⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La mente de Diarin se congeló por completo.
Ceres disfrutaba escuchando los fuertes latidos del corazón de Diarin, que eran tan ruidosos que casi parecían tambores.
Ahora sí podía oírlos claramente.
Sin embargo, Diarin no estaba en absoluto disfrutando la situación.
Pasaron unos segundos antes de que Diarin lograra descongelar su garganta.
—¡Kyaaaa! ¿¡Qué es esto!?
Las reglas básicas de convivencia, como ‘No gritar frente a Ceres’ o ‘No provocarlo, no lograron descongelarse junto con su mente.
Sorprendida y confundida, su cuerpo reaccionó instintivamente.
Mientras soltaba un grito, el balde de agua que tenía en las manos voló directamente hacia Ceres.
Ceres, inicialmente paralizado por el grito, no esquivó el balde que se dirigía hacia él. De alguna manera, sintió que debía dejar que lo golpeara.
El balde impactó directamente en la frente de Ceres.
Un sonido satisfactorio resonó en el aire.
¡BANG!
—…
Ese sonido devolvió a Diarin a la realidad.
¡¿Qué he hecho…?!
No, pero, ¿¡qué estaba haciendo él!?
No podía decidir por dónde empezar o cómo abordar la situación.
—¿Es-¿estás bien? ¡Quiero decir, deberías haber tocado antes de entrar! ¡No, en realidad ni siquiera deberías haber entrado! ¡De todos modos, ¿por qué?!
Diarin empezó a hablar sin orden ni lógica.
Luego, rápidamente extendió la mano para tomar una toalla y cubrir la superficie del agua en la bañera.
Ceres seguía mirando fijamente como si pudiera ver a través de la toalla.
—¡Cierra los ojos!
Aunque no quería darle órdenes, no tuvo más remedio que hacerlo.
Ceres parecía insatisfecho, pero obedeció la orden de Diarin.
Solo cuando Ceres cerró los ojos, Diarin pudo empezar a calmarse.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—El sonido de tu corazón.
—¡Eso es porque me has asustado! No podía evitarlo.
—Me gusta estar cerca.
—¿Eh?
Fue una declaración inesperada.
Por un momento, Diarin no entendió lo que estaba diciendo.
Poco a poco, el significado le fue cayendo.
—¿Te acercaste porque yo… estaba lejos?
—Sí.
Ceres no intentaba disimular ni ocultar sus sentimientos.
Su honesta y directa admisión, pura como un animal, hizo que Diarin soltara un pequeño suspiro.
Sabía que Ceres había empezado a encontrar consuelo en su presencia. Aunque eventualmente tendría que ‘graduarse’ de depender de ella, por ahora era algo bueno.
Además, era motivo de celebración.
Era la primera vez que Ceres decía algo como ‘me gusta’.
Antes, Diarin tenía que insistir con muchas preguntas para que él, tras mucho pensarlo, decidiera si algo le gustaba o no. Pero ahora, era capaz de identificar lo que le agradaba y decirlo por sí mismo.
Era un avance conmovedor.
Excepto por el pequeño detalle de que ambos estaban completamente desnudos.
Dado que ahora podía entender más o menos las palabras humanas, parecía que era hora de enseñarle modales básicos.
—De acuerdo, lo entiendo. Pero sal un momento.
Ceres, obediente como siempre, retrocedió un paso y se colocó detrás de la puerta del baño.
Dejó la puerta abierta.
—…Cierra la puerta.
Había olvidado que Ceres solo hacía exactamente lo que le pedían.
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Ceres estaba tan impaciente que Diarin tuvo que apresurarse para terminar de bañarse.
Si se demoraba demasiado, quién sabía qué podría pasar o en qué dirección explotaría la situación.
Se limitó a enjuagar la espuma, se enrolló una toalla en la cabeza y salió del baño vestida.
Ceres estaba exactamente en la misma posición en la que lo había dejado.
Tan pronto como abrió la puerta, se encontró cara a cara con él, que estaba inmóvil como un pilar. Diarin casi se desmayó del susto.
