⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—…¿Roben?
Esa bestia era Roben.
Entre los fragmentos de madera de la puerta destrozada, que se había caído, Roben se levantó lentamente del suelo.
—Ugh, ¡ay, qué dolor!
Roben se quejaba mientras se tambaleaba.
Ceres, aunque lo observaba, gruñía como si intentara con todas sus fuerzas no lanzarse sobre él. Estaba mucho más alterado de lo normal, ya que hacía tiempo que no veía a un humano en lugar de un pájaro o un gato.
El sonido del corazón de Ceres, que se agitaba violentamente, retumbaba en los brazos de Diarin, que lo tenía abrazado por la cintura.
—Tranquilo, tranquilo.
—…
Ceres no respondió, pero parecía que había escuchado las palabras de Diarin, pues se quedó quieto, tensando su cuerpo.
Si hubiera querido lanzarse, ya lo habría hecho.
Diarin, después de observar la situación por un rato más, soltó con cuidado la cintura de Ceres y se colocó frente a él.
—¿Te has calmado?
Ceres asintió con la cabeza. La tensión y el aire asesino que llenaban sus ojos desaparecieron.
Solo entonces Diarin relajó sus hombros y se giró.
—¿Por qué no hizo ningún ruido al subir?
—Lo hice.
Roben protestó con expresión de gran indignación.
—Si lo hizo, no hay forma de que Ceres no lo hubiera notado. ¿Lo hizo a propósito?
—¿Por qué haría eso?
—…Eso tiene sentido…
—Parece que Ceres está mucho más estable.
Roben fue el primero en notar el cambio en Ceres. Diarin, que no estaba segura de sí misma, abrió los ojos sorprendida al escucharlo. Finalmente, su esfuerzo había sido reconocido de manera objetiva.
—Y parece que usted, sacerdotisa, se ha vuelto mucho más hábil.
—¿De verdad lo parece…? ¿Es tan evidente…?
—Parece que ha pasado por muchas dificultades.
Diarin, emocionada por el consuelo de Roben, asintió con la cabeza.
—Sí, realmente he dado lo mejor de mí, poniendo en ello cuerpo, alma y fe.
—Eso parece.
—Fue un esfuerzo puro, sin igual, que no puede ser reemplazado por nada.
Aprovechando la ocasión, Diarin habló con entusiasmo sobre todo su arduo trabajo. ¡Qué esfuerzo tan valioso y ‘costoso’!
—…Ah, no olvidaré darle una recompensa acorde.
Roben entendió de inmediato lo que Diarin quería decir. Sólo entonces Diarin inclinó la cabeza con una expresión bondadosa, propia de una sacerdotisa.
—Solo he seguido la voluntad de Dios.
Aunque si la recompensa llega, la aceptaría con gratitud.
Roben no cometió el error de decir algo como ‘si es la voluntad de Dios, no es necesaria la recompensa’.
—Entonces, ¿podemos entrar y hablar?
Diarin, después de verificar una vez más el estado de Ceres, asintió con la cabeza.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—El tercer príncipe, Sebian, nos visitará para animarnos.
—¿Quién?
Diarin volvió a preguntar. No era que tuviera problemas de audición, solo que las palabras de Roben le parecían irreales y necesitaba confirmarlas.
—¿No se suponía que este proyecto era confidencial?
—No puede ser confidencial para los miembros de la familia real que lo ordenaron.
—Ah, tienes razón.
Había hablado tanto con Roben que casi lo consideraba como la máxima autoridad, cometiendo así un error.
Al final, Roben también solo seguía las órdenes de la familia real.
—Pero están ocupados, ¿por qué…?
Diarin no pudo evitar quejarse, dejando entrever sus pensamientos.
Con Roben, que se encargaba de la parte práctica, podía hablar con cierta libertad. Pero los miembros de la realeza eran otra cosa.
La atención de las personas de alto rango nunca era bienvenida.
Cuanto menos involucrados estuvieran en el trabajo que mandaban hacer, mejor.
—Parece que quieren visitarnos para animar a aquellos que trabajan sin descanso en la línea del frente y también para verificar el progreso.
Con palabras bonitas, era una visita de apoyo. En términos más realistas, era una visita para inspeccionar, o mejor dicho, para vigilar.
Diarin suspiró largamente.
Cuidar solo de Ceres ya era un trabajo agotador, y ahora tenía que recibir a un superior.
—Pero, ¿el tercer príncipe no tiene como nueve o diez años?
¿Qué podría saber un niño tan pequeño de este proyecto?
Cuando comenzó la operación de la Octava División, el tercer príncipe acababa de nacer.
Era sorprendente que estuviera al tanto de esta misión.
—El tercer príncipe tiene un protector. Su madre.
—…Ah.
Si la madre del tercer príncipe, Charlotte, estaba involucrada, todo tenía sentido.
El Imperio tenía tres príncipes.
Cada príncipe tenía una madre diferente.
La madre del primer príncipe, la Emperatriz, había muerto.
Luego, la amante del Emperador, Penelia, se convirtió en la nueva emperatriz, tras haber dado a luz al segundo príncipe, Endin.
Sin embargo, también existía un tercer príncipe.
Aunque no tenía el título formal de Emperatriz, la madre de este tercer príncipe, Charlotte, era comúnmente conocida como la tercera Emperatriz. Y ese tercer príncipe era Sebian.
El primer príncipe murió en un accidente tras la muerte de su madre.
Ahora solo quedaban dos príncipes y dos Emperatrices.
Era bien sabido que ambas se llevaban fatal, tanto que incluso los sacerdotes, que solían ignorar los asuntos mundanos, estaban al tanto.
