⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Nada de dinero, mejor hagámoslo un deseo.
—¿Un deseo?
—Sí, cuando todo esto termine, tendrás que cumplir el deseo que yo quiera.
—No.
—…¿No?
Primero parecía dispuesto a darlo todo, pero al mencionar un simple deseo, de repente se negó.
—Seguro que pedirías algo como que te deje ir, que te olvide o que te libere, ¿verdad?
—Bueno, tal vez no…
Pero no pudo sostenerle la mirada.
Ceres entrecerró los ojos, como si lo hubiera atrapado.
—No se permiten deseos.
—…Eso es muy mezquino.
—Puede ser, pero no permitiré deseos. Te daré todo lo demás.
Era frustrante no poder exigir algo porque no se le ocurría ninguna recompensa inmediata.
Mientras Diarin hacía un puchero, Ceres añadió más detalles.
—Yo haré todo lo que quieras, pero también tengo una condición.
—…¿Una condición?
Que Ceres mencionara la palabra ‘condición’ fue un shock para Diarin.
Era como si un cachorro que siempre seguía obedientemente a su dueño de repente le presentara un contrato diciendo: Mi encanto no es gratis.
—¿Una condición? Podría dejarlo todo y escapar ahora mismo.
—Entonces tu vida correría peligro.
—Ah, no… Bueno, podría esconderme en un templo diciendo que ya no tengo nada que ver contigo…
—Ya estás involucrada.
—Si digo que no quiero estarlo más…
—Si Endin no te cree, eso sería el final.
—…
Ceres se había vuelto tan astuto que ya no podía ser engañado con facilidad.
Diarin sintió una mezcla de orgullo y frustración. Orgullo porque Ceres había crecido, pero frustración porque ella era quien salía perdiendo.
—Entonces, ¿cuál es la condición?
—Quédate a mi lado hasta que la amenaza de Endin desaparezca.
—Eso ya lo iba a hacer… ¿Eso es todo?
—Es todo. Pero a partir de ahora, nada de decir que te vas a rendir o que quieres regresar.
—Hmm… De acuerdo…
Por más que quisiera, no tenía otra opción. Necesitaba quedarse junto a Ceres para sobrevivir. Sin embargo, al decirlo en voz alta, la situación le parecía extraña.
Aunque el exterior era un caos, quedarse junto a Ceres era como aceptar llevar una correa.
¿Me están atrapando?
Pero ya había aceptado las condiciones, y su situación no cambiaría.
—Está hecho.
—…Hablaré de mi recompensa más adelante.
—De acuerdo.
Diarin seguía pensando en la recompensa mientras concluían su acuerdo. Ahora debían centrarse en cómo debilitar al segundo príncipe y fortalecer la posición de Ceres como el legítimo heredero.
—Aunque el tercer príncipe esté de tu lado, Ceres, necesitarás hacer algo para atraer apoyo.
—Supongo que sí.
—¿Por dónde empezamos?
Aunque desconocía los entresijos de la política imperial, sabía que la lucha por el poder en cualquier grupo de personas seguía reglas similares.
Recordó cómo, dentro del templo, los sacerdotes más exitosos se las arreglaban para ganar popularidad y ascender en sus posiciones.
Lo que todos ellos tenían en común era que conocían a mucha gente. Tener una red amplia significaba recibir tanto críticas como apoyo, pero al final el apoyo pesaba más.
—Primero tendrías que construir una red de contactos…
Al decir esto, un pensamiento cruzó su mente: las fiestas.
Una fiesta era el escenario ideal para conocer personas. El propósito mismo de una fiesta era la socialización.
—La fiesta… Probablemente aún sigue en marcha, ¿verdad?
Aunque el Emperador, Ceres y el tercer príncipe se habían marchado, las fiestas imperiales solían durar hasta el amanecer. Ahora que el Emperador estaba ausente, seguramente los asistentes estarían más relajados, comiendo, bebiendo y charlando.
—Espera. ¿Eso significa que solo el segundo príncipe está en la fiesta ahora?
Un escalofrío recorrió su espalda.
Con el Emperador, Ceres y el tercer príncipe ausentes, ¿quién quedaba en la fiesta?
Si el segundo príncipe estaba solo, ¿qué estaría tramando?
Si interpretaba las palabras ambiguas del Emperador a su manera, podría aprovechar la situación para ganar terreno. Y una vez que la opinión de la gente se solidificara, sería difícil revertirla, por mucho que el Emperador y el tercer príncipe apoyaran a Ceres.
—No deberíamos estar aquí perdiendo el tiempo. Tenemos que regresar a la fiesta.
Diarin se levantó de golpe, tirando del brazo de Ceres.
Antes de salir, examinó su atuendo. Había sido confeccionado a la perfección, adecuado para un príncipe.
—Perfecto. Nadie dudará que eres Su Alteza Real.
Pero justo antes de abrir la puerta, Diarin se detuvo.
Espera. Si volvemos a la fiesta, también podría atraer atención hacia mí.
Aunque el Emperador había mostrado un interés pasajero, eso podría cambiar.
Ya había sido presentada como la ‘amiga cercana’ de Ceres en el palacio del tercer príncipe, pero incluso ella sabía que su relación podía parecer más que eso.
