⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ambos necesitaban cambiarse de ropa para salir al festival, ya que lo que llevaban normalmente no era apropiado.
Diarin comenzó revisando el armario de Ceres.
Durante ese tiempo, un sastre había llenado el guardarropa de Ceres con una variedad de prendas. Aunque la ropa para estar en casa era bastante básica ‘camisas y pantalones’, el sastre había trabajado diligentemente para crear atuendos para todas las ocasiones posibles.
Sin embargo, no había tenido oportunidad de usarlos, así que habían pasado desapercibidos.
Al notar por primera vez los cambios en el guardarropa de Ceres, Diarin quedó impresionada.
—¡Guau! Esto es increíble. Podrías ir directamente a una fiesta en el palacio con esto.
Pero no era ropa adecuada para un festival local; era demasiado elegante y distinguida.
—Esto lo reservaremos para algún desfile de victoria, si llega a darse —comentó, mientras apartaba un atuendo que parecía salido de una leyenda épica.
Era algo que un héroe legendario usaría, pero tampoco era adecuado para un festival en el barrio.
—Ah, todo es demasiado bonito —suspiró Diarin.
Ese era el problema: cualquier prenda que eligiera parecía gritar ‘soy un joven noble de alta clase’.
Aunque el problema no era solo la ropa. La apariencia de Ceres, perfeccionada con tanto esfuerzo, amplificaba el efecto.
¡Quiero verlo vestido elegante!
Pero tenía que elegir el atuendo que llamara menos la atención. Una tragedia, sin duda.
Con lágrimas contenidas, Diarin revisó minuciosamente todo el armario, mientras se prometía a sí misma que algún día le haría probarse todo.
—Esto debería estar bien, considerando que será de noche —dijo finalmente, eligiendo un conjunto completamente negro.
Ceres se cambió en silencio y salió vestido con lo que Diarin le había dado.
—…No, vamos a cambiar solo la camisa.
Con su cabello negro, ojos negros, camisa negra y pantalones negros, parecía alguien que había confundido el festival con un funeral. Con su expresión seria y fría, incluso podrían preguntarle: ¿Eres acaso un emisario de la muerte?
Aunque sus actividades en el pasado habían sido similares a las de un emisario de la muerte, Diarin pensó que sería mejor evitar tales malentendidos.
Le dio una camisa blanca más sencilla, que aunque seguía teniendo un aire noble, parecía alguien que intentaba mezclarse en el festival de forma humilde.
—Perfecto.
Ese atuendo debería ser suficiente para que las personas fingieran no notar su estatus.
Con Ceres listo, Diarin abrió su propio armario.
Aunque solía usar siempre su ropa de sacerdotisa, no era que no tuviera ropa casual. Cuando salía a hacer compras o resolver asuntos personales, llevar la vestimenta de sacerdotisa era demasiado incómodo, así que tenía algunos conjuntos preparados para esas ocasiones.
Desde que llegó a la mansión, no los había usado ni una vez. Sacó un vestido sencillo y se lo puso. La sensación era refrescante, ya que hacía mucho que no usaba otra cosa.
Bueno, esto está bien, pensó.
Después de todo, no tenía la intención de destacarse. Mientras no se viera descuidada hasta el punto de ser ignorada, sería suficiente.
Su apariencia era completamente ‘normal’ y ‘ordinaria’. Sin embargo, al pararse junto a Ceres, quien parecía brillar por sí mismo, se sintió insignificante.
Parecía una sirvienta que había salido con su joven amo.
Bueno, técnicamente es lo que soy, pensó.
Aunque cuidar a alguien podía tener diferentes niveles; no era lo mismo ser una tutora que una sirvienta.
Pero Diarin no sabía mucho sobre cómo arreglarse. Gracias a los empleados de la mansión, que a veces la ayudaban a arreglarse con lo que sobraba del cuidado de Ceres, logró verse un poco presentable.
