⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Los ojos afilados del hombre parecían los de un gato a punto de arañar.
Diarin, sorprendida, retiró su mano que estaba vertiendo energía divina en las heridas.
—Solo estaba curándote.
El hombre observó en silencio el rostro de Diarin y su cuerpo medio desnudo, mirando un poco más la camisa que claramente no se había quitado él mismo.
—…De verdad.
Diarin expresó su frustración.
El hombre no dijo nada. El aire intimidante que había sentido antes se había desvanecido.
Diarin, insegura, apartó ambas manos.
—Eh… ¿Me voy?
—…
Como no parecía disgustado, volvió a preguntar por si acaso.
—¿Sigo?
El hombre cerró los ojos de nuevo sin decir una palabra.
Sentir la energía divina infiltrarse en su cuerpo era bastante agradable: cálida, relajante… Incluso ayudaba a calmar los nervios.
Sí, seguro que no le molestaba.
Diarin recuperó algo de confianza. Hasta ahora, había ocultado su verdadero poder porque no quería que el templo lo aprovechara. Sin embargo, siempre había sabido instintivamente que su poder divino no era algo trivial. No sabía con certeza cuál era el límite de su poder, pero sospechaba que era una bendición especial de los dioses.
Dado que el hombre no se quejaba, Diarin vertió aún más energía divina, siendo mucho más proactiva que antes. Contrario a la cautela con la que había tratado de no despertarlo antes.
El hombre, sorprendido por la sensación, se estremeció y la miró.
—Está bien, solo estoy curándote.
Con esas palabras, el hombre relajó su cuerpo. Ya no parecía que fuera a atacar de repente.
—Mi nombre es Diarin.
El hombre entreabrió los ojos. No le pidió que se callara.
—¿Ya no te molesta tanto el ruido?
—…
A juzgar por el hecho de que no estaba gritando, parecía estar bien.
—¿Lo estás soportando?
—Sí.
Oh, respondió.
—¿Antes no podías soportarlo?
—Sí.
Así que, cuando puede, lo soporta como un buen perro obediente. Ahora tendría que averiguar hasta qué punto podía aguantar.
—¿Cómo te llamas?
Antes de medir su paciencia, lo primero era conocer su nombre. Con todo el caos inicial, no habían tenido oportunidad de presentarse.
—Ceres.
—Ceres. Suena genial. ¿Quién te lo puso?
—No lo sé.
—Ah… no lo sabes.
Era difícil continuar una conversación normal con él. ¿Cómo se suponía que iba a convertir a esta persona en un caballero y debutarlo en la sociedad?
Diarin maldijo hacia el cielo.
Dicen que es para ayudarlo a socializar, pero lo más probable es que la hubieran enviado aquí para cuidarlo en un lugar apartado y olvidado por todos.
—No, no puede ser eso.
Pensando en la fama de la 8ª División, no creía que fuera así.
La 8ª División fue la responsable de poner fin a la guerra. Cuando los soldados regresaron, las historias sobre la 8ª División se difundieron por todas partes. En tiempos de guerra, la gente solo escucha rumores vagos, pero las palabras de los soldados que realmente estuvieron en el frente tenían un peso distinto.
Además, el poder temible de la 8ª División atrajo mucho interés, y la gente exigía que se recompensara a los héroes de guerra como correspondía.
Pero esto es demasiado.
El templo probablemente había aceptado el trabajo solo por el dinero, sin saber en qué estado estaban los miembros de la 8ª División.
El sacerdote haría el trabajo, pero el templo se quedaría con el dinero.
Al final, la única que se desgasta soy yo.
Maldita sea.
Diarin soltó una sonrisa irónica, incapaz de llorar.
Ceres la miró, como si su sonrisa fuera algo extraño.
—Es porque estoy contenta de conocerte, contenta.
—¿?
—…Es lo que suele decirse al conocer a alguien por primera vez.
—Sí.
Sí, ¿qué significaba eso?
¿Entendió lo que dije, o solo lo dijo por decir algo?
Al menos, debía estar agradecida por la mínima respuesta.
—Y, ¿siempre estás así de tranquilo?
—¿?
Con su mirada confusa, Diarin sintió que no obtendría una respuesta clara. Tendría que ser más específica, ajustarse a su nivel.
—Entonces, Ceres, ¿qué haces normalmente?
—Entreno.
Oh, funcionó.
—¿Y después?
—Duermo.
—¿Algo más?
—Como.
—¿Y cuando no haces ninguna de esas cosas?
Ceres no respondió.
¿Así que su vida se limitaba a entrenar, dormir y comer?
No era muy diferente de la vida de Diarin, que se basaba en rezar, trabajar, dormir, comer y charlar.
Sintió un poco de simpatía por él.
—¿No te alteras cuando entrenas, como antes?
—…No.
Este perro parecía ser del tipo que necesita buenos paseos. Al menos ahora sabía eso.
Mientras hablaban, Diarin terminó de curar las heridas visibles. Sin embargo, aún quedaban muchas más, cicatrices antiguas de la guerra.
Ya que estaba, pensó en seguir curándolo.
Nunca antes había utilizado tanto de su energía divina de una vez, por lo que no estaba segura de su propio estado. Pero su cuerpo fue honesto.
Gruuummm.
Su estómago rugió, exigiendo que lo llenara de azúcar rápidamente.
—Ugh.
Las pupilas de Ceres se contrajeron bruscamente.
Había soportado la charla decente, pero el sonido de su estómago no parecía ser algo que pudiera tolerar.