Había planeado mantenerse en las sombras, apoyándolo hasta que se estableciera, para después retirarse discretamente. Pero ese plan ya no era viable. Ahora también debía encontrar un lugar adecuado para sí misma.
—Antes de salir, deberíamos aclarar cómo definir nuestra relación, Ceres.
—Dijiste que éramos mejores amigos.
—Entre hombres y mujeres, algunos no creen en la amistad.
—Entonces, ¿mejor decir que estamos comprometidos?
—…
—¿O que estamos enamorados?
—¡Cállate! Déjame pensar.
Diarin, sintiendo que su cabeza estaba a punto de estallar como una tetera hirviendo, tapó la boca de Ceres de un manotazo.
Ceres miró con satisfacción la mano de Diarin cubriendo su boca, lo que hizo que ella, sobresaltada, retirara la mano rápidamente. Ceres, decepcionado, chasqueó la lengua.
—Por ahora, no he usado mi poder sagrado abiertamente, ¿verdad? Así que creo que es mejor no mencionar que soy sacerdotisa.
—¿Por qué no decirlo?
—Porque si la orden viene desde el templo, tendría que obedecerla, y eso podría ser un problema.
Aunque la Suma Sacerdotisa Merian apoyaba abiertamente al segundo príncipe, su situación era diferente. Ella estaba a cargo del templo dentro del palacio imperial, no recibía órdenes de nadie y tenía motivos para involucrarse en los asuntos imperiales.
Pero el caso de Diarin era distinto. Si el templo le ordenaba regresar, tendría que obedecer. Negarse significaría enfrentarse a la pérdida de su estatus como sacerdotisa por desobedecer las órdenes del templo.
—Entonces, mejor asumiré el papel de una subordinada leal.
—No me gusta.
—No te gustará nada que no sea que estemos comprometidos.
—…
Ignorar quejas absurdas era la mejor solución.
Diarin, haciendo caso omiso del puchero de Ceres, explicó rápidamente su plan.
—Ambos estuvimos en el frente, así que podemos decir que nos conocimos allí. Yo, agradecida porque me salvaste la vida, me convertí en tu leal seguidora. Tiene sentido, ¿verdad?
Era una historia bastante conmovedora. Si ambos habían compartido momentos críticos en el campo de batalla, su lealtad parecería genuina.
—Además, dado que ambos estuvimos en la guerra, la gente entenderá si me muestro un poco tensa. Incluso si soy un poco llamativa, se puede justificar como un exceso de lealtad.
Pero eso significaba que Diarin tendría que destacar más de lo que le gustaría. Si pretendía ser su subordinada, esconderse detrás de Ceres no sería suficiente.
¿Sería capaz de sobresalir entre esas personas tan influyentes?
¡Puedo hacerlo!
Diarin, animándose a sí misma, abrió los ojos con determinación.
Después de todo, ya estaba enredada con este ‘perro rabioso’ hasta este punto, y empezaba a sentirse como si también estuviera perdiendo la cordura.
Si iba a estar loca, ¡sería la más loca del lugar!
Y no estaba sola en su locura. Si estaban juntos, podrían ser el doble de fuertes.
—¡Bien, estoy lista! ¡Vamos!
Con valentía, Diarin abrió la puerta de golpe.
—¡Oh! ¡Ha salido Su Alteza!
—¿…?
Para su sorpresa, había un grupo de personas esperando frente a la puerta.
Diarin olvidó su entusiasmo inicial y retrocedió un paso, confundida.
Los ojos de las personas frente a ellos, llenos de curiosidad, eran los mismos que los que había encontrado en el palacio del tercer príncipe.
—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
Diarin, instintivamente alerta, se puso frente a Ceres.
Las personas sonrieron con exagerada amabilidad, inclinándose humildemente.
—Soy el Vizconde Mariol. Nada más que preocupado por si Su Alteza resultó herido durante el combate anterior…
—Y, habiendo regresado al palacio imperial después de tanto tiempo, me preguntaba si se está adaptando bien o si hay algo en lo que podamos ayudar…
Cada uno explicó su excusa para estar allí.
Excusas, eso era lo que eran.
Aunque sus razones para acercarse eran diferentes, todos tenían el mismo objetivo: alinearse con el primer príncipe lo antes posible.
El incidente en la fiesta había sido breve, pero ya habían tomado sus conclusiones y estaban actuando en consecuencia. Era impresionante la rapidez con la que juzgaban la situación.
Increíble.
Para sobrevivir en el palacio imperial, uno debía tener este nivel de perspicacia y decisión.
Diarin, impresionada, también reflexionó sobre sí misma.
Tengo que volverme igual de rápida y despiadada si quiero proteger a Ceres.
—De hecho, estábamos a punto de regresar a la fiesta.
—¡Oh, perfecto! Entonces, ¿por qué no vamos juntos?
—Permítanos guiarle.
Ceres pronto se vio rodeado por la multitud, como si fuera un general victorioso liderando a su guardia personal.
—¿Puedo escoltar a Su Alteza?
—No, yo lo haré…
—Creo que mi linaje lo hace más apropiado para mí.
Naturalmente, no se contentaban solo con escoltarlo. Se esforzaban por ganar el privilegio de caminar junto a él, compitiendo con nerviosismo.
Diarin entrecerró los ojos.
¡No lo permitiré!
Era el momento de que la leal seguidora número uno entrara en acción.
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