—Bah, esto está bien —concluyó, apartando la mirada del espejo donde se había estado observando con una sonrisa incómoda.
—¿Ya terminaste, Diarin?
—Sí, esto es suficiente para mí.
El tiempo que había dedicado a elegir y vestir a Ceres contrastaba con lo rápido que se preparó ella misma. No creía que pudiera hacer mucho más.
—¿Y esto? —preguntó Ceres, señalando un lazo en el fondo del armario.
Era un accesorio que el sastre le había regalado, hecho con tela sobrante. Pero no combinaba con su atuendo de sacerdotisa, así que lo había guardado y olvidado.
—Ah, lo había olvidado —dijo al reconocerlo.
Diarin vaciló un momento, pero luego decidió ponérselo en el cabello.
Sin embargo, no tuvo el valor de mirarse al espejo, así que se giró hacia Ceres.
—¿Qué te parece?
Pensó que podría aceptar la evaluación de Ceres, ya que siempre decía exactamente lo que pensaba, sin filtros.
—Parece que estoy viendo florecer una flor —respondió él.
—¿…Qué?
—El capullo ya era bonito, pero el proceso de florecer es asombroso, y cuando florece, es hermoso.
—¿Eh?
Diarin se quedó atónita.
Ella misma le había enseñado a Ceres a expresarse, leyéndole libros y mostrándole el mundo en el jardín. Pero nunca imaginó que llegaría un día en el que él usaría esas palabras por sí solo, sin que nadie se lo pidiera.
Incluso si solo hubiera dicho ‘bonita’, ya habría sido sorprendente. Pero ¿’parece una flor floreciendo’?
Espera, ¿eso es algo que se dice de mí?
Al evaluarse a sí misma, Diarin no creía que tuviera un mal aspecto. Con suficiente dinero y esfuerzo, podía competir con las damas nobles en cualquier evento.
Pero ¿decir que era tan hermosa como una flor que florece?
Honestamente, pensó que para merecer tal descripción, uno tendría que ser una belleza reconocida desde el momento de nacer.
Y ahora, solo por ponerse un simple lazo, Ceres había dicho algo tan deslumbrante.
—Gracias, pero…
—De nada.
—No hace falta que exageres tanto con los cumplidos… De todas formas, gracias.
Diarin agradeció tímidamente, sintiéndose algo incómoda.
—No es exageración.
—…
—¿No me pediste que dijera lo que siento tal cual?
—Sí, eso dije, pero…
—En mis ojos, parecías una flor.
Ya era suficiente…
La vergüenza recaía completamente sobre Diarin.
Sin embargo, no podía frenar la explosión de expresividad de Ceres, que apenas comenzaba a surgir.
Con resignación, Diarin decidió soportar su vergüenza en silencio.
—Vas a revolucionar los círculos sociales un día…
Si ya era capaz de decir cosas así sin estar acostumbrado a expresarse, definitivamente tenía un talento natural.
Lo impresionante era que, sin darse cuenta, Ceres soltaba comentarios que impactaban profundamente.
No era como las palabras ligeras de alguien con pinta de mujeriego; había un peso completamente distinto en sus palabras.
Con esa cara, esa expresión, esa mirada y esa voz, cualquier cosa que dijera tenía un efecto devastador.
¿Quién podría resistirse a eso?
Ceres tenía un futuro garantizado como un hombre que rompería muchos corazones.
Diarin, siendo una de las responsables de moldearlo así, no pudo evitar sentirse culpable y bajó la mirada.
Quienquiera que sea, espero que no sufran demasiado por él.
Con una disculpa silenciosa hacia sus futuras víctimas, Diarin cerró los ojos por un momento.
—Entonces, ¿vamos?
Aunque no fuera por los elogios de Ceres, vestirse de civil después de tanto tiempo le daba un aire de emoción.
La ropa de sacerdotisa siempre venía acompañada de expectativas sobre cómo debía comportarse alguien en su posición, lo que era una carga constante.
