⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Yo? Yo en mi habitación… no, mejor no.
Diarin cambió su respuesta sobre la marcha, dándose cuenta de lo que Ceres deseaba.
Asignarle a otras personas para que lo atendieran era tanto un ejercicio para que viviera como un verdadero joven distinguido como un intento de reducir su dependencia obsesiva hacia ella.
Sin embargo, no tenía sentido decírselo directamente, ya que podría generar rechazo o incomodidad. Además, sería peligroso.
—Yo estaré justo cerca, al lado.
—…
Parecía que la respuesta no era suficiente. La expresión de Ceres se tornó visiblemente molesta.
—Si necesitas que esté contigo, vendré inmediatamente.
—Inmediatamente.
—¡Claro que sí! ¿A dónde crees que me iría sin ti?
Solo entonces, Ceres aceptó permanecer en esa habitación, asintiendo con la cabeza.
—¡Muy bien, muy bien! Qué niño tan bueno. Ahora, ¿por qué no tomas asiento?
Diarin lo guió suavemente hacia un sofá dentro de la habitación.
El sofá, lo suficientemente grande como para acostarse cómodamente, sería adecuado para recibir tratamientos de cuidado de la piel o masajes.
Ceres, con ropa limpia y arreglada, se sentó derecho con una postura impecable.
—Ehm…
Esa postura, aunque perfecta para la salud de la columna y beneficiosa a largo plazo, no era lo que Diarin buscaba en ese momento.
—¿Por qué no te recuestas un poco hacia atrás? Cruza las piernas. Levanta un poco el mentón.
Diarin sugirió una postura mucho menos saludable.
Ceres, sin entender del todo el motivo, obedeció.
Sacrificó su impecable postura vertebral para cumplir con las instrucciones de Diarin.
—Oh…
El resultado dejó a Diarin más que satisfecha.
La típica expresión inexpresiva de Ceres adquirió un aire de arrogancia elegante, propio de un joven distinguido.
Mientras no hablara, se veía como un auténtico heredero de alcurnia.
—¡Perfecto! Cuando entren las personas, simplemente quédate así. ¿Entendido?
—Sí.
¡Maravilloso! ¡Miren cómo he educado a este joven distinguido!
Con plena confianza, Diarin dio la señal para que Skinel entrara.
—Con permiso.
Con una voz suave, Skinel anunció su llegada mientras abría la puerta con cuidado.
La misma puerta que usualmente chirriaba cuando Diarin la abría ahora se movía silenciosamente, como si también respetara al invitado.
Skinel había cambiado de ropa antes de entrar.
Vestía un impecable atuendo blanco y su cabello estaba recogido perfectamente, sin un solo mechón fuera de lugar. No había nada en su apariencia que pudiera desestabilizar o confundir a Ceres.
Sin embargo…
—Soy Skinel. Desde hoy, me encargaré del cuidado de la piel del joven maestro.
—…
Sin decir una palabra, Ceres escondió su rostro en el regazo de Diarin, que estaba sentada a su lado.
Había logrado corregir la costumbre de que lo hiciera sentado en el suelo, pero esa reacción aún persistía.
Sin embargo, eso era aceptable cuando estaban a solas.
Hacerlo frente a alguien que trabajaba para ellos…
—…¿Está bien esto?
Quizás podían atribuirlo al carácter caprichoso de un joven consentido.
De hecho, Skinel no mostró signos de horror ante esta escena, como si pensara: ¡Quién hubiera imaginado que vería algo así!
Diarin, segura de su crianza, le dio unas palmaditas en el hombro a Ceres.
—Ceres.
—…Sí.
Con lentitud, Ceres levantó la cabeza, aunque con evidente desgana.
—¡Oh!
Skinel abrió los ojos con sorpresa y se cubrió la boca con delicadeza.
Incluso su expresión de asombro y su tono eran suaves, sin provocar a Ceres.
