⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Por muy hábil que fuera Ceres, no podía hacer frente a una abrumadora superioridad numérica.
—Ceres, por favor, bájame.
No podía hacer nada mientras él la cargara.
Además, como sacerdotisa del templo, quizás tendría una pequeña oportunidad de sobrevivir.
Si al menos podía asegurar que Ceres escapara…
Sin embargo, Ceres se negó obstinadamente a seguir su orden.
Era la primera vez que él mostraba tal terquedad.
—¡Te dije que me bajes!
—No quiero.
—¿¡Es que quieres morir aquí conmigo?!
—No voy a morir.
A pesar de la situación, su confianza era absoluta.
…El problema era que, tratándose de Ceres, incluso esas palabras parecían fiables.
—Entonces bájame y pelea. Yo puedo cuidarme sola.
Diarin decidió que no parecía posible escapar, así que lo mejor era confiar en las habilidades de Ceres.
—¿Pelea?
—Sí, pelea.
Ceres finalmente la dejó en el suelo.
Había estado huyendo hasta entonces solo porque Diarin se lo había ordenado.
Ahora que le ordenaba pelear, simplemente comenzaría a luchar.
Incluso sin armas, Ceres enfrentó a los asesinos que se abalanzaban sobre él sin mostrar un ápice de miedo.
—Huf.
Ni siquiera hacía grandes sonidos.
Desvió con las manos las armas arrojadizas que venían hacia él y luego las recogió para usarlas en contra de los atacantes.
Sus movimientos, aunque simples, fluían con una naturalidad tan instintiva como respirar.
Incluso en medio de una lucha a vida o muerte, Diarin se encontró observando hipnotizada los movimientos de Ceres.
—¡Aaargh!
Ya había derrotado a tres.
Por habilidad, Ceres era indiscutiblemente superior.
Pero el número de enemigos seguía siendo demasiado abrumador.
—¡Muere!
Sin importar lo que hiciera, no podía evitarlo todo.
Las heridas comenzaron a aparecer en el cuerpo de Ceres.
Diarin evaluó fríamente la situación.
Si Ceres estuviera luchando solo, tal vez no se habría lastimado tanto.
Pero él estaba peleando con la prioridad de protegerla, manteniendo su espalda segura.
El escuadrón 8 siempre había avanzado al frente en combate. No estaban acostumbrados a luchar protegiendo a alguien.
Dentro del escuadrón 8, no había miembros tan débiles que necesitaran protección.
Si alguien resultaba herido hasta el punto de convertirse en un obstáculo, era ejecutado por sus propios compañeros.
Ceres estaba teniendo dificultades porque esta forma de lucha no le era familiar.
¡Si no estuviera aquí!
Diarin entendió qué debía hacer.
No podía quedarse escondida detrás de Ceres.
Si lo hacía, ambos terminarían muertos.
Diarin dio la espalda a Ceres y comenzó a correr.
—¡La sacerdotisa está huyendo!
—¡Divídanse!
Tal como había anticipado, los asesinos también la persiguieron.
Era evidente que querían silenciar cualquier testigo de la existencia del escuadrón 8.
Querían borrar cualquier rastro de su existencia en este mundo.
¿Quién podría ser?
Mientras corría, Diarin reflexionaba.
Después de pasar tanto tiempo en el campo de batalla, su resistencia física no era nada despreciable.
Corría más rápido que la mayoría de las mujeres y sabía cómo perder a los perseguidores.
Pero los enemigos eran demasiado fuertes.
Los asesinos que habían enviado eran de un nivel tan alto que la distancia entre ellos se acortaba rápidamente con cada paso.
¡Así no lo lograré!
Una daga voló hacia ella desde atrás.
No tenía tiempo ni para mirar atrás.
Mientras esquivaba por puro instinto, su mente se preocupaba por Ceres.
¿Estará bien?
Incluso mientras las armas volaban hacia ella, no podía dejar de pensar en él.
—¡Ah!
Corriendo sin rumbo, no sabía hacia dónde había llegado.
Sus piernas temblaban de agotamiento, y finalmente tropezó con una piedra, tambaleándose.
En ese momento, los asesinos aprovecharon la oportunidad y lanzaron un cuchillo directo hacia ella.
—¡Ah!
No pudo evitarlo.
Ni siquiera tenía la habilidad para esquivar un ataque así.
Tal vez por el caos del momento, no sentía dolor.
Pero su cuerpo ya no respondía.
Su visión se nubló mientras rodaba por una pendiente.
No sabía hasta dónde estaba cayendo.
—Ceres…
Tenía que estar bien.
Pero justo antes de perder completamente la conciencia, sintió que su cuerpo chocaba contra algo sólido.
La oscuridad total cubrió su visión.
—Cere…
—¡Diarin!
Antes de desmayarse por completo, escuchó el grito de Ceres.
No debía haber venido.
Debería haber huido.
Yo soy solo una persona normal, insignificante. Pero Ceres no lo es. Ha vivido una vida tan dura que debería tener la oportunidad de disfrutarla.
—Por favor, vive.
Pero lo último que sintió fue el calor de unos brazos fuertes abrazándola con fuerza.
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—Ugh…
Un dolor que punzaba todo su cuerpo le confirmó que seguía viva.
No necesitaba abrir los ojos ni mirar alrededor para saberlo.
Si estuviera muerta y aún sintiera tanto dolor, sería demasiado injusto.
Diarin estaba tan adolorida que casi no podía respirar.
—Ugh…
Mientras gemía sin abrir los ojos, el calor que la rodeaba se apretó un poco más.
