⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ceres miraba a Diarin con ojos brillantes desde abajo.
Esto era lo aterrador de Ceres.
No decía ni una sola palabra en vano.
Todo lo que salía de su boca era auténtico.
—Uf, de verdad…
Con un suspiro mezclado en su murmullo, los labios de Ceres se adelantaron en un puchero.
Está bien. Cómetelo, cómetelo.
Diarin sujetó las mejillas de Ceres con ambas manos y presionó sus labios con fuerza contra los suyos.
En la frente, los párpados, el puente de la nariz, las mejillas, los labios. No dejó nada sin besar.
Presionaba y besaba con fuerza, una y otra vez.
Ceres había dicho que quería los labios de Diarin, pero el resultado fue al contrario.
Era Diarin quien parecía devorar a Ceres, cubriendo todo su rostro con besos ruidosos.
Las mejillas y la frente de Ceres se llenaron de marcas rojizas, como si hubiera sido mordido.
—Je, je…
Aun así, Ceres reía feliz. Este era el hombre que estaba destinado a convertirse en el próximo Emperador del reino.
¿Qué estoy haciendo ahora mismo?
Diarin se detuvo, sintiéndose un poco fuera de lugar.
Sin embargo, Ceres no parecía en absoluto afectado.
—Más.
—¿Qué más ni qué nada?
—Hazlo.
—Si sigo, tu cara va a parecer una manzana.
—No importa si parece una manzana.
Diarin dejó escapar una risa hueca, como si el aire se escapara de un globo.
Aunque Ceres siempre era así, verle tan inmutable en su actitud seguía siendo asombroso.
—¿Hasta cuándo, cuánto más tengo que darte para que no digas que te falta algo?
Probablemente, para siempre.
Siempre me desearás, y siempre sentirás que no es suficiente.
Diarin planteó una pregunta cuyo trasfondo ya era evidente.
Sabía que la insaciable carencia de Ceres estaba ligada al deseo que sentía por él.
—Hmm…
Incluso ante una pregunta obvia, Ceres empezó a meditar seriamente.
¿Eh?
¿De verdad estás pensando en ello?
¿En serio?
¿Y acaso pensar en ello resolverá algo?
—No lo sé.
Bueno, por supuesto.
La respuesta no salió ni un milímetro de lo esperado, y Diarin rió antes de besarle la frente.
Si nunca iba a ser suficiente, entonces podría darle todo lo que quisiera.
Ceres relajó el ceño fruncido por el dilema y sonrió ampliamente.
El rostro de Ceres, iluminado al mirar hacia Diarin, parecía irradiar luz.
—Pero que me falte algo significa que no me das suficiente.
—¿Te parece poco esto?
Diarin, como para probarlo, volvió a besarle ruidosamente.
Ceres rió una vez más, con una sonrisa tan contagiosa que resultaba imposible no acompañarle.
—Diarin ya me da bastante, pero querer más, ¿cómo se llama eso?
Ceres extendió las manos y lo atrajo suavemente por el cuello y la cintura.
La fuerza era lo suficientemente leve como para resistirse si quisiera.
Diarin se resistió una vez.
¿Hasta dónde piensas llegar solo porque te seguí el juego?
—Ambición.
Como si reprendiera a un cachorro, Diarin tocó la nariz de Ceres con un dedo.
Aunque no hiciera nada, eventualmente él mismo recibiría lo que buscaba.
—… Ambición.
Ceres levantó las cejas.
Descubría un nuevo aspecto de sí mismo.
—Cada vez que veo a Diarin, siento ambición.
Ceres aplicó inmediatamente lo que acababa de aprender.
—¿Qué clase de ambición?
—La ambición de que seas solo mía. La ambición de que solo me mires a mí. La ambición de tocarte y volver a tocarte.
—……
La voz de Ceres empezó a bajar de tono.
Un sonido profundo y grave que se sentía como una carga en el estómago.
La sonrisa juguetona en los labios de Diarin comenzó a desvanecerse bajo ese peso.
Los brazos de Ceres, que rodeaban su cuello y cintura, se tensaron poco a poco.
