⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Huff, huff!
Aunque Diarin había logrado manejar la situación, los dos involucrados seguían fuera de control.
Respiraban de manera violenta, dejando salir su agitación con cada exhalación.
—Calma, calma.
Diarin se acercó primero a Halt, que estaba en un estado más crítico, y con cuidado posó una mano en su hombro.
Como no era tan cercana a Halt como a Ceres, el simple contacto físico le resultaba un tanto incómodo.
Mientras dejaba fluir su energía divina hacia él, observó su reacción con atención. Sin embargo, Halt no mostraba señales de calmarse.
El blanco de sus ojos estaba completamente rojo e inyectado en sangre.
Incluso tenía venas marcadas en la frente, señal de una excitación extrema.
—Shh… Aguanta, lo estás haciendo bien.
Diarin hizo su mayor esfuerzo por tranquilizarlo.
Pero Halt no se calmaba fácilmente.
Con la presión aumentando, Diarin trató de recordar cualquier método para calmar a alguien.
—Ya no hay asesinos. Todos están derrotados. Mira, nadie más va a atacarte, ¿verdad?
—¡Huff, huff…!
Afortunadamente, parecía que sus palabras comenzaban a llegarle poco a poco.
Mientras seguía jadeando, Halt levantó la cabeza y empezó a mirar a su alrededor.
Sus ojos, que antes vagaban sin rumbo, empezaron a recuperar algo de enfoque.
…Ah.
Mientras observaba a Halt, Diarin notó una emoción oculta en sus ojos.
Miedo.
Era miedo.
Halt no estaba reaccionando únicamente con hostilidad hacia sus enemigos; el miedo era la raíz de su comportamiento descontrolado.
Cuando alguien está aterrorizado, no puede percibir lo que sucede a su alrededor de manera normal.
Su frenesí no era más que un instinto reflejo para protegerse a sí mismo.
Diarin inhaló profundamente.
¿Así que era esto?
Había encontrado la clave del problema casi por accidente.
Diarin envolvió a Halt en un abrazo protector, apretándolo con ambos brazos.
El cuerpo de Halt se estremecía ligeramente con movimientos casi imperceptibles que solo podían sentirse al mantenerlo cerca.
Sin embargo, no cabía duda de que Halt estaba aterrado.
—Todo está bien, ya estás a salvo.
—…Huff…
—Nadie va a atacarte. Ya no necesitas luchar.
—Uh…
Poco a poco, la respiración agitada de Halt comenzó a calmarse.
Sorprendentemente, el consuelo parecía ser más efectivo que su energía divina.
—Mira, yo me encargué de ellos.
—Te… ¿encargaste?
Por primera vez, Halt emitió palabras coherentes.
Aunque sus ojos seguían mostrando un leve atisbo de locura, al menos estaba comenzando a recuperar algo de su razón.
Bien.
El hecho de que hablara significaba que su mente estaba regresando a la normalidad.
Con una voz suave y maternal, Diarin le explicó la situación, como si hablara con un niño.
—Sí, mira allí. Los que están en el suelo, ¿ves cómo sus ojos están quemados?
—Ah…
—Aunque intentaran levantarse, jamás podrían lastimarte. Sin ojos, ¿cómo podrían atacarte? ¿No crees?
—No me lastimarán…
—Eso es. Ahora todo está bien. Estás a salvo.
—A salvo…
Halt, que miraba a los asesinos inconscientes con la mirada perdida, lentamente giró la cabeza hacia Diarin.
El rojo intenso de sus ojos aún daba un poco de miedo, lo suficiente como para hacerla estremecer.
Pero Diarin, recordando el bono por peligrosidad de su misión, forzó una sonrisa tranquilizadora.
—Eso es, ahora estás a salvo, así que no pasa nada. ¿Estabas asustado, verdad?
Hablándole como solía hacer con el ‘perro loco’ que era Ceres, intentó calmarlo con palabras suaves y cariñosas.
Los ojos de Halt, que hasta ese momento estaban vacíos, se contrajeron y comenzaron a humedecerse.
De entre sus dientes apretados, emergió un sonido suave.
