⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

Los ojos de Diarin se cruzaron con los del Gran Sacerdote. Ella no desvió la mirada; lo observó directamente.

—Este es también el juicio de Dios. ¿Lo sabías?

Aunque solo sea leche, según el significado que se le atribuya, puede convertirse en la voluntad de Dios.

El Gran Sacerdote volvió a confirmar su decisión.

Diarin asintió con determinación.

—Sí, compartiré tanto el juicio de Dios como sus recompensas o castigos.

Diarin apretó aún más las manos que mantenía juntas con Ceres.

Ceres la miró en silencio, como si no le importara lo que decidiera la voluntad divina. Lo único que parecía importante era el hecho de que Diarin estuviera allí con él.

Diarin lo miró de vuelta.

Confía en mí.

Con ese mensaje silencioso, Diarin asintió para darle seguridad a Ceres antes de volver su atención al Gran Sacerdote.

—Dios emitirá su juicio.

El Gran Sacerdote tomó un recipiente con leche fresca de las manos de un sacerdote asistente.

Para el pueblo común, la leche se servía en orden desde un recipiente grande, pero para los miembros de la realeza, se usaba un nuevo recipiente en cada ocasión, debido a su posición especial.

No era difícil sobornar a un sacerdote encargado de servir la leche.

Diarin entrecerró los ojos mientras observaba.

A simple vista, el recipiente parecía normal. El Gran Sacerdote levantó el recipiente y comenzó a verter lentamente la leche sobre las manos juntas de ambos.

La multitud contuvo la respiración.

En el silencio absoluto, el único sonido era el de la leche cayendo con un plop, plop, resonando con claridad.

Algo está pasando.

Diarin sintió un rastro de magia en el momento en que la leche tocó sus palmas.

Era evidente que habían hecho algo con la leche.

Cuando la leche comenzó a acumularse en sus manos, Diarin notó que su color empezaba a volverse turbio desde el punto donde tocaba su piel.

—¡…!

La leche blanca mostró un cambio de color tan sutil que era claramente visible.

Lo que al principio parecía una sombra se transformó poco a poco en un negro intenso.

El Gran Sacerdote dio un audible jadeo, y los sacerdotes cercanos reaccionaron de la misma manera.

¿Así que era esto?

La magia para cambiar el color de la leche era algo que Diarin podía realizar con los ojos cerrados.

Para los no iniciados, sin embargo, esto parecía un acto milagroso. En un contexto como este, era el catalizador perfecto para proclamar una maldición divina o un castigo.

Diarin se burló en silencio y comenzó a concentrar su poder sagrado en sus manos.

Miró de reojo al Segundo Príncipe, quien no pudo ocultar su nerviosismo.

Un solo golpe planeado para cambiar todo el rumbo de los acontecimientos.

Diarin admitió que este truco estaba bien planeado: un solo golpe para cambiar la opinión pública y, como bono, limpiar la imagen del Segundo Príncipe.

Pero no funcionará.

La magnitud del impacto sería mucho mayor cuando un truco planeado con tanto cuidado fuera revertido.

Con una sonrisa de satisfacción, Diarin liberó su poder sagrado.

La leche, que comenzaba a oscurecerse, volvió a ser completamente blanca en un instante.

Los ojos de los sacerdotes se agrandaron tanto que parecía que iban a salirse de sus órbitas.

Pero Diarin no había terminado.

Si lanzas una espada, debes estar preparado para que te sea devuelta.

Diarin dirigió su poder sagrado a la leche, siguiendo el patrón del hechizo que había intentado mancharla.

La leche blanca comenzó a transformarse nuevamente.

—¡Ohhh…!

Un sacerdote cercano dejó escapar un grito de asombro que rozaba el pánico.

Cada vez más personas comenzaron a notar el cambio, incluso las que estaban más alejadas.

—¡Ahh…!

—¡La leche se volvió transparente!

—¡Es una leyenda!

El murmullo de la palabra ‘leyenda’ se propagó rápidamente por todo el templo.

Diarin, esbozando una leve sonrisa, miró la leche ahora cristalina en sus manos.

En los relatos de las antiguas ceremonias de purificación, la leche transparente era una señal legendaria. Según la historia, un inocente injustamente acusado recibió leche durante una ceremonia, y Dios demostró su pureza volviéndola transparente.

Era una historia tan conocida que no había nadie que no la supiera.

Y ahora, esa leyenda estaba cobrando vida ante los ojos de todos.

—¡I-Imposible!

El Segundo Príncipe se levantó de un salto, con los ojos abiertos de par en par.

Si había intentado usar la voluntad divina como una trampa, ahora tendría que presenciar cómo esa misma voluntad convertía a su rival en una figura legendaria.

Diarin se burló internamente mientras miraba al Gran Sacerdote.

Este, con el rostro rígido, no podía apartar los ojos del milagro que acababa de ocurrir con la leche que había servido.

—¿Qué significa esto, Gran Sacerdote?

Diarin fue la primera en hablar.

La respuesta era obvia. El Gran Sacerdote solo podía decir una cosa.

—…Dios ha reconocido la pureza de Su Alteza el Primer Príncipe.

Diarin entrecerró los ojos por un instante.

¿Eso es todo? ¿Solo ‘pureza’?

Incluso después de presenciar una prueba tan clara de que nadie era más inocente y puro, ¿eso era todo lo que iban a decir?

¿No deberían hacer algo más impresionante?