Diarin inmediatamente retiró sus manos y se levantó.
—Voy a comer algo.
Cuando Diarin se levantó, Ceres también se incorporó y se sentó.
Gracias a eso, Diarin pudo ver su espalda.
Había algunas heridas en su espalda, pero estaban en mejor estado que las del frente.
Sin embargo, si quería tratar todas las cicatrices ocultas, tardaría un buen tiempo.
No era algo que pudiera terminar en un solo día. Tomaría bastante tiempo.
—Entonces, bajaré a comer y me ocuparé de esos ruidos estomacales.
No fuera que el ruido lo irritara y la atacara.
Mientras se levantaba, Diarin sintió la mirada de Ceres, que la observaba en silencio.
Al recordarlo, también era su responsabilidad asegurarse de que Ceres comiera.
—¿Tienes hambre?
—…
Otra vez, la misma mirada perdida.
No parecía que fuera a atacarla por hambre en ese momento, pero tal vez sería más seguro alimentarlo de antemano.
—Si traigo comida, ¿quieres comer conmigo?
—Sí.
Afortunadamente, Ceres no rechazó la oferta.
Diarin se levantó rápidamente. Estar junto a alguien que podría atacarla en cualquier momento era agotador.
Con las piernas temblorosas, salió de la habitación, y al mirar hacia atrás, vio que Ceres seguía sentado, mirándola fijamente.
—Siéntate en la cama.
Aunque pertenecía a la 8ª División y podía sentarse sobre clavos sin inmutarse, sintió la necesidad de sugerirle que se sentara en la cama, como si se compadeciera de él.
Sorprendentemente, Ceres obedeció y se levantó de su lugar.
Era como un perro salvaje, pero uno que obedecía bien.
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Diarin bajó a la cocina, donde antes había echado un vistazo.
Había platos alineados sobre la encimera, preparados por el cocinero.
Aunque ya no estaban calientes, las comidas parecían ser una gran muestra de hospitalidad.
Oh, esto es bastante lujoso.
Eran platos impresionantes, como los que solo se verían en un banquete.
Carne elegantemente decorada, pan que parecía derretirse en la boca, y postres que brillaban como joyas, todo estaba perfectamente preparado.
Parece que nos quieren cuidar bien, al menos con la comida.
En el templo, las comidas apenas eran lo suficiente para no morir de hambre.
Buena comida y una cama cómoda eran lujos valiosos.
El trabajo, que había parecido una pesadilla, empezaba a mejorar un poco.
Diarin sirvió dos raciones y salió de la cocina.
Había suficiente comida para que cada uno comiera cinco raciones al día durante una semana.
—Traje la comida.
Antes de abrir la puerta, Diarin llamó y esperó un momento.
No había ningún sonido desde dentro.
No podía arriesgarse a abrir la puerta sin más, no sabía qué podría pasar.
Dejó la bandeja en el suelo y, con el silbato en mano, volvió a llamar.
—¿Puedo entrar?
—Sí.
La respuesta apenas se oyó.
Diarin respiró aliviada y abrió la puerta.
Creeeeek.
—¡Ay!
En ese momento, la puerta chirrió de forma aguda.
Contuvo el aliento y miró a Ceres.
La habitación estaba tan tranquila como cuando la dejó. No parecía haber tenido ningún ataque. Al menos, su esfuerzo por no hacer ruido había valido la pena.
—¿Puedo entrar?
—Sí.
Aún con precaución, entró.
Ceres seguía sentado en la cama, tal como lo había dejado.
Aunque parecía no haber hecho ningún movimiento, sus ojos estaban entrecerrados.
—Si tienes sueño, ¿quieres comer más tarde?
—¿…?
Aunque era una pregunta simple, Ceres la miró como si no entendiera.
Ah.
No era bueno tomando decisiones por sí mismo.
Si le preguntabas ¿lo harás ahora? siempre respondía que sí, pero si le dabas opciones, se quedaba atascado.
Diarin suspiró al darse cuenta de lo largo que sería el camino por recorrer.
Antes de convertirlo en un caballero, primero tendría que enseñarle a ser humano.
—Bueno, primero comamos.
Con el tiempo, lo lograría.
Como no había muebles intactos, no tuvo más remedio que colocar la comida en el suelo.
—…Mmh.
Al ver los lujosos platos en el suelo polvoriento, Diarin soltó un gemido.
Las hermosas comidas ahora parecían comida de perro, desparramadas en el suelo.
No era la mejor forma de tratar a alguien que intentaba convertir en un caballero.
Pero llevar a Ceres fuera de la habitación parecía demasiado arriesgado.
No tuvo más remedio que aceptar que hoy comerían en el suelo, como si fuera comida para perros.
Qué situación tan complicada.
—Adelante, come.
Diarin le ofreció la comida con los cubiertos en mano.
Ceres, como si hubiera estado esperando, comenzó a comer rápidamente.
—…
Diarin lo observó, con las manos llenas de comida, devorándola de manera salvaje.
Esto no es por cómo serví la comida, ¿verdad? Espero que no siempre coma así.
Intentó mantener una actitud positiva, pero sabía muy bien que no era así.
Estaba condenada.
Ese era un salvaje.
No, no. Si los osos pueden montar bicicletas, un perro también puede convertirse en caballero.
Diarin nunca había tenido más fe que en ese momento.
Aferrarse a su fe parecía ser la única respuesta.
—Come despacio…
Justo cuando intentaba enseñarle con calma, los ojos de Ceres brillaron con una mirada asesina.
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