro dormido de Ceres en silencio. Su rostro, ahora que estaba completamente tranquilo, era sereno. Cuando lo había dejado inconsciente con el silbato, no tuvo tiempo para fijarse en su cara.
Esta era la primera vez que examinaba el rostro de Ceres con detenimiento. Con los ojos cerrados, solo su rostro parecía el de un noble.
Su cara ya es la de un joven señor.
A pesar de haber pasado tanto tiempo en un campo de batalla tan brutal, su rostro irradiaba nobleza. Su cabello estaba cortado de manera descuidada y desordenada, pero incluso ese peinado caótico no lograba ocultar su belleza. Una frente alta, una nariz afilada, unos labios bien formados. Aunque sus ojos estaban cerrados, su mirada parecía profunda. Sus pupilas, que había visto cuando estaba despierto, eran del mismo negro que su cabello, pero brillaban con un matiz peculiar. Si no fuera por la frialdad en esos ojos, si irradiaran tranquilidad como la de un joven señor, serían mucho más hermosos.
Era una pena que hubiera vivido viendo solo el lado cruel del mundo con un rostro tan hermoso.
Vamos, esfuérzate un poco.
Yo seré quien se esfuerce más, pero tú también deberías poner algo de tu parte. Diarin suspiró profundamente y apoyó su barbilla sobre sus rodillas.
El camino que tenían por delante era largo. Todavía era un cachorro que ni siquiera era humano.
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Ceres abrió los ojos debido al estruendoso sonido del estómago de Diarin.
Gruuug.
Esta vez el sonido fue relativamente corto y suave, pero Ceres abrió los ojos como un rayo, como si lo hubiera escuchado perfectamente.
—Es algo que no puedo controlar.
Diarin se adelantó, esperando que al menos una explicación lógica lo calmara un poco. Quizás así no se pondría tan a la defensiva.
Gracias a eso, Ceres no se puso a gritar ni intentó lanzarse para desgarrar su estómago.
—¿Ya te has calmado un poco?
—¿…?
—No pareces estar tan agitado.
Al menos, parecía estar en condiciones de responder.
Ceres mantenía una expresión completamente impasible, como si no entendiera nada. Aun así, Diarin había visto perfectamente cómo sus ojos se habían puesto en blanco ante el ruido de las voces anteriores.
—Siempre estoy en el mejor estado para el combate.
—¡Guau! Es la frase más larga que te he escuchado decir.
Diarin estaba genuinamente impresionada. No sabía que podía formar una oración tan larga. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que solo había repetido una frase que probablemente había memorizado de tanto escucharla.
Siempre en el mejor estado para el combate.
El octavo escuadrón no conocía ni día ni noche. Si los atacaban, eran los primeros en correr hacia el enemigo, y cuando ellos atacaban, también eran los primeros en salir a luchar.
( ¿Acaso no duermen nunca? )
( ¿No serán humanos? )
( Son demonios de la batalla. )
( A lo mejor viven de beber sangre. )
La gente siempre los miraba con asombro, y en cierto modo, también con desprecio.
Incluso Diarin, al sentir que no eran completamente humanos, no había sentido lástima por ellos. Pero ahora, se daba cuenta de que solo habían sido entrenados y forzados a ser así, atormentados hasta el punto de que no había otra opción. A pesar de todo, seguían siendo humanos, que también comían y dormían.
—Voy a ver si hay algo de comer.
Diarin se levantó antes de que su estómago volviera a sonar. Si las personas que habían dejado los ingredientes no se hubieran asustado y salido corriendo, habría algo para comer.
Sin embargo, no le hacía mucha ilusión caminar hacia la cocina, ya que al final ella sería la que tendría que cocinar. Si iba a comer veneno o un plato que casi rozaba el veneno, ¿no sería mejor simplemente comer un veneno delicioso?
¿Hmm? Pero, ¿acaso los nuevos ingredientes eran completamente seguros?
Los que distribuían los alimentos podían no tener la culpa. Pero si alguien quería envenenarlos, habría tenido muchas oportunidades para hacerlo. Podían haber cambiado los suministros en el camino o colarse en secreto para añadir veneno, y así sucesivamente.
Ceres era el único que podía detectar cualquier veneno.
—Acompáñame a la cocina.
Normalmente, un joven señor no entraría en la cocina, pero él todavía no lo era. Ya fuera un perro rabioso o un futuro señor, tenía que comer para sobrevivir. Solo si sobrevivía, podría llegar a ser un joven señor.
Era una excusa bastante razonable.
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—No hay.
—La zanahoria pasa la prueba.
—Esto tampoco.
—La cebolla también está bien.
Diarin sentía una leve punzada de culpa al utilizar a Ceres como perro detector para convertirlo en un futuro señor. Pero al fin y al cabo, mejor un perro vivo que un joven señor muerto.
Ceres tampoco parecía tener demasiadas quejas con su nueva tarea. Diarin trataba de justificarse a sí misma.
—Bueno, entonces. Uf…
Era hora de cocinar.
Roven era una persona bastante meticulosa. Esta vez, junto con los ingredientes, habían entregado todo tipo de libros de cocina. Diarin los abrió con la intención de al menos echarles un vistazo.
—…….
Sabía perfectamente leer. Era una persona educada, capaz de redactar informes formales con elegancia, pero no lograba entender nada de los libros de cocina. Las letras eran letras, y el contenido, solo palabras sin sentido.
