⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ceres recogió una piedra del suelo y caminó hacia el campo.
Atravesó el prado lleno de flores y, al adentrarse un poco más, comenzó a sentir la presencia de animales salvajes.
Los conejos y ratones silvestres corrían por el suelo.
Eran demasiado pequeños.
Siguió avanzando hasta percibir una criatura más grande.
Después de un rato caminando, de repente, un pájaro batió sus alas y salió volando sobre su cabeza.
—¡…!
Su intención era cazar un animal de cuatro patas, pero un pájaro tampoco era mala opción.
Además, era bastante grande.
Era diez veces más grande que los que solían asar en la mansión.
Ceres lanzó la piedra que tenía en la mano hacia el pájaro que volaba en el cielo lejano.
¡Bwak!
Con un lamento triste, el pájaro cayó en picada.
Todo terminó de un solo golpe. Cuando Ceres se acercó a recogerlo, ya no se movía.
Después de atrapar un pájaro, cazó tres o cuatro animales más para el grupo antes de regresar.
Mientras Ceres realizaba su caza primitiva, los caballeros de la escolta se quedaron quietos detrás de él.
—¿Cómo podríamos atrevernos a intervenir…?
Cada vez que lo veían, se daban cuenta de lo abrumador que era el poder del Emperador.
Deseaban sinceramente que les cambiaran el título de —escolta— por algo más.
—S-Su Majestad, la cocina…
—Yo me encargo. Toma esto y come.
—¡Ah! ¡S-Sí! ¡Gracias!
El chef, agradecido con los animales que se habían convertido en ingredientes en su lugar, recibió la comida con reverencia.
—¿Es un pájaro?
—Sí. ¿No te gusta?
—No, está bien.
Diarin caminó junto a Ceres, que llevaba el ave hacia la fogata.
Habían preparado una hoguera separada para la pareja imperial.
Aunque había una fogata dentro de la tienda de campaña, cocinar allí haría que el olor se impregnara, así que también prepararon un fuego afuera.
Los demás estaban ocupados preparando la cena a cierta distancia, lo suficientemente lejos como para que sus voces no se escucharan.
Ceres comenzó a transformar el ave en comida con calma.
El proceso era simple.
Al estar al aire libre, solo necesitaban condimentarlo y asarlo.
—¡Oh, está delicioso!
A pesar de la sencillez del platillo, el sabor era increíble.
Diarin abrió los ojos con sorpresa al descubrir ese inesperado manjar.
Por supuesto, era un sabor más rústico en comparación con lo que comían en el palacio.
El paladar humano era realmente caprichoso.
Después de haber vivido en la pobreza toda su vida, apenas había pasado un poco de tiempo viviendo con lujos y ya encontraba este sabor demasiado tosco.
Aun así, era un frescor que no podía experimentar en el palacio, así que su boca estaba encantada.
Diarin desgarró la carne con las manos, la ensartó en un pincho y la devoró con entusiasmo.
—¿Está rico?
—¡Sí! Es sorprendentemente delicioso.
Ceres sonrió satisfecho al ver a Diarin disfrutar de su comida.
—¡Pruébalo! Está realmente bueno.
—Sí.
Ceres, que la había estado observando comer, finalmente llevó un trozo del ave a su boca tras la insistencia de Diarin.
Masticó con fuerza la carne, moviendo la mandíbula enérgicamente.
Su expresión no cambió.
—… Podrías mostrar que lo disfrutas un poco más…
—No está mal.
—Pareces alguien a quien no le gusta.
Ver a Ceres comer a veces resultaba gracioso.
Incluso cuando Diarin se emocionaba y hacía un escándalo por lo delicioso que estaba, Ceres solo hacía comentarios específicos como: Tiene un buen sabor umami, el gusto es profundo y hay un toque dulce al final.
Pero nunca mostraba una expresión de disfrute mientras comía.
Aunque ya sonreía con naturalidad al mirar a Diarin, parecía que aún le costaba hacer lo mismo con la comida.
Diarin sintió que insistir demasiado en el tema terminaría molestándolo, así que decidió callarse.
—Más que el sabor, me gusta comer así con Diarin.
De repente, Ceres habló.
—¿Eh?
Diarin parpadeó mientras masticaba un bocado de ave.
Parecía una forma indirecta de decir: La comida sabe mejor cuando la como contigo.
—Me gusta compartir comidas contigo.
—¿Por qué?
—Es divertido.
—¿Te divierte?
—También disfruto verte comer mi comida.
—Jajaja.
No había persona en el mundo que no se sintiera feliz al escuchar que su esposo disfrutaba hacerle algo.
