⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Qué es esto?
—Silenciar.
—¿Silenciar qué?
Ceres señaló sus propios labios con una mirada ligeramente expectante.
—¿Me vas a silenciar?
—…
—¿Con qué?
Diarin lo miró fríamente y le dio un ligero golpe en los labios con la palma de su mano.
—¡Me duele!
Ceres hizo un puchero, mirándola con disgusto.
Diarin no se inmutó.
—Vaya, ahora hasta exageras.
—¡De verdad me dolió!
—Y también mientes.
—Si me soplas para curarme…
—Shh.
—… Ya se me pasó.
Era evidente que Ceres había recuperado los recuerdos de cuando era príncipe, pero su comportamiento seguía siendo el mismo. No, en realidad, se comportaba como un niño aún más pequeño.
Era como si hubiera pasado de ser una bestia a un príncipe maduro, y luego volviera a ser un niño.
¿Será que sus recuerdos de cuando era niño se están fusionando con los actuales?
Diarin solo podía suponer eso, aunque el comportamiento extraño de Ceres seguía siendo un misterio.
Tal vez tenía todos sus recuerdos intactos, pero actuaba así deliberadamente. ¿Por qué?
Diarin lo miró con desconfianza.
—No pongas las manos en los labios de otra persona además de los míos.
—¿Qué? No lo haré. ¿Por qué lo haría?
Diarin soltó una risa incrédula ante la absurda suposición de Ceres.
Ella había golpeado sus labios porque decían cosas molestas pero adorables. ¿Los labios de otra persona?
Si alguien más decía cosas como esas, sería acoso. Y no golpearía sus labios; agarraría a esa persona por el cuello y la entregaría a las autoridades. O lanzaría una maldición divina sobre ella.
—¿De verdad no lo harías?
El rostro de Ceres se relajó ligeramente ante la vehemente reacción de Diarin.
Es porque él es Ceres.
El nombre ‘Ceres’ había adquirido un significado especial para Diarin, como si le otorgara indulgencia infinita.
¿Especial?
¿Qué tan especial podía llegar a ser?
Oh, no. ¡Despierta, Diarin! ¡Te está hechizando!
Avergonzada por sus propios pensamientos, Diarin cambió rápidamente de tema.
—¡Ejhem! En fin. El Gran Sacerdote podría haberse dado cuenta. Sentí su poder divino hace un momento.
Ceres, finalmente concentrado, dejó de obsesionarse con sus labios y escuchó atentamente.
—¿Entonces el poder divino de Diarin es más fuerte?
—Sí, así es.
Ceres ya sabía bastante sobre poderes divinos y sacerdotes gracias a lo que había presenciado.
—Pero podrían empezar a sospechar de mí, dado que recuperaste tus recuerdos, cambiaste el color de tu cabello, y lo que pasó hoy con el cambio del color de la leche.
—Hmm.
Diarin le había explicado anteriormente por qué era peligroso que descubrieran que era una sacerdotisa. Aunque las circunstancias eran diferentes ahora, su origen seguía siendo un problema. Pero esta vez tenía los medios para defenderse.
—Podemos arreglarlo. Si en mi antiguo templo dicen ‘No conocemos a ninguna sacerdotisa llamada Diarin’, asunto resuelto.
No necesitarían hacer mucho. Bastaría con sobornar a un pequeño templo rural.
Solo imaginarse a los sacerdotes inferiores inclinándose servilmente mientras ella, altiva, pedía hablar con el sacerdote principal, le resultaba muy satisfactorio.
—¡Vamos ahora mismo!
Ahora entendía por qué las novelas de venganza y renacimiento estaban de moda.
Una vida completamente transformada. Era hora de devolverle al sacerdote principal todo lo que había recibido de él.
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El camino al antiguo templo de Diarin requería varias etapas.
Primero, pidieron permiso para salir brevemente del palacio y tomaron un carruaje hasta la ciudad. En el centro, bajaron y cambiaron el color del cabello y los ojos de Ceres. Luego tomaron un carruaje público hacia el templo.
Ese día, las calles estaban tan animadas como en un festival.
Mucha gente salía con ropa cara, así que sus atuendos no parecían fuera de lugar.
Comparado con el Gran Templo, el antiguo templo de Diarin parecía una choza rural. Aun así, la ocasión había llenado el lugar de visitantes.
—Entremos.
Diarin tomó del brazo a Ceres y avanzó con confianza entre la multitud.
En un día como ese, muchas personas curioseaban por los rincones del templo, lo que significaba que el acceso a los pasillos exclusivos de los sacerdotes estaba muy restringido. Diarin sabía que podría entrar fácilmente, pero no lo hizo.
—¡Entrar por la puerta principal será mucho más impactante!
Con su atuendo y confianza, parecía inalcanzable.
Incluso en el palacio no pasaba desapercibida. Allí, en un pequeño templo rural, su apariencia era deslumbrante.
De hecho, cuando entraron, las miradas curiosas comenzaron a girar hacia ellos, seguidas de murmullos.
—¿Quiénes son?
—¿Había una familia tan rica en esta zona?
—Nunca los había visto antes…
Incluso los visitantes regulares del templo no reconocieron a Diarin.
Esperaba que al menos alguien la recordara, pero al parecer, la identificaban más por sus vestiduras sacerdotales que por su rostro.
—Bienvenidos. Que la bendición de los dioses sea con ustedes. ¿Han venido a la ceremonia?
Incluso un sacerdote que había sido aprendiz durante el tiempo de Diarin no la reconoció.
Aunque no eran muy cercanos, habían intercambiado saludos en numerosas ocasiones.
Tragándose el golpe emocional, Diarin levantó la barbilla con altivez.
