⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La recepción de bienvenida fue espléndida.
Los nuevos platillos aparecían sin cesar en una fila interminable.
Diarin estaba comiendo sin mover un solo dedo.
—Esto ya es suficiente.
—Entendido. ¿Quizás aquello?
—No, está bien.
—Ah, Diarin. Aquí tienes algo manchado.
—Yo me encargo.
Por lo general, Ceres intentaba hacer algo por Diarin, y ella lo rechazaba porque le resultaba molesto.
—…….
—…….
Las personas que observaban la conversación de la pareja se miraron entre sí.
Se veía claramente quién tenía el control entre los dos.
No era al Emperador de Racklion a quien debían apuntar, sino a la Emperatriz.
—¡Ah!
En ese momento, el adorno del cabello de Diarin cayó de su cabeza.
Se había reído por cortesía de una broma del rey de Sorben, lo que hizo que su cabeza se moviera, y el adorno, que estaba precariamente sujeto, terminó cayendo.
Para colmo, el adorno rebotó en el reposabrazos de la silla y rodó hasta el suelo debajo del estrado.
Los ojos de la gente siguieron el adorno mientras rodaba.
—¡…!
En sus mentes sonó un silbato.
Ese era el atajo hacia el éxito.
Debían ser los primeros en tomarlo.
La competencia había comenzado.
—¡Yo lo tomaré!
—¡No, yo lo haré!
—¡Uaaaah!
Se desató una pelea por el adorno.
Era un espectáculo bochornoso.
Finalmente, el ganador fue un joven.
Con el cabello desordenado y la ropa medio rasgada, se arrodilló sobre una rodilla frente a Diarin y le ofreció el adorno con respeto.
—Su Majestad, ha dejado caer esto……
—Gracias.
Pero antes de que Diarin pudiera siquiera extender la mano, Ceres se interpuso.
Casi arrebatando el adorno de la mano del joven, Ceres no solo tomó el adorno en lugar de Diarin, sino que también dio las gracias en su nombre y luego hizo un gesto con la barbilla.
—¿Qué haces? Ya lo diste, ahora vete.
Fue una orden de expulsión implacable.
¡No, después de todo lo que había soportado para lograr esta oportunidad!
¿No podía al menos permitirle decir su nombre a Su Majestad la Emperatriz?
Sin embargo, la fría actitud de Ceres no se suavizó.
—¿Cómo te atreves a acercarte a mi Diarin sin permiso?
—F-fue un honor.
Aplastado por la imponente presencia de Ceres, el joven retrocedió lentamente.
Gracias al sacrificio del joven, los demás aprendieron algo.
Diarin no era alguien a quien pudieran simplemente intentar acercarse.
Acercarse a ella era una tarea de la máxima dificultad.
Por lo tanto, necesitaban una estrategia más meticulosa y segura para lograrlo.
Mucho más tranquilos, los asistentes comenzaron a mirar a Diarin solo de reojo.
Sin embargo, hasta el final de la recepción de bienvenida, nadie tuvo el derecho de acercarse a ella.
El perro guardián era demasiado feroz.
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Última parada: el Vizcondado de Ariant
El reino de Sorben proporcionó apoyo para reparar la carreta.
—Después de aquel viaje largo, ahora entiendo lo difícil que puede ser.
Como alguien que había experimentado personalmente un viaje largo, el rey de Sorben hizo mejoras notables en la carreta.
Tanto Diarin como Ceres habían asumido que soportar el sufrimiento en los viajes largos era simplemente natural.
Ceres generalmente viajaba a caballo, mientras que Diarin tenía que ir apretujada entre el equipaje.
Comparado con eso, la carreta del palacio era como viajar sobre las nubes.
Nubes que temblaban y que, después de un rato, dejaban la espalda adolorida.
Pero la carreta reparada por el rey de Sorben eliminó todos esos defectos.
—Con esto, podríamos dar la vuelta a todo el imperio.
Recostada cómodamente en un asiento extendido como una cama, Diarin mordisqueaba la fruta que Ceres le ofrecía mientras hablaba con despreocupación.
—Si Diarin lo desea.
Ceres, sintiéndose más tranquilo gracias a los asientos mejorados, dejó de insistir en regresar de inmediato por la seguridad de Diarin.
Ante la afirmación directa de Ceres, Diarin sonrió y apoyó la cabeza en su regazo.
—Primero veamos el Vizcondado de Ariant y luego decidiremos.
Para ser sinceros, el viaje había comenzado por las constantes quejas de Roben, pero también porque ellos mismos necesitaban una excusa para salir a tomar aire.
Sin embargo, ahora que se acercaban al Vizcondado de Ariant, sus sentimientos eran confusos.
Había una leve inquietud en el aire.
En ese lugar estaban el tercer príncipe y su madre, Charlotte, los ocho miembros de la unidad, Roben, e incluso la sumo sacerdotisa Merian.
Era el sitio donde estaban reunidas todas las personas que habían estado involucradas con Ceres antes de su ascenso al trono.
