⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La queja de Roben llegó otra vez en forma de carta.
⌜¿No cree que debería venir a hacer una inspección?⌟
Al principio, había enviado una carta diciendo: Iré a informar en persona.
La ignoré.
—Si puede enviar una carta, significa que está bien.
Ceres también lo dejó pasar sin prestar mucha atención.
Todo estaba volviendo a su lugar.
Los nobles se estaban adaptando al nuevo Emperador y la nueva Emperatriz, y el templo había encontrado la posición adecuada para el Hijo de Dios.
El Duque Juren, que estaba mostrando signos de rebelión, fue ejecutado gracias a la denuncia de un traidor dentro de su facción.
Por ello, hubo un pequeño disturbio, pero fuera del palacio, para la gente común, fue solo otro día pacífico.
⌜Si está observando la situación dentro y fuera del país, ¿podría también prestarme algo de atención a mí?⌟
Las cartas de Roben, ignoradas repetidamente, comenzaron a tornarse más directas.
Mientras el mundo se sumía en la tranquilidad, Roben se volvía cada vez más agresivo.
—Es normal que pase eso si se vive entre gente ruda en tierras duras.
Incluso esto, Ceres lo tomó sin darle demasiada importancia.
Al ver que sus quejas no surtían efecto, Roben cambió de estrategia.
⌜Debe conocer la situación de este lado con más detalle.⌟
—¿Debería?
—Seguro que lo está haciendo bien.
Independientemente de la confianza que pudiera tener en Roben como persona, sus habilidades eran incuestionables.
Y eso fue precisamente lo que llevó a su desgracia.
Por primera vez, Ceres envió una respuesta:
⌜No es necesario. Haz tu mejor esfuerzo.⌟
Parecía que esas palabras fueron lo que provocó a Roben.
Desde entonces, las cartas comenzaron a llegar casi a diario, llenas de quejas.
Que no podía expresar todo en una carta, que por favor lo llamara al palacio.
La verdad es que no habría problema en llamarlo, pero…
¿Realmente hace falta?
Tal cual, no había ninguna razón para hacerlo.
No había nada en el palacio que requiriera la presencia de Roben.
Ahora, su lugar estaba en la frontera.
Pero la última carta contenía una palabra que captó la atención de Diarin: ‘inspección’.
—¿Inspección…?
Al escuchar el murmullo de Diarin, Ceres volteó a verla.
—Hemos eliminado casi todas las fuerzas que podrían levantarse en nuestra contra, ¿verdad?
—Sí.
Para llegar a este punto, el mérito de Ceres había sido inmenso.
¿El problema se solucionó solo porque se convirtió en Emperador? Ni en sueños.
El Duque Juren y otros oportunistas ocultos habían estado afilando sus garras en la sombra.
Pero después de que Ceres las rompiera todas, el resto se comportó como si nunca hubieran tenido garras en primer lugar.
Si bien el palacio estaba bajo control…
—Hay muchas cosas que no se pueden ver a menos que se observen directamente. ¿No sería bueno recorrer el país en persona?
—Lo único que quiero ver eres tú, Diarin.
—…
Sus ojos, cansados de revisar documentos, se clavaron en Diarin con intensidad.
—Hum, ejem.
Diarin apartó la mirada.
—¿Acaso hay algo que capte más tu atención que yo, Diarin?
Diarin escogió sus palabras con cuidado.
Si decía ‘porque eres el Emperador’, inmediatamente recibiría la respuesta ‘entonces renuncio’.
Y una vez que se encaminara en esa dirección, sería difícil detenerlo.
—Y-yo también… solo quiero verte a ti, Ceres…
Aún no se acostumbraba a decir cosas así.
Con mucho esfuerzo, Diarin sacó las palabras de su garganta.
Aunque Ceres sabía que lo decía a la fuerza, no pudo evitar sonreír ampliamente.
—¡Sabía que Diarin también pensaba así!
—Claaaro, porque en el mundo no hay nada más hermoso que tú, Ceres.
—No, la más hermosa eres tú, Diarin. No hay nada en este mundo más hermoso que tú.
—¿Verdad? Más que el rocío brillante reflejando la luz de la mañana, más que los pétalos de una flor en plena floración, más que las gemas talladas por un artesano con su propia vista…
Ceres la elogiaba cada día hasta el punto de secarse la boca.
Diarin lo había escuchado tantas veces que ahora podía repetirlo sin dudar.
—Sí, como un nudo de hilo de plata bajo la luz de la luna…
—Sí, lo sé, pero-
Diarin rápidamente cubrió la boca de Ceres antes de que pudiera seguir.
—…Todavía tenía más que decir.
—Lo sé, pero eso lo escucho todos los días.
—¿Eh?
—Si vemos cosas nuevas, ¿no podríamos encontrar elogios nuevos?
Ceres entendió de inmediato la intención de Diarin.
—Si quieres ir, iremos.
—Sabía que dirías eso.
—No me gusta que sea por culpa de Roben, pero…
—…
Diarin, aunque sin ganas, acabó en la posición de tener que salvar a Roben.
Realmente, ‘sin ganas’ y ‘sin interés’.
No negaba que Roben había contribuido a su victoria.
Pero desde el principio, siempre había sido demasiado astuto para ser completamente de confianza.
Por eso no debería haber dicho cosas como ‘sobrevivir es un asunto personal, cada uno debe arreglárselas solo’.
El abandono de Roben también tenía un poco de venganza personal por parte de Diarin.