—He oído que, por vivir tanto tiempo en el exterior, su piel podría estar algo dañada. Pero, ¡oh! ¡Qué suave se ve! ¿Ha hecho algún cuidado especial?
—…
Diarin tampoco era de hablar demasiado.
Aunque como sacerdotisa o comerciante a veces debía extenderse, en su vida cotidiana se limitaba a lo esencial. Por eso, Ceres nunca había escuchado un discurso tan adornado.
Aunque la voz de Skinel era suave como una caricia, la longitud del comentario lo dejó desconcertado.
Ceres olvidó incluso la norma de responder a una pregunta, quedándose en silencio.
—¿Puedo acercarme un poco más? Sé que no se siente cómodo con las personas, pero no soy como una persona, soy más como el aire… una brisa pasajera, ¿puede imaginarlo?
—…Sí.
No sabía si realmente lo entendía, pero asintió como si estuviera hipnotizado.
—Gracias. Entonces, me acercaré, ¿sí?
Con una sonrisa radiante, Skinel avanzó hacia él.
Sus movimientos eran tan ligeros como pétalos llevados por el viento.
La única señal de su proximidad era el aroma delicado que emanaba de su cuerpo.
Diarin, por si acaso, no apartó la vista de Ceres.
—¡Oh, desde cerca su piel se ve aún mejor! Incluso podría creer que ha estado cuidándola siempre. ¿Puedo tocarla un poco?
Era lógico que un especialista en piel tocara a su cliente.
Pero Diarin estaba nerviosa.
Era el momento crucial para saber si su querido Ceres podía soportar el contacto de un extraño sin reaccionar mal.
¡Ba-dum, ba-dum, ba-dum!
Parecía que solo el corazón de Diarin latía con fuerza.
Ceres, por su parte, observaba con calma la mano de Skinel acercándose como un cachorro curioso.
Skinel deslizó suavemente su mano por el dorso de la mano de Ceres, con un toque tan leve que parecía imposible que fuera amenazante.
—¿Está bien? ¿Se siente cómodo?
El toque, casi imperceptible, fue acompañado de preguntas cuidadosas y constantes.
—…Sí.
Ceres observó su propia mano como si intentara comprender algo.
Skinel, con su actitud cautelosa y preguntas repetidas, parecía haberlo tranquilizado. Ceres se veía mucho más relajado que al llegar a la habitación.
—¡Qué alivio! Algunos clientes se sienten incómodos con ciertos toques, pero parece que todo está en orden.
Con la misma delicadeza con la que se había acercado, Skinel se apartó sin hacer ruido.
—Entonces, ¿quiere probar un tratamiento ahora mismo?
Cuando Skinel dirigió la pregunta a Ceres, este miró automáticamente a Diarin, esperando su decisión.
Era habitual que Diarin tomara decisiones cuando estaba con otras personas, como el cocinero o Roben.
Ceres solía necesitar explicaciones detalladas antes de decidir algo por sí mismo.
Sin embargo, esta vez fue un error.
El joven maestro era Ceres, y aunque tomara tiempo, Diarin sabía que debía esperar a que él tomara sus propias decisiones.
Sin embargo, en lugar de responder, Diarin simplemente sonrió.
Ceres parecía confundido.
—No necesita responder de inmediato —intervino rápidamente Skinel, notando la confusión de Ceres—. Estaré en la mansión exclusivamente para servirle. Llámeme en cualquier momento que lo desee.
Gracias a esas palabras, Ceres encontró una salida.
—… Está bien.
Siempre había estado acostumbrado a adaptarse a su entorno, aceptando lo que se le daba como algo natural.
Que el entorno se adaptara a él era algo completamente desconocido.
Ceres sentía una extraña comodidad, pero al mismo tiempo, esa comodidad extrema lo hacía sentirse tenso.
—Como será algo continuo, ¿qué te parece comenzar ahora? —preguntó Diarin.