—¿Ya terminaste de bañarte?
—Sí.
Ceres seguía desnudo.
Diarin, con los ojos abiertos de par en par, se obligó a fijar su mirada solo en el torso superior de Ceres.
Pero al observar más de cerca, notó rastros de sangre sin lavar en su cabello mojado.
—¿Eh? ¿De verdad te lavaste bien? Aquí aún queda algo.
Al inspeccionarlo más detenidamente, vio que no era solo un lugar; había manchas por todas partes, y bajo sus uñas había una acumulación de suciedad negra.
Diarin sintió la gravedad de la situación.
—Parece que solo te mojaste un poco.
—Me lavé.
—Por eso te estoy preguntando, porque no parece que lo hayas hecho.
¿Detestaba bañarse? ¿Le daba pereza?
Fuera lo que fuera, claramente se había limitado a seguir la instrucción de ‘bañarse’ de la manera más mínima posible.
—¿Siempre te has lavado así?
—Sí.
—…
Diarin se cubrió el rostro con ambas manos.
¿Qué hicieron los encargados del escuadrón 8? Ni siquiera le enseñaron a bañarse adecuadamente.
Era comprensible que en el campo de batalla fuera más difícil mantener una buena higiene, pero no había necesidad de vivir en condiciones tan insalubres.
Ah.
Claro, no era necesario pensar a largo plazo.
El hecho de que el escuadrón 8 hubiera sobrevivido tanto tiempo ya era un milagro.
Siempre los enviaban a batallas imposibles de ganar, en las que los sacrificios eran inevitables o incluso esperados.
Era evidente que los superiores que emitían esas órdenes no se preocuparían por algo como la higiene.
Ceres había sido reclutado cuando era muy joven, por lo que probablemente nunca aprendió a lavarse bien.
¡Pero nunca imaginé que sería tan grave!
Ni siquiera Dios habría previsto que tendría que enseñarle algo como ‘¡A frotar y lavar!’ como si fuera un niño pequeño.
Pero bañarse era importante.
Diarin tomó una nueva toalla y la colocó alrededor de la cintura de Ceres.
—No la sueltes, ¿de acuerdo?
Ceres agarró la toalla con fuerza.
Tan fuerte que la toalla se tensó y marcó las formas de su cuerpo.
Diarin miró sin darse cuenta y, al darse cuenta, contuvo el aliento.
Aunque apartó la mirada rápidamente, la imagen de aquella parte de su cuerpo que había visto por accidente persistía como una sombra en su mente.
¡Oh, dios del cielo y la tierra!
—E-Esto… ¡Vamos rápido!
Diarin, nerviosa, se apresuró hacia el baño que Ceres había usado.
Cuando entró al baño, todo quedó claro: era evidente cómo se había ‘bañado’.
El agua de la bañera estaba intacta, como si nadie hubiera entrado.
El jabón y la toalla estaban exactamente en el mismo lugar donde los había dejado, completamente secos.
Diarin se armó de paciencia y reprimió un suspiro que amenazaba con escapar.
Esto también debe ser parte de la voluntad divina… hay que enseñar con paciencia, paso a paso…
—Primero, entra a la bañera.
Ceres, con evidente descontento en su expresión, se metió en la bañera.
Aunque sumergió su cuerpo en el agua caliente, no parecía en absoluto cómodo.
—¿Está muy caliente?
Diarin metió la mano en el agua para comprobar la temperatura. Ya había perdido algo de calor, y estaba apenas tibia.
—No me gusta.
Ceres expresó su opinión con franqueza.
Estaba claro que su cara no reflejaba disfrute alguno.
Normalmente, Diarin lo habría dejado pasar, pero la situación le resultaba intrigante.
—¿Por qué? ¡El agua caliente es agradable!
—No es agradable.
—¿Por qué no te gusta?
¿Cómo podía no gustarle?
Para Diarin, esto era incomprensible, así que siguió insistiendo.
El agua caliente era un lujo.
