⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Era un problema.
Un gran problema.
Antes, solo escuchaba tonterías.
Aunque Ceres hablaba con palabras humanas, para Diarin no era diferente de un ¡Guau guau! o un ¡Guau!
Pero ahora, cuando Ceres decía ‘Te amo’, sonaba como ‘Te amo’. Y cuando decía ‘Eres adorable’, lo escuchaba como ‘Eres adorable’.
Las mismas palabras pueden sentirse completamente diferentes dependiendo de quién las diga.
No era lo mismo cuando los devotos del templo decían: ¡La amamos, sacerdotisa!, que cuando Ceres pronunciaba: Te amo.
Aunque no quería ser consciente de ello, se volvía inevitable. Especialmente al mirar los ojos de Ceres.
Quizás porque no hablaba demasiado.
Ceres parecía transmitir demasiadas emociones con su mirada.
Más de las que Diarin podía soportar.
¡No puedo aceptarlo! ¡No puedo aceptarlo!
Diarin cerró los ojos con fuerza e intentó escapar fingiendo no haber escuchado.
—Diarin. No me has respondido.
Pero Ceres no desapareció frente a ella y, como siempre, estaba a su lado.
No podía huir.
Entonces, ¿qué podía hacer…?
Diarin no encontraba el valor para levantar la cabeza.
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—¡Felicitaciones, Alteza, el Primer Príncipe!
—¡Es tan emotivo ver que el palacio del Primer Príncipe reabre sus puertas!
—Es una verdadera bendición para la familia imperial.
Se había levantado la prohibición de acceso impuesta por el Emperador al palacio del Primer Príncipe.
Lo que antes parecía difícil, ahora se había resuelto fácilmente: la gente comenzó a reunirse por su propia cuenta.
La reapertura del palacio del Primer Príncipe había contado con el apoyo considerable de la fuerza y recursos del Emperador.
Renovar el edificio, que había estado abandonado durante más de una década, adquirir nuevos muebles y contratar personal requería una enorme cantidad de dinero y esfuerzo. Pero el Emperador no escatimó en apoyos.
Con el respaldo del Emperador, otros no podían quedarse de brazos cruzados.
Bajo la excusa de ‘regalos’, comenzaron a llegar al palacio del Primer Príncipe innumerables riquezas y tesoros.
Donde se acumulan tesoros, inevitablemente se reúne la gente.
Siguiendo el consejo del grupo de las reuniones matutinas, Diarin organizó un té de celebración para conmemorar la reapertura del palacio. El evento terminó siendo tan grandioso como cualquiera de las fiestas reales.
—¿Ese de ahí es… el Vizconde Arianth?
—¿Quién?
—Escuché que el Emperador le otorgó recientemente el título, ¿no es así?
—¿…? …¡Ah!
Diarin tardó un momento en darse cuenta de que el Vizconde Ariant era ella misma.
—Ah, sí, soy yo. No estoy acostumbrada todavía.
—Debería acostumbrarse pronto.
—Si me llaman con frecuencia, seguro que lo haré.
—Por supuesto. Haré que mi voz le sea tan familiar como mi presencia.
La popularidad de Ceres había elevado también el reconocimiento de Diarin.
Con frecuencia, desconocidos se le acercaban primero para saludarla. Recordar los nombres de todos esos nuevos contactos era un trabajo en sí mismo.
Ahora estaba haciendo lo que nunca había hecho durante su debut en sociedad.
Vestida con un deslumbrante vestido, cubierta de joyas y con un abanico en la mano, participaba en conversaciones elegantes con otros.
Era la imagen que siempre había soñado, pero no tenía tiempo para disfrutarla.
Tenía la tarea importante de acompañar a Ceres y guiar a los visitantes por el palacio del Primer Príncipe.
—Primero, echemos un vistazo al salón central. El fresco del techo fue obra del pintor Salintra Ergin y sus aprendices.
—¡Ohhh…!
—Saben lo difícil que es conseguir una obra de Salintra, ¿verdad?
Diarin guiñó un ojo a los presentes.
—¡Por supuesto! ¡He oído que incluso obtener una sola obra suya es casi imposible!
—Jejeje… ese es el poder de nuestra Alteza, el Primer Príncipe.
—¡Impresionante!
Aunque Ceres podía haber sido quien presumiera de su palacio y lo presentara, no había mejor forma de destacar que dejando que alguien más lo hiciera por él.
—Esta es una habitación reservada para huéspedes muy especiales. El marco de la cama fue tallado a mano con gran dedicación por el escultor Runtzit.
—¡¿Qué?! ¡Si incluso conseguir una talla pequeña de ese escultor es extremadamente difícil!
—Todo esto es gracias al poder de nuestra Alteza, el Primer Príncipe. Jejeje.
—¡Qué extraordinario!
Los presentes eran tan entusiastas que incluso habrían aplaudido si les mostraran un simple tronco, asegurándoles que era una cama.
Pero si lograban sorprenderse de verdad, recordarían este día durante mucho tiempo. Esos recuerdos se esparcirían entre la gente y fortalecerían aún más la posición de Ceres.
—Ahora, ¿por qué no vamos al jardín?
Diarin condujo hábilmente a los invitados hacia afuera.
Su experiencia como guía en el templo demostraba ser útil también aquí.
Los asistentes, asombrados, seguían sus indicaciones como si estuvieran hipnotizados.
—Tiene un talento natural para reunir a la gente.
—En una batalla o en cualquier lugar, reunir personas funciona de la misma manera.
—¡Jajaja! Qué experiencia tan curiosa, estar entre los dirigidos y no entre los que dirigen.
