⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La noche anterior, Diarin había tenido una conversación profunda con Ceres hasta altas horas.
Como resultado, encontró una solución.
( ¿Es que no te gusta que otras personas te toquen? )
( Sí. )
( ¿Y si alguien más te toca mientras yo también lo hago? )
( ¿? )
( Es decir, como cuando escuchaste mi voz junto con otro sonido, pudiste tolerarlo un poco. Tal vez sea lo mismo con el tacto. )
El sonido era algo que Ceres no podía soportar hasta el punto de perder la razón, pero el tacto era simplemente algo que le disgustaba.
Si su problema fuera que no le gustaba el cuidado personal, se podría buscar otra solución. Sin embargo, si su rechazo era al contacto físico en general, era necesario suavizar eso en cierta medida.
En un evento social, tendría que estrechar manos. Si quería bailar, tendría que tomar a alguien de la mano. Incluso podría haber momentos en que alguien lo tocara de manera casual al pasar.
No podían permitirse que estallara en esos casos.
El cuidado personal era un asunto secundario; lo prioritario era acostumbrarlo al contacto físico. Así que decidieron utilizar a Skinel para ayudar con este entrenamiento.
—¡Buenos días! ¡Qué mañana tan maravillosa! —saludó Skinel con entusiasmo, sin tener idea de que sería objeto de un experimento.
Diarin, por otro lado, ya estaba completamente decidida.
—Me dijeron que empezaríamos con el cuidado matutino, así que me preparé mucho. Es fundamental limpiar la piel de la hinchazón y la grasa que se acumulan durante la noche. Pero, oh, ¿cómo es que el joven maestro no tiene ni un rastro de hinchazón ni grasa por la mañana? ¡Debe ser natural! —dijo Skinel con su característica elocuencia.
—¿Hoy le caeré un poco menos mal?
Preguntó con naturalidad si seguía siendo desagradable para él.
Ceres miró a Diarin.
Diarin lo miró de vuelta.
¡Tú tienes que responder! ¿Por qué me miras a mí?
Al ver que Ceres no parecía dispuesto a hablar, Diarin tuvo que intervenir.
—No es que le desagrades, es que se pone tenso cuando alguien extraño toca su cuerpo. Pero pensamos que podría sentirse mejor si yo estoy aquí con él, así que lo intentaremos hoy.
—Oh, es una excelente idea. A veces los niños pequeños o los jóvenes maestros tienen miedo al baño, y una niñera los acompaña —respondió Skinel.
Aunque Ceres ya era un joven adulto, Skinel no lo relacionó con el miedo.
Al fin y al cabo, es un joven maestro; podría ser así. Skinel no tenía grandes prejuicios.
Si pensaba que todo tenía una razón, nada parecía incomprensible. Si el joven maestro estaba siendo tratado por un sacerdote debido a su naturaleza tímida y nerviosa, entonces era natural que quisiera estar con él todo el tiempo.
Tímido. Nervioso.
Si Diarin lo escuchara, se convertiría en una estatua de piedra durante tres segundos. Pero Skinel simplemente sonrió.
—Bien, vamos al baño.
Ceres entró en la bañera mientras sostenía la mano de Diarin.
Skinel se acercó con un aceite aromático después de confirmar que Diarin estaba sentada junto a la bañera.
—Esto ayuda a relajar y calmar la mente. Es igual al que usamos en el agua. También lo aplicaré ligeramente en su cuello y hombros. ¿Está bien? —preguntó Skinel, mirando a Diarin.
Ya estaba claro quién debía aprobar todo. En esa casa, solo el sacerdote tenía voz y voto.
Diarin, con una leve presión en la mano de Ceres, sonrió.
—Adelante, empieza por los hombros.
Con el permiso de Diarin, Skinel tocó cuidadosamente los hombros de Ceres.
Ceres solo miró fijamente la mano que sostenía la de Diarin.
Diarin cubrió suavemente el dorso de la mano de Ceres con la suya, tranquilizándolo.
Pese a que su cuerpo se tensaba de la ansiedad, parecía soportable, pues no se movió más.
La habilidad de Skinel también ayudó a que fuera más llevadero.
—Ya terminé con el aceite. Quédese un poco más en el agua y luego pasaremos a la cama de cuidado.
Durante el cuidado, Skinel dejó de parlotear, lo que permitió que Ceres soportara mejor la situación.
Aunque a veces apretaba con fuerza la mano de Diarin, como si quisiera aferrarse a ella, esta lo calmaba sujetando su mano con cuidado.
Mientras Skinel preparaba la cama de cuidado, Diarin observó el rostro de Ceres.
Con las mejillas ligeramente sonrojadas por el calor del baño, su expresión neutra le daba un aire casi de muñeco.
—Ya te ves más guapo —comentó Diarin, elogiándolo por haber soportado bien.
Ceres no respondió y solo apretó los labios.
El leve sonrojo de sus mejillas pareció intensificarse, pero quizá solo era una ilusión.
—Vamos a la cama de cuidado —anunció Skinel.
Ceres se levantó de la bañera siguiendo las instrucciones. Sus movimientos eran tan disciplinados como los de un soldado.
Con un movimiento rápido, se puso de pie en el centro de la bañera, rompiendo la superficie del agua.
¡Splash!
