⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Ah, recuerdo a ese guerrero. Estaba avanzando exitosamente en su rehabilitación junto con Ceres, y tenía grandes esperanzas para él…
Diarin levantó las cejas.
El hecho de que Halt pudiera mantener una conversación de forma coherente lo hacía destacar claramente entre los demás.
El semblante de Charlotte se tornó sombrío.
—Por ahora, no ha sido encontrado.
Desaparecido.
Parecía querer aferrarse a la esperanza de que no fuera cierto.
El corazón de Diarin dio un vuelco al escuchar esas palabras.
—Si hubiera muerto, al menos habríamos encontrado su cuerpo, ¿verdad?
—…La explosión… fue tan fuerte que, en muchos casos, los cuerpos quedaron completamente pulverizados.
—…Ah…
Diarin no pudo encontrar palabras. Miró a Ceres en busca de apoyo.
Ceres, que estaba conversando con Sevian, la observaba fijamente.
Con su agudo oído, no era posible que no hubiera escuchado la conversación.
Sin embargo, en sus ojos no había rastro de inquietud cuando se encontró con la mirada de Diarin.
—…Ya veo.
Pero Diarin sí estaba afectada.
Aunque no había pasado mucho tiempo con Halt, ella había rezado sinceramente para que él, al igual que Ceres, pudiera llevar una buena vida.
Entendiendo el dolor que él había soportado, ese deseo se hizo aún más fuerte.
Incluso un animal callejero puede despertar afecto al rozar la punta de tus dedos mientras pasa.
Halt había llorado entre los brazos de Diarin.
Tal vez por eso, sentía como si hubiese rescatado su vida, como si fuera un alma que ella misma había salvado.
—Ceres debe sobrevivir, por el bien de los sacrificios de los demás, para testificar sobre lo que ocurrió.
Charlotte habló en voz baja, como una oración, mientras observaba a Diarin sumirse en sus pensamientos.
Diarin asintió lentamente con el rostro pesado.
El objetivo principal era que Ceres se convirtiera en un distinguido joven de sociedad y prosperara.
Sin embargo, ahora tenía una nueva responsabilidad sobre sus hombros:
Revelar lo que el segundo príncipe había hecho.
Honrar la memoria de los que se habían sacrificado.
A pesar de haber decidido no vivir con ‘bondad’, Diarin no pudo rechazar esta obligación.
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Para cumplir con el deber que Charlotte le había encomendado, el debut de Ceres en la alta sociedad debía ser un éxito.
En ese proceso, lo más importante era, sin duda, la apariencia.
Diarin aceptó de inmediato el consejo de Charlotte.
Ella también quería ver a Ceres lucir impecable.
Charlotte envió expertos sin demora.
—Soy Susan, a cargo del cuidado de la piel.
—Soy Nora, especialista en el cuidado del cabello.
Además de ellas, se asignaron casi diez personas más.
Ahora que Ceres era capaz de tratar con las personas hasta cierto punto, no fue difícil elegir a los mejores candidatos, ya que no había que preocuparse tanto por su sensibilidad o comportamiento.
—¡Hemos seleccionado sólo a los mejores por sus habilidades!
Charlotte estaba muy segura de su elección.
Susan y Nora, que empezaron de inmediato, tenían una energía completamente diferente a las personas que habían trabajado anteriormente en la mansión.
Los antiguos empleados habían sido seleccionados prioritariamente por su capacidad para no irritar a Ceres.
Eran amables y sabían cómo hacer que se sintiera cómodo.
En cambio, las recién llegadas eran como artistas: centradas exclusivamente en transformar a Ceres en el joven caballero perfecto.
—Su piel ya es excelente. Con una base como esta, puedo convertirla en la mejor de todo el palacio imperial, después de la de Charlotte.
—…Ah, así que después de Charlotte.
—Ella tiene una belleza natural insuperable.
—Oh.
La honestidad de la experta también era impresionante.
Mientras tanto, Nora, examinaba el cabello de Ceres como una artesana inspeccionando su material.
Diarin observaba nerviosa desde un lado.
Mi chico se ha vuelto más tranquilo y ya no muerde ni ataca a la gente sin razón… pero con un nuevo estilista, nunca se sabe.
—Su cabello… Hmm, tiene un tinte mágico negro. ¿Desea conservarlo?
—¿Podemos devolverlo a su color original?
—Sí, es posible. Lo haré personalmente, así que no hay riesgo de efectos secundarios.
Diarin había planeado intentar quitar el hechizo ella misma cuando todo estuviera más tranquilo. Pero confiar en un experto era la opción más segura.
—Entonces, creo que sería bueno restaurarlo a su color original.
Tenía curiosidad por el color natural del cabello de Ceres.
¿Qué color tendría?
El negro actual le quedaba bien, pero podía imaginarlo con rubio, plateado o incluso azul.
De alguna manera, no creo que sea un marrón común…
¿Podría ser algo tan único como verde azulado o rosa?