—Hhh…
Era un sollozo.
¿Un llanto?
—¿Eh?
Diarin no podía creer lo que estaba escuchando.
Un comportamiento impredecible era mucho más aterrador que un frenesí salvaje.
—¿H-Halt?
—Tenía… miedo…
La voz temblorosa de Halt sonaba como la de un niño pequeño lloriqueando.
Era mucho más inquietante que el ‘perro loco’ descontrolado que había enfrentado antes.
—E-Está bien, sí, sí…
—¡Huaaah! ¡Tenía mucho miedo!
—S-Sí, lo entiendo. Estabas asustado.
Sin saber qué más hacer, Diarin lo abrazó con fuerza y le dio unas palmaditas en la espalda para consolarlo.
Había hecho esto con Ceres muchas veces, pero era la primera vez que abrazaba a Halt.
Y sorprendentemente, parecía funcionar con él también.
¿Será que todos los miembros del Escuadrón 8 reaccionan bien cuando los abrazas y los consuelas?
Justo cuando Halt iba a decir algo más entre lágrimas, ocurrió algo inesperado.
¡Pum!
Diarin fue empujada de repente.
—¿Qué?
Antes de entender qué había pasado, había perdido el contacto con Halt.
Incluso él, que estaba sollozando, se detuvo por completo, atónito por lo rápido que había sucedido todo.
Los dos se miraron, desconcertados.
¿Qué acaba de ocurrir?
Entonces, desde los brazos de Diarin, se escuchó un gruñido bajo.
—No me gusta.
—¡Madre mía!
Diarin, horrorizada, se dio cuenta de que ahora estaba abrazando a Ceres, quien había aparecido de la nada.
¿Cómo y cuándo había llegado allí?
Ceres, sin decir una palabra, la apretó con fuerza entre sus brazos.
—¡Ack! ¡E-Espera! ¡No puedo respirar! ¡Cálmate…!
Ahora era Ceres quien estaba perdiendo el control.
¿Pero por qué ahora? Esto no fue tan grave como otras veces, ¡y él suele manejarlo mejor!
—Suelta los brazos, hablemos un momento.
—No.
—¡Si no los sueltas, me vas a matar!
—…No.
Aunque aflojó un poco la fuerza, no llegó a soltarla del todo.
Con algo de alivio, Diarin pudo al menos respirar y relajar su cuerpo.
En ese momento, Ceres se aferró aún más, como si quisiera fundirse con ella.
Nunca entenderé cómo funciona la mente de este perro…
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¿Fue tan impactante que abrazara a Halt?
Desde el incidente con los asesinos, Ceres había estado demostrando una obsesión intensa.
Durante las comidas, no se apartaba de su lado ni un centímetro.
Incluso cuando Diarin iba al baño, él esperaba justo frente a la puerta.
Si no lo detenía, parecía dispuesto a entrar con ella.
—Aléjate un poco. Estoy sudando.
—No estás sudando.
—Creo que voy a empezar.
Ceres solo retrocedía cuando Diarin lo empujaba.
Si ya un cachorro pequeño pegado todo el día sería agotador, imaginar un ‘cachorro’ con forma humana, cubierto de músculos, y completamente pegajoso, era un desafío tanto físico como mental.
—Uf…
No era raro que las personas se obsesionaran con alguien que las tratara con amabilidad y cuidado.
Había casos en que la gente mostraba comportamientos similares hacia los sacerdotes, como si fueran figuras parentales.
Y eso podía suceder incluso cuando solo recibían sanación o una simple bendición.
En el caso de Ceres, considerando que compartían techo, comida y pasaban juntos cada momento del día, era natural que desarrollara una obsesión.
Por ahora, supongo que es mejor dejarlo así.
Era un progreso comparado con su antigua actitud de intentar matar a cualquier humano que se cruzara en su camino.
Podría ocuparse de su obsesión más adelante, cuando él tuviera más estabilidad emocional.
Sin embargo, la obsesión de Ceres no se limitaba a seguirla como una sombra.
—Oye, hermana sacerdotisa, ¿llegará la comida mañana?