Hasta el punto en que Diarin ya no podía resistirse, aunque empujara su pecho.
—La ambición de poseer cada parte de ti.
—……
Era como si una roca gigante la aplastara.
Le costaba respirar.
Diarin miró a Ceres con el rostro completamente serio.
En algún momento, la sonrisa de Ceres también había desaparecido.
Lentamente, el rostro de Ceres se acercó.
No estaba claro si era Diarin quien se inclinaba o si Ceres se elevaba.
Todo el mundo se desvaneció, salvo Ceres.
El rostro que se acercaba parecía increíblemente claro: sus ojos perforantes, su nariz bien perfilada, sus labios enrojecidos.
Cada línea y arruga de sus labios parecía grabarse en sus retinas a medida que se acercaban.
¡Demasiado cerca!a
El latido del corazón de Ceres resonaba a través del cuerpo que ambos compartían en ese momento.
Era tan fuerte que ya no podía distinguir si era el suyo o el de Ceres.
El sonido llenaba sus oídos, como si tuviera dos corazones.
El pecho le iba a explotar.
—… Diarin.
Su nombre salió como un susurro ronco, mezclado con un eco metálico.
En lugar de responder, Diarin contuvo la respiración.
Como si estuviera a punto de sumergirse en aguas profundas.
Los dedos de Ceres, que habían estado sosteniéndole por la nuca, se deslizaron entre su cabello.
Eran delgados y largos, pero firmes.
No lo suficientemente fuertes como para ser imposibles de resistir, pero cargados de una ambición ineludible.
Una ambición que lo envolvía por completo, como si lo ataran con cuerdas invisibles.
Ya no veía el rostro completo de Ceres, solo su perfil afilado, sus largas pestañas y sus profundos ojos.
Entonces, poco a poco, solo los misteriosos ojos de Ceres llenaron por completo su campo de visión.
En el instante en que creyó ver sus propios ojos reflejados, abiertos de par en par como si estuvieran sorprendidos dentro de las pupilas de Ceres, todo se volvió negro al cerrar los ojos.
—¡Ah!
En el momento en que sus labios se tocaron, Diarin, sin darse cuenta, contuvo la respiración de nuevo.
Aunque ya estaba acostumbrada a los besos, este era diferente.
Desde el primer contacto, una llamarada recorrió su columna vertebral, haciendo que todo su cuerpo se sintiera cálido y febril.
Esos labios que conocía tan bien no eran simplemente labios esta vez.
Eran calor puro, capaz de derretir todo su cuerpo.
¿Los labios de Ceres siempre fueron así? ¿Siempre tuvieron esta temperatura?
Ceres tiró de Diarin hacia él.
Desde los labios hasta la parte baja de sus vientres, sus cuerpos estaban completamente pegados. No había ni el más mínimo espacio entre ellos, como si incluso una aguja no pudiera caber.
—Mmh, ah.
La extraña sensación hizo que Diarin se retorciera.
Era como si alguien que nunca había tocado el agua estuviera sumergiéndose por primera vez: confusa y desconcertada.
¿Qué hago? ¿Qué hago ahora?
Thump, thump, thump.
El latido de su corazón resonaba como el redoble de tambores anunciando una carga.
Y a pesar de todo, sentía una extraña sensación de cosquilleo, como si una suave pluma rozara la punta de sus dedos de los pies.
Involuntariamente, sus rodillas comenzaron a juntarse.
La firme pierna de Ceres se colocó entre las de Diarin, encajándola como una cerradura y llave.
Aunque trató de apartarse, las grandes palmas de Ceres, que cubrían toda su espalda, la mantuvieron firmemente en su lugar, haciéndolo imposible.
El contacto con el cuerpo firme que rozaba justo debajo de su ombligo era una experiencia completamente nueva.
—¡Ah! ¡Ahh! ¡Espera!
—…Diarin…
Diarin, con esfuerzo, logró girar la cabeza para apartar sus labios.
Ceres gruñó bajo y volvió a acercarse, tratando de atrapar nuevamente sus labios.
—¡Un momento! ¡Ah!
Necesitaba tiempo para respirar.
