⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Apoyados el uno contra el otro, los latidos de sus corazones resonaban a través de sus cuerpos.
Parecía como si tuvieran dos corazones.
¡Thump-thump, thump-thump!
¡Dum-dum, dum-dum!
Al principio, sus corazones parecían competir por ver cuál latía más fuerte, pero con el paso del tiempo, sus ritmos se ralentizaron.
En algún momento, empezaron a latir al mismo compás, como si fueran uno solo.
—Creo que ya se siente mejor.
—……
No hubo respuesta.
Sin embargo, tampoco hubo una negativa.
Si ni siquiera podía decir que se sentía mal por cortesía, significaba que realmente estaba mejor.
Pero parecía que quería permanecer así un poco más.
Diarin, entendiendo los sentimientos de Ceres, en lugar de canalizar más poder sagrado, simplemente le dio suaves palmadas en la espalda.
Se preguntó si ese gesto le molestaría, pero Ceres no hizo ningún movimiento para rechazarlo.
Diarin, entonces, se relajó un poco más.
Cuando la tensión se disipó, su corazón también se abrió un poco.
Sin pensarlo demasiado, se atrevió a preguntar:
—Si sigo usándolo así para usted, ¿dejaría de matar gente?
No importaba la razón, el asesinato siempre era algo malo.
Si podía evitarlo, quería hacerlo.
Al menos, mientras estuviera a su lado, esperaba que no sucediera.
Además, eso tampoco era bueno para el propio Ceres.
—No.
Ceres lo negó rotundamente.
Ella pensó que, en su estado de relajación, podría aceptar cualquier cosa, pero con esto, se mostró firme.
Diarin reprimió el impulso de empujar su pesado cuerpo lejos de ella.
Si el poder sagrado servía para calmar sus nervios, entonces enseñarle a no matar era una tarea igual de importante.
La primera era una obligación impuesta sobre ella, pero la segunda era algo que nacía del diminuto fragmento de identidad que le quedaba como sacerdotisa.
—¿Cómo puedo…?
—No importa qué hagas, tengo cosas que debo hacer, así que no me detendré.
Era inquebrantable.
—Qué problema… —murmuró Diarin para sí misma, pero entonces, de repente, recordó algo.
El tono de Ceres era frío.
No sonaba como alguien que hubiera perdido el control por la furia.
Más bien, cada una de sus palabras estaba envuelta en una lógica racional y precisa.
—La comida de antes… ¿Pasó algo con ella?
—¿No es obvio?
—¿…Veneno…?
Ceres asintió con la cabeza, como si fuera un asunto trivial.
Pero para Diarin, fue un golpe de realidad.
—¿De verdad era veneno?
—¿Acaso hay venenos falsos?
—Bueno, si fuera falso, entonces no sería veneno.
—Exactamente. Y no hay razón para mezclar algo así en mi comida sin propósito alguno.
En otras palabras, alguien había intentado envenenarlo de verdad.
Las intrigas y los intentos de asesinato que, decían, ocurrían constantemente en el palacio imperial… ahora se habían manifestado ante sus propios ojos.
El hecho de que estuviera en el palacio imperial, sosteniendo al príncipe heredero en sus brazos, ya era bastante irreal… y ahora, además, había un intento de asesinato.
Ceres no era alguien que mintiera sobre algo así.
Pero aun sabiendo eso, era demasiado difícil de asimilar.
—Entonces, lo que hizo antes… ¿Fue…?
—Tengo a todas las personas que trabajan en la cocina bien identificadas. Incluso investigué sus relaciones familiares y amistades para asegurarme de que solo quedaran personas limpias, y he trabajado con ellos durante mucho tiempo. Si hubo un problema, no fue en el proceso de preparación, sino en los ingredientes en sí. Los ingredientes pasan por muchas manos durante el transporte. Justo cuando fui a revisar el almacén, vi a alguien sospechoso observándolo de cerca.
—……
—Ya tenía decidido desde hace tiempo qué hacer con él. Hoy solo resultó ser el día en que lo ejecuté.
Había una larga historia detrás de todo.
Probablemente ni siquiera sus más cercanos aliados sabían de esto.
O tal vez no tenía aliados cercanos en absoluto.
Después de observarlo todo el día, Diarin había llegado a una conclusión.
Ceres era un símbolo de miedo.
Nadie quería acercarse a él.
Y él tampoco parecía querer a nadie cerca.
Siendo así, toda esta información debía de estar guardada únicamente en su cabeza.
—Pero… ¿No terminó todo con su muerte? ¿Qué más quería hacer?
Aún quedaban dudas en su mente.
—Ese tipo solo era un peón siguiendo órdenes. Últimamente me ha estado molestando mucho, así que pensé en desmantelar todo el esquema de una vez…
—¿Desmantelar todo…? ¿Sabe quién está detrás?