Diarin sonrió con la boca llena, sin poder abrirla demasiado por la carne.
—Antes de unirme a la Octava División, creo que nunca disfruté realmente de la comida.
—¿De verdad?
—Aprendí etiqueta antes que el placer de comer. La etiqueta no era divertida.
—Ah…
Era un obstáculo inevitable en la vida del Primer Príncipe.
Por supuesto, era mejor que pasar hambre, pero no poder disfrutar algo tan básico como la comida era bastante triste.
—Pero comer contigo es diferente.
—¿Por qué?
—Simplemente… Me hace feliz verte comer.
—¡Oh, Ceres, has crecido mucho!
Que ahora dijera espontáneamente que algo lo hacía feliz…
Diarin lo encontraba adorable y a la vez admirable.
Riéndose, arrancó un pedazo de carne de su comida y lo acercó a la boca de Ceres.
—También me gusta verte comer.
Ceres aceptó sin dudarlo la carne que Diarin le ofrecía.
Ella también mordió un trozo.
Se miraron el uno al otro mientras masticaban.
Era algo insignificante, pero no podían evitar sonreír.
—Es aún más agradable cuando tú me das de comer.
—Vaya, otra vez.
De verdad, esta manía suya de ser tan mimado no cambia.
Si le das un poco de espacio, se cuela sin falta.
Aun así, aunque lo regañé, terminé haciéndolo de nuevo como él quería.
—Vamos, abre la boca.
Ceres sonrió satisfecho y acercó los labios hacia la mano de Diarin.
Tomó la carne que le ofrecía y, antes de que Diarin pudiera retirar la mano, le sujetó la muñeca.
—¿Y esto qué es?
—El placer de comer.
Y sin dudarlo, inclinó la cabeza y mordió directamente los labios de Diarin.
Este hombre…
No podía aprender a actuar astuto. No le hacía falta, simplemente había nacido así.
Diarin, encantada por el descaro de Ceres, se dejó llevar y le entregó sus labios dócilmente.
Era solo un poco de carne de ave con condimentos, pero aquella cena fue tan satisfactoria como un banquete lujoso.
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La comitiva imperial finalmente cruzó la frontera de Sorben.
El tiempo de traslado desde la frontera de Sorben hasta la capital no fue el mismo que antes.
Había muchas cosas que preparar por parte de Sorben, así que a cada momento llegaban mensajeros para consultar la opinión de Ceres.
Hoy no fue la excepción.
—Fijemos la ruta con esto.
—Sí, procederemos según estas indicaciones, Su Majestad.
Verlo trabajando con tanta formalidad se sentía extraño.
Ya habían pasado varios meses desde que se convirtió en emperador, pero aún había cosas a las que Diarin no podía acostumbrarse.
Cada vez que veía a Ceres trabajando con esa expresión fría, le resultaba desconocido.
—Ah, por cierto. ¿Ha habido cambios en el estado de las tropas de Sorben?
—No, no los hay.
—Asegúrate de revisar de nuevo que la formación de la marcha esté bien ajustada.
Diarin, tumbada en la cama, rodó un poco mientras observaba a Ceres.
Incluso después de que el funcionario se despidiera con una reverencia y se marchara, Ceres no apartó la vista de los documentos.
—¿Estás ocupado?
—No demasiado….
Aun así, en cuanto Diarin le habló, volteó enseguida.
Aunque no dejó los papeles.
—¿Por qué miras eso con tanta dedicación?
El Ceres que Diarin conocía siempre estaba obsesionado con algo.
O con la guerra o con ella.
Pero con el trabajo, nunca.
Siempre se quejaba y refunfuñaba, hasta que lo arrastraban a hacerlo.
Aunque, cuando por fin se ponía a trabajar, lo hacía bien.
Se concentraba. Justo como ahora.
Creo que me he acostumbrado demasiado a verlo desquiciado.
Verlo actuar tan normal hacía que recordara más su lado desquiciado.
Para ser honesta, le molestaba un poco ver a Ceres obsesionado con algo que no fuera ella.
Diarin entrecerró ligeramente los ojos.
Ella también estaba teniendo días bastante ocupados como emperatriz.
Sabía que no debía interrumpirlo cuando estaba trabajando…
Pero al verlo más concentrado en los documentos que en ella, le fue imposible quedarse quieta.
Diarin, aún acostada en la cama, se movió ligeramente mientras lo observaba fijamente.
¿No me miras?
¿Ni siquiera así?
Era exactamente lo que Ceres solía hacer con ella.
Diarin no se dio cuenta, pero en su deseo por captar su atención, su mirada ardía con intensidad.
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