⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ser sacerdote no es un trabajo para alguien tímido.
A veces, hay quienes adoptan una actitud de misticismo y hablan poco, pero, en esencia, es una profesión que implica tratar con la gente. Por lo tanto, hay que acercarse primero y mantener conversaciones de manera amigable.
Incluso aquellos con una personalidad reservada terminaban desarrollando la habilidad de hablar con soltura con el tiempo.
Así había vivido casi toda su vida. Sin embargo, frente a esta desconocida Charlotte, le resultaba imposible mostrarse cálida y entusiasmada.
Era alguien a quien conocía, pero a la vez, no la conocía.
—Yo… solo vine a ver cómo estabas.
—¡Ah! ¡Viniste de inspección!
En cambio, Charlotte continuó la conversación con una energía inusual.
Ni siquiera cuando trabajaba en el templo hablaba con tanta alegría, así que, ¿qué era exactamente lo que en Ariant había transformado tanto a esta persona?
—Ah, sí… bueno, algo parecido…
—Pero, ¿por qué viniste sin avisar? No recibimos ninguna noticia.
Lo hizo intencionalmente.
Ni siquiera avisó a Roben.
Así podría ver en qué estado se encontraba realmente el territorio.
El Vizcondado de Ariant era una tierra valiosa, pero seguía siendo un lugar extremadamente rural.
Por eso, al principio, Roben se había quejado de que la administración local era prácticamente inexistente.
Se había preguntado cómo habían estado recaudando impuestos y gestionando el territorio hasta ese momento.
Como el terreno había estado sin dueño durante mucho tiempo, la gente de Ariant se había acostumbrado a no tener administradores y, de hecho, al principio se resistieron a la idea.
Basándose solo en esa información, Diarin había imaginado que era un pueblo extremadamente cerrado y silencioso.
…Pero entonces.
—¡Señora! ¿Qué está haciendo? ¿Ya atrapó a los niños?
—¡Ay, es que estos niños han causado problemas!
—¡Déjelos! ¡Si no se caen y se lastiman, no aprenderán!
—¡Los llevaré enseguida!
—¡Puede tomarse su tiempo y holgazanear un poco!
¿Qué era todo ese alboroto?
Y además, Charlotte, completamente integrada, gritaba y conversaba con la gente del pueblo con total naturalidad.
La imagen que Diarin tenía de Ariant en su mente se desmoronó por completo.
Charlotte, a quien se le había dado permiso para holgazanear un poco, se encogió de hombros con una sonrisa al ver a Diarin completamente desconcertada.
—No sé si te interesará, pero estoy viviendo bastante bien aquí.
—Me interesaba.
No es que estuviera extremadamente preocupada, pero el hecho de que Charlotte se hubiera marchado del palacio sin llevarse nada le había dejado un sentimiento inquietante.
Después de todo, Charlotte también había sido una víctima, así que no había razón para no ofrecerle ayuda.
Le había dicho que si necesitaba algo, lo pidiera a través de Roben, pero hasta ahora no había recibido ninguna solicitud.
Había pensado que, tras dejar el palacio, Charlotte tal vez había caído en la desesperación y estaba viviendo en aislamiento…
Pero no parecía necesitar ayuda en absoluto.
Charlotte estaba viviendo su propia realidad.
El bullicioso ambiente hacía que todo pareciera aún más tangible.
—Como puedes ver, estoy viviendo bien. Ah, ¿quieres que te muestre mi casa?
—Está bien.
—Diarin.
Ceres, que estaba detrás de ella, puso una mano sobre su hombro.
—¿Qué pasa?
¿Acaso iba a decir que no?
—Puede que esté lejos, así que te llevaré en brazos.
—…Bien. …Hazlo.
Diarin se dejó cargar sin protestar.
Después de todo, ya había experimentado lo insistente que podía ser Ceres respecto a su seguridad y salud durante todo el viaje.
Para reducir la ansiedad de Ceres y, además, por su propia comodidad, no había razón para rechazarlo.
—Oh, qué encantador. Se ven muy bien juntos. Hohoho.
Charlotte rió animadamente y tomó la mano de Sebian mientras caminaba delante de ellos.
Pero antes de continuar, no olvidó presentar a los demás.
—Hola.
—Sí, Su Alte…
—Ah, ahora pueden llamarme simplemente Bian. Y hablen con más confianza.
Charlotte intervino rápidamente para corregir el título.
Ya no era ‘Su Alteza el Tercer Príncipe’, ni siquiera ‘Sebian’, sino simplemente ‘Bian’.
Era un nombre bonito, pero jamás habría imaginado que se usaría para referirse a un príncipe.
Diarin, quien en el pasado apenas se había atrevido a mirarlo directamente, ahora lo observó desde arriba y agitó la mano.
—Hola, Bian.
—Sí.
—¿Cómo estás? ¿Has estado bien?
—¡Sí!
—¿Qué has estado haciendo?
—Juego a correr con mis amigos, atrapo peces, y a veces cazo insectos, pero a mamá no le gusta eso.
Sebian respondió con entusiasmo.
Había crecido bastante, pero su forma de hablar y sus expresiones eran más infantiles que cuando estaba en el palacio.
A pesar de haber sido libre allí, parece que la atmósfera del lugar lo había contenido en cierta medida.
Ahora era completamente un niño travieso.
