⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Ceres, ¿puedes escuchar las voces también?
—Puedo escucharlas.
—¿Y entender lo que dicen?
Si podía saber de qué hablaban, podría prepararse para responderles.
Había que entender cómo fluían las conversaciones en la sociedad para captar la atmósfera.
Aunque Ceres no había aprendido las normas de etiqueta de la alta sociedad, el lenguaje formal que Diarin había adquirido al lidiar con los sacerdotes era bastante útil.
Esas molestas señoritas al final resultaron útiles.
¿Quiénes eran la mayoría de los sacerdotes?
Muchas veces eran jóvenes nobles que habían sido expulsados de sus familias.
Ponerse la túnica de sacerdote no cambiaba su naturaleza.
Aunque no usaban las mismas palabras floridas que en la sociedad, mantenían la agresividad característica de ese entorno.
En esos días, escuchar ese tipo de comentarios constantemente la hacía sentir más cerca de los dioses, ya fuera porque su vida se acortaba por el estrés o porque desarrollaba una fortaleza mental inquebrantable.
El resultado era la Diarin actual.
Todas esas pruebas habían sido la base para lo que era hoy.
Los designios divinos eran profundos y misteriosos.
Las conversaciones de la alta sociedad probablemente sean similares, solo que con temas distintos.
Diarin predijo que el estilo de las conversaciones no sería tan diferente.
Si lograba captar los temas principales, podría preparar respuestas adecuadas con antelación.
Después, simplemente tendría que practicar con Ceres.
Como había demostrado antes, Ceres era muy capaz si se lo proponía.
Mi cachorro puede hacerlo. Es listo si se lo enseño.
Ceres se concentró en la orden de Diarin, escuchando atentamente durante un rato, y luego sacudió la cabeza.
Había demasiadas voces. Esto no era como una conversación casual entre unos pocos dentro de una mansión.
No era como el sonido de la naturaleza, que se podía distinguir fácilmente.
Para entender las voces, no bastaba con oírlas; había que procesar su significado, y eso lo hacía más difícil.
—No te esfuerces en escuchar lo que está demasiado lejos. ¿Cuál es el sonido más cercano que puedes distinguir?
—En este edificio.
Al parecer, algunas personas no habían asistido a la fiesta y estaban en sus habitaciones.
En el palacio imperial, cada día estaba lleno de eventos.
Podían ser fiestas nocturnas, reuniones de apuestas o debates.
El objetivo principal de quienes conseguían una habitación en el palacio era claro: establecer conexiones.
Si querías formar relaciones, tenías que verte con los demás y pasar tiempo con ellos.
Por eso era raro encontrar a alguien encerrado solo en su habitación.
—¿Qué dicen?
—Mira cómo se ha arrugado este encaje. Qué fastidio.
—¿Eh? Ah… ya veo…
Era un comentario muy de la nobleza.
Claro, los verdaderos nobles eran así de egocéntricos, preocupándose solo por pequeños detalles como un encaje arrugado.
—¿Y luego?
—Si te molesta, ¿por qué no te lo quitas? No entiendo por qué sigues usándolo.
—Hum, parece que alguien tiene algo de sentido común. ¿Y después?
—Si me lo quito, nadie podrá manejarlo.
—¿…Eh?
¿Manejar qué? ¿Acaso se pondría violento como Ceres?
Diarin se quedó confundida. Quizá Ceres no estaba repitiendo las palabras literalmente.
Decidió seguir escuchando para entender mejor.
Ceres continuó relatando las conversaciones bajo la atenta mirada de Diarin.
Mientras tanto, algunas frases se perdieron en el proceso.
—Están gimiendo.
—¿Qué?
—¿No decían que hoy llegó un novato?
Los ojos de Diarin brillaron de emoción.
¿Un novato? Eso seguramente tenía que ver con ellos, ¿no?
Qué suerte haber comenzado a escuchar justo cuando hablaban de ellos.
Por la emoción, Diarin olvidó por completo el detalle de los ‘gemidos’ que Ceres había mencionado antes.
—¿Y, y qué más?
—Interrogamos a las sirvientas, pero parece que no valen nada.
—¡Qué descaro! ¡Atreverse a llamarnos inútiles!
La indignación de Diarin aumentó porque, aunque la descripción no era del todo incorrecta, dolía más que lo reconocieran.
Ni siquiera dijeron algo más elaborado como ‘pelaje de gato’ o ‘crin de caballo’. ¡Directamente ‘pelaje de perro’!
¿Acaso ya sabían que su cachorro podía ser un perro rabioso?
Diarin tembló de rabia, mientras Ceres, sin entender, intentaba consolarla.
—¿Qué más dicen?
—Aunque parecen tener buen aspecto.
—Humph, claro que sí. ¿Y luego?
—Dicen que el hombre tiene el cabello negro. Ya sabes cómo me vuelven loca los de cabello negro.
—Mmm… Bueno… ¿Algo más?
Algo no cuadraba, pero Diarin no logró identificarlo.
Desafortunadamente, Diarin era bastante ingenua en cuanto al ‘mundo adulto’.
Aunque había oído cosas aquí y allá, nunca había presenciado conversaciones adultas en acción.
Este era el choque de la teoría contra la práctica.
El conocimiento superficial que tenía no era suficiente para interpretar correctamente estas situaciones.
