⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Tan pronto como Diarin regresó a su habitación y se sentó en el sofá, fue sometida a una especie de interrogatorio disfrazado de hora del té.
Diarin se dio cuenta, una vez más, de lo recta que podía mantener la columna vertebral.
Estaba mucho más nerviosa que cuando había tenido que enfrentarse al sumo sacerdote.
Además, acababa de cometer un error que había sido descubierto frente a sus propios ojos.
El camino hacia la puerta de su habitación le había parecido el sendero hacia las puertas del infierno.
Charlotte levantó su taza de té y, lentamente, comenzó a hablar:
—Sin embargo, me tranquiliza ver que te has adaptado más rápido de lo que esperaba.
—Disculpe. Lo corregiré de inmedia… ¿Perdón?
Diarin, que había empezado a disculparse por reflejo, levantó la cabeza de golpe.
Charlotte sonreía.
—¿Perdón?
—¿Cómo?
Diarin no entendía por qué Charlotte estaba sonriendo.
¿Le estaba dando una última sonrisa amable antes de matarla?
¿O quizá ya estaba muerta y aquella era la parca?
Charlotte, al ver la expresión atónita de Diarin, comenzó a reír a carcajadas.
—Lo hiciste bien, ¿por qué estás tan tensa?
—…¿Cómo dice?
—Es sorprendente lo rápido que te has adaptado. Había escuchado que ahora podías convivir con otras personas en la misma mansión, pero realmente es admirable que puedas estar tan cerca de ellas sin problema. Debiste haber pasado por mucho, Diarin.
—Es un honor escuchar eso…
No era un intento de suavizar la situación antes de criticarla, sino un auténtico elogio.
Como Charlotte decía, Diarin realmente había hecho un buen trabajo.
Había logrado convertir a Ceres, que antes era más como un ‘perro rabioso’, en al menos un ‘loco’.
Había cambiado la esencia misma de un ser.
Esto era un logro sagrado, algo que un humano no podía conseguir sin la intervención divina.
Los hombros encogidos de Diarin empezaron a relajarse poco a poco.
—…Sí, en verdad fue difícil.
—Me lo imagino.
Roben seguramente le había contado todo en detalle.
Aunque, claramente, habría detalles omitidos en el relato.
Esas cosas había que decirlas directamente.
¿Modestia? ¿Humildad?
Eso era para los discursos de aceptación de premios.
Ahora era el momento de destacar todo lo que había hecho bien.
—Hice todo lo posible, sin importar los medios ni los métodos. Como sacerdotisa, como mujer, e incluso sacrificando mi dignidad como ser humano.
—Estoy segura de que así fue.
—Además, estuve a punto de perder la vida… eso lo sabe, ¿verdad?
—Por supuesto. ¿Cómo están tus heridas?
—¡Ah! ¡Aaaah! ¡De repente me duele mucho…!
Diarin se llevó la mano al hombro y se tambaleó.
Había tomado tantos analgésicos que en realidad no sentía dolor.
Aunque el movimiento era incómodo, no era precisamente doloroso. Sin embargo, de repente ‘recordó’ que algo le dolía.
—¡Oh, por favor, recuéstate y descansa!
—No, no es necesario… Estoy bien. Lo que pasa es que Ceres…
Ceres había sido arrastrado hasta la habitación en la misma posición en que estaba abrazado a su cuello en el pasillo.
Aunque sus brazos terminaron rodeando el cuello de Diarin mientras avanzaban, Ceres no mostró señales de incomodidad.
Ya dentro de la habitación, se tumbó en el sofá con la cara apoyada en el abdomen de Diarin, incluso mientras Charlotte estaba sentada frente a ellos.
Así comenzó la audiencia con Charlotte.
—Todavía hay algunas partes inestables en su condición, así que de vez en cuando necesito calmarlo de esta manera.
—Entiendo… ¿Siempre están tan pegados?
—No, cuando esté más estable podremos estar separados. Sin embargo, en el palacio hay mucho ruido, demasiada gente, y el ambiente le resulta extraño.
—Ya veo… Bueno, si necesitas algo, házmelo saber.
Eso era justo lo que esperaba escuchar.
Diarin no vaciló en comportarse como una auténtica sacerdotisa.
Tal vez por haber estado al borde de la muerte, no tenía interés en mantener las apariencias.
—Bien, entonces me gustaría tener prioridad en el horario de comidas, y si pudieran asignarme una sirvienta personal lo antes posible, sería de gran ayuda. También sería conveniente que las cosas esenciales y de uso diario estuvieran abastecidas en la habitación, para evitar llamar constantemente a las sirvientas y causar molestias. Oh, y… ¿esta es la habitación más grande disponible? Cuanto más espaciosa sea, mejor podrá estabilizarse Ceres.
—Lo revisaré.
Charlotte sonrió y asintió sin mostrar la más mínima molestia ante la avalancha de demandas de Diarin.
Su disposición era tan receptiva que Diarin se quedó sorprendida.
Sin embargo, las condiciones se debían empujar hasta donde el otro se resistiera; no tenía sentido retroceder por cuenta propia.
—Y como mencioné antes, creo que sería adecuado que yo también me presente como amiga de Ceres. Así que necesitaría un vestuario y algunas joyas apropiadas…
—Ah, justo eso era algo de lo que quería hablar.
Oh, quizá esto ya era demasiado, pensó Diarin, cerrando la boca con un ligero escalofrío.
Charlotte frunció el ceño de forma seria antes de continuar hablando.