Aunque el segundo príncipe, Endin, actuaba como si fuera el heredero, no había sido nombrado oficialmente como tal.
Actualmente, quien contaba con el favor del Emperador era Charlotte y su hijo, Sebian.
El segundo príncipe, Endin, tenía una gran popularidad y consolidaba su posición con sus habilidades, mientras que Sebian y Charlotte gozaban del favor del Emperador.
Nadie sabía quién terminaría tomando el trono en esta situación tan tensa.
¿Y en medio de todo esto, el tercer príncipe se interesaba en los guerreros de la Octava División?
La Octava División era irremplazable como héroes de guerra.
Si todo iba bien, la aparición de estos guerreros podría causar un gran cambio en la sociedad.
Para Charlotte, quien camina en la cuerda floja con el favor del Emperador y sin tener ningún puesto oficial, sería una carta difícil de dejar pasar.
Es decir… para decirlo simple…
¡En el centro de una intriga política!
Diarin deseaba poder desplomarse. Ya era suficiente cuidar a un solo perro, pero además tener que recibir la visita de un príncipe que estaba inmerso en una feroz lucha por el trono.
¿Qué pasaría si terminaba en medio de todo eso? Diarin valoraba demasiado su vida.
—¿No podríamos rechazar la visita por razones de seguridad, diciendo que mi chico aún no está preparado?
Más allá de la incomodidad de Diarin, Ceres aún era demasiado peligroso para ser observado a la ligera. Un mínimo descuido podría acabar en un accidente.
Aunque Diarin ya estaba acostumbrada y no reaccionaba de forma exagerada, la reacción reciente de Ceres hacia Roben mostraba que aún le quedaba mucho camino por recorrer para calmar su sensibilidad. Si esto sucedía con alguien tan familiar como Roben, no podía ni imaginar cómo reaccionaría ante personas que nunca había visto.
Ante la preocupación de Diarin, Roben se rascó la mejilla.
—Lo que pasa es que, por lo que he visto, Ceres es el que está en mejor estado.
—…¿En mejor estado?
—Es en serio. Se comporta más como una persona. Realmente estoy asombrado y conmovido.
Diarin miró a Ceres, que estaba escuchando en silencio a su lado.
Es cierto, ya no tiraba la cama gritando que el ruido lo molestaba. Si se quedaba sentado escuchando así, parecía bastante humano. Aunque, claro, siempre había sido una persona.
—¿Cómo serán entonces los perros de las otras casas…?
Diarin preguntó, esforzándose al máximo por ocultar la verdad que estuvo a punto de decir: que no eran más que perros.
Roben, con su buen juicio, fingió no haber escuchado el desliz.
—Si simplemente vuelan con la puerta, podemos dar gracias. Hubo ocasiones en que corrieron hasta la entrada principal y casi arrancaron la puerta de hierro para usarla como arma.
—…
Diarin miró a Ceres con una expresión atónita.
—…Gracias.
Por no matarme.
Ceres inclinó la cabeza, desconcertado ante el repentino agradecimiento.
Sin embargo, reaccionó con calma, tal como le habían enseñado.
—De nada.
Roben, profundamente conmovido, exclamó:
—¡Parece que sería adecuado hacer que visiten primero esta casa!
—No, no parece adecuado.
—¡Sí que lo parece!
Ceres era un factor tan impredecible como el clima de una excursión.
No importa cuánto intentaran predecirlo y prepararse, nadie sabía cuándo y dónde estallaría la sensibilidad de Ceres.
La discusión, llena de suposiciones, terminó con Roben ganando gracias a la frase mágica: Si lo ordenan, debemos hacerlo.
—Realmente no tengo confianza para esto.
Ni confianza, ni motivación.
Como no podía pedir ayuda a otros, tendría que encargarse sola de toda la visita.
En ocasiones, personas importantes visitaban el templo. Y cada vez que eso ocurría, terminaba agotada.
Desde la preparación del lugar hasta los ensayos de los eventos, apenas podía dormir o descansar, con entrenamientos intensivos uno tras otro.
Si le dieran a elegir entre ir a la guerra o preparar tres eventos de visitas, no sabría qué escoger.
Ahora tendría que hacerlo todo por su cuenta. Y además, con Ceres, que ni siquiera podía controlar bien.
—No se preocupe tanto.
—Sabes que eso es lo más difícil, ¿verdad?
—Bueno, sí, lo sé.
Roben ni siquiera intentó negarlo.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—¿No sería demasiado injusto que después de sobrevivir en el campo de batalla, me ejecuten solo por molestar a la realeza?
—Siempre vives arriesgando tu vida.
—…No, no es eso…
Era una pregunta estúpida para alguien que no pensaba en su vida como algo propio.
Ceres no vivía su vida de manera relajada o rebelde, como hacía Diarin. Si le ordenaban morir, lo haría sin dudar.
¿Cómo se puede enseñar a una persona así a valorarse a sí misma?
Diarin, por el contrario, siempre se había preocupado primero por sí misma, poniendo su bienestar como prioridad. Pensaba que, dado que Dios nos ordenaba dar amor, lo más lógico era empezar por uno mismo.
Especialmente en un entorno comunitario como el templo, era necesario tener ese tipo de mentalidad para sobrevivir.
—Ceres, ¿cuántas vidas tienes?
—Una.
—Solo una.
—Todos tienen solo una.
—Por eso la gente cuida su vida. Porque solo tienen una.
Ceres parpadeó, como si aún no lo entendiera completamente.
Diarin, frustrada, le dio un consejo directo.
—Cuídala mientras la tengas.
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