⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Los labios de Ceres eran de un rojo moderado.
No eran ni demasiado gruesos ni delgados, ni demasiado redondeados. Tenían una forma adecuada.
A pesar de la firmeza de su contorno, al tacto eran sorprendentemente suaves.
Al contacto, eran como pétalos de flores, tiernos y delicados; al rozarse, recordaban el pelaje sedoso de un gatito acariciando la piel.
—Ah…
Un suspiro escapó de sus labios ante esa cálida y reconfortante sensación.
Un sentimiento agradable, que hacía querer volver a sentir ese roce una y otra vez.
Siempre había pensado que los besos eran algo que sólo se compartía con alguien especial, con quien pasarías toda la vida.
Y, si lo pensaba bien, Ceres también era alguien especial, alguien con quien estaría para siempre.
¿Esto estará bien?
Parecía correcto, pero aún era ambiguo.
El mundo giraba a su alrededor.
Su corazón latía con fuerza, como si fuera a salir disparado.
El sonido de los latidos retumbaba tanto que apenas podía escuchar algo más.
Los labios.
Los labios se acercaban.
Todo su mundo se llenó de ellos.
—¡Ah!
Diarin abrió los ojos de golpe.
…Había sido un sueño.
Desde el día en que sus labios se encontraron con los de Ceres, soñaba con ese momento al menos una vez cada noche.
Mientras tanto, Ceres parecía actuar como si nada hubiera pasado, pero Diarin se encontraba lidiando con el caos interno.
—Diarin.
—¡Ah!
La voz de Ceres resonó de repente, casi haciendo que Diarin saltara de la cama.
Al girar la cabeza, sus ojos se encontraron directamente con los labios de Ceres.
—Es hora de levantarse.
—¿…Qué?
Ceres estaba sentado junto a la cama, mirándola desde arriba.
A pesar de ser por la mañana, parecía perfectamente arreglado y despejado. Al encontrarse con su mirada clara, Diarin se sintió consumida por la vergüenza.
¿Qué estaba haciendo sola…?
Sin embargo, no tenía tiempo para perderse en pensamientos.
En cuanto recuperó la compostura, recordó qué día era.
Era la mañana del día del torneo de caza.
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El torneo de caza duraba un total de dos días y una noche.
Partían de la capital imperial y llegaban al terreno de caza al mediodía, donde tomaban un almuerzo ligero antes de equiparse para la cacería. Por la tarde, cazaban durante algunas horas, y al anochecer evaluaban los resultados para determinar al mejor cazador. Luego, cocinaban y disfrutaban de lo que habían cazado, bebiendo toda la noche.
Aunque la cacería en sí solo ocupaba unas pocas horas por la tarde, las actividades adicionales extendían el evento hasta la noche, creando una atmósfera de excursión.
—Qué cantidad de equipaje…
Diarin levantó una ceja al ver las carretas llenas de provisiones alineadas frente al palacio del primer príncipe.
Mientras que los nobles solo necesitaban elegir su atuendo, los asistentes tenían que trabajar sin descanso. A pesar de que se trataba de una acampada, las comodidades debían ser equivalentes a las del palacio imperial, lo que significaba una logística interminable.
Todo parecía ir según lo planeado, excepto por una persona.
—¡Oh, príncipe! ¡Yo debería acompañarlo!
Jian, quien casi había vuelto a ser una persona normal tras la restauración del palacio del primer príncipe, estaba fuera de sí ante la idea de que Ceres pasara la noche fuera. Aunque le explicaron repetidamente que era solo una breve excursión de un día y una noche, no lo aceptaba.
No era de extrañar, después de haber pasado más de una década sin ver a Ceres tras su partida en una carreta.
Finalmente, las doncellas se rindieron, y Diarin intervino.
—Yo iré con él.
—…Ah…
Jian se estremeció. Aunque podía gritar a los demás, nunca se atrevía a levantar la voz con Diarin.
—¿No sería mejor que yo lo acompañara en lugar de usted?
—Eso… sí… Pero…
—Si algo le pasara al príncipe, ¿quién sería más útil?
—Diarin…
El recuerdo del reencuentro de Ceres y Jian, cuando recuperó la memoria, aún estaba grabado profundamente en su mente. Cada vez que se mencionaba ese momento, Jian no podía replicarle a Diarin.
—Si voy con él, todo estará bien, ¿de acuerdo?
—Sí… Por favor, se lo encargo…
Aunque aceptó, Jian seguía sin poder deshacerse por completo de su preocupación.
Con una mezcla de resignación y consuelo, Diarin le dio unas palmadas en la espalda.
—Sin importar lo que pase, lo protegeré.
Jian miró a Diarin.
—Prométalo.
—Lo prometo.
Como si se tratara de un juramento solemne ante los dioses, Diarin asintió con firmeza.
—Sin importar lo que pase, lo protegeré.
Este torneo de caza no era un simple evento recreativo.
Era una oportunidad para recuperar lo que los príncipes segundo y tercero habían reclamado. No se trataba de un simple juego de cartas apostando unas monedas. Las tierras y privilegios en disputa representaban una gran riqueza, incluso para los príncipes. Además, la rivalidad entre leales se había convertido en una cuestión de orgullo.
Aunque Charlotte parecía dispuesta a mantenerse al margen, Endin no lo haría. Era evidente que utilizaría cualquier medio necesario.
Se habían preparado lo mejor posible.