—¿Eh? Sí. ¿Por qué?
—Pide carne de serpiente esta vez. Me apetece.
—…Ve al jardín y caza una tú mismo.
—Está tan limpio que ya no se ven serpientes por aquí.
—…No, quiero decir, para poder comprarla… Espera, ¿Ceres?
Era una conversación completamente trivial.
Aun así, Ceres no pudo soportarla.
De inmediato, corrió hacia Diarin y la abrazó con fuerza.
—Espera, espera.
La densidad de sus músculos hacía que fuera imposible respirar.
Cuando Diarin sacó la cabeza por encima de su brazo, vio a Halt mirándola con una expresión ceñuda.
Diarin, nerviosa, lo observó para evaluar su reacción.
—No.
—Tsk, no te la voy a quitar, idiota.
Aunque Halt murmuraba insultos, no hizo ningún movimiento agresivo.
Ceres no era el único que había cambiado.
Halt también había cambiado mucho.
Antes, incluso la más mínima provocación lo hacía estallar, como si todo estuviera en su contra. Ahora era diferente.
La hostilidad de Ceres, en cambio, era genuina.
Parecía temer que Halt pudiera arrebatarle a Diarin, y eso lo hacía mostrar sus dientes como un animal protector.
—Ah, realmente odio esos malditos ojos suyos.
Sin embargo, aunque sus palabras seguían siendo rudas, ya no perdía el control.
La rabia que una vez irradiaba parecía haberse disipado en gran parte.
Antes, sus palabras estaban cargadas con la amenaza de una explosión inminente, pero ahora simplemente expresaban su incomodidad.
Ese cambio notable había comenzado desde el día en que Diarin quemó los ojos de los asesinos.
—¿Estás bien?
Se dice que cuando alguien actúa fuera de su naturaleza, es porque algo está pasando.
Con una mezcla de curiosidad y preocupación, Diarin preguntó con frecuencia.
—¿Estás bien?
—Pareces estarlo.
—No estoy bie… ¡Ah, maldita sea!
Halt se rascó la parte trasera de la cabeza, interrumpiendo su propia frase.
—¿…?
¿Desde cuándo Halt se detenía en medio de una frase agresiva?
¿Desde cuándo alguien tan impulsivo podía contenerse?
Diarin estaba llena de preguntas ante esta inesperada transformación.
—¿Por qué ahora puedes contenerte?
—¿Eh?
—Antes no te contenías a propósito; simplemente perdías el control. Pero ahora parece que puedes decidir detenerte.
No era que antes no quisiera contenerse, sino que no podía hacerlo.
Pero ahora sí podía.
Halt, ante la observación de Diarin, reflexionó por un momento.
—…No lo sé.
Pensar no siempre lleva a una respuesta.
Sin embargo, incluso él empezó a notar su propio cambio.
Antes, cualquier estímulo lo hacía perder la razón y lo dejaba cegado por la ira. Ahora, su mente se mantenía más clara durante más tiempo.
Era capaz de pensar ‘debo controlarme’ y realmente hacerlo.
Pero seguía sin entender el porqué.
Diarin lo miró fijamente, tratando de entender.
Si su teoría era correcta, el cambio comenzó después de que ella eliminara a los asesinos.
Hostilidad y la sensación de protección. Miedo y seguridad.
Las palabras opuestas comenzaron a encajar en la mente de Diarin.
Quizás…
Aunque solo era una hipótesis, las habilidades sobrehumanas de los miembros del Escuadrón 8 podían tener su origen en el miedo.
Dado que cada persona siente miedo de forma diferente, las sensibilidades de Halt y Ceres también variaban.
Si el miedo de Halt era ‘la posibilidad de ser atacado’, eso explicaría su sensibilidad hacia la hostilidad.
Y si la sensación de seguridad que él había recibido de Diarin como sacerdotisa lo ayudó a superar ese miedo, entonces ahí estaba la clave.
Si es así, entonces…
En el caso de Ceres, era el sonido.
¿Qué sonido lo había aterrorizado tanto como para cambiarlo de esa manera?
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