⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ceres quedó atónito tras escuchar las palabras de Diarin.
La mirada feroz que parecía dispuesto a morir en ese instante se desvaneció de repente.
—… ¿Qué dijiste?
—¿No quieres?
—No es que no quiera… Pero mi propuesta aún no está… Necesito más preparación…
—¿Cómo exactamente planeas prepararte más?
—Un camino de flores hecho de joyas… Una casa construida con flores…
Solo imaginarlo daba vértigo.
Sabiendo que Ceres era capaz de hacerlo realidad, la idea se sentía peligrosamente cercana.
—… Mejor no hagas eso.
—¿No es suficiente?
—No necesitas hacerlo.
Diarin ya había recibido mucho de Ceres. Y no tenía intención de aceptar más.
De hecho, quería ser ella quien le diera algo a él: estabilidad, paz, cosas así.
—Si no quieres joyas, un camino de flores hecho de chocolate, una casa hecha de galletas…
Aun así, Ceres parecía pensar que no era suficiente y continuó enumerando cosas que a Diarin podrían gustarle.
—… Eso lo pensaremos después.
Aunque debía rechazarlo, era demasiado tentador.
Diarin, tras poner en pausa los extravagantes regalos de Ceres, bajó al suelo.
—Lo que ya has hecho es suficiente. Acepto tu propuesta.
—¿Diarin?
Ceres, al parecer, aún pensaba que Diarin seguía bromeando con él, porque no reaccionó de inmediato.
—¿No quieres? Te estoy diciendo que nos casemos.
Diarin, sonriendo, miró directamente al rostro de Ceres.
Ceres todavía tenía una expresión a medio camino entre sorpresa e incredulidad.
Así que Diarin empujó un poco más para que lo tomara en serio.
—En un lugar donde nadie nos conozca, solo nosotros dos. No como el matrimonio entre la hija del dios, Diarin, y el príncipe Cerendias, sino simplemente Diarin y Ceres. Si es así, está bien.
Aunque nadie en el mundo supiera de su matrimonio, eso no importaba. Lo importante era la promesa de estar juntos y acompañarse.
Solo entonces Ceres empezó a creer en las palabras de Diarin. No pasó mucho tiempo antes de que su expresión aturdida se transformara en una amplia sonrisa radiante.
—Mientras seas tú, Diarin, eso me basta.
Ceres abrazó a Diarin de repente. Si tuviera una cola, estaría agitándola con tal entusiasmo que haría ruido.
El simple hecho de hablar de un matrimonio no oficial, casi como un juego, lo hacía inmensamente feliz. Fue una decisión impulsiva de la que Diarin no se arrepintió.
—¿Eh?
De repente, Ceres empezó a correr cargando a Diarin.
—¿Adónde vamos?
—A casarnos.
—… ¿Qué?
Diarin, al recuperar la compostura, agarró a Ceres por el cuello de la camisa.
—¿Adónde crees que vas a casarte? ¡Nadie dijo que lo haríamos ahora mismo!
—A un lugar donde no haya nadie. De todos modos, si lo vamos a hacer, ¿por qué no ahora mismo?
Ceres respondió con calma, a pesar de tener a Diarin sujetándolo, y no dejó de correr con ella en brazos.
—¡Espera un momento!
No hubo tiempo para que Diarin lo detuviera.
Ceres llegó corriendo al Palacio del Primer Príncipe en un abrir y cerrar de ojos, a una velocidad que los guardias que los seguían no pudieron igualar.
Sin detenerse, montó en un caballo con Diarin todavía en brazos.
—¡Alteza!
—¡Ahh! ¡Llévennos con ustedes!
Los escoltas y sirvientes estaban completamente desconcertados. Pero nadie pudo seguir el ritmo de Ceres, cuya mente estaba completamente absorbida en la idea del matrimonio.
—¡No nos sigan! ¡No intenten encontrarnos hasta mañana!
—¿Quéeee? ¡Altezaaaaa!
Con una orden simple y arbitraria, Ceres abandonó el palacio real.