En las casas nobles, solían tener conductos que llevaban agua caliente directamente al baño, gracias a un fuego constante en la cocina.
Pero ese fuego requería leña, y la leña costaba dinero.
En la cocina de esta mansión había un almacén lleno de leña hasta el techo, así que siempre había agua caliente disponible.
Sin embargo, Diarin nunca había tenido la oportunidad de gastar agua caliente tan libremente en su vida.
Cuando vivía con sus padres, racionaban el agua caliente para que toda la familia pudiera usarla. Primero sus padres, luego su hermano mayor, después su hermanita recién nacida, y finalmente ella.
En el templo, compartía el agua con todos y debía ser prudente con su uso.
Y en el campo de batalla, una bañera era algo impensable; el simple hecho de poder lavarse ya era un privilegio.
Por eso, sumergirse en una bañera era un lujo raro que debía aprovechar al máximo.
¿Cómo es posible que no lo disfrute?
Diarin se sentía no solo desconcertada, sino profundamente frustrada.
—Te adormece.
—¿Y qué tiene de malo?
—No puedes estar preparado para un ataque.
Aunque recientemente había habido una sorpresa, no era algo que sucediera siempre… probablemente.
Además, alguien como Ceres necesitaba relajarse un poco.
—Necesitas adormecerte más.
—No quiero.
—Una vez que lo pruebes, será difícil que quieras dejarlo…
Diarin sonrió, divertida, mientras lo decía.
Después de escuchar todo, entendió que no era exactamente un ‘no me gusta’, sino más bien una resistencia a la sensación de relajación.
El agua caliente hacía que su cuerpo se sintiera pesado, relajado, y eso a Ceres le resultaba desconcertante.
Para alguien acostumbrado a estar siempre alerta, ese tipo de relajación podía sentirse extraño, pero una vez que lo disfrutara, no habría vuelta atrás.
Observando a Ceres en la bañera, Diarin rió por lo bajo.
Lo bueno es que, cuando prueban algo placentero, se acostumbran rápido.
—Primero, te enseñaré cómo lavar tu cabello. A partir de ahora, debes hacerlo tú solo.
Diarin tomó el jabón y se colocó detrás de Ceres.
Ceres, incómodo, dejó que Diarin tomara el control de su cabello.
—Cierra los ojos, el jabón podría entrar.
La instrucción de cerrar los ojos lo desconcertó. Parecía alguien que nunca había cerrado los ojos en toda su vida, incapaz de saber cómo hacerlo.
Diarin notó su incomodidad y decidió ceder.
—Está bien, si no te importa el jabón, puedes dejarlos abiertos.
Ceres, aliviado, relajó sus hombros rígidos.
Sin embargo, como Diarin había predicho, el jabón comenzó a escurrirse, dificultando mantener los ojos abiertos.
Eventualmente, dejó de resistirse y entrecerró los ojos.
Mientras lo hacía, Diarin lo observó.
Sus pestañas largas y párpados ligeramente temblorosos.
Qué increíblemente guapo es, cada detalle…
Era algo que no tenía utilidad en el campo de batalla, pero ahora todas esas cualidades serían valiosas.
El atractivo es un arma poderosa. La gente gasta fortunas en belleza, pero él nació con ello.
¿Se habrán sentido orgullosos quienes lo trajeron al mundo?
Diarin no podía ni imaginar lo que habrían sentido al mirarlo.
Aunque le intrigaba el origen de Ceres, sabía que no tenía forma de averiguarlo.
Si va a vivir una nueva vida como ‘joven maestro’, debe brillar aún más.
Con esta idea, Diarin frotó con fuerza el cabello de Ceres, generando abundante espuma.
—Mmm…
El sonido que hizo Ceres, disfrutando del masaje, fue casi inaudible pero evidente.
Sin embargo, el momento fue breve.
Pareció asustarse de su propio sonido y abrió los ojos de golpe.
Estuvo a punto de relajarse por completo.
¿Acaba de perder la cabeza?
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