—…
—Estaré cerca todo el tiempo. No te preocupes.
Decidir por él sería extralimitarse, pero sugerirle algo era otra cosa.
Apenas Diarin hizo la propuesta, Ceres asintió sin pensar demasiado.
—Nuestro joven maestro necesita apoyo emocional cuando está con extraños. ¿Puedo quedarme cerca? —preguntó Diarin a Skinel.
—¡Por supuesto! Haré los preparativos de inmediato —respondió Skinel con entusiasmo.
Antes de salir de la habitación para hacer los arreglos, Skinel no olvidó despedirse, dirigiéndose especialmente a Ceres.
No fue una falta de respeto hacia Diarin, pero el gesto estaba claramente dirigido al joven maestro, como si lo tratara con la cortesía de alguien que servía a un verdadero noble.
Diarin sintió que había dado un paso más en la creación de un auténtico joven aristócrata.
—Uf.
Ese no era un mundo en el que ella encajara.
Solo necesitaba empujar a Ceres dentro de ese mundo y luego retirarse.
Sin embargo, un pensamiento fugaz cruzó por la mente de Diarin: quizás ese mundo no era tan brillante y encantador como parecía.
Aunque era un lugar lleno de cortesía y amabilidad, también podía sentirse asfixiante.
Diarin miró a Ceres.
—¿Estás bien?
Ceres tardó unos segundos antes de responder.
—…Sí.
Diarin cambió la pregunta.
—…¿Te gusta?
Ceres no respondió de inmediato, limitándose a mirarla con una expresión que reflejaba confusión, como si no supiera qué significaba ‘gustar’.
—Que la gente se enfoque en ti, que se esfuercen por complacerte, que te cuiden. Todo esto —añadió Diarin.
Era, en esencia, la vida típica de un joven maestro.
Para la mayoría, esto sería considerado un éxito.
Pero, ¿no debería sentir satisfacción como recompensa por ese éxito?
—…
—Si no lo sabes, también está bien decirlo —le aseguró Diarin.
—No lo sé —respondió Ceres rápidamente, como si hubiera estado esperando el permiso para decirlo.
—A medida que lo experimentes más, lo sabrás. Pero… —Diarin levantó tres dedos, enfatizando sus palabras—. Lo importante son tus sentimientos, Ceres.
—¿Mis sentimientos?
Ese concepto parecía completamente nuevo para él.
Diarin siempre hablaba de cosas novedosas, ideas que Ceres no podía ver ni expresar con acciones.
Mientras que las estrategias y movimientos eran fáciles de aprender, las palabras de Diarin solían ser abstractas e intangibles.
Para este punto, Diarin se había convertido en una experta en tratar con Ceres.
Con solo mirarlo, podía notar cuándo estaba confundido o perdido.
—Lo que quiero decir es que, si algo no te gusta, debes decirlo inmediatamente.
Aunque expresar lo que le gustaba era importante, aprender a decir ‘no’ era aún más esencial para alguien como Ceres, que había pasado su vida soportándolo todo.
Por más que se lo enseñaran, cambiar ese hábito no era fácil.
Una vez más, Ceres asintió con la cabeza. Responder siempre se le daba bien.
—Ya está todo listo. ¿Les parece si nos movemos? —anunció Skinel desde fuera de la puerta.
Diarin extendió su mano hacia Ceres.
Ceres, como si buscara apoyo, tomó ambas manos de Diarin con fuerza para levantarse.
Incluso dentro de la mansión, si salían a caminar, necesitaban una especie de ‘correa’.
Aunque pudiera parecer que era él quien la llevaba, esa conexión era absolutamente necesaria.
—Por aquí, por favor —dijo Skinel, guiándolos con naturalidad, como si ya conociera perfectamente la mansión.
Cuando llegaron al baño, Diarin abrió los ojos con asombro.
Comments for chapter "34"
MANGA DISCUSSION