⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ceres miró directamente a Charlotte mientras hablaba.
Aunque Charlotte era la madre del tercer príncipe, no tenía un título oficial, por lo que referirse a ella como ‘tú’ no estaba mal. Sin embargo, nadie se atrevía a hacerlo.
Y las palabras que siguieron fueron aún más sorprendentes.
El corazón de Diarin latía descontrolado.
Charlotte, quien aún trataba a ambos con amabilidad, era alguien con experiencia y astucia adquiridas en el palacio imperial. Nadie sabía cuándo y cómo podría cambiar su actitud.
Originalmente, Ceres era el primer príncipe, y por eso tenía derecho a tratar a Charlotte con desprecio. Pero ahora, como miembro de la Octava División, no estaba en posición de hacerlo con la madre del tercer príncipe.
¿Está bien hacer esto? ¡¿De verdad está bien?!
Ceres parecía completamente tranquilo, pero Diarin sentía que iba a morir de ansiedad.
¿Qué pasaría si Charlotte perdía la paciencia y lo echaba todo a perder? ¿Y si eso llevaba a que la verdadera identidad de Ceres como primer príncipe fuera revelada? Si eso ocurría, ella también sería vista como una sacerdotisa aliada al primer príncipe.
El sudor le corría por la espalda. Esto le hacía entender el dicho: Hay que saber en qué bando estar.
Sin embargo, a diferencia de la tensa Diarin, Charlotte simplemente sonrió de nuevo.
—¿De verdad?
Aunque intentaba mantener la compostura, Diarin pudo notar cómo su expresión se endurecía ligeramente.
Ceres y Charlotte estaban entrando en un terreno peligroso donde el destino de ambos quedaría sellado, para bien o para mal. Diarin, más alerta que de costumbre, captó cada pequeña reacción.
Si Charlotte se ha alterado con las palabras de Ceres…
Eso significaba que Ceres había dado en el clavo.
Decir que el segundo príncipe era el objetivo pero que no había interés en el trono era claramente contradictorio.
¿Estaba actuando demasiado bien, o había algo más detrás?
—Supongo que hacemos esto porque queremos sobrevivir.
—Podrías vivir fuera del palacio.
De todos modos, si el segundo príncipe se convierte en Emperador, el tercer príncipe tendría que dejar el palacio. Si no hay interés en el trono desde el principio, sería más fácil para ambas partes que vivieran fuera. Muchos príncipes alejados de la línea de sucesión han hecho lo mismo a lo largo de la historia.
Sin embargo, a pesar de los intentos continuos de asesinato, Charlotte se negaba a abandonar el palacio, soportando todo.
—Incluso fuera del palacio, intentarán matarlo.
—¿Por qué?
—El segundo príncipe es alguien que, una vez que decide algo, lo lleva a cabo.
Charlotte continuaba dando respuestas evasivas.
Incluso Diarin comenzó a sospechar que debía haber otra razón detrás.
—Entonces, si el segundo príncipe no logra convertirse en heredero, ¿no podrá matar al tercer príncipe?
—…
Los ojos de Charlotte temblaron ligeramente.
El objetivo inicial de este plan era exponer las atrocidades del segundo príncipe y asegurarse de que nunca se convirtiera en heredero.
Pero ahora decían que querían derrocar al segundo príncipe para proteger la vida del tercero.
Las explicaciones comenzaban a contradecirse.
—¿Lo que realmente quieres es matar al segundo príncipe?
—…
Esta vez, Charlotte tembló visiblemente y miró a Ceres directamente.
Mientras los ojos de Charlotte vacilaban, los de Ceres permanecían tranquilos. Incluso después de un largo contacto visual, su calma no flaqueó.
Esa serenidad hizo que Charlotte lograra calmarse poco a poco.
—Si ese es el deseo, ¿puedes hacerlo?
—Tal vez.
Responder con un ‘tal vez’ a la posibilidad de matar a alguien con tanto poder como el segundo príncipe era sorprendentemente fácil para él.
Pero, físicamente, Ceres era alguien que tal vez podría hacerlo.
Charlotte dejó escapar una pequeña risa.
—Si alguna vez lo necesitamos, te lo pediré.
Aunque parecía una conversación descabellada, la firmeza de Ceres le dio a Charlotte una nueva seguridad.
Ya no quedaban rastros de su vacilación.
—Por ahora, la tarea más importante es cómo revelar tu identidad de manera impresionante durante la fiesta.
—Entendido.
Ceres no presionó más a Charlotte y se retiró con calma.
—Si estás en buenas condiciones, lo único que queda es prepararse minuciosamente para la fiesta. ¿Necesitas algo más?
Charlotte parecía lista para finalizar la visita.
En ese momento, Diarin levantó la mano.
—Necesitamos muchas cosas.
Matar al segundo príncipe era un asunto aparte, pero la fiesta seguía siendo la fiesta.
Independientemente del propósito, era crucial para Diarin que Ceres se destacara en la fiesta.
¿Y qué se necesitaba para destacar?
¡Más decoración! ¡Más esplendor!
Había pensado que las prendas y accesorios acumulados hasta ahora eran suficientes, pero ahora entendía que estaba equivocada.
Tras entrar al palacio, Diarin comprendió lo que significaba realmente ‘el lujo’.
Si esto era lo habitual, ¿qué esperar de una fiesta donde todos se esmerarían al máximo? Aunque Ceres brillaba más cuanto menos llevaba, podía quedar opacado entre personas cubiertas de joyas.
—Es-esto… Enviaré a un sastre.
—¡Debe ser el mejor sastre!
—Dentro de lo mejor que pueda encontrar…
Charlotte, quien no había tartamudeado ni ante las incisivas preguntas de Ceres, terminó tartamudeando frente al entusiasmo de Diarin.