El hombre que envenenó la comida del príncipe heredero no lo hizo por voluntad propia.
Alguien lo había manipulado.
Y, por lo que decía Ceres, parecía que él ya sabía quién era el culpable.
Lo sorprendente era que, aun sabiéndolo, no había tomado represalias de inmediato.
Un perro rabioso debería haber atacado a quien intentara golpearlo sin pensarlo dos veces.
—Al final, no puede ser otro más que Endin.
—¿Endin…? ¿Quién es?
—El segundo príncipe.
—Oh, el segundo pri… ¡¿Qué?!
Estas eran cosas que debían decirse con algo de dramatismo.
Tal vez contando hasta tres antes de soltar la bomba.
Pero lo dijo de forma tan casual, como si estuviera comentando sobre el clima, que por un momento no comprendió la gravedad del asunto.
—¿Esto es… lo que llaman la lucha por el trono? ¿Las intrigas en el palacio imperial?
—Exactamente.
—Ah…
Era demasiado irreal.
Entonces, en ese instante, Diarin lo comprendió.
Ya estaba completamente envuelta en ese conflicto.
Y ahora, ya no había forma de escapar.
—Ya estoy bien, así que puedes descansar.
Tras decir eso, Ceres se incorporó.
Para Diarin, fue la mejor noticia del día.
Rápidamente, intentó ponerse de pie también.
—Entonces, si me permite, iré a mi habitación a descansar un poco…
—Aquí.
Sin embargo, una fuerza firme presionó suavemente su hombro, obligándola a sentarse de nuevo.
Por supuesto. Como si realmente la fuera a dejar descansar cómodamente.
Diarin, quien ya había alcanzado un estado de resignación y aceptación, no opuso resistencia y, en su lugar, se acomodó hasta encontrar una posición cómoda.
Al menos, el lujoso sofá de la oficina del príncipe heredero era lo suficientemente cómodo como para sentirse casi como si estuviera acostada en una cama, lo cual era un pequeño consuelo.
Ceres se sentó en su escritorio y comenzó a concentrarse en sus documentos.
Era difícil creer que fuera la misma persona que había estado aferrándose a ella hacía un momento; ahora, su atención estaba completamente centrada en los papeles frente a él.
De vez en cuando, fruncía el ceño y entrecerraba los ojos, o tocaba distraídamente sus labios con la punta de su pluma.
Incluso esos gestos inconscientes conservaban una elegancia digna de un príncipe heredero.
Diarin lo observó durante un buen rato, como si estuviera admirando una pintura, y finalmente llegó a una conclusión.
Parece que no es simplemente un lunático como dicen los rumores.
Era cruel y despiadado en sus acciones, sí, pero al menos tenía razones para ello.
Definitivamente no era alguien que actuara únicamente por instinto, sin pensamiento alguno.
Lo cual era un alivio, pero…
De repente, Ceres levantó la cabeza y la miró.
Era una mirada que parecía estar verificando que ella siguiera allí.
Diarin, para confirmarlo, lo miró directamente y se encogió de hombros.
¿A dónde podría irme?
Solo entonces Ceres, satisfecho, volvió a concentrarse en los documentos.
Aún no sabía si era una suerte o una desgracia que él dependiera tanto de ella desde el primer momento en que se conocieron.
Por supuesto, era un alivio que no la hubiera decapitado de inmediato solo porque no le agradaba.
Pero junto con ese alivio, también vino una inquietante sensación de que esto no terminaría de manera sencilla.
Sin embargo, dejando a un lado la ansiedad, el agotamiento de todo un día de agotadoras pruebas hizo que la consciencia de Diarin se hundiera en lo profundo del mullido sofá.
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—¡Hah!
Fue como si emergiera bruscamente del agua después de haber estado sumergida.
Su respiración se liberó de golpe, y el sonido de su propio jadeo la despertó con los ojos muy abiertos.
Era la misma sensación que cuando la atrapaban dormitando durante el tiempo de oración.
Su somnolencia desapareció por completo de inmediato.
¿Dónde estoy? ¿Quién soy yo?
Ni siquiera recordaba cómo se había dormido.
Pero su instinto le decía que esto no era su propia y familiar cama, y esa extrañeza la despertó por completo.
Con el corazón latiéndole con fuerza, Diarin miró a su alrededor.
Todo estaba completamente oscuro.
¿Era de noche? ¿O las cortinas estaban cerradas?
De cualquier forma, la oscuridad era total.
El aire frío que le rozaba la piel le hizo pensar que probablemente era de noche.
Si ese era el caso, ¿dónde estaba?
Volvió a girar los ojos al frente y, entonces, vio algo que ya empezaba a resultarle familiar.
Pero esta vez, estaba más cerca que nunca.
Un torso desnudo y esculpido.
¿Por qué estaba eso aquí?
Aunque ya estaba completamente despierta, su cerebro todavía no terminaba de procesar la situación.
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