⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Se sintió como si la hubieran atrapado espiando sin querer.
Diarin intentó girarse, pero al hacerlo, tiró de la muñeca que aún estaba atrapada.
No llegó lejos.
Ceres la atrajo de nuevo con un leve esfuerzo.
—Salgan todos.
Las doncellas, tal como lo habían hecho al entrar, no respondieron con palabras.
En su lugar, inclinaron la cabeza en señal de respeto y salieron del baño en perfecta sincronía.
Aún quedaban restos de espuma en el cabello y el cuerpo de Ceres.
La espuma que cubría sus hombros descendió lentamente por su pecho.
Diarin la siguió con la mirada sin darse cuenta, pero, al notarlo, se sobresaltó y volvió a subir la vista.
A dónde crees que vas, mis ojos…
—El contacto de las doncellas me resulta molesto.
—Ah… ¿De verdad? Pero aún está en medio del baño. ¿Quiere que le infunda más poder sagrado?
—Sí.
Diarin aprovechó la presión disminuida en su muñeca y la soltó.
Ceres la dejó ir sin resistencia.
Cuando Diarin extendió la mano para volver a sostenerlo, Ceres se la ofreció como si hubiera estado esperando ese momento.
Era una señal clara.
Muñeca o mano, da igual, pensó Diarin, sin darle más vueltas.
Así que, sin pensarlo demasiado, le tomó la mano.
Pero no era lo mismo.
Las yemas de sus dedos rozaron las de Ceres, deslizándose sutilmente entre sí.
Sintió la firmeza de los nudillos que se entrelazaban con los suyos.
Los dedos de Ceres se cerraron sin dejarle espacio para moverse.
La punta de su mano presionaba con calor el dorso de la de Diarin.
Era tan caliente que sentía que se quemaría.
Intentó apartarla, pero el agarre se volvió más fuerte.
No podía moverse.
—Empieza.
—… Ah.
Solo cuando Ceres pronunció esa palabra, Diarin recordó por qué estaba allí.
Esto no era un hombre jugando con ella.
Era solo un paso previo para infundirle poder sagrado.
Diarin se obligó a tranquilizarse, murmurándose a sí misma.
No era la primera vez que trabajaba como sacerdote, así que se recompuso rápidamente.
Había desarrollado suficiente fortaleza mental como para sonreír incluso ante los fieles más difíciles.
—Voy a comenzar.
Esta vez, infundió su poder sagrado con menor intensidad.
El poder sagrado no era un recurso infinito.
Su uso agotaba la energía física, por lo que debía dosificarlo bien.
Después de canalizar una cantidad adecuada, observó el rostro de Ceres.
Parecía mucho más relajado que cuando había echado a las doncellas.
¿Será suficiente?
Mientras evaluaba la situación, los ojos de Ceres, que habían permanecido cerrados, se abrieron lentamente.
—El poder sagrado es suficiente.
—Sí. Entonces, me retiraré…
—No te vayas.
—Ah, sí.
Al parecer, incluso después de haber utilizado el poder sagrado, no podía alejarse demasiado.
Diarin lo aceptó con resignación, como si fuera un vaso de agua que alguien mantiene cerca por si le da sed.
Pero la petición de Ceres no terminó ahí.
—Aún debo terminar el baño. Las doncellas me resultan molestas.
—Entonces… ¿quiere que le infunda poder sagrado mientras recibe el baño?
—No. Eso tampoco funcionará.
Todavía quedaba espuma en el cabello de Ceres.
No podía dar por finalizado el baño en ese estado.
Al menos, debía enjuagarle la espuma.
Era un noble de la familia imperial, así que no podía sugerirle que lo hiciera él mismo.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Mientras Diarin buscaba una respuesta sin éxito, Ceres le dio la solución con una naturalidad aplastante.
—Tú hazlo.
—¿Y-yo?
Diarin sintió su mandíbula aflojarse.
No solo tenía que permanecer a su lado mientras se bañaba, ¿ahora también debía atenderlo?
No tenía idea de hasta dónde se extenderían sus deberes.
Todo le parecía un abismo infinito.
—Yo nunca he atendido a alguien en el baño… Probablemente lo haga peor y le moleste aún más.
—Tus manos no me molestan.
—No creo poder atenderlo bien mientras uso mi poder sagrado.
—No necesitas usarlo.
—Pero…
No importaba cuántas excusas intentara, no había escapatoria.
Después de todo, haber sido enviado con el Príncipe Heredero, el ‘perro loco’, no había sido una elección propia.
Era una orden derivada del poder de la familia imperial.
Desde el momento en que había llegado hasta aquí, su derecho a negarse había desaparecido.
Aun así, no podía hacerlo.
—…No puedo hacerlo. De verdad.
Se trataba de tocar el cuerpo de un hombre.
Las doncellas lo hacían a diario, así que podían hacerlo sin problemas, pero Diarin apenas había visto cuerpos masculinos antes.
Tocar uno era un desafío abrumador.
—Si el baño se alarga más… Mi humor empeorará mucho.
