⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Ha ocurrido algo, señorita? —preguntó sorprendido el funcionario al regresar, tras haber despedido a la última solicitante, y encontrar a Diarin llorando.
Diarin se secó las lágrimas con la manga y negó con la cabeza. Rápidamente, controló sus emociones y volvió a su expresión habitual.
—Es solo que su historia era tan triste… No pude evitarlo.
—Ah… —respondió el funcionario, titubeante, mientras evaluaba la situación y preguntaba de nuevo con cautela—: Esa persona de antes, ¿no era de su familia, verdad?
Diarin tomó aire profundamente y respondió:
—No, no lo era.
Ahora sí, finalmente, había escapado de las cadenas de su familia, que tanto la habían asfixiado.
Mientras su madre no volviera a buscarla, ya no quedaba nadie de su familia que intentara aprovecharse de ella.
Era un alivio. Pero también se sentía extraño, como un animal que, tras llevar una correa toda su vida, por fin se encuentra libre.
Entonces pensó en Ceres.
A diferencia de su familia, la atadura de Ceres, quien había prometido no dejarla nunca, no era opresiva. Si desapareciera, Diarin sabía que no podría soportarlo.
¡Ceres!
De repente, deseó verlo.
—¡Puede retirarse! —le dijo al funcionario.
—¡Oh, sí! —respondió este, feliz, mientras salía apresuradamente.
Diarin abrió la puerta, dispuesta a buscar a Ceres en cualquier rincón del palacio del primer príncipe. Estaba segura de que lo encontraría.
—¿Eh?
Sin embargo, lo que vio al abrir la puerta fue algo que no esperaba.
Un camino de flores.
El pasillo estaba cubierto de flores. No era una simple decoración floral; parecía como si hubieran trasladado todo un jardín y lo hubieran colocado allí, creando literalmente un ‘camino’ hecho de flores.
Diarin retrocedió un paso, abrumada por la extravagancia del espectáculo.
Al reflexionar, se dio cuenta de que tal vez no deseaba tanto ver a Ceres después de todo. Dio otro paso hacia atrás. Quizás, si regresaba a la habitación y cerraba la puerta, podría fingir que no había visto nada.
—Diarin.
La voz de Ceres la detuvo.
Diarin cerró los ojos con fuerza, intentando hacer como si no lo hubiera escuchado.
—Diarin, a partir de ahora solo caminarás por caminos de flores.
Ceres estaba allí, de pie al final del camino, con varios pétalos de flores en el cabello.
Por su aspecto, parecía haber recogido las flores él mismo, arrancándolas directamente del jardín. A través de las ventanas del pasillo, se podía ver el destrozado jardín real.
Un camino de flores hecho a mano. Una promesa de hacerla caminar siempre por caminos de flores.
Era obvio lo que venía después.
—Diarin, ¿te casarías conmigo?
—…
Tal como lo esperaba.
Diarin respiró hondo antes de volverse hacia él.
Sin embargo, al ver lo que Ceres sostenía, se quedó sin palabras.
¿Es… un anillo?
¿Eso podía llamarse anillo?
La joya, del tamaño de un puño, estaba montada sobre un aro diminuto. Diarin no sabía cómo clasificar aquel objeto.
Ceres se acercó a ella, se arrodilló sobre una rodilla y le extendió aquel ‘anillo’.
—Diarin.
—…
Con los ojos brillantes, Ceres la miró fijamente.
¿Así sería mirar a un cachorro que quiere salir a pasear bajo la lluvia? Una parte de ella quería aceptar, pero sabía que aquello solo llevaría al desastre.
—Tengo una pregunta antes de responder.
—Lo que quieras.
—¿No es demasiado pronto? Dijiste que te tomarías tu tiempo.
—Claro, y seguiré tomándome mi tiempo.
—…¿Qué?
¿Entonces no estaba apresurándose? ¿Esto era solo el comienzo?
¿Qué más piensa hacer después de esto?
Generalmente, cuando alguien ‘se toma su tiempo’, guarda la pregunta crucial para el final, ¿no?
—Si aceptara tu propuesta ahora mismo, ¿cómo seguirías ‘tomándote tu tiempo’?
—¿Aceptarías? —preguntó Ceres, con los ojos llenos de esperanza.
—No.
—…
La luz de sus ojos se apagó de inmediato, reemplazada por una expresión de traición absoluta.
Diarin apartó la mirada, incapaz de enfrentarse a esa reacción.
—No importa si no aceptas ahora mismo.
Ceres recuperó la compostura rápidamente.
Alguien dijo una vez que las heridas, cuando sanan, se vuelven más fuertes.
—Seguiré intentándolo hasta que aceptes.
Parecía más decidido y resistente que cualquier cosa en este mundo.
—…¿Vas a seguir haciendo este tipo de cosas?
—¿Te refieres a los caminos de flores?
—Sí, estas… locuras.
—Esto es solo algo improvisado. Lo que haré en serio será mucho más elaborado.
Con pétalos en el cabello y una sonrisa radiante, Ceres continuó:
—Será algo espectacular.
—Tú… Estás… completamente loco…
Era una locura que no podía describirse como tal porque quien la había cometido era un loco de verdad.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
El número de personas que afirmaban ser familiares de la hija del dios disminuyó rápidamente.
Al principio, algunos acudían mintiendo con la esperanza de conocer a Diarin, pero en cuanto se corrió la voz de que ella rechazaba categóricamente tales peticiones, dejaron de intentarlo.
Pronto, incluso aquellos que habían llegado a verla fueron etiquetados como impostores, y las visitas cesaron por completo.
En cambio, aumentó drásticamente el número de pretendientes.