El agua salpicó por todas partes, y el movimiento hizo que el albornoz que llevaba se abriera, dejando al descubierto su piel desnuda.
—…
Dios mío.
¿Qué estoy viendo en este momento?
Aunque ya lo había visto antes, verlo de nuevo era igual de impactante.
Diarin, agarrándose a sus últimos vestigios de cordura, comenzó a murmurar:
Creador de los cielos y la tierra, tú que llenas todo espacio y habitas cada instante, tu nombre hace que este mundo sea hermoso…
Hermoso…
Hermoso…
Pero no pudo continuar más allá.
Si nunca hubiera visto su cuerpo antes, solo sentiría vergüenza. Pero ya lo había visto una vez, y eso hacía que su mente se alterara aún más.
El cuerpo de Ceres no podía describirse simplemente como ‘bueno’.
Era un físico perfeccionado en combate, con músculos firmes y definidos, sin un solo gramo de grasa.
Su piel, que no conocía el sol, brillaba con un tono blanco resplandeciente.
Y ahora, ese cuerpo estaba empapado.
—Por aquí… h-huff…
Skinel, que se había girado hacia la cama de cuidado, también se quedó inmóvil al ver a Ceres.
Por supuesto, pensó Diarin. No soy la única que reacciona así.
La reacción de Skinel, que no difería mucho de la suya, le dio un poco de consuelo.
—V-vaya, qué… qué cuerpo tan impresionante… —tartamudeó Skinel, temblando, pero aún capaz de expresar elogios.
Diarin, en cambio, estaba paralizada. Tenía la sensación de que, si decía algo, perdería la conciencia.
El simple hecho de que Skinel pudiera hablar mostraba la profesionalidad que tenía.
Pero solo podía hablar, nada más.
El cuerpo de Ceres era, al mismo tiempo, hermoso y peligroso.
Era el tipo de físico que podría detener corazones, uno que no debía mostrarse a personas mayores o frágiles sin advertencia previa.
Y al considerar que ese cuerpo pertenecía a alguien que realmente había matado personas, Skinel se encontró, de muchas maneras, ante una amenaza real.
—Por… por aquí, por favor —logró decir Skinel con esfuerzo.
Ceres salió de la bañera con movimientos tranquilos y seguros.
En el proceso, el albornoz, que ya estaba ligeramente suelto, se abrió aún más, dejando expuesta gran parte de su cuerpo.
—¡Huff!
Skinel inhaló profundamente, tan bruscamente que casi se ahogó. A duras penas logró mantener el control, aunque su corazón latía con tanta fuerza que parecía subirle por la garganta, bloqueando sus palabras usualmente fluidas.
El latido de su corazón era tan fuerte que incluso Diarin podía escucharlo.
Y para los oídos sensibles de Ceres, era un ruido ensordecedor.
—Demasiado ruido —dijo Ceres, frunciendo el ceño.
—L-lo siento mucho… —se disculpó Skinel de inmediato, sin siquiera imaginar que se refería al sonido de su propio corazón.
Pero la disculpa no calmó el ruido; al contrario, su nerviosismo lo intensificó, haciendo que los latidos resonaran aún más.
El ceño de Ceres se convirtió en una línea de descontento aún más marcada.
Diarin, dándose cuenta de la situación, agarró el brazo de Ceres con ambas manos.
—Ceres…
Ceres la miró con ojos llenos de reproches.
Sus ojos parecían gritarle: ¡Haz algo con ese ruido molesto! ¡Tú también eres ruidosa! ¡Cállate!
Diarin captó todas las demandas implícitas, pero no tenía una solución inmediata.
Había estado canalizando una ligera energía sagrada hacia él desde antes, pero incluso eso no bastaba para calmar la perturbación causada por el ruido de los corazones de ambos.
Era lógico que Ceres, que estaba tan tenso, se sintiera molesto.
¿Cómo puedo calmar esto?
Pensar en el nerviosismo solo aumentaba la tensión.
—T-túmbese en la cama de cuidado… —dijo Skinel, todavía nerviosa, pero cumpliendo con su deber.
Diarin, sujetando el brazo de Ceres, lo guió hacia la cama.
Pero en cuanto dio un paso, la respiración de Ceres se volvió más pesada.
—…Huff…
Una vez que algo comenzaba a irritarlo, todo lo demás se volvía insoportable: el aroma del aceite, la ropa pegada a su cuerpo, incluso el suelo resbaladizo.
—¿Ceres? —preguntó Diarin, dándose cuenta de que estaba al borde de perder el control.
Fue en ese momento cuando ocurrió.
Diarin pisó un charco de agua mezclada con aceite que había caído del cuerpo de Ceres.
—¡Ahh!
Su pie resbaló, y su cuerpo se tambaleó hacia adelante.
No fue intencional.
Si hubiera calculado esto como una distracción para desviar la atención de Ceres, habría sido el peor error posible.
En un estado ya alterado, Ceres odiaba las sorpresas y los movimientos bruscos.
Pero su pie ya había resbalado, y Diarin, que seguía sujetando el brazo de Ceres, no tenía la habilidad de hacer un giro acrobático y aterrizar con gracia.
Así que simplemente cayó en la dirección en la que había resbalado.
Y entre ella y el suelo estaba Ceres.
—¡Huff!
—¡…!
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