—…Lo intentaré.
Pero, después de todo, era mejor un riesgo que la muerte.
Diarin cambió de actitud de inmediato.
Mientras tomaba una toalla que habían dejado las doncellas, notó que la mirada de Ceres se suavizaba con satisfacción.
Aunque fuera torpe, al menos no parecía que su vida corriera peligro.
Sí, solo piensa que estás ayudando a alguien necesitado.
Los sacerdotes no sólo usaban el poder sagrado; también realizaban labores de servicio.
Visitaban a los ancianos y enfermos, los ayudaban a bañarse, los alimentaban…
El Príncipe Heredero era un joven fuerte y saludable, pero su sensibilidad extrema le hacía difícil la vida cotidiana.
En cierto modo, también era alguien con una enfermedad.
Diarin reunió hasta la última pizca de compasión que aún quedaba en su corazón, aunque apenas fuera un residuo.
—Voy a comenzar.
Con manos temblorosas, tocó el cabello de Ceres.
Las doncellas lo hacían de esta manera…
Intentó imitar lo que había visto.
Pero hacer algo que no era su especialidad resultó ser difícil.
Las manos de las doncellas se movían con una destreza fluida, mientras que las suyas eran torpes, como si estuviera usando un rastrillo.
Tuk, tutuk.
El sonido de los mechones arrancándose de raíz resonó con fuerza.
—¡U-ugh! ¡Lo siento mucho! Debe… doler.
Diarin, sorprendida por su propio grito, bajó la voz apresuradamente y usó su poder sagrado en el cuero cabelludo de Ceres.
Quizás porque actuó de inmediato, el príncipe heredero no reaccionó.
Eso significaba que debía continuar.
Después de un esfuerzo considerable, logró eliminar la espuma de su cabello.
El siguiente paso era el cuerpo.
Parecía más fácil que el cabello, pero era un desafío en otro sentido.
El cuerpo.
El cuerpo de un hombre.
Tendría que tocarlo, y solo verlo ya le resultaba abrumador.
Diarin cerró los ojos con fuerza y colocó una toalla sobre el hombro de Ceres.
A pesar de la tela entre ambos, aún podía sentir las firmes líneas de su musculatura.
Tragó saliva con dificultad.
Con una jarra, vertió agua sobre sus hombros para enjuagar la espuma.
Al menos, no cometió un gran error como al lavar su cabello.
Pero eso no fue todo.
Ceres extendió un brazo.
Quería que lo lavara.
Diarin obedientemente limpió su brazo.
Aun así, no terminó ahí.
Después, la pierna de Ceres emergió del agua de repente.
—……
Diarin se quedó sin palabras mientras observaba el muslo grueso y robusto, tan fuerte como el de un caballo.
Nunca imaginó que en toda su vida vería tan de cerca un muslo masculino húmedo y resplandeciente.
Afortunadamente, el agua del baño contenía esencias, lo que impedía ver lo que había debajo del muslo.
Si el agua hubiera sido transparente, podría haber muerto en el acto y ascendido al reino de los dioses.
—E-Esto… parece… bastante limpio.
No se sentía capaz de tocarlo.
Podía sentir el calor goteando de su rostro completamente rojo.
Ceres miró fijamente la cara de Diarin por un momento y luego bajó la pierna de nuevo bajo el agua.
Phew…
El alivio fue tan grande que hasta olvidó ocultar su suspiro.
Su cuerpo se relajó mientras bajaba los hombros.
Pero solo por un instante.
Splash.
Con el sonido del agua agitándose, Ceres se puso de pie en la bañera.
—¡¿…?!
Aquello que no quería ver.
Aquello que, si veía, estaba seguro de que pasaría algo terrible.
Aquello que jamás debería haber sido visto.
Lo vio.
Diarin abrió los ojos y se desmayó.
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A pesar del torpe servicio que había recibido, se sentía completamente renovado.
Así era sentirse bien.
Era un estado tan desconocido para él que casi lo encontraba extraño.
Ceres disfrutó de esa sensación mientras se sentaba a la mesa.
—Come conmigo.
Mientras él se sentía lleno de energía, el sacerdote lucía completamente agotado.
¿Sería porque le había transferido su poder sagrado?
Desde la primera vez que la vio hasta ahora, parecía haberse consumido rápidamente.
—Sí…
Diarin no rechazó la invitación.
Su cuerpo y mente estaban tan exhaustos que, si no comía algo, sentía que moriría.
La mesa del príncipe heredero era enorme, y todos los asientos, excepto el principal, estaban vacíos.
Diarin intentó sentarse en un lugar cercano pero no demasiado.
Sin embargo, Ceres no se lo permitió.
Toc, toc.
Golpeó la mesa con los dedos.
Un sirviente, que entendió la señal de inmediato, movió una silla justo al lado de la del príncipe heredero.
—……
Diarin miró a Ceres, pensando: No puede ser…
Pero Ceres asintió con naturalidad, como si fuera lo más obvio del mundo.
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