Las letras, en este momento, eran solo símbolos que transcribían sonidos.
Comprender su significado resultaba difícil, ya que el libro de cocina estaba lleno de expresiones demasiado profundas y complicadas. Diarin sintió la mirada fija de Ceres, que la observaba desde el costado.
—…¿Quieres intentarlo?
Ceres tomó el libro que Diarin le había entregado, pero en lugar de leerlo… lo sacudió.
¿Sacudir…?
¿Los libros se sacudían? Diarin lo miraba con la sensación de que su mente se desmoronaba en tiempo real. Ceres sostenía el libro al revés, lo sacudió varias veces y luego lo olió, antes de levantar la cabeza.
—No hay nada.
—…¿Nada de qué? ¿Mi paciencia?
Ceres la miró como si lo que había dicho no tuviera ningún sentido.
—Veneno.
—…Ah.
Había malinterpretado su petición de que mirara el libro, pensando que le pedía que verificara si contenía veneno… ¿Era común malinterpretar algo así?
—Te pedía que miraras el contenido del libro.
Ante esa aclaración, Ceres volvió a tomar el libro y se concentró en las letras, pero seguía sosteniéndolo al revés. Era la perfecta representación del analfabetismo.
—¿Acaso… no sabes leer?
—No.
—¿Le dieron todo ese entrenamiento, pero no le enseñaron a leer?
—No es necesario para el combate.
—…Vaya.
Diarin soltó una risa incrédula. De verdad no lo trataban como una persona. Ahora se preguntaba quién había diseñado el octavo escuadrón. Era difícil entender cómo alguien pudo idear un plan tan cruel y despiadado. Además, le tocaba a ella limpiar el desastre que esa persona había dejado.
—Tendré que enseñarte a leer.
—¿Leer?
Ceres la miró como si no esperara oír algo así.
—¿No quieres?
—…
No respondió. Diarin notó que sus ojos se movían levemente, como si estuviera confundido. Parecía no saber cómo responder a esa pregunta. No podía ser tan complicado decir ‘sí’ o ‘no’, ¿verdad?
Diarin suspiró nuevamente. Incluso un perro tenía sus preferencias. Tendría que enseñarle a leer, a tener gustos, e incluso cómo dormir en una cama. Cada vez se acumulaban más tareas.
Pero no había otra opción que hacerlas una por una.
—No puede haber un joven señor que no sepa leer, así que tienes que aprender.
Podía oír en su mente cómo aumentaba el tiempo de encierro en esa mansión.
—Pero primero tenemos que cocinar si queremos sobrevivir hasta entonces.
Diarin le quitó el libro de cocina de las manos. Por más que lo mirara seriamente, el contenido simplemente no entraba en su cabeza. Leía y entendía las palabras, pero no lograba traducirlas en acciones concretas.
Frunciendo el ceño, volvió a leer línea por línea.
—Picar finamente la cebolla y la zanahoria…
Diarin miró la frase que acababa de leer durante un buen rato.
—…¿Qué significa picar finamente?
Al no tener ninguna experiencia en cocina, incluso las palabras más simples le resultaban incomprensibles. Diarin miró la cebolla y la zanahoria en sus manos y, desconcertada, volvió su mirada hacia Ceres.
—¿Sabes lo que significa picar finamente?
—Sí.
—…¡Oh! ¿Te gustaría intentarlo?
¿Ceres no era incapaz de hacer algo más que cortar carne? Sin darle tiempo a dudar, le entregó la cebolla y la zanahoria a Ceres. Parecía que los vegetales acababan de ser arrancados de la tierra, ya que todavía tenían algo de tierra adherida.
Ceres los miró detenidamente y luego sacó su cuchillo.
—¡Ah!
Era solo un cuchillo de cocina, pero la tensión en el aire era tal que parecía que la casa entera iba a ser cortada. Diarin contuvo la respiración y retrocedió apresuradamente.
Con el cuchillo en la mano, Ceres no prestaba atención a nada más. Se concentraba en la zanahoria como si fuera un enemigo mortal, y cada movimiento de su cuchillo estaba lleno de precisión.
—¡Guau…!
El cuchillo danzaba en el aire con destreza. Diarin, olvidándose de su miedo, observaba fascinada cómo Ceres manejaba la cuchilla. Cuando finalmente se detuvo, en la tabla de cortar solo quedaban los restos de lo que alguna vez fue una zanahoria.
—Ah…
Diarin tardó en darse cuenta, pero aquello no parecía lo correcto. La zanahoria se había convertido en puré, mezclado con algo de tierra. Mirando los restos de la zanahoria muerta, Diarin ladeó la cabeza con una expresión preocupada.
—Esto… parece estar picado finamente… supongo… ¿No?
—¿…?
Ceres la miraba con la misma expresión de confusión. Le habían dicho que picara finamente, y eso fue lo que hizo. Sabía lo que significaba picar finamente, ya que esa técnica se usaba para torturar prisioneros o cortar en pedazos los cadáveres de generales enemigos como advertencia.
La zanahoria había quedado en una forma similar a la de aquellos cuerpos. Estaba seguro de que era correcto. Entonces, ¿por qué esta sacerdotisa reaccionaba como si estuviera equivocado?
—…Debe estar bien. Sí, está bien.
Diarin, viendo en los ojos de Ceres que ambos compartían la misma ignorancia, decidió que no debía esperar demasiado de él.
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