—¡Oh, hija del dios! ¡Por favor, escójame a mí!
Era entendible que los plebeyos, movidos por esperanzas ciegas, lanzaran propuestas como si fuera una apuesta.
Pero que también lo hicieran los nobles que residían en el palacio era algo que Diarin no había anticipado.
—¡Si me escoge, le regalaré noches más ardientes que las llamas divinas!
—…Esto es lo peor.
Diarin, que observaba al hombre arrodillado frente a ella sosteniendo braseros en ambas manos, emitió un breve juicio antes de darse la vuelta.
No necesitaba encargarse de la situación; había alguien más dispuesto a intervenir.
¡Clang!
Sin previo aviso, apareció Ceres y lanzó lejos uno de los braseros.
—No puedes matarlo.
—Solo lo suficiente para que no muera.
—Tampoco violencia.
—Lo convenceré suavemente.
Con esa declaración, Ceres agarró al hombre por el cuello y lo levantó.
—¡E-Excelencia, primer príncipe! ¿Qué hace aquí?
—Donde vaya Diarin, allí estoy yo. ¿Pensabas que no lo sabría?
—¡P-Pero me dijeron que hoy estaba ocupado!
—Nada es más importante que esto.
Con una voz ominosa, Ceres arrastró al hombre hacia un rincón apartado para ‘convencerlo suavemente’, como había prometido. Aunque, claro, la definición de ‘suavemente’ puede variar de una persona a otra.
—¡No volveré a intentarlo nunca más!
Poco después, el hombre salió arrastrándose a cuatro patas, con la cara cubierta de lágrimas y mocos.
—Una propuesta debe hacerse cuando uno tiene razones para creer que será aceptada. No se trata de lanzar palabras al azar a alguien cuyo nombre ni siquiera conoces. ¿Entendido?
—¡Sí, sí!
El hombre lloraba mientras escapaba rápidamente.
Diarin, apoyada contra la pared, cruzó los brazos y observó a Ceres, que la miraba desde el otro lado, recostado con aire altivo.
—¿Eso fue ‘suave’?
—Para mis estándares, sí.
—…
Al menos, el hombre no parecía tener marcas visibles de golpes, así que Diarin decidió dejarlo pasar.
En los primeros días, aquellos que se atrevían a acercarse a Diarin casi eran enviados directamente al lado del dios. De no haber intervenido ella, probablemente habrían sido obligados a —pedir la mano de su hija— cara a cara con el dios mismo.
Sin embargo, a pesar del alboroto que causaba Ceres, las propuestas no cesaban. Era casi como si pedirle matrimonio a Diarin se hubiera convertido en una moda, algo que la gente hacía con la misma actitud con la que perseguía un sueño de riqueza repentina.
—Por eso, Diarin…
—Ya basta.
Ceres no perdía oportunidad para intentarlo, pero Diarin también había desarrollado una resistencia considerable.
Con tantas propuestas resonando constantemente a su alrededor, el tema del matrimonio había llegado a saturarla al punto de querer huir. Incluso las insistentes propuestas de Ceres empezaban a parecerle un ruido de fondo que rechazaba automáticamente.
—¿No tenías hoy una reunión con el inspector territorial?
—Solo salí un momento.
—¿Y no deberías regresar?
Con el tiempo, Ceres había asumido más responsabilidades como primer príncipe. Su agenda estaba llena de estudios, entrenamientos, reuniones con nobles y la administración de territorios.
Por su parte, Diarin también estaba ocupada. Como hija del dios, no necesitaba hacer nada para atraer atención; su fama se traducía directamente en una creciente carga de trabajo. Aprovechando el impulso, se dedicaba a conocer a tantas personas como fuera posible, construyendo su propia red de influencia.
Aun así, por ocupados que estuvieran, Ceres siempre parecía tener un radar especial para identificar pretendientes. Tan pronto como alguno se acercaba, él aparecía de inmediato.
—Es hora de comer, así que puedo hacer un hueco. Diarin, si te parece bien…
—Está bien, siempre y cuando no pongas un anillo en el pastel.
—No repito las mismas ideas dos veces.
—¿Y entre las costillas?
—…Ah, lo olvidé.
—No lo hagas.
—…De acuerdo.
Incluso las comidas con Ceres venían con propuestas cuidadosamente preparadas. Como había prometido, seguía dedicándose al máximo en cada una de ellas, apareciendo en los momentos más inesperados.
—Disculpen que interrumpa su tiempo juntos.
Hoy, habían acordado simplemente comer en el comedor, pero un sirviente imperial llegó corriendo hacia ellos.
—Su Majestad el Emperador ha solicitado que, si aún no han comido, lo acompañen al jardín de rosas, donde las flores están en su máximo esplendor.
—Ya hemos comido.
Ceres respondió con seguridad, mintiendo sin pestañear.
Diarin, tranquilamente, se sumó a la mentira.
—Ah, estoy llena.
—P-Pero Su Majestad insistió en que fuera antes de la comida…
El sirviente puso cara de desesperación. Aunque sus palabras eran respetuosas, era evidente que, si no llevaba a ambos al jardín, él cargaría con todas las consecuencias.
Pero no podían ceder.
—Si como una gota más, podría devolverlo todo. Y no sería apropiado ofender a Su Majestad de esa manera, ¿verdad? —añadió Diarin, dando unas palmaditas a su vientre como si estuviera realmente satisfecha.
Sus sincronías eran impecables. Sin embargo, su estómago no estaba de acuerdo.
Grrr.
¡Tengo hambre!
El rugido de su estómago rompió el silencio, dejando a los tres en una situación incómoda.
Comments for chapter "174"
MANGA DISCUSSION