—Los recuerdos de la infancia suelen desvanecerse con facilidad. Quizás, con el tiempo, incluso olvide que alguna vez fue un príncipe.
El cabello de Sebian tenía un tono rubio claro, similar al de Charlotte.
Era el resultado de un hechizo de Diarin.
Justo antes de que Charlotte dejara el palacio, le pidió que le hiciera ese cambio.
Después de todo, si no ocultaban su cabello iridiscente, cualquiera sabría que era de la familia real.
Parecía que Charlotte realmente quería cortar todos los lazos con la realeza.
Y su deseo prácticamente se había cumplido.
—Bueno, si se vuelve difícil, también existe un hechizo para borrar recuerdos. Se lo haré a un precio económico.
Diarin bromeó sin pensar demasiado.
—Entonces, trabajaré duro tejiendo cestas y ahorrando dinero para pagártelo.
Charlotte respondió con la misma naturalidad.
¿Acababa de seguirle la broma?
Diarin la miró con los ojos muy abiertos.
Charlotte le sonrió ampliamente, devolviéndole la sonrisa.
Realmente parecía otra persona.
Justo cuando empezaba a sentirse más cómoda conversando con ella, casi volvió a sentirse tímida.
Charlotte continuó charlando animadamente mientras caminaban hacia su casa.
—Así que, mira, nuestro Bian rodó colina abajo y terminó en la puerta de una casa ajena.
—¿Qué?!
—El estruendo fue tan fuerte que se escuchó hasta mi casa… Pero Bian, en lugar de llorar, se reía con un gran chichón en la cabeza.
—¡¿Eh?!
La mayoría de las veces, eran historias animadas según su propio criterio, por lo que Diarin tenía que pensar bien cómo reaccionar.
Mientras tanto, se encontraron con algunas personas del pueblo.
—¿Eh? ¿Por qué has vuelto tan pronto? ¿Eh? ¿Eh? ¿Hermana?
Justo cuando estaban a punto de llegar a la casa de Charlotte, otra voz familiar se hizo escuchar.
—¡¿Señor Halt?!
Era Halt.
Halt estaba sentado en el pórtico del patio de la casa vecina de Charlotte.
Al escuchar la voz de Diarin, Halt se puso de pie de inmediato.
—¡Hermana! … ¿Y ese bastardo?
¿Podrían, por favor, llevarse bien de una vez?
—Su Majestad el Emperador.
Pero parecía que eso no iba a suceder.
Ceres y Halt, en cuanto cruzaron miradas, volvieron a gruñirse mutuamente.
Halt no había cambiado en absoluto.
Aunque, había algo diferente en él.
Sostenía en ambos brazos a un par de bebés que lloraban sin cesar.
—… ¿Qué estás haciendo?
—Hoy me toca cuidar de los niños. Uf, preferiría blandir una espada.
—… ¿Eh?
Lo sorprendente no era solo que prefiriera blandir una espada, sino que parecía completamente imperturbable a pesar de los llantos ensordecedores de los bebés.
Y no solo eso.
Incluso cuando las moscas zumbaban ante su rostro y los insectos del campo se posaban en sus pies, no mostraba ninguna reacción.
¿A dónde se había ido aquel hombre que antes se irritaba hasta por la más mínima rama fuera de lugar?
—Por cierto, ¿a qué se debe su visita?
—Ah… Solo vine a ver cómo estaban.
—Si no recibes noticias, significa que todo va bien. … ¿O no? ¿Estoy viviendo mal sin darme cuenta?
Aunque lo dijera así, sus ojos decían otra cosa.
Su mirada era tranquila y relajada.
No sabía que se podía leer tanto en los ojos de una persona.
En los ojos de Halt, que antes parecían llamas ardientes, ahora se extendía un prado sereno.
Silencioso y pacífico.
—Pareces estar bien.
—Bueno, si la hermana lo dice, entonces supongo que sí.
Halt sonrió y alzó a los bebés que seguían llorando sin parar.
Sus robustos músculos resultaban útiles incluso en estos momentos.
—Ah, ¿viniste a ver a Roben? ¿Pero sin avisarle?
Si el Emperador hacía una visita, la primera persona en recibirlo debería haber sido Roben, según el protocolo.
Sin embargo, no se veía a Roben por ninguna parte.
—¡Oh, viniste a revisar el territorio sin que Roben lo supiera? ¿Para vigilarlo?
—No, no es eso, pero…
Le dio curiosidad saber qué opinaban los demás sobre Roben.
—¿Cómo ha estado el señor Roben?
—Siempre anda quejándose, pero en mi opinión, lo disfruta.
—¿Eh?
—Es un tipo raro. Se queja y se queja, pero sigue adelante. Si realmente lo odiara, ¿no crees que debería haber huido?
—Pues… sí, supongo.
—Pero aunque se queje todo el tiempo, no huye.
—Uhmm…
Al escuchar las palabras de Halt, Diarin empezó a dudar.
¿Era posible que Roben no estuviera tan desesperado por regresar como parecía, sino que simplemente expresara su bienestar a través de sus quejas?
—¡Oyeee! ¡Debiste avisarme! ¡Malditos cachorros!
—Ah.
Esa era la voz de Roben.
Justo cuando hablaban de él, apareció en el momento oportuno.
Comments for chapter "217"
MANGA DISCUSSION