⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Espera! ¡No!
Diarin volvió a detenerlo con su rechazo.
—Haa…
Ceres dejó escapar un suspiro cargado de esfuerzo mientras apoyaba su rostro en el hombro de Diarin.
El aliento caliente que escapaba de su boca hizo que el pecho de Diarin se estremeciera.
No era que quisiera rechazarlo tan insistentemente…
Era porque realmente sentía que iba a morir.
Por mucho que lo amara, no era posible meter un puño en un agujero de su nariz.
¿No habrá crecido al tamaño de un puño, verdad?
Diarin había visto a Ceres en su estado habitual al bañarse, al cambiarse de ropa o por accidentes inesperados.
No es que se hubiera fijado específicamente en esa parte, pero estaba claro que su presencia era imponente.
Sin embargo, lo que tenía frente a sus ojos ahora era diferente a lo que recordaba.
¿Será que lo recuerdo mal?
Lo que veía en ese momento superaba lo asombroso y rozaba el terror.
—Espera un momento. Aléjate un poco.
Diarin empujó el pecho de Ceres, alejándolo.
El cambio en su tono de voz fue tan drástico que incluso Ceres no pudo resistirse.
Diarin se incorporó y miró directamente hacia esa parte de Ceres. Tragó saliva.
Gracias a la ausencia de vello, todo se veía con claridad.
¿Podía considerarse aquello parte del cuerpo humano?
No estaba en su estado normal; lo que veía era una versión completamente excitada y no se parecía en nada a lo que recordaba.
¡Con razón me estaba costando tanto!
Diarin trató de calmar su respiración, que ahora era pesada, mientras organizaba sus pensamientos.
Primero, aunque parecía imposible, se suponía que esa parte era donde nacían los hijos, por lo que con esfuerzo debía ser factible.
Además, no podía posponerlo indefinidamente.
Ahora era Emperatriz, y si debía producir un heredero, tenía que hacerlo.
Era algo que tarde o temprano debía pasar, así que era mejor enfrentarlo desde ahora.
—…Está bien. Estoy lista.
Diarin volvió a dejarse caer sobre la cama.
—¿…?
La reacción repentina de Diarin dejó a Ceres algo desconcertado.
—¿Qué haces? Vamos, hazlo. Bueno, hazlo despacio.
—¿Quieres que lo haga rápido o despacio?
—Si lo vas a hacer, es mejor terminar rápido.
Diarin cerró los ojos con fuerza y gritó.
Trataba de convencerse de que si todos los demás podían hacerlo, ella también sería capaz.
Aunque le preocupaba que Ceres no fuera como los demás, no creía que llegara a matarla.
—Estoy bien. Estoy lista. Ahora soy Emperatriz.
Diarin declaró con determinación, pero Ceres no hizo ningún movimiento para acercarse.
—Hmm…
—¿Qué haces?
—Me gustaría que tú estuvieras en el mismo estado que yo.
—…Yo también lo desearía, pero…
Ahora mismo, no parecía posible.
Por supuesto, pensar en cumplir con un deber y sentir excitación no eran cosas que pudieran ir de la mano.
Mientras acariciaba el cuerpo de Diarin, que ya se había enfriado, Ceres dejó un beso en su abdomen.
—…No importa.
Diarin sonrió levemente y asintió.
Hasta hacía poco, todo había sido placentero. Esperaba que continuara así, pero no todo podía ser perfecto.
Especialmente cuando se trataba de deberes, disfrutarlo era difícil.
Ceres también parecía dispuesto a soportar el sufrimiento y cumplir con su deber como un adulto. Diarin lo encontraba admirable y digno de elogio.
Sin embargo, no escuchó las palabras que Ceres murmuró para sí mismo.
—Se puede volver a encender.
Tal como dijo Ceres, no tardó mucho para que el cuerpo de Diarin volviera a encenderse.
—¡Ah! ¿Eh? ¡Ah!
Y, finalmente, cuando el fuego consumía a Diarin, se rindió por completo ante Ceres.
No recordaba cómo sucedió.
Ceres, desde el principio hasta el final, mostró una paciencia inquebrantable y una dedicación persistente.
Nunca imaginó que la determinación que usaba en las batallas también se aplicaría en algo así.
Ceres entendió que no todo se resolvía con fuerza bruta. Fue realmente lento y gradual al ayudar a Diarin a adaptarse.
El resultado fue que la unión entre ambos se logró con éxito.
—¡Aaah! ¡Oh, Dios mío!
Diarin clamó al cielo incontables veces en una sola noche.
Se sintió como si su vista se desvaneciera para luego caer de golpe en un abismo.
Por momentos, pensaba que realmente podría morir.
—¿Estás teniendo una aventura con Dios?
Ceres incluso se sintió celoso de Dios.
Era tan apasionado que parecía dispuesto a enfrentarse a Él por el amor de Diarin.
—Si no te controlas, podría dejarte por Dios.
—Estoy siendo moderado. Muy moderado.
—¿Esto es moderación? ¿De verdad?
—¿Quieres experimentar lo que no es moderado?
—¡No, no, no!
Diarin negó frenéticamente con la cabeza.
Ceres rió mientras dejaba pequeños besos en la frente y las mejillas sudorosas de Diarin.
Aunque quería que Diarin disfrutara también, le resultaba adorable incluso cuando se asustaba.
Todo en Diarin le gustaba: si se divertía, si se asustaba, todo. Y eso era un problema.
—Cosquillas…
Diarin parecía relajarse más con estos gestos juguetones y ligeros que con los movimientos intensos.