Si hubieran sufrido juntos en la miseria, tal vez le habría tenido un poco más de compasión.
Que ahora estuviera conviviendo con otros ‘perros locos’ era, en cierto modo, su castigo.
Pero más allá de Roben, Diarin sí tenía curiosidad por recorrer Racklion.
—Quiero verlo con mis propios ojos.
—¿Tú, Diarin?
—Sí. Excepto por los viajes de trabajo, nunca he viajado por placer.
—¡…!
—Si los dos vemos cosas bonitas juntos, será aún mejor, ¿no?
—Vamos.
Ceres se levantó de inmediato.
Sabía que haría eso.
Diarin, manteniendo la calma, lo tomó del brazo y lo hizo sentarse de nuevo.
—Dicen que la preparación es la mitad del viaje.
—Preparen el viaje.
—…….
Este tipo ya se ha acostumbrado completamente a su papel de Emperador.
Diarin agitó la mano para que los sirvientes se retiraran.
Tan pronto como el sirviente abrió la puerta, el brazo de Ceres rodeó la cintura de Diarin.
Sin tiempo siquiera para parpadear, Diarin se encontró sentada en el regazo de Ceres.
Ceres, con la naturalidad de respirar, buscó los labios de Diarin.
—Diarin, haz todo lo que quieras hacer. Sea un viaje o una inspección.
No era necesario preguntarle a Ceres lo que quería hacer.
Besarse con Diarin, abrazarla y acostarse con ella todo el día, hacer cualquier cosa con ella.
Le resultaba absurdo pensarlo él mismo, pero era la verdad.
—Yo quiero que Ceres sea un buen Emperador que piense en su pueblo.
—…….
—Respuesta.
—…….
A casi todo respondía con un simple ‘sí, sí’, pero esto… ¿esto era demasiado?
Como castigo, Diarin presionó los labios de Ceres con los dientes en lugar de besarlo.
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Se decidió la inspección del Emperador y la Emperatriz.
Se incluyó el territorio del vizcondado de Ariant, junto con algunas otras tierras importantes.
Entre ellas, hubo una que hizo una solicitud particularmente fuerte.
—Así que terminamos yendo a Sorben.
Diarin observó el paisaje cambiante fuera de la ventana y expresó su reflexión con franqueza.
Sorben.
Un país que despertaba sentimientos profundos.
Había librado una larga guerra, pero terminó apoyando a Ceres.
Era un lugar que le provocaba pensamientos complejos sobre cómo debía enfrentarlo.
Por eso, era mejor verlo con sus propios ojos.
Ya fuera una persona o un país, había demasiadas cosas que no podían entenderse solo con la imaginación.
—Para mí, es la segunda vez.
Ceres respondió de repente.
—¿Cuándo? Cuando eras príncipe, intentaste ir, pero te secuestraron. Así que no cuenta, ¿no?
—Cuando fui a cortar la cabeza del comandante.
—……Ah.
Fue cuando la octava división mató al príncipe de Sorben, rompiendo así su línea defensiva.
—……¿Eso realmente cuenta como una visita?
—Fue una intrusión.
—Cierto. Digamos que esta es la primera visita oficial, ya que esta vez fuimos invitados.
—Sí. Primera visita.
Sorben también debía estar debatiendo cómo recibir a Ceres.
Quizás no sabían que había sido parte de la octava división, pero era el Emperador de la nación enemiga, Racklion.
Al mismo tiempo, era la única persona que llevaba la sangre de Sorben.
¿Le lanzarían flores o piedras?
Durante todo el trayecto, Diarin siguió sumida en sus pensamientos.
—Ah, mi espalda.
Tal vez por pensar demasiado.
O tal vez por haber estado sentada en la misma posición durante tanto tiempo, su espalda empezó a resentirse.
Diarin se sujetó la cintura y se recostó en el asiento.
—¡Deténganse!
Ceres abrió la ventana y gritó una orden inmediata para detener la marcha.
—¡Deténganse!
—¡Detennnngannnse!
Las órdenes de detención se replicaron como un eco a lo largo del convoy.
—Descansemos aquí por hoy.
—Sí.
Diarin aceptó con gusto la propuesta de Ceres.
No era la primera vez que acampaban.
Dado el tamaño del grupo que viajaba, dividirse para encontrar alojamiento no era lo más seguro, por lo que optaron por acampar juntos.
El equipo de campamento de la familia imperial era excelente.
Era tan cómodo que apenas había diferencia con quedarse en el palacio.
—Aún no tengo hambre, así que daré un paseo.
Diarin se estiró y se dirigió hacia la puerta del carruaje.
Antes de que pudiera tocar la manija, un guardia, al escuchar sus pasos, abrió la puerta con un clic.
Ceres bajó ágilmente primero y le extendió la mano a Diarin.
Escoltar a la Emperatriz era un privilegio exclusivo del Emperador.
Diarin sonrió y tomó su mano, bajando con elegancia del carruaje.
—Ah, qué fresco.
Tan pronto como bajó del carruaje, una brisa fresca la envolvió.
Era un viento que soplaba libremente en un espacio abierto.
Diarin respiró profundamente, disfrutando de la sensación, mientras observaba los alrededores con satisfacción.
—¿Dónde estamos?
Estaban casi en la frontera de Sorben.
—……Ah.
La brisa agradable le había dibujado una sonrisa espontánea en el rostro de Diarin, pero esta desapareció en un instante.
El paisaje le resultaba familiar.
Era un campo de batalla.
El lugar donde Ceres y Diarin habían visto el fondo de sus vidas.
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