—Creo que pronto me lo voy a comer.
Una frase cruda y directa salió de la boca de Ceres.
—¡Ah! ¡Ahh! ¡Aaaahhh!
Solo entonces Diarin entendió que toda la conversación previa estaba cargada de insinuaciones.
Totalmente desprevenida, acababa de darse cuenta de lo que realmente estaba escuchando.
Ceres recitaba con una voz calmada y formal, sin ningún matiz emocional, lo que hacía aún más difícil entender el significado de las palabras.
Con una entonación reverente, como si estuviera leyendo un texto sagrado, Ceres retransmitía la conversación cargada de dobles sentidos de los adultos, que ardía como el infierno mismo.
—Dicen que el cabello negro tiene un sabor especial en la cama…
—¡No! ¡Detente! ¡Espera un momento! ¡Alto!
Diarin, desesperada, cubrió ambas orejas de Ceres con sus manos.
Esto no era algo que un cachorro debería escuchar.
De hecho, ni siquiera ella podía soportarlo con la cabeza fría.
Fue entonces cuando Diarin aprendió que el mundo podía girar de puro asombro.
El palacio imperial… es un lugar aterrador.
Su corazón latía desbocado.
Era un sitio peligroso, lleno de aristócratas salvajes y en celo, un entorno donde las almas inocentes y puras no tenían cabida.
Y para alguien tan atractivo y llamativo como Ceres, ese lugar era una amenaza constante.
¿Cómo voy a hacer que este cachorro sobreviva aquí?
Diarin sintió cómo su visión se oscurecía por la impotencia.
¿Cómo voy a criar a este cachorro para que sea un joven amable, puro y noble?
—Diarin.
—…¿Sí?
—¿Qué significa ‘comérselo’?
—…
¡Oh, Dios mío!
Parecía que el apocalipsis, ese que solo aparecía en las escrituras sagradas, se estaba desarrollando frente a los ojos de Diarin.
El mundo era demasiado oscuro, corrupto y caótico para un cachorro tan inocente y adorable como el suyo.
Sí, Ceres estaba loco, pero ellos eran malvados.
Diarin ya se sentía desesperada por el futuro.
¿Cómo hacer que sobreviva como un joven digno entre esos humanos tan corruptos?
Para destacar en medio de esa oscuridad, Ceres tendría que ser mucho más fuerte que ellos.
Una inocencia absoluta no podría sobrevivir sin contaminarse.
La verdadera pureza era como la luna, que brilla incluso en la noche más oscura sin que esta la manche.
Sin embargo, Ceres estaba vacío.
Si su capacidad de aprendizaje, que absorbía todo como si fuera papel secante, continuaba así…
No quería ni imaginar qué sería de él.
—Eso es algo que no necesitas saber todavía.
Así que de eso surge el deseo de que los niños no crezcan nunca.
Diarin, que ni siquiera había tenido un romance, se encontró deseando la protección maternal que solo los padres entienden.
—De acuerdo.
Como siempre, Ceres respondió dócil y obediente.
Su actitud, aceptando con naturalidad que no necesitaba saber algo, hizo que la mente de Diarin se llenara de nuevas preocupaciones.
¿Será que lo tratarán como tonto por ser tan inocente? ¿Debería enseñarle a ser un poco más astuto?
—Diarin.
—¿Sí?
—Si algo les gusta, ¿por qué gritan?
—…¿Qué?
—Hay una mujer que sigue gritando: ‘¡Me gusta, me gusta, ahí, más!’
—¡Aaah!
Diarin se agarró la cabeza, sintiéndose al borde del colapso.
—¡Deja de escuchar! ¡Para!
Aunque taparle los oídos no iba a evitar que escuchara, Diarin presionó las orejas de Ceres con ambas manos.
—… Sigo escuchando.
—¡Al menos intenta no prestar atención!
Este no era un buen ambiente para educar a alguien.
Un lugar plagado de lujuria y codicia desbordada no era apropiado para criar a su cachorro.
Debería estar en un lugar tranquilo, rodeado de cosas hermosas, escuchando solo palabras amables.
Pero el lugar donde Ceres tendría que desenvolverse en el futuro era justo ese entorno.
Esto es una pesadilla.
Había pasado muy poco tiempo desde que Diarin había logrado que su cachorro hablara como una persona.
Debería estar aprendiendo palabras bonitas… y escuchando solo cosas buenas…
Pero ahora tenía que absorber esas palabras podridas y aprender a responder con igual astucia.
Un joven amable y considerado… Eso era una utopía irrealizable.
No, ya ni siquiera aspiraba a eso.
Mientras no sea un libertino pervertido que se pase el día entre peleas y escándalos, estaré bien.
Pero eso sería demasiado.
Sin embargo, no enseñar nada y simplemente ignorar la situación tampoco era una solución.
Lo que Diarin temía más que un libertino pervertido era un joven que regresara derrotado por el mundo.
Aunque…
¿De verdad tengo que enseñarle sobre esto? ¿En serio? ¿En todo su detalle?
No era una simple charla educativa.
Era un curso intensivo sobre el significado de las obscenidades que los nobles intercambiaban en sus conversaciones depravadas.
Diarin alzó la vista al cielo con lágrimas contenidas.
¿Qué soy yo realmente? ¿Una sacerdotisa o una niñera?
Por ahora, era solo la dueña de un cachorro.
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