Solo cuando cruzaron las puertas del palacio, Diarin recuperó la cordura.
—¿Qué clase de locura estás haciendo ahora?
—Una locura por Diarin.
—…
Es cierto que nadie puede razonar con un loco sereno. Ceres, que estaba llevando a cabo esta fuga repentina, estaba inquietantemente tranquilo.
—¿Ceres? ¿Qué estás pensando?
—Hacer lo que dijiste: un matrimonio solo para nosotros dos, en un lugar donde no haya nadie.
—… ¿No me digas que tienes algo preparado?
Ceres no respondió, solo la miró con una sonrisa tranquila. Era escalofriante.
El anillo incrustado con una gema del tamaño de un puño ya daba indicios de su extravagancia, pero parecía que los planes en la mente de Ceres eran ilimitados.
Diarin decidió primero alterar sus colores de cabello y ojos, para que nadie los reconociera.
Ceres volvió a tener el cabello y los ojos oscuros, como cuando vivían en su mansión. Era como ver de nuevo a su querido perro guardián. Por un momento, Diarin olvidó que estaba siendo secuestrada y sonrió con ternura.
—He oído que hay muchos tipos de ceremonias de matrimonio.
—… ¿Eh?
El caballo cruzó la bulliciosa ciudad y parecía que se dirigían fuera de la capital.
Cuando dejaron atrás las calles abarrotadas, Ceres pudo hablar con más tranquilidad.
—Tan pronto como aceptaste mi propuesta, pensé que lo mejor sería celebrar la boda lo antes posible. Así que he preparado varias opciones.
—… ¿Qué?
—No sabía qué tipo de boda preferirías.
Era demasiado. Si estaba loco o era increíblemente meticuloso, una de las dos cosas sería suficiente.
Que fuera las dos al mismo tiempo era simplemente aterrador.
—Si toma demasiado tiempo prepararlo, podría pasar algo en medio, alguien podría interferir, o podrías cambiar de opinión.
—¿De verdad crees que acepté tu propuesta pensando en cambiar de opinión tan rápido?
Diarin dejó escapar una risa sarcástica, incrédula ante esa última frase. Pero Ceres la miró con seriedad.
—Fuiste tú quien dijo que incluso casarse no significa que sea el final.
—…Ah.
—Incluso después de casarnos, si eso sucede, aún queda incertidumbre. ¿Y antes del matrimonio? No podemos saberlo con certeza.
—…Eso es cierto, pero aun así, ¿de verdad crees que pasaría algo así?
—Uno nunca sabe. Si surgiera una situación en la que tuviera que contraer un matrimonio por conveniencia política, ¿intentarías detenerlo?
—¿…Matrimonio por conveniencia?
Era algo que había olvidado hace tiempo. Al principio, su objetivo había sido convertir a su ‘cachorro’ en un joven apuesto y digno de un buen matrimonio. En aquellos días, probablemente habría aplaudido mientras lo veía casarse.
Incluso cuando llegaron al palacio, todavía pensaba en encontrar una joven hermosa y adecuada para él.
Pero, ¿cuándo cambió eso?
¿Cuándo dejó de imaginar a Ceres junto a otra mujer?
Pensar en él entrando al altar de la mano de una mujer desconocida, con las manos entrelazadas, mirándose con cariño, besándose, riéndose…
El simple pensamiento la dejó sin aliento.
Sin embargo, si eso era lo mejor para la vida de Ceres…
—…¿Tú lo harías?
Finalmente, Diarin lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le hizo esa pregunta.
Solo imaginarlo la llenó de frustración, pero aun así no quería evitarlo si era lo mejor para él.
—No lo haría. Incluso si me empujaras a hacerlo.
Ese fiel cachorro suyo respondió con absoluta claridad.
Era una respuesta obvia, pero aún así necesitaba escucharla. Es como saborear un platillo conocido y delicioso, o leer un libro favorito una vez más.
Con una sonrisa, Diarin le hizo otra pregunta en tono de broma:
—¿Y si eso significara que el reino colapsaría?
