⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Era una escena esperada. Pero fue más cruel de lo anticipado.
El lugar al que llegaron era un almacén de ingredientes. En su interior, todo estaba cubierto de sangre. El fuerte hedor impregnaba los alimentos, al punto de que tendrían que ser desechados.
Diarin sintió náuseas y se tapó la boca. Nunca en su vida había olido un aroma a sangre tan intenso.
Además, había restos de lo que solía ser una persona, ahora reducidos a fragmentos irreconocibles.
—¡Ugh!
—¡Urgh!
No era solo Diarin quien encontraba la escena repulsiva. Los sirvientes, doncellas y soldados que llegaron poco después también se taparon la boca y se inclinaron, sintiendo náuseas.
El único que permanecía en silencio en medio del mar de sangre era Ceres.
Se asemejaba a un árbol firme en medio de una tormenta furiosa. Era él quien había desatado la tempestad, y sin embargo, se mantenía impasible en su calma, lo que lo hacía aún más aterrador.
Tras la oleada inicial de shock, la siguiente reacción fue el miedo y el desprecio.
—Otra vez…
—Otra vez…
—¿Por qué esta vez…?
—No lo sé, de repente…
Las voces flotaban en el aire, como una brisa ligera. La mayoría provenían de detrás de Diarin, lo que significaba que probablemente no alcanzaban los oídos de Ceres.
Si él no escuchaba, entonces no importaba. Pero a Diarin le irritó.
Le molestaba.
—… Su Alteza.
Diarin avanzó con cautela un paso.
El suelo, empapado de sangre, se pegó a la suela de sus zapatos con una sensación desagradable. Le recorrió un escalofrío por la espalda, pero no se detuvo.
Tenía que cumplir con su deber de salvar a Ceres, quien estaba conteniendo su tormento interno en soledad.
Entre todo el rojo carmesí, la camisa blanca de Ceres resaltaba. Sorprendentemente, a pesar de haber causado esta masacre, no tenía ni una sola gota de sangre sobre él.
Ceres giró la cabeza hacia Diarin cuando ella se acercó. Por suerte, no le cortó el cuello en el acto. En cambio, la miró fijamente con una expresión de escrutinio.
Diarin intentó tomarle la mano. Pero Ceres sostenía firmemente un cuchillo ensangrentado en una mano y un madero roto en la otra.
—……
Vaya ambiente de trabajo tan hostil.
Diarin suspiró en silencio y, en lugar de la mano, tomó su muñeca. En ese instante, se sorprendió.
Pensó que, dado que él había permitido que le sujetara la muñeca, ya se habría calmado. Sin embargo, la pulsación que sentía en la palma de su mano era feroz. Sus venas latían con tal intensidad que parecían a punto de estallar. Incluso sin ser médica, podía notar que su estado no era normal.
Diarin rápidamente canalizó su poder sagrado hacia él. Ceres permaneció inmóvil, aceptándolo.
—Oh…
Pero su reacción fue diferente a la de antes.
En el campo de entrenamiento, había usado todo su poder sagrado con fuerza. Pero ahora tampoco lo estaba usando poco. Incluso sintió un mareo momentáneo. Nunca antes le había pasado algo así al usar su poder.
Aun así, el latido desenfrenado de Ceres no mostraba signos de calmarse.
—¿No está herido en algún lado, verdad?
—No.
Su voz era tranquila. Pero su pulso seguía igual. Su tono y su condición no coincidían en absoluto.
Diarin alternó la mirada entre su rostro y su muñeca. Sí, estaban conectados, era su mismo cuerpo.
No había logrado calmar su pulso con poder sagrado, pero al menos confirmó que no estaba a punto de enloquecer en ese mismo instante.
—Entonces, ¿qué le parece si entramos?
—¿Por qué?
¿Por qué?
Había matado a quien debía matar. ¿No estaba ya todo resuelto? ¿Qué motivo tenía para quedarse aquí más tiempo?
Diarin no comprendió la pregunta en absoluto.
—Si ya ha terminado con lo que tenía que hacer…
—Aún no he terminado.
—… ¿Perdón?
—Estoy debatiendo si erradicar todo hasta la raíz o no.
—……
El ambiente se congeló con las palabras de Ceres.
Había notado algo mientras comía, investigó y eliminó a la persona responsable. Pero eso no le bastaba. Estaba considerando si debía buscar a todos los relacionados con el asunto y exterminarlos también.
En otras palabras, estaba pensando en seguir matando.
El hecho de que tomara la vida de las personas con tanta facilidad le hizo estremecerse. Diarin sintió que el aire se le atascaba en el pecho y tomó una gran bocanada de aire.
No era solo miedo. Seguramente, entre los presentes había quienes estaban aterrorizados porque podrían ser los siguientes. Nadie se movía, temerosos de llamar su atención. Ni siquiera se escuchaba el sonido de la respiración.
—… Lo haré después.
En medio del silencio sofocante, Ceres tomó una decisión.