Aunque había dejado atrás el sentido del deber hacía tiempo, las expectativas externas eran difíciles de ignorar.
Diarin se había acostumbrado tanto a eso que apenas recordaba cómo era sentirse libre de dichas presiones.
Pero ahora era diferente.
No era la hija del Barón Breden ni la sacerdotisa Diarin; solo era Diarin.
Y eso se sentía refrescante.
—…Oh.
Mientras salían del vestíbulo de la mansión, el aire fresco de la noche rozó su rostro, y Diarin, perdida en pensamientos, se detuvo de repente.
¿Debería haber pedido permiso a Lord Roben?
Para cuando recordó eso, ya era demasiado tarde.
Ambos estaban vestidos y listos para salir.
La decisión no tardó mucho.
¡Pues ya está hecho!
Mientras no causaran problemas graves afuera, no debería haber inconvenientes.
Ceres no estaba encarcelado como un criminal; técnicamente estaba bajo ‘protección’.
Aunque esa protección era algo molesta y restrictiva, no iba a dejar que eso los detuviera.
—Ceres, ¿hay personal de vigilancia cerca de la mansión?
—Sí.
—¿Son muchos?
—Unos treinta.
—…Son bastantes.
Diarin suspiró profundamente, cruzándose de brazos.
Ya había decidido salir a divertirse, y aunque solía ser una persona obediente, también tenía su lado testarudo.
Cuando tomaba una decisión, ni siquiera los dioses podían hacerla cambiar de opinión.
—¿Ceres, puedes sacarnos de la mansión sin que nos vean?
—Es posible.
Los ojos de Diarin brillaron con determinación.
—¡Hagámoslo!
Salir en un carruaje de la mansión no era una opción, ya que sería demasiado evidente. Tampoco podían usar caballos, pues llamarían la atención.
El plan de Diarin era simple: primero cruzarían las murallas de la mansión caminando y luego se dirigirían hacia la ciudad para tomar un carruaje público.
Era un día de festival, así que una vez estuvieran en la zona residencial, encontrar un carruaje no sería complicado.
Todo dependía de salir de la mansión sin ser descubiertos.
—…¿Seguro que es por aquí?
—Sí.
—No veo absolutamente nada.
—No hay nada frente a ti. Solo sigue caminando.
—…¿Cómo es que puedes ver tan bien en esta oscuridad?
Ambos estaban embarcados en su aventura para salir de la mansión.
Si lograban cruzar las murallas, lo demás sería sencillo. Pero ese ‘si’ era lo más difícil.
—Vaya casa… parece no tener fin.
Desde la entrada principal hasta la mansión había montañas y un lago; su tamaño era descomunal.
—Vienen. Mantente en silencio.
Para evitar ser vistos por los guardias que patrullaban cerca de las murallas, tuvieron que tomar rutas más largas y rodear constantemente.
Afortunadamente, Ceres empleó sus habilidades sobrehumanas, adquiridas en el campo de batalla, para guiarlos.
Finalmente, después de dar muchas vueltas, lograron salir de la mansión sin ser detectados.
—¡Lo logramos! ¡Salimos! ¡Buen trabajo!
Diarin, llena de alegría, golpeó ligeramente el hombro de Ceres, elogiándolo sin reservas.
Aunque los guardias estaban armados y patrullaban con seriedad, Ceres, acostumbrado a lidiar con enemigos mucho más peligrosos, había sugerido en un principio ‘eliminar y avanzar rápidamente’. Pero Diarin insistió en un escape sin violencia, lo que al final resultó exitoso.
Incluso Ceres, que inicialmente había estado algo molesto por la demora, se suavizó al ver la felicidad de Diarin y recibió sus elogios con una ligera sonrisa.
—Bien, ahora vamos a buscar un carruaje.
Al salir de la mansión y caminar un poco, se llegaba a una zona residencial donde vivía la gente.
Mientras iban y venían, habían visto carruajes pasar, y tal como esperaban, vieron una fila de carruajes esperando en la calle.
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