Diarin sacudió la cabeza y empujó a Ceres, lo que hizo que su cuello expuesto y pálido quedara a la vista como una invitación abierta.
Ceres, siempre tan instintivo como un perro de caza, encontró rápidamente su próximo destino.
—¡Ah! ¡Oye, tú!
El cuerpo de Diarin tembló por la sorpresa, saltando levemente, lo que pareció alegrar aún más a Ceres.
Era como si finalmente estuviera probando un banquete largamente anhelado, uno del que siempre había tenido que conformarse solo con mirar.
El pecho de Ceres se llenó con una sensación de plenitud que se parecía a la saciedad tras una comida deliciosa.
Ceres suspiró profundamente, como si su estómago estuviera lleno hasta el diafragma.
—…Hah.
El sonido hizo que el cuerpo de Diarin temblara una vez más.
Parecía poco probable que la dejara ir ahora.
Este idiota… parece que hoy realmente decidió atraparme.
—…Diarin…
Ceres susurró el nombre de Diarin, dejando un mordisco suave en su cuello.
Claramente, solo besar no era suficiente.
—¡No, basta…!
Diarin, actuando por instinto, empujó los hombros de Ceres.
Pero por más que lo intentara, no podía escapar de los brazos que la sujetaban firmemente por la cintura.
—¿Por qué? ¿Por qué no, Diarin?
—Porque…
—¿Hmm?
Diarin jadeó, con una respiración agitada, mientras miraba a Ceres.
En algún momento, sus posiciones se habían invertido.
Ceres, que al principio estaba recostado sobre sus piernas, ahora estaba sobre ella, cubriéndola como un cielo que la envolvía completamente.
No había espacio para escapar de su intensa mirada, ni de sus brazos que la sostenían firmemente.
Incluso el más mínimo movimiento aseguraba un contacto constante entre sus cuerpos.
Diarin parecía a punto de llorar.
¡Esto no me deja ningún espacio para escapar!
—Hmm. ¿Por qué no puedo besarte en otros lugares, Diarin?
—Es… es solo que…
—¿No te gusta?
Ceres la miró fijamente mientras hacía la pregunta.
Diarin respiró profundamente.
Sabía que si decía que no le gustaba, Ceres retrocedería de inmediato.
Por más hambriento que estuviera, respetaría ese límite. Eso era algo en lo que podía confiar.
El problema era…
¡No es que no me guste!
Si realmente no le gustara, ya habría hecho algo: un empujón fuerte, un grito, cualquier cosa.
El verdadero problema era que no lo odiaba, y eso complicaba todo más.
¿Cómo explico esto?
Sabía que no debía permitirlo, pero nunca había estado en esta situación antes. Solo podía repetir en su mente que algo no estaba bien, aunque no podía justificar por qué.
—Es solo que…
Diarin tartamudeaba, incapaz de expresarse con claridad.
Mientras tanto, su corazón seguía latiendo con fuerza, enviando más y más sangre a su rostro.
No había forma de que Ceres no se diera cuenta de ello.
—Diarin. No parece que no te guste.
—…
—Entonces, ¿qué problema hay?
Ceres, pensativo, tocó su frente contra la de ella, como si tratara de resolver un acertijo.
Incluso mientras reflexionaba, sus manos se movían lentamente por la cintura de Diarin.
—Es que… se siente extraño…
—¿Qué cosa?
—Todo…
Ceres parpadeó, como si no entendiera.
—¿Te refieres a esta sensación?
Como para confirmarlo, Ceres mordió suavemente sus labios, prolongando el contacto antes de soltarla.
El tacto húmedo y pegajoso hizo que Diarin se estremeciera visiblemente.
—¡Ahh…!
—Es esto, ¿verdad?
Ceres parecía haber encontrado una respuesta.
Y con esa respuesta, también descubrió otra verdad oculta.
—Pero esto tampoco parece desagradarte, Diarin.
Con una sonrisa que mostraba sus ojos brillantes, Ceres volvió a capturar sus labios.
Diarin, aunque volvió a estremecerse, no pudo rechazarlo esta vez.
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