Todos los presentes dejaron escapar un suspiro al mismo tiempo. Diarin también.
—¿Nos vamos?
Sin soltar su muñeca, Diarin guió a Ceres hacia la salida de aquel mar de sangre. Él la siguió en silencio, hasta que de repente dejó escapar un largo suspiro y apoyó su brazo sobre el hombro de ella.
—¡Oh! ¿Está bien?
—… Me siento mareado.
—Voy a buscar a alguien que lo ayude…
—No quiero.
—… Entonces, lo ayudaré yo.
Parece que poco a poco le estaba tomando el ritmo. Había logrado adaptarse sorprendentemente rápido a su nueva labor.
Diarin se felicitó a sí misma por su impresionante capacidad de adaptación mientras recorría en sentido contrario el pasillo por el que había venido corriendo.
—Por aquí.
Ceres señaló con el mentón una habitación diferente al comedor.
Cuando entraron, encontraron una estancia similar a un despacho. Había un gran escritorio en un lado de la habitación y, en el centro, un sofá de recepción con una mesa de té.
Diarin caminó hacia el sofá. Ceres la siguió sin resistencia y se sentó junto a ella.
Igual que en el comedor, los dos quedaron sentados uno al lado del otro. Sin embargo, esta vez sus cuerpos estaban aún más juntos.
¿Acaso ya se había acostumbrado a esto también? En lugar de sentirse incómoda o avergonzada, Diarin se preocupó primero por el estado de Ceres.
—Parece que no es suficiente con transmitir el poder sagrado a través de la muñeca. Creo que necesito canalizarlo directamente hacia su corazón…
Ceres inmediatamente abrió su camisa.
Ante sus ojos apareció el pecho desnudo que ya había visto cuando él se bañaba.
No le dio tiempo ni de prepararse mentalmente.
—¡Hup!
¿Cuántas veces había contenido la respiración con urgencia en un solo día? A este paso, no llegaría viva a vieja. ¿Un corazón destrozado por el estrés laboral sería considerado un accidente de trabajo?
Ceres, como si le estuviera diciendo que se diera prisa, le ofreció el pecho sin vacilar.
Esto es un procedimiento de sanación… Soy una sacerdotisa… Esto es un acto sagrado… Soy pura…
Recitando una oración en su mente, Diarin levantó una mano temblorosa.
A simple vista, la piel blanca y pálida de su pecho parecía fría, pero al tocarlo, sintió que estaba caliente, como si su corazón ardiera con fuego. Gracias a su calor, las manos frías de Diarin comenzaron a calentarse.
Antes de tocarlo, su mente estaba llena de pensamientos caóticos. Sin embargo, en cuanto empezó a canalizar su poder sagrado, su cabeza se calmó por completo.
Los dos permanecieron inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido.
En algún momento, el cuerpo de Ceres empezó a inclinarse lentamente hacia adelante. Temiendo que terminara recostado sobre ella, Diarin apartó la mano apresuradamente.
Entonces, Ceres apoyó su barbilla en el hombro de Diarin y murmuró:
—Continúa.
—¿A-así?
—Estoy cansado.
—… Entiendo.
Su voz sonaba exhausta.
Si estaba tan agotado que ni siquiera podía sostenerse por sí mismo, no podía simplemente apartarlo con frialdad.
Diarin extendió el brazo y apoyó la mano en la espalda de Ceres. A través de su espalda, aún podía canalizar su poder sagrado hasta su corazón.
Ceres comenzó a dejar caer más de su peso sobre ella.
Diarin apretó los músculos de su cintura para mantenerse firme.
A medida que el agotado Ceres se desplomaba sobre ella, y ella luchaba por sostenerlo, poco a poco sus cuerpos se fueron acercando más.
Para cuando Diarin se dio cuenta de ello, ya era demasiado tarde para separarse.
—Phew…
Había usado su poder sagrado durante mucho tiempo. Su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera empapado de agua.
Ahora, era Diarin quien terminaba apoyada en el pecho de Ceres.
Afortunadamente, él no la apartó, aunque ella estaba completamente agotada después de calmarlo.
—¿Se siente mejor ahora?
—Aún un poco más.
—… Si sigo usando más poder sagrado, creo que voy a morir.
Diarin puso cara de súplica.
Por favor, ten piedad.
Era su intento de despertar su compasión.
No tenía muchas esperanzas de que funcionara.
—No es necesario que uses más poder sagrado.
Pero funcionó. Para su sorpresa, él le concedió el permiso.
—Entonces, con su permiso, me retiraré a descansar un poco…
—No.
—¿Perdón?
—Quédate así.
—¿Perdón?
Ceres rodeó el cuerpo de Diarin con ambos brazos y la atrajo hacia él con fuerza.
Sintiéndose sofocada, ella tosió entrecortadamente, y solo entonces él aflojó el abrazo.
Aun así, Diarin no podía moverse.
No eran los brazos de Ceres los que la retenían.
Era su voluntad inquebrantable.
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