Incluso tenía suficiente energía para golpear suavemente el hombro de Ceres y reír mientras él mordía ligeramente su cuello y luego lo soltaba.
Ese toque ligero provocó a Ceres de una manera inesperada.
—¡Ah…!
Fue una provocación realmente accidental.
Ceres dejó escapar un pequeño gemido sin darse cuenta, y su cuerpo tembló.
Como ambos estaban completamente pegados, Diarin también pudo sentir con claridad el cambio que estaba ocurriendo en Ceres.
—¿Por qué? ¿Por qué, maldita sea?
¿Por qué todo terminaba encendiéndose como si fuera paja seca?
Diarin miró a Ceres con incredulidad.
—…Porque eres tú, Diarin.
—…¿Qué?
—Porque eres tú.
Ceres, enfrentándose a la mirada de protesta de Diarin, le lanzó una pregunta tiernamente cruel:
—¿Puedo continuar, Diarin?
—…
Este hombre, realmente no conocía la moderación.
Pero el problema era que tampoco podía decir que le disgustara por completo.
De hecho, decir que lo odiaba sería incorrecto.
Le gustaba.
—Ah, de verdad…
Diarin no tuvo más remedio que suspirar resignada mientras se aferraba a los hombros de Ceres.
Sus cuerpos volvieron a unirse.
No solo estaban juntos, era como si se fundieran en uno solo.
Quizás por eso, en algún momento incluso sus sentidos comenzaron a ser uno mismo.
El mundo de ambos explotó simultáneamente, como si estallara en un gran boom.
La cúspide de todas las sensaciones acumuladas terminó en una explosión.
Todo se volvió blanco frente a sus ojos, mientras su cuerpo entero parecía llenarse de fuegos artificiales.
—¡Ceres!
—Diarin… ¡uh!
Ambos se abrazaron desesperadamente, como si buscaran enloquecidos lo único que tenían delante: el uno al otro.
Se llamaban mutuamente por sus nombres, mientras sentían que no podían estar más cerca de lo que ya estaban.
Era como si en su mente llovieran pétalos de flores.
En ese mundo, solo existían ellos dos.
Ceres y Diarin se abrazaron con fuerza mientras se besaban profundamente.
No fue hasta que sus corazones, aún latiendo frenéticamente, comenzaron a calmarse que lograron recuperar el aliento.
—Ha… Así que por eso la gente se casa.
Aunque no te casaras, tal vez eso era lo que definía una relación entre hombre y mujer.
Un placer que nunca entenderías a menos que lo experimentaras.
No tenía un punto de comparación, así que no sabía si otras personas sentirían lo mismo, pero para Diarin, aquello era lo mejor del mundo.
Ningún plato delicioso, ningún paisaje hermoso, ni siquiera la música más perfecta podían ser tan dulce, emocionante y extasiante como eso.
Excepto por lo agotador.
—Qué suerte casarme contigo, Diarin.
—¿Por poder disfrutar de esto?
Diarin se rió entre dientes.
Pero Ceres hablaba en serio.
—No creo que con otra persona hubiera sido igual de bueno.
Solo porque era Diarin, el olor de su piel y el roce de su tacto lo embriagaban y lo excitaban profundamente. Con otra persona, no habría sido así.
Si como príncipe heredero, Cerendias, hubiera seguido el curso normal de las cosas y se hubiera casado por conveniencia política, seguramente no habría sentido lo mismo.
Era como si el tiempo que había pasado como soldado en la octava división hubiera sido recompensado.
—Yo también estoy feliz de que seas tú, Ceres.
Diarin abrazó el pecho de Ceres y hundió su rostro en él.
El corazón de Ceres latió tan fuerte que parecía estar golpeando como un puño.
—¿…Ceres?
El sonido anormal del corazón hizo que Diarin levantara la cabeza, preocupada.
No podía ser…
Como si fuera una bestia despertando de su sueño, Ceres se deslizó sobre el cuerpo de Diarin con sigilo.
—…Un poco más.
—¡Espera! No. ¡Espera!
Diarin, completamente pálida, intentó detener a Ceres.
Pero ya era demasiado tarde.
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Diarin recordaría la última semana como una experiencia en la que ‘casi muere’.
¿Era posible que el cuerpo humano quedara tan exhausto y destrozado?
No solo era por las veces que Ceres la mordió, lamió y chupó. Lo que realmente la dejó al límite fue la unión constante y sin descanso, al punto de que la parte de su cuerpo donde se unían estaba inflamada.
Ya no recordaba el momento en que le había costado aceptar a Ceres dentro de ella. Ahora él se movía con total libertad.
Una vez que Ceres entraba, parecía que no pensaba salir.
En ese proceso, Diarin también se había sumergido en el placer, como si se hubiera vuelto adicta.
Pero había un problema…
Su resistencia física.
—¡¿Cómo esperas que tenga la misma energía que tú?!
—Puedes llegar a ser igual.
—¡¿Qué demonios dices?!
—El cuerpo humano cambia con el entrenamiento. Si lo repites lo suficiente, tu cuerpo también se adaptará como el mío.
Ceres lo decía con total seriedad.
Era imposible razonar con él.
Diarin, tras darse cuenta de ello, tomó una decisión fría y práctica.
—¡Fuera de aquí!
Al final, para salvarse, Diarin echó a Ceres de la habitación.
Así se creó la anécdota del primer Emperador en la historia que fue expulsado de la habitación nupcial.
Aunque esa historia contenía largos detalles que nunca se revelarían al público.
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