—No ha pasado mucho tiempo desde que llegaste al Palacio Imperial, así que hasta ahora probablemente no has tenido oportunidad de prestar atención a los detalles… pero a partir de ahora, deberías preocuparte un poco más por tu apariencia.
La mirada de Charlotte se dirigió al cabello enmarañado de Ceres.
No solo estaba despeinado, sino pegajoso y apelmazado.
Después de varios días sin atención, su aspecto, que había llegado a ser brillante y resplandeciente, ahora parecía el de un perro callejero que llevaba tres años perdido.
—…En la mansión estaba guapa…
—¿De verdad? Entonces pronto podrá volver a estarlo, ¿verdad?
—¡Con suficiente apoyo, es completamente posible!
—Entonces no hay problema.
Diarin se sintió conmovida por la respuesta directa de Charlotte.
Siempre el problema era el dinero, pero para Charlotte, eso nunca era un obstáculo.
El estatus de ser la mujer del emperador era realmente increíble.
—Sí, lo arreglaré de tal manera que cualquiera que pase quede deslumbrado y caiga al suelo.
—Confío en ti. Oh, y como es tu amigo, Diarin, debería llamarte señorita Diarin aquí, ¿no?
—Ah, sí. Llámeme como le sea más cómodo.
—De acuerdo, señorita Diarin. Como también eres su amiga, te proporcionaré apoyo para que no te quedes atrás en cuanto a vestimenta.
—¡Muchas gracias! Pero…
Esto ya era más que suficiente.
Sin embargo, había que aclarar los detalles.
—…¿Es un préstamo?
—Es un regalo.
—¡Gracias!
Diarin volvió a sentirse profundamente agradecida por tan generosa concesión.
Un solo vestido adecuado para usar en el Palacio Imperial costaba tanto como un carruaje.
Y si se añadían las joyas y accesorios…
No era extraño escuchar historias de familias nobles que se arruinaron por gastar demasiado en vestidos y joyas.
¡Por fin!
La vida de Diarin comenzaba a iluminarse.
Ella creía firmemente en la existencia divina.
Últimamente, su fe, que parecía haberse desvanecido, volvía poco a poco.
—Diarin.
Cuando la conversación entre los adultos empezaba a llegar a su fin, el tercer príncipe, que estaba sentado tranquilamente comiendo galletas, llamó a Diarin con cautela.
—Sí, Su Alteza.
—Esto…
Sebian parecía estar vacilando, como si fuera a hacer una gran petición.
—Dígame, por favor.
Ya había recibido todo lo que Charlotte había prometido, así que el espíritu de servicio de Diarin estaba en su máximo esplendor.
—Yo… quiero saludar a Ceres.
—Oh, he estado tan ocupada que olvidé presentarle mis respetos a Su Alteza. ¿Ceres?
Ceres, aunque claramente lo había oído, permaneció inmóvil.
¿No podía cooperar en momentos como este?
Diarin sonrió con esfuerzo y sacudió ligeramente el hombro de Ceres.
—Ceres, tienes que saludar.
Ceres, tumbado con la cabeza sobre el regazo de Diarin, simplemente giró los ojos para mirarla.
Ella intentó todo: gestos con los ojos, la barbilla, las manos… lo que fuera.
Finalmente, Ceres se giró con desgana.
Aunque seguía recostado sobre el regazo de Diarin, ahora estaba en una posición donde Sebian y Charlotte podían verle la cara.
—¡Ceres!
Sebian, emocionado, no se molestó en reprender la actitud informal y se levantó sonriente.
A pesar de ser un príncipe, era adorable.
Diarin, sin darse cuenta, sonrió mientras lo observaba.
Pero Ceres mantuvo su mirada apagada e inexpresiva, como si fuera un objeto inanimado.
—Soy el tercer príncipe, Sebian. Tengo 8 años.
Diarin se sorprendió al escuchar la edad de Sebian por primera vez.
Era más joven de lo que pensaba. Por su altura y madurez, había asumido que era mayor.
A su edad ya ha sobrevivido a intentos de asesinato, se ha vuelto insensible incluso al ver sangre… qué vida.
Incluso los príncipes, que parecían haber crecido rodeados de todo el amor del mundo, no tenían vidas completamente felices.
—¿Ceres? Saluda.
Diarin ya había renunciado a intentar que se levantara.
Sabía que Ceres sabía saludar; simplemente no lo hacía.
Hasta ahora, no había tenido razones para hacerlo.
En la mansión, nadie se molestaba si él no devolvía los saludos.
Pero entonces, Diarin se dio cuenta de algo.
¡Oh, no! Espera.
Había estado tan enfocada en ‘convertirlo en un joven maestro’ que había pasado por alto algo importante.
Pensó que un poco de arrogancia y descaro eran aceptables, siempre y cuando tuviera la actitud de un noble.
Eso funcionaba con otros aristócratas, pero…
¡La familia imperial es diferente!
¿Por qué no había pensado en que podría encontrarse con la realeza mientras se movían en círculos sociales?
Diarin nunca había estado en el círculo social del Palacio Imperial, así que no lo sabía.
Era como alguien que nunca había visto nieve intentando imaginarla en un país donde siempre es verano.
—Ceres, sobre cómo saludar a un miembro de la familia imperial…
Diarin intentó enseñarle rápidamente cómo hacerlo.
Pero ya era demasiado tarde.
Sebian se había acercado y agitaba su pequeña mano hacia Ceres.
—¡Hola!
Y Ceres, sin siquiera inclinar la cabeza, solo movió los labios.
—…Hola.
Diarin deseó poder desmayarse en ese instante.
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