⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Cuando Endin abandonó el salón, la atención de la fiesta comenzó a girar rápidamente hacia el primer príncipe.
Y quien lideraba esta nueva atmósfera era, sin duda, Diarin.
—En ese entonces era el señor Ceres, pero ¿quién habría imaginado que se transformaría de esta manera en el primer príncipe? ¡Es importante elegir bien a tus amigos!
—¡Ah, ah! ¡Así que por eso son tan cercanos!
Aunque los aliados del tercer y segundo príncipe habían abandonado la sala, todavía quedaban muchos nobles presentes.
No todos apoyaban a una sola facción de manera extrema. Además, había muchos nobles que no vivían en el palacio imperial pero que habían acudido al evento.
Estaban emocionados de presenciar con sus propios ojos el histórico ‘Regreso del primer príncipe’. Era natural que no pudieran apartar la mirada del protagonista de tal acontecimiento.
—¡Qué imponente se ve!
—Incluso después de tanto tiempo en el campo de batalla, tiene una elegancia extraordinaria.
El Ceres de hoy era un hombre digno de todas las alabanzas.
Había hecho una entrada deslumbrante que contrastaba con la caída del segundo príncipe, lo que lo hacía destacar aún más ante los ojos de todos.
Bajo las brillantes luces del salón, Ceres relucía más que nunca, deslumbrante y magnífico.
¡Yo lo crié, yo!
Mientras escuchaba las alabanzas dirigidas a Ceres, los hombros de Diarin se sacudían de orgullo.
Había soportado todos esos días difíciles para este momento, y ahora todo valía la pena.
—¡¿Cómo pudiste mantenerlo en secreto incluso para nosotros?!
Los miembros del ‘Club del Licor de la Mañana’ se abrieron paso entre la multitud para acercarse.
—¡Retrocedan!
Diarin borró toda expresión de su rostro y extendió la mano al frente.
Con los demás podía ser indulgente, pero con ellos no. No contaminen a nuestro príncipe bien educado y puro, por favor.
Antes, cuando necesitaba aliados, los había tolerado. Pero ahora, ya no era necesario.
Con una mirada firme y un rechazo rotundo, Diarin dejó claro su postura. El conde Holian pareció estar al borde de las lágrimas, herido por el rechazo.
—¿Cómo puedes ser tan cruel? ¿Y nuestra amistad…?
—No existe.
¿Desde cuándo ha existido algo así?
A partir de ahora, nuestro príncipe llevará una vida correcta y honesta.
Aunque Diarin lanzaba miradas de advertencia, el conde Holian no se rendía, e incluso intentaba acercarse más.
—¿Y qué es ese trago que estás ofreciendo a escondidas?
—Es un día tan especial que deberíamos celebrarlo con una copa…
—¿Y en los días tristes también hay que beber por la tristeza?
Ante la fría réplica de Diarin, el Duque Holian soltó una risita nerviosa, como si estuviera avergonzado. Pero no lo parecía en absoluto.
En cierto modo, estas personas eran impresionantes.
Cuando Ceres era simplemente ‘Ceres’, o ahora como el primer príncipe, su actitud no había cambiado ni un poco.
—¡Hemos sido amigos desde antes de que regresaras como primer príncipe! Así que seguimos siendo amigos, ¿verdad?
—Ajá.
¿Eso es lo que intentan conseguir?
Diarin entrecerró los ojos y los fulminó con la mirada.
Planeaban adelantarse aprovechando este tipo de acercamientos.
—¡¿Sabes lo difícil que es encontrar a alguien que beba tan bien como Ceres… perdón, Su Alteza el primer príncipe?! ¡Es un amigo invaluable entre los amantes del licor!
—…
Así que era por eso.
Estas personas vivían consistentemente en un desorden absoluto.
Aunque, al parecer, no todos en el grupo compartían exactamente los mismos pensamientos. No todos los miembros del Club del Licor de la Mañana estaban presentes; faltaban algunos, incluido Grellind, quien estaba escondido en un rincón.
Al menos tienen algo de conciencia como para evitar mostrarse.
Qué hacer con él sería una tarea que Ceres tendría que resolver eventualmente.
Aunque había sobrevivido matando a muchas personas en el campo de batalla, eso no significaba que otra muerte no le pesaría.
Diarin no podía ignorar los pesos que seguían acumulándose sobre los hombros de Ceres.
—Por cierto, ¿qué pasó con las heridas de aquel desamor?
Ah.
Estas personas tan innecesariamente perceptivas.
Había calculado y preparado las historias sobre su tiempo en el campo de batalla, pero había pasado por alto detalles menores como esas pequeñas mentiras. ¿Qué importancia tienen esos incidentes triviales comparados con el regreso del primer príncipe?
Sin embargo, parecía ser un asunto de gran relevancia para los demás.
Al escuchar las palabras ‘heridas de desamor’, incluso quienes no formaban parte del Club del Licor de la Mañana giraron con ojos brillantes hacia ellos.
—¿De verdad? ¿Un amor predestinado en el campo de batalla?
—¿O fue alguien que conociste en el camino de regreso después de la guerra?
—¿Fue un amor tan intenso que viviste algo inolvidable en tan poco tiempo?
Diarin subestimó el interés de los nobles del palacio en las historias de amor.
Estaban más obsesionados con los escándalos y los romances que con cualquier otra cosa.
La atención que ahora recibía era mucho más intensa que cuando se hablaba de la guerra.
El sudor frío comenzó a deslizarse por la espalda de Diarin.
Si cometo un error con mis palabras, podría ser un desastre.