Ceres llevaba varias capas de armadura oculta, y armas disimuladas estaban escondidas en diferentes partes de su atuendo. Además, habían fortificado cada detalle, desde la tienda hasta las monturas, con medidas de seguridad invisibles.
Era una preparación digna de una batalla, y probablemente se asemejaría a una.
Ante el juramento de Diarin, Ceres se giró hacia ella.
—Yo también te protegeré, Diarin.
—Eh… Gracias.
En ese momento, una respuesta como ‘Puedo protegerme sola’ habría sido genial, pero, considerando la fuerza de Ceres, Diarin solo pudo agradecerle.
Con la tranquilidad recuperada, Jian finalmente esbozó una sonrisa mientras miraba a Ceres.
—Por cierto, Alteza, ¿la Princesa Consorte no lo acompañará hoy?
—……
¿Lo estará haciendo a propósito?
Mientras Diarin contemplaba si golpearle la nuca a Jian devolvería algo de sentido común a su cabeza, un ayudante se acercó.
—La carreta está lista. Por favor, suban.
El inicio de la batalla estaba marcado.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
En el terreno de caza, los sirvientes habían estado trabajando durante días para montar y establecer el campamento.
No se trataba de una cacería ligera, sino de algo que recordaba más bien a un campo de guerra.
El almuerzo se sirvió en cuanto llegaron.
Decenas de platos preparados por los chefs del palacio desde el amanecer fueron dispuestos en el claro.
—¡Esto requiere estar muy decidido! —comentó Holian, acercándose con una visible borrachera, como era costumbre.
El palacio imperial nunca escatimaba en comida. A pesar de ser el día del torneo de caza, también se ofrecían bebidas alcohólicas ligeras junto con la comida.
Holian llevaba atado al cuello un pañuelo verde, el distintivo del séquito del tercer príncipe.
—Vaya, vaya… Después de ir y venir tantas veces al palacio del primer príncipe para beber vino, ¿ahora apareces con un pañuelo verde?
—¡Ejem, ejem! Esto tiene sus razones, por supuesto.
—No tienes ninguna razón, siempre andas comiendo bocadillos y bebiendo por ahí.
—Bueno, eso es cierto, pero… ¿Por qué tiene que ser tan directa? En fin, he decidido firmemente que hoy lograré algo grande. Solo espere y verá.
—Hmm… ¿Tienes algo de experiencia real en el campo?
No importa cuán legendaria sea la familia de un estratega, la experiencia en el campo es completamente distinta.
Ante el comentario ligeramente desdeñoso de Diarin, Holian se exaltó.
—¡Oh, verá qué tan importante será mi determinación en poco tiempo!
—¿Por qué me importaría la determinación de alguien del lado del tercer príncipe?
Desde el principio, ¿qué hacía alguien del séquito del tercer príncipe husmeando en el campamento del primer príncipe? Diarin lo fulminó con la mirada, pero Holian no se inmutó y continuó bromeando descaradamente.
—¡Solo observe y verá!
—¿Eh?
Parecía que Holian quería decir algo significativo, pero contenía sus palabras mientras merodeaba por los alrededores.
¿Qué estará tramando?
Diarin, alerta, pensó que quizá el tercer príncipe había formado una alianza con el segundo príncipe y buscó con la mirada a Charlotte.
Ni Charlotte ni Sebian estaban a la vista. O aún no habían llegado, o se encontraban dentro de las carpas.
Por otro lado, había muchas caras indeseadas presentes.
En primer lugar, el segundo príncipe, Endin.
Con una mirada ardiente que parecía gritar: ¡Ustedes son mi presa hoy!, sus ojos estaban fijos en ellos.
—Hmm… —Diarin carraspeó y desvió la mirada ante esa mirada escalofriante.
Si solo fuera alguien malvado, podría enfrentarlo, pero con un loco, lo mejor era evitarlo.
Y para colmo, hoy era el día en que tendría que enfrentarse directamente a ese loco. Para evitar provocarlo, decidió no cruzar miradas con él.
Al girar la vista hacia otro lado, se encontró con otro loco.
¿¡Por qué está aquí ese tipo?!
Grelind estaba presente.
Grelind era un príncipe de una nación enemiga y un rehén político. No estaba alineado con ningún séquito en particular.
La caza de hoy era una ocasión para comparar el poder de las facciones de los tres príncipes.
Diarin observó con atención el color del pañuelo que llevaba Grelind al cuello.
Amarillo.
El color del segundo príncipe.
—¿Por qué… por qué lleva un pañuelo del segundo príncipe y no del tercero? —preguntó Diarin, dirigiéndose a Holian, quien pertenecía al séquito del tercer príncipe.
Aunque el torneo de caza no era un evento tan tenso como para ser considerado una guerra, no dejaba de ser sospechoso que un príncipe de una nación enemiga participara en representación de un príncipe imperial.
—Ah… Bueno, resulta que lo de hace unos días en la ceremonia del templo lo dejó bastante afectado.
—¿Y?
—El segundo príncipe, al enterarse de ello, le permitió participar en el torneo de caza.
—Ah…
Eso aseguraba que hoy Grelind causaría problemas, grandes o pequeños, o ambos.
—Ceres, bajo ninguna circunstancia te acerques a Grelind.
—Entendido.
Después de todo, si había causado disturbios en un evento tan grande como la ceremonia del templo, no había manera de prever lo que haría ahora que tenía un arma en las manos.
Si realmente ocurría un desastre, no cabía duda de que sería culpa de ese hombre.
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