—Sí, si es posible, preferiría recibirlo directamente de la persona de mayor rango.
—El sumo sacerdote está descansando tras su oración matutina, pero…
Al igual que en el gran templo, en este pequeño santuario, el sacerdote de mayor rango solo oraba una vez por la mañana y atendía a unos cuantos visitantes importantes antes de retirarse.
El tiempo que habían perdido en el Palacio Imperial ya hacía que se acercara la tarde.
Entonces, ¿me está diciendo que no será posible?
Diarin inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado.
No era exactamente una pregunta ni una exigencia, sólo una actitud ambigua.
Se sentía un poco mal por incomodar al joven sacerdote, pero sabía que eso lo haría moverse más rápido.
—Ah… entonces, ¿podría esperar un momento en la sala interior? Iré de inmediato a verificar.
—Claro. No somos personas que tengan tiempo de sobra. Si te apresuras, te lo agradeceremos.
—¡Sí, sí!
El joven sacerdote los guió hacia la mejor sala de recepción y luego salió corriendo a toda prisa.
Diarin, por su parte, comenzó a observar aquella sala después de mucho tiempo.
Había cuadros de alta calidad, un jarrón elegante y tazas de té que daban la impresión de ser costosas.
Cuando era sacerdote, cada vez que limpiaba ese lugar, temía romper algo. Pero ahora que lo veía, no parecía tan lujoso.
—Ese jarrón… El sumo sacerdote siempre decía que era tan caro que ni siquiera debíamos limpiarlo.
—¿Ese jarrón?
—Es ridículo, ¿verdad?
Incluso Ceres parecía incrédulo al escucharla, lo que confirmaba que no era solo una impresión suya.
En el Palacio Imperial, las copas más comunes superaban a ese jarrón en elegancia y, probablemente, en precio.
Una vez más, Diarin sintió cuánto había cambiado su vida.
Ya no se sentía como la antigua Diarin. Si alguna vez se encontrara con esa versión de sí misma, seguramente le parecería una desconocida.
Así de sencilla era la naturaleza humana.
—Disculpen, escuché que me estaban buscando…
En ese momento, el sumo sacerdote tocó a la puerta y entró, con una expresión amable típica de un sacerdote.
Parece que el joven había transmitido el mensaje correctamente.
‘Rico’, ‘noble’.
En otras palabras, trato especial y, con suerte, una generosa donación.
—Necesito una oración especial.
—Ah, entiendo.
—Sí, podría tomar tiempo, así que por favor, tome asiento primero.
—Bien, entonces…
El sumo sacerdote todavía no reconocía a Diarin.
Ella, con una sonrisa, miró fijamente al sacerdote, quien la observó con confusión.
—¿…?
El sumo sacerdote, sin entender, mantenía su mirada sobre Diarin.
Hasta que, de repente, sus ojos se abrieron enormemente.
—¡D-Diarin! ¡¿Sacerdotisa Diarin?!
—Ahora sí me reconoce, ¿verdad?
Diarin se rió por lo bajo, mientras el sacerdote abría la boca incrédulo.
—¿Cómo es esto posible…? ¡¿Está viva?!
—Ah, ya veo. Pensaban que estaba muerta.
—Sí… Después de esa explosión, asumimos que había fallecido.
Era natural que pensaran eso, dado que Rovenn no había mantenido ningún contacto posterior con el santuario.
—¿Le han dicho algo a mi familia…?
—Todavía no he tenido la oportunidad… Además, técnicamente sigue desaparecida.
Eso significaba que ni siquiera habían intentado informar ni buscarla, probablemente para evitar responsabilidades o gastar dinero en compensaciones.
Esa excusa era tan transparente que Diarin no pudo evitar soltar una ligera risa.
Por otro lado, el sumo sacerdote parecía avergonzado y desvió la mirada.
—Ni siquiera se molestaron en buscarme.
—Bueno… Roben era el responsable. Supusimos que nos contactaría pronto.
—Ah, ya veo. Así que, según ustedes, ahora que estoy en el Palacio Imperial, no tengo relación alguna con el santuario.
—No necesariamente… Pero…
—Entonces, manténganlo así.
—¿Perdón?
El sumo sacerdote levantó la cabeza sorprendido.
Diarin, sonriendo, se encogió de hombros. Ya no le interesaba una compensación tardía. Lo más importante ahora era evitar que hablaran de más.
—Pero sería un poco ambiguo declarar mi desaparición… Digamos que había una sacerdotisa llamada Diarin que, tras regresar del campo de batalla, falleció al poco tiempo. Era una huérfana sin familia, así que tuvo un funeral discreto.
—¿Qué?
—Actualmente, trabajo como asistente de confianza para esta persona.
—¿Esta persona es…?
Finalmente, el sumo sacerdote dirigió su atención hacia Ceres, quien estaba a su lado.
En ese momento, Diarin deshizo el hechizo que había colocado sobre el cabello y los ojos de Ceres.
—¡Ah!
El sumo sacerdote lo reconoció de inmediato y dejó escapar un jadeo ahogado.
—¿Sabe quién es?
—¡C-C-Cerendias, el primer príncipe! ¡¿No es así?!
—Con tres príncipes en total, fue rápido en reconocerlo.
—Bueno… El tercer príncipe no tiene la edad, y el segundo no haría un viaje tan discreto…
Su análisis era sorprendentemente preciso.
Diarin, sinceramente impresionada, continuó la conversación.
—Ahora que sabe quién es, ¿no será más fácil hablar?
El sumo sacerdote tragó saliva, nervioso, y asintió.
Quién lo diría.
La misma persona que antes le imponía tanto respeto y miedo, ahora estaba tensamente sentada frente a ella.
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