Aunque el romance fuera un tema menor, la credibilidad de sus palabras era un asunto mucho mayor.
Si algo en su historia no encajaba o alguien lo señalaba, todo lo que Diarin había dicho hasta ahora podría ser percibido como mentira.
No había tiempo para pensar cuidadosamente en una respuesta. Si tardaba demasiado, también levantaría sospechas.
Diarin estaba a punto de decir algo, moviendo los labios como un pez, cuando Ceres habló primero.
—Me rechazaron.
—¡¿…?!
Los labios de Diarin, que estaban a punto de moverse, se quedaron abiertos de par en par, congelados en su lugar.
¡¿Qué, qué, qué, qué estás diciendo?!
Su mente quedó en blanco.
Aunque era cierto, ¿hasta dónde iba a contar la verdad? ¿Llegaría al punto de decir que confesó algo absurdo, llamándolo amor, y fue rechazado?
¡Eso no era amor! Era más como el instinto obsesivo de un patito que marca a su madre.
Por supuesto, este pensamiento solo lo expresó en su cabeza.
—¡Oh, cielos! ¿Cómo pasó? ¿Dónde se conocieron? ¿Qué tipo de persona era? —la gente lanzó preguntas sin parar.
Ceres respondió una por una, con calma.
—Nos conocimos después de que volví de la guerra.
—¡Ohhh! ¿Cómo sucedió? ¿Fue por casualidad?
—Pasé mucho tiempo en el campo de batalla y mi salud no era buena… Entonces, esa persona me cuidó.
—¡Eso es un encuentro del destino! ¡Es cierto, es cierto!
Diarin escuchaba las palabras de Ceres con el corazón en un puño.
Hasta ahora, no había dicho nada especialmente problemático. Después de todo, era cierto.
Gracias a la historia que había preparado de ser ‘una amiga del campo de batalla’, las sospechas de que ella pudiera ser esa mujer quedaron disipadas de forma natural.
—¿Entonces, te enamoraste?
—Sí, definitivamente la amé. Todavía la amo.
—¡Aaaaaah!
Diarin sintió un sobresalto y bajó la cabeza. Si sus ojos se cruzaban con los de alguien, sería el fin.
La honesta confesión de Ceres desató una ovación entre los presentes.
—¡Madre mía! ¡Aún está tan profundamente enamorado! ¿Qué tipo de persona era?
—Esa persona…
Ceres miró a lo lejos con nostalgia, aunque Diarin estaba justo a su lado.
Diarin lo observó con una expresión de resignación total. Aquí estoy, aquí. No te pongas a recordar cosas con esa fantasía tan extraña.
—…era fuerte.
—¡Oh, una mujer fuerte!
—Pero también brillaba. Como la luz del sol que se filtra entre las hojas, mirarla era deslumbrante.
Los presentes no podían ni hablar, se cubrían la boca mientras los ojos se les llenaban de lágrimas.
Diarin apretó los labios para contenerse. Por suerte, su expresión parecía similar a la de los demás. Pero lo que se retorcía en su interior no era emoción, sino una mezcla de vergüenza y incomodidad que apenas podía soportar.
¡Esto es una locura!
Aunque sabía que esas eran palabras sinceras, cada vez que las escuchaba en voz alta, sentía que iba a perder la cabeza.
No fue hasta que conoció a Ceres que supo que alguien realmente podía decir cosas así. Nadie había dicho cosas así sobre ella en su vida, ni había alguien que se lo dijera.
—Amable con todos, compasiva… Siempre sacrificándose. Quisiera que solo me mirara a mí, pero siempre estaba ocupada cuidando a los demás.
—Ah… eso es tan… —suspiraron los presentes.
—Pero, claro, los ángeles son así. No pueden ser solo tuyos.
Y ahora era un ángel.
Diarin se aferraba a su cordura con uñas y dientes. Simplemente permanecer de pie allí era un esfuerzo monumental.
Sin embargo, la curiosidad de la gente no se agotaba.
—¿No sabía esa persona que Su Alteza es el Primer Príncipe?
—No lo sabía. Aun así, se sacrificó por mí, lo que ayudó a acelerar mi recuperación.
—¡Ah, qué sacrificio tan noble!
Era obvio cómo los presentes interpretaron la palabra ‘sacrificio’.
Sí, hubo sacrificios. Muchos sacrificios. Trabajo excesivo sin descanso, turnos nocturnos, incluso un accidente laboral que dejó un agujero en su hombro, y el abuso de sus poderes sagrados que le causó desmayos.
¿Acaso había un sacrificio más noble?
Pero seguramente, la gente imaginaba un sacrificio más trágico.
Imaginaban que esa persona se había ido para siempre.
—Es una pena que esa persona no pueda ver lo increíble que es Su Alteza ahora…
—Seguramente está observando.
—Claro que sí. Dondequiera que esté, seguro que está mirando… —dijeron con emoción.
Desde al lado, observaba perfectamente.
Ceres miró a Diarin.
Te estoy mirando.
Era obvio lo que Ceres quería que ella dijera.
—Claro, estás increíble —dijo Diarin finalmente.
—Sí —respondió él.
Solo entonces, Ceres, satisfecho, volvió a mirar a los demás.
Los presentes alzaron sus copas con lágrimas en los ojos por la triste historia de amor no correspondido del Primer Príncipe.
—Brindemos por esa persona tan angelical, que dejó atrás un amor hermoso con un sacrificio tan grande. Como la luz del sol que brilla entre las hojas.
—…
Diarin no pudo alzar su copa.
Era evidente que el mundo estaba confabulado en su contra.
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