—¿Debería ser más estricta con usted?
—¡Ay, no! Jejeje… ¡Ahora me intriga!
—Pues no se decepcionará.
Incluso respondía con elegancia las preguntas curiosas del público.
Si era necesario, Diarin podía hacer cualquier cosa. Al final, la corte no era diferente a cualquier otro lugar donde vivieran personas. Los nobles y los plebeyos, en esencia, no eran tan distintos.
Al principio, se sentía intimidada por la palabra —palacio—. Pero ahora, el palacio y sus habitantes nobles no le parecían gran cosa.
—Cuando crucemos esta puerta, llegaremos al jardín de rosas.
Estaban a punto de salir al exterior cuando una voz fina los detuvo.
—¿Nuestra Alteza? ¿Se ha levantado ya?
Desde el final del pasillo, una figura delgada llamó la atención de todos.
Diarin también se detuvo y miró hacia donde provenía la voz.
—¡Oh! ¡Es esa persona!
Varios de los presentes exclamaron al reconocer a la figura que se acercaba.
El palacio del Primer Príncipe había cambiado por completo, pero aún quedaban cosas que permanecían iguales.
Una de esas cosas era Jian, la niñera que había cuidado del palacio durante tanto tiempo.
Durante la remodelación, se consideró enviarla a una residencia para ancianos, pero Jian se negó rotundamente, declarando que prefería morir en el palacio. Reconociendo sus años de servicio, se le permitió quedarse.
Para sorpresa de Diarin, Ceres mantenía una actitud distante hacia Jian.
( Era solo una de las muchas niñeras. )
Aunque para Jian, Ceres era su único y preciado príncipe, para Ceres, ella era solo una más entre las muchas niñeras que tuvo.
Por eso, incluso después de recuperar sus recuerdos, no corrió a verla inmediatamente.
La reacción indiferente de Ceres al reencontrarse con una figura de su pasado impactó a Diarin. Pero, en cierto modo, también le hizo sentirse satisfecha.
¡Mi cachorro solo me sigue a mí!
Aunque ese ‘cachorro’ ya había crecido y se había convertido en un hombre.
—¡Todavía estás aquí!
—Vaya, se ve que aún está fuerte.
Sin embargo, otras personas recibieron a Jian con entusiasmo.
—¿La conoces?
—Oh, sí. Solía venir a buscarnos hasta los caminos del jardín de vez en cuando.
—Ya no lleva esa paja en los brazos.
Desde aquel día, Jian había dejado de cargar el manojo de paja que solía llevar consigo.
Incluso su mente algo inestable pudo conectar al hombre que tenía delante con el príncipe que había cuidado en el pasado.
Tal vez el Ceres actual encajaba perfectamente con la imagen del joven príncipe que Jian había soñado durante tantos años.
—Hoy también se ve maravilloso, nuestro querido Príncipe.
Con una expresión soñadora, Jian se acercó a Ceres y le ofreció una reverencia cortés.
Ceres respondió con un simple movimiento de cabeza.
Eso fue suficiente para hacer feliz a Jian, quien se giró hacia Diarin con una sonrisa de satisfacción.
Diarin tragó saliva nerviosa.
¡Lo inevitable ha llegado!
El saludo de Jian siempre seguía el mismo patrón.
Primero saludaba a Ceres, lo miraba con admiración y, luego, dirigía su atención a la mujer que estuviera a su lado.
—¿Y esta es… la consorte del Príncipe?
—…No.
Era la enésima vez que Diarin respondía lo mismo, pero siempre con una sonrisa amable y un tono firme.
Jian solía reaccionar riéndose y diciendo:
( Oh, claro. Qué cabeza la mía. Si ni siquiera recuerdo haber asistido a la boda del Príncipe. Mi mente se adelantó, supongo. )
Eso esperaba Diarin que sucediera esta vez también.
…Pero, en lugar de eso, Jian, en vez de retirarse, giró su mirada hacia otra persona más allá de Diarin.
—¿¡Un momento!?
Una sensación de alarma recorrió a Diarin como un rayo.
—Eh, será mejor que vaya a descansar un poco…
Diarin intentó intervenir rápidamente, pero no logró evitar lo que venía.
—Ah, parece que me equivoqué. ¿Es usted la consorte del Príncipe?
—…
Aquella vez, el lugar estaba lleno de mujeres con vestidos elegantes. Era un milagro que el personal no las confundiera con la consorte del Príncipe.
Diarin apretó los puños con fuerza, resistiendo el impulso de arrancarle los pelos a Jian.
—Oh, ¡jajaja! ¿De verdad le parezco la consorte del Príncipe?
Por desgracia, la persona a la que Jian había señalado no era otra que Arien, la mujer que casi había provocado un duelo tras intentar acercarse demasiado a Ceres en la ópera.
¡Tenías que ser tú!
La cabeza de Diarin daba vueltas.
—Es un honor que piense eso. Y si algún día llego a serlo de verdad, sería aún más maravilloso.
Arien sonrió con satisfacción.
Claro, estaría encantada. Por supuesto que sí.
—¡Ya basta…! Jian, deberías volver adentro.
Diarin, deseando desaparecer, intentó empujar a Jian para que se retirara.
Sin embargo, Jian apartó la mano de Diarin con un golpe y alzó la voz indignada.
—¡Todavía no he terminado de saludar a Su Alteza la Consorte!
—…
Diarin apretó los dientes, furiosa.
Cada vez que te quejabas del dolor en tus rodillas y muñecas por la lluvia, usé mi poder sagrado para curarte. ¡Y ahora me pagas así, traidora!
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