—¿…?
A pesar de estar aturdida, sabía qué era.
Alguien la estaba abrazando.
—¿Ceres?
Preguntó sin abrir los ojos, demasiado agotada para hacerlo.
—Sí.
La voz profunda de Ceres resonó contra su cuerpo, calmándola instantáneamente.
Ceres, como para tranquilizarla aún más, la abrazó con más fuerza y acarició suavemente su espalda.
Desde la palma de su mano, una calidez, parecida a la de la magia sagrada, se transmitía a través de su piel.
Era un calor lleno no solo de energía curativa, sino también de una genuina preocupación por ella.
El mundo realmente se mueve por la dedicación.
—¿…?
Mientras disfrutaba del cálido toque de las manos de Ceres, Diarin de repente sintió algo extraño.
Como paciente, no tenía necesidad de preguntar dónde estaba o qué había pasado.
Si estaba allí, acostada sin preocupaciones, seguramente era un lugar seguro, y de alguna manera habían logrado salvar su vida.
Sin embargo, ¿por qué podía sentir las manos de Ceres directamente sobre su piel desnuda?
Sus ojos, que apenas había estado entrecerrando debido al cansancio, se abrieron de golpe.
—¿…Ceres?
Lo primero que vio fue el pecho desnudo de Ceres.
Un pecho desnudo.
—¿Dónde está tu camisa…?
—Se rasgó.
—Ah, ya veo… Así que decidiste quitártela.
—Sí.
Mientras miraba fijamente el pecho de Ceres, su vista bajó, y lo que encontró fue su propio pecho.
El suyo, también desnudo.
Presionado directamente contra el de Ceres.
—¿…Y yo?
¿Por qué también estaba desnuda?
Mientras tanto, la mano de Ceres seguía acariciándole la espalda, como si quisiera recordarle que ambos estaban sin ropa.
—Estabas herida.
—Ah… ya veo…
Así que realmente había sentido los cuchillos que la habían alcanzado.
No era solo el dolor de haber rodado cuesta abajo.
—Había veneno. Tuve que sacarlo.
—Entendido…
Todo lo que había ocurrido tenía sentido.
Ceres había hecho todo lo posible para salvarla, y gracias a ello, ambos seguían vivos.
Incluso si eso significaba que ahora estuvieran semidesnudos, pecho contra pecho.
No había razón para sentirse avergonzada…
… O eso decía su lógica.
Pero sus emociones no parecían estar de acuerdo.
—Creo que ya he recobrado el sentido, así que puedes soltarme.
Diarin habló con esfuerzo, su rostro completamente rojo, como si se hubiera convertido en un tono fresa.
—No.
—¿…Qué? Te dije que me sueltes.
Tal vez Ceres no entendió lo que dijo, porque volvió a repetirlo.
Pero Ceres lo negó de nuevo.
—No.
—¿Por qué no?
¿Estaba siendo terco como un cachorro que no quería soltar algo?
Si era necesario, pensó que podría darle un golpe para hacerlo entrar en razón.
Pero antes de que pudiera hacerlo, Ceres habló con una voz que parecía contener un leve temblor.
—No está bien.
—¿…Qué no está bien? Yo estoy bien. Por eso puedes soltarme.
—Yo no estoy bien.
—¿…Ah?
Diarin finalmente se dio cuenta de algo: los ojos de Ceres estaban inusualmente inestables.
No lo había notado antes, pero Ceres estaba visiblemente perturbado.
—No estoy bien.
—¡Ah, ya entiendo! Está bien, está bien, puedes seguir así.
Sin saber dónde estaban exactamente, Diarin decidió que lo último que necesitaban era empeorar la situación.
Extendió los brazos para abrazar a Ceres en un intento de calmarlo, pero el movimiento le provocó un dolor tan agudo que se acurrucó de inmediato.
—¡Ahhh…!
Era un dolor insoportable.
Aunque Diarin había estado en el campo de batalla, seguía siendo una sacerdotisa, no una guerrera.
Nunca antes había recibido una herida de cuchillo.
Y su primer experiencia con una cuchillada fue tan intensa como dolorosa.
A pesar de eso, sabía que debía calmar a Ceres antes que preocuparse por sí misma.
—Muy bien, muy bien.
No podía levantar completamente los brazos, así que apenas los envolvió alrededor de su cintura, moviendo ligeramente la mano.
Incluso con ese gesto torpe, los ojos de Ceres parecieron relajarse un poco.
—Mi pequeño cachorro, realmente has aguantado mucho, ¿verdad?
Habían sido atacados.
Era una situación como las del campo de batalla.
El hecho de que no hubiera perdido el control, masacrando indiscriminadamente a todos a su alrededor, ya era un gran logro.
Realmente estaba demostrando humanidad.
—¿Cómo te contuviste?
—¿Contenerme?
Ceres ladeó la cabeza, como si no entendiera la pregunta.
No debería sorprenderse tanto; después de todo, no hace mucho, habría sido incapaz de hacerlo.
Por su expresión tranquila, parecía una persona completamente diferente a la bestia descontrolada que había sido antes.
No había rastro de la emoción desbordante; solo un semblante frío y sereno.
—Los enemigos estaban viniendo por nosotros. ¿No te emocionaste tanto que no podías pensar con claridad?
A pesar de la situación, había logrado protegerla.
Incluso al luchar, había puesto su enfoque en ‘Diarin’.
Si ella se alejaba, probablemente habría vuelto a ser el mismo de antes.
Pero Ceres había decidido seguirla y, al final, había salvado su vida.
—Solo podía ver a Diarin.
—…
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