Durante su vida como emperatriz, muchas personas se habían acercado a Diarin, y entre ellas, algunas lograron ganarse su confianza y permanecer a su lado.
El Vizcondado de Ariant todavía estaba bajo el dominio de Diarin como parte de sus tierras de Emperatriz, pero en cierto modo, también era un lugar lleno de recuerdos del pasado.
No todos los recuerdos con Ceres eran felices.
¿Sería posible enfrentarse a esas personas y sentirse completamente bien?
Diarin no lograba entender sus propios sentimientos, solo podía sentir una niebla espesa llenando su pecho.
—Ceres, ¿qué sientes cuando piensas en el pasado?
—¿Eh?
—Tus emociones.
Ceres miró a Diarin, que descansaba sobre su regazo, y luego dirigió su mirada hacia la ventana.
—Nunca lo he pensado…
Había estado demasiado ocupado viviendo como para detenerse a pensar en ello.
Y tampoco tenía razón para hacerlo.
La persona que quería ver estaba justo frente a él, entonces, ¿por qué perder el tiempo pensando en el pasado?
Ceres volvió a mirar el rostro de Diarin.
—No siento nada en especial.
—¿De verdad?
—Sí.
Incluso si pensaba en ello, ya era cosa del pasado.
Los tiempos difíciles, los incidentes injustos, las emociones que alguna vez habían ardido en su pecho, todo eso ya era historia.
—Lo más importante es que Diarin está a mi lado.
Ceres, como siempre, era firme y solo tenía un único camino.
El único rumbo que Ceres seguiría era Diarin.
—No pierdes ni un solo momento. Es impresionante.
Diarin, en lugar de sentirse conmovida, se sintió más bien asombrada y dejó de lado la nostalgia que comenzaba a invadirla.
Las palabras de Ceres eran la respuesta correcta.
No había necesidad de aferrarse al pasado.
Ni con los sentimientos ni con los pensamientos.
Al pensar de esa manera, el camino hacia el Vizcondado de Ariant parecía un poco más brillante.
Fue en ese momento.
No mucho después de haber entrado en el Vizcondado de Ariant…
—¡Kyaaa!
Con un agudo grito desde el exterior, la carreta se detuvo bruscamente.
—¡Diarin!
Ceres envolvió el cuerpo de Diarin con el suyo mientras miraba por la ventana.
Antes de que pudiera gritar para preguntar qué estaba pasando, los gritos de los guardias resonaron primero.
—¡Oigan, ustedes! ¿Qué creen que están haciendo? ¡Es peligroso!
—¡Uwaaaah!
—¡Bian, Bian primero!
—¡No fui yo!
Eran voces infantiles.
Diarin ladeó la cabeza, extrañada.
Al parecer, unos niños habían corrido frente a la carreta, y entre los pequeños que habían comenzado a llorar, hubo una voz que le resultó familiar.
—¿No es este Sebian?
—¡Oh, Bian! Lo siento mucho.
La voz que se escuchó a continuación era inconfundible.
—¿Charlotte?
Primero, la voz de Sebian. Luego, la de Charlotte.
Diarin asomó la cabeza por la ventana para confirmar lo que ocurría afuera.
—Lo siento mucho. Parece que los niños se emocionaron porque hace mucho que no veían una carreta. ¡Tú! ¡Discúlpate de inmediato!
—Hing… lo siento.
—Lua, tú también.
—¡Lo sentimos mucho!
Una mujer de aspecto campesino estaba inclinando las cabezas de dos niños harapientos, obligándolos a disculparse con los guardias.
Al principio, no pudo reconocerla.
La voz era la de Charlotte, pero su apariencia era demasiado diferente.
Sin embargo, al observarla más detenidamente, efectivamente era Charlotte.
—¿Señora Charlotte?
Al oír su nombre, tanto la mujer campesina como los guardias se giraron al mismo tiempo.
Al verla de frente, no había duda: era Charlotte.
—Su Majestad, es peligroso. Por favor, vuelva adentro…
Uno de los guardias intentó detener a Diarin.
Pero Diarin fue más rápida.
—¡Charlotte! ¿Qué haces aquí?
—Ah, hoy es el día en que todo el pueblo se reúne para lavar la ropa, así que los adultos estaban ocupados. Los niños aprovecharon para corretear por ahí y causaron problemas. Pero… ¿qué hace usted aquí, Lady Diarin?
El tiempo sin verse no solo había cambiado la apariencia de Charlotte, sino también su personalidad.
Cada palabra que pronunciaba parecía tener un peso distinto.
La Charlotte que solía medir cada una de sus frases con cautela, la mujer tan reservada y profunda que parecía esconder un océano dentro de sí, ya no estaba ahí.
En su lugar, hablaba con frases largas y animadas.
Su piel estaba ligeramente bronceada, su cabello atado descuidadamente, y en su rostro se veía una expresión más relajada.
La Charlotte que Diarin conocía había desaparecido por completo.
Al ver a Charlotte convertida en una persona totalmente diferente, Diarin, sin darse cuenta, sintió que le resultaba difícil reconocerla.
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