Diarin no era alguien común y corriente.
Aunque su energía era de un tipo diferente, también era como un horno bien alimentado: inerte mientras no arde, pero imparable una vez que se enciende.
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—El siguiente.
—¿Tampoco este sirve?
—El siguiente.
—Este es un tejido importado del lejano sur…
—El siguiente.
El sudor le corría por la frente al sastre.
Al principio, había subestimado a la joven noble que venía de algún rincón remoto del campo.
Pero desde que comenzó a trabajar en esto, no dejaba de cuestionarse: ¿Acaso soy tan incompetente?
—¿Q-qué le parece esto…?
—Meh, no me convence.
—¡Argh…!
La evaluación fría de Ceres hizo que el sastre bajara nuevamente la cabeza, completamente abatido.
El desprecio inicial hacia estos clientes, a quienes había subestimado, ya había desaparecido por completo. Estos clientes no eran en absoluto sencillos.
Al principio, pensó que el joven noble estaba rechazando todo solo para imponer autoridad. Pero pronto se dio cuenta de que aquel hombre tenía un ojo crítico asombroso.
—El tejido tiene hilos flojos.
—¡P-pero este es un material de altísima calidad!
—Los hilos no son uniformes.
Era capaz de señalar con precisión los defectos, algo que solo alguien acostumbrado a ver lo mejor de lo mejor podía hacer.
Estos matices delicados y sutiles no eran visibles para cualquiera, mucho menos para los inexpertos.
Tal vez ese ‘campo’ del que decían provenir no era un campo cualquiera. O, quizás, se trataba de una vasta y poderosa propiedad disfrazada de algo rural.
—Espere un momento, por favor. Traeré un tejido que he guardado con mucho recelo para ocasiones especiales.
El sastre tenía un as bajo la manga.
Era un material que usaba para impresionar, para demostrar que ‘también tenía productos tan caros y excepcionales como este’.
A simple vista, parecía un simple tejido negro, sin nada especial, pero cuanto más lo mirabas, más resaltaba su sofisticación, atrayendo inevitablemente la mirada.
La mayoría de las personas, aunque lo encontraban elegante, dudaban en gastar una fortuna debido a su falta de ostentación inmediata. Pero, después de verlo, era más fácil convencerlos de invertir en otros materiales más brillantes y caros.
—Veamos qué opina este joven.
—No está mal.
—…
La reacción de Ceres fue sencilla y directa.
El alma del sastre parecía abandonar su cuerpo.
—¿Esto es solo ‘no está mal’? ¡Esto es una obra maestra!
—De lo que has traído hasta ahora, es lo mejor.
—¡P-pero este es el mejor material que poseo…!
—Eso ya lo sabía. Es un tejido Maranta.
La mandíbula del sastre cayó al suelo.
¡El joven conocía incluso el nombre del material!
El Maranta era un tejido legendario, conocido solo por verdaderos expertos. Se fabricaba en un reino remoto del lejano este, al que era prácticamente imposible acceder.
Las diferencias radicaban en la especie de gusano de seda utilizada, lo que hacía que el material brillara por sí solo. Además, la técnica de tejido y el proceso de creación añadían patrones y texturas únicos, diferenciándolo claramente de otros materiales.
—De los tejidos Maranta, este es de la categoría más baja.
—¡¿Qué?!
—Aquí, el trenzado no es uniforme. Según tengo entendido, este tipo de material debería desecharse.
—¿Q-qué parte…? ¡Por favor, señálelo!
—Aquí.
Ceres señaló exactamente el lugar defectuoso, y el sastre, con el rostro pálido, inspeccionó el área señalada con minuciosidad.
—¡Ugh!
Ceres tenía razón.
Había un defecto que el sastre no había notado hasta ese momento.
—Seguro alguien recogió este material descartado y lo revendió.—
El comentario casual de Ceres hizo que el sastre sintiera cómo su conciencia se nublaba nuevamente.
Había estado cuidando con devoción un material que probablemente había sido desechado.
—Pero este es el mejor que tienes, así que lo tomaré.
—E-está bien… ¡Es una excelente elección…!
El sastre, completamente derrotado, apenas pudo responder. Su instinto empresarial le decía que debía aprovechar para cobrar caro, pero el impacto de la revelación lo había dejado sin fuerzas para intentarlo.
—Como es un material defectuoso, el precio será la mitad.
—S-sí… puede fijar el precio como prefiera… ¿eh?
El sastre recuperó la compostura de golpe.
Sin embargo, el material ya estaba en manos de Ceres.
—Dije que la mitad.
—…
Si se corría el rumor de que el sastre intentaba vender material defectuoso a precios exorbitantes, estaría arruinado. Resignado y con los ojos vidriosos, el sastre asintió.
Diarin, que había estado observando toda la escena, dejó escapar un pequeño grito de admiración.
No solo era impresionante el ojo crítico de un príncipe acostumbrado a lo mejor, sino también su habilidad para negociar precios. ¿Dónde habría aprendido algo así?
…Y entonces recordó algo que había hecho en el pasado. ¿Acaso era ella? ¿Había sido su propia influencia?
De pronto, entendió el viejo dicho: ‘No puedes actuar sin cuidado frente a los jóvenes’. La responsabilidad de un tutor pesaba sobre sus hombros.
Creo que es mejor que no lo mencione…
Diarin desvió la mirada, fingiendo que no había visto nada.
Frente a ella, Ceres extendió el tejido repentinamente.
—¿Hmm?
Mientras comparaba el tejido con ella, Ceres esbozó una cálida sonrisa.
—Te queda perfecto.
—…Un momento, no me digas…
Ceres, como era de esperarse, cumplió exactamente con su intención.
—También haré un vestido con esto.
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