—Mejor.
Pero la respuesta de Ceres fue completamente sincera.
Aunque era príncipe, no tenía ningún apego al reino de Racklion. Era un país que había hecho sufrir a su madre, lo había llenado de competencia amarga en su infancia y lo sacrificó como miembro de la octava división.
A pesar de tener un padre, hermanos, un abuelo lejano en otro país y otros parientes, Ceres no tenía familia. Igual que Diarin.
Al darse cuenta una vez más de lo únicos que eran el uno para el otro, Diarin lo abrazó más fuerte.
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Ceres había salido de la ciudad hasta llegar a un lugar despoblado. Abandonó los caminos y se adentró en un campo cubierto de pasto.
El terreno era irregular y peligroso para que el caballo corriera, así que redujo la velocidad.
Finalmente, Diarin, que había estado abrazada con fuerza a su espalda temiendo caer, lo soltó con un suspiro de alivio.
—Aún es peligroso.
Sin embargo, Ceres volvió a abrazarla firmemente por la cintura, obligándola a quedarse en la misma posición.
Parecía una excusa para acercarse más, pero ya había decidido casarse con él, así que Diarin decidió mostrarse indulgente.
El caballo avanzaba lentamente, empujando las altas hierbas mientras se adentraban más en la vegetación. Frente a ellos, el camino se volvía cada vez más denso, y no se veía nada.
—¿No crees que esto ya es suficiente?
Era un lugar desolado, solo ellos dos. Cumplía con las condiciones que había mencionado para su boda.
Pero Ceres no detuvo al caballo y siguió avanzando.
—El lugar que preparé todavía está más adelante.
—¿No solo conocías el lugar, sino que además lo preparaste?
—Por supuesto.
Ceres la miró como si fuera raro que preguntara algo así.
No, lo extraño es que hayas preparado varios tipos de bodas sin decirme nada… Diarin se sintió indignada.
De repente, las hierbas que llegaban a la cintura disminuyeron hasta quedar al nivel del suelo.
—…¡Ah!
Diarin exclamó en voz baja al ver el lugar que se desplegaba ante ella.
Más allá de las hierbas altas, apareció un espacio cubierto por césped perfectamente cortado. Aunque era un ‘lugar para una boda íntima’, parecía lo suficientemente grande como para albergar a cien invitados.
Y en el centro, había flores blancas en plena floración.
Un túnel, columnas y un altar, todo hecho de enredaderas de flores blancas, brillaban más que la seda más fina que pudiera adornar una boda.
Las flores estaban firmemente enraizadas en el suelo, lo que significaba que no se habían colocado apresuradamente en uno o dos días.
—Wow…
Ceres desmontó del caballo, sosteniendo a Diarin en sus brazos.
Ella no podía cerrar la boca mientras observaba el lugar.
Había esperado algo improvisado, tal vez una tienda de campaña, pero el lugar era lo suficientemente impresionante como para realizar una ceremonia oficial.
—¿Desde cuándo preparaste esto…?
—Desde hace un tiempo.
—¿Cómo supiste qué hacer… o siquiera cómo pensar en algo así?
Al acercarse, vio que las flores no eran de una sola especie. Aunque todas eran blancas, cada una tenía una forma diferente. Era un verdadero trabajo hecho con dedicación.
—Investigando los sueños de la gente sobre sus bodas.
—Dios mío…
Diarin se cubrió la boca con las manos.
¿Desde cuándo mi cachorro se convirtió en este joven apuesto, capaz de emocionar a alguien hasta las lágrimas?
Mientras veía la dedicación de Ceres, también sentía cuánto la amaba.
—¿Cuál fue la boda más difícil de preparar? Ya que has hecho todo esto, algún día, en un futuro muy, muy lejano, podríamos hacer otra boda ahí.
Emocionada, Diarin sugirió.
Ceres aceptó de inmediato la idea.
—La ceremonia subacuática junto al lago del palacio fue la más complicada.
—…
Quizás deberían reconsiderar esa opción.
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