A partir de ahora, Ceres sería conocido como el ‘Príncipe del Milagro’, ‘El Príncipe Puro Reconocido por Dios’ y ‘El Príncipe Legendario’.

Si no estaban completamente aliados con el Segundo Príncipe, tendrían que manejar la situación con mucho más cuidado.

Diarin dio una mirada significativa, como sugiriendo lo que deberían hacer.

La decisión del Gran Sacerdote fue rápida. Como sucedió con el sacerdote Merian, quienes ocupaban un puesto tan alto no lo hacían sin razón.

—Su Alteza, el Primer Príncipe, quien es más noble que nadie, recibe la bendición de Dios.

El Gran Sacerdote, que había evaluado rápidamente la situación, cambió su discurso y tomó las manos de Ceres, tocando con sus labios sus palmas juntas.

Fue la bendición más elevada que un sacerdote podía ofrecer, una que se otorgaba solo al nacer un miembro de la realeza o durante su ceremonia de coronación. Y el Gran Sacerdote lo estaba haciendo ahora.

—¡Ohhh…!

Por todo el lugar se escucharon jadeos ahogados de asombro.

Diarin no había esperado que llegaran tan lejos. Incluso ella estaba sorprendida.

Pero el Gran Sacerdote no se detuvo allí. También se dirigió hacia Diarin.

—Aquellos que han mantenido la mayor lealtad hacia su soberano también merecen recibir la bendición de Dios.

Extendió su mano hacia Diarin, quien no tuvo tiempo de pensar en evitarlo o rechazarlo.

Sus manos fueron tomadas con firmeza.

Diarin retrocedió ligeramente, encogiéndose de hombros mientras miraba al Gran Sacerdote.

—…

Sus miradas se encontraron.

En ese instante, Diarin sintió algo extraño: el poder sagrado del Gran Sacerdote revolviéndose en su propia palma.

Esto es increíble.

El poder sagrado de Diarin era mayor que el del Gran Sacerdote.

Incluso este pareció notar algo extraño, mostrando un destello de confusión en su mirada.

Afortunadamente, Diarin no llevaba un uniforme de sacerdotisa, sino un vestido. Era poco probable que alguien conectara la idea de que su poder superaba al del Gran Sacerdote.

Aunque fuera difícil de creer, no había nada que pudieran hacer al respecto.

—Que la bendición de Dios esté contigo.

Diarin observó cómo el Gran Sacerdote tocaba sus labios contra la palma de su mano.

Aunque el contacto fue breve, la sensación de los labios quedó grabada en su mente.

Como sacerdotisa, recibir directamente la bendición de un Gran Sacerdote tan elevado era un evento conmovedor. Pero no sintió nada, ni emoción ni pensamientos claros, lo que hacía que probablemente lo recordara por mucho tiempo.

—¡Hurra por Su Alteza el Primer Príncipe!

El templo estaba lleno de euforia por haber presenciado un milagro.

No importaba quién seguía en la ceremonia; el protagonista del día era claramente Ceres.

Diarin regresó a su lugar, pero no pudo evitar mirar al Segundo Príncipe.

Él ya no estaba; había abandonado el lugar.

⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰

—¿¡Qué demonios ha pasado!?

Endin golpeó la pared del templo con furia, dejando un sonido resonante.

La atmósfera ya estaba inclinada hacia el Primer Príncipe. Permanecer allí más tiempo no lo haría más que un espectador.

Habían logrado un milagro y, además, el Gran Sacerdote le había otorgado su máxima bendición.

Todo lo relacionado con la exoneración por las guerras había quedado sin relevancia.

Después de salir a mitad de la ceremonia, Endin se dirigió directamente al templo dentro del palacio imperial para buscar a la sacerdotisa Merian.

—¿Está diciendo que la leche en las manos del Primer Príncipe se volvió transparente?

Con casi todos los miembros de la familia real yendo al templo exterior, la mayoría de las personas los había seguido, dejando las ceremonias dentro del palacio más pequeñas y menos concurridas.

Por eso pudieron recibir al repentino Endin.

Sin embargo, las palabras de Endin dejaron a Merian completamente desconcertada, incluso más que la ceremonia de adoración misma.

—¡Acabo de decirte eso! ¿Cómo es posible que haya sucedido algo así?

Endin explotó, su voz llena de ira.

La sacerdotisa Merian estaba igualmente desconcertada. Nunca había esperado que las cosas terminaran de esta manera.

—Ese tipo, que se manchó las manos con tanta sangre en el campo de batalla… ¿Cómo puede haber causado un verdadero milagro de Dios?

—…No es posible para los humanos comprender completamente la voluntad de Dios.

Merian tampoco podía entenderlo.

Habían preparado cuidadosamente la magia en el recipiente de leche y la habían revisado meticulosamente.

—¿La voluntad de Dios? ¿Estás bromeando? Si eso fuera cierto, debería haber caído una maldición sobre esas manos inmundas inmediatamente.

—…Déjame pensar un momento.

La sacerdotisa Merian reflexionó sobre la situación que Endin acababa de describir.

Excepto por la intervención inesperada de Diarin, todo había salido según lo planeado.

Entonces…

—La Vizcondesa Arianth… Diarin.

Había visto su rostro antes y había tomado su mano en otra ocasión.

De repente, la idea de que fuera una ‘variable’ cruzó su mente. Pero no había sentido ningún poder sagrado en Diarin

Sin embargo, fuera lo que fuera, no había otra explicación plausible.

Merian decidió mantener abiertas todas las posibilidades mientras pensaba de nuevo.

—…No puede ser.