Creo que incluso un rosa floral le quedaría bien.
Hasta imaginó un tono rosado cercano al púrpura, y seguía pensando que le quedaría perfecto.
Además, le gusta el color rosa, ¿no?
Un gran malentendido por parte de Diarin.
Con su mente atrapada en ese error, imaginó a Ceres completamente transformado tras la sesión de belleza.
Se sentía ansiosa.
—¡Vamos, empecemos ya! ¡Rápido!
Impulsados por la energía entusiasta de Diarin, los expertos se dedicaron con fervor a su tarea.
Ceres, que hasta ahora había aceptado los tratamientos sin quejas, parecía tranquilo.
Sin embargo, ya fuera una persona o un animal, nunca se puede entender completamente lo que alguien siente por dentro.
—¡No quiero!
—¡No quiero!
—¿Eh? ¿Que no quieres?
Diarin jamás se habría esperado que la palabra ‘no’ saliera de la boca de Ceres.
Por eso, la negativa la tomó por sorpresa, mucho más de lo que habría sido habitual.
—¿Por qué? ¿Por qué no quieres? A mí me encantaría verte guapo, Ceres.
—…Aun así, no quiero.
—…
¿Todavía?
Era un resentimiento realmente profundo y persistente.
Desde el desastre en el pasillo, Ceres había evitado pronunciar palabras prohibidas.
Parecía estar más pegado a Diarin, comía lo que ella le ofrecía y había empezado a aceptar la convivencia.
Por eso, Diarin se había tranquilizado pensando que el episodio de obsesión había pasado.
Incluso había comenzado a hacer planes para que todo volviera poco a poco a la normalidad.
Pero ahora…
—¿Por qué no? ¿Qué es lo que no te gusta?
—Simplemente no quiero. No quiero y ya.
Era un rechazo bastante firme.
Diarin ladeó la cabeza, confundida.
No parecía ser una actitud de rebeldía hacia ella, ni tampoco una represalia por no corresponderle.
Algo se intuía en ello, y parecía estar relacionado con la magia que pesaba sobre el cuerpo de Ceres.
No era algo que pudiera pasarse por alto como un simple capricho.
—…Un momento. Hablaré con él y los llamaré de nuevo.
—Tómese su tiempo, estaremos esperando.
Después de despedir a Susan y Nora, Diarin se sentó junto a Ceres.
Tal vez había algo que no se atrevía a decir frente a otras personas.
Al intentar encontrarse con su mirada, Ceres lanzó una mirada hosca a Diarin.
—Ceres.
Cuando ella lo llamó, su expresión se contrajo ligeramente, pero una de sus manos, casi sin darse cuenta, tomó la de Diarin.
Aunque su rostro se mostrara terco, su cuerpo era honesto.
Diarin miró la mano que sujetaba la suya con fuerza, como si tuviera miedo de que ella lo abandonara.
Era desgarrador.
Ay, pobrecito…
Aunque quisiera regañarlo, su tristeza la desarmaba.
Diarin tiró suavemente de él, envolviéndolo en un abrazo.
Ceres se dejó llevar dócilmente, apoyando su barbilla en el hombro de ella.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no quieres?
—…
La barbilla apoyada en su hombro temblaba ligeramente, como si intentara decir algo.
En estas ocasiones, Ceres solía rechazar algo no por razones claras, sino porque simplemente lo sentía así.
Ahora que Diarin se había convertido prácticamente en una experta en entenderlo, decidió acercarse con cautela.
—¿No te gusta que las personas toquen tu cabello?
—…No.
—Entonces, ¿es solo el color del cabello lo que no te gusta?
—…Creo que sí.
—Ya veo. Pero el color actual de tu cabello no es el original, ¿cierto?
—…No lo sé.
—¿No tienes curiosidad?
Las personas suelen estar interesadas en sí mismas. Incluso los adivinos de las calles, con sus obviedades, atraen multitudes deseosas de escuchar algo sobre su vida.
Pero Ceres, al parecer, no veía su cuerpo como suyo, ni tenía interés alguno en él.
Era como si evitara deliberadamente prestarle atención.
Incluso al hablar del color original de su cabello, lo rechazaba con firmeza.
—No quiero… no quiero. ¡No quiero!
—Vale, vale. Tranquilo.
—¡No quiero!
Aunque Diarin intentó calmarlo acariciando su espalda, Ceres seguía temblando intermitentemente mientras negaba con la cabeza.
—¡No quiero, no quiero! ¡No!
Era como un lamento.
—Ceres, ¿qué pasa?
—El color… no quiero. Si vuelve…
Diarin lo miró, sorprendida.
Aunque no podía verle el rostro porque lo tenía apoyado en su hombro, podía sentir cómo temblaba.
Incluso abrazándolo con fuerza, su cuerpo no dejaba de sacudirse.
Debería detenerlo, decirle que no pensara más en eso, pero algo en su voz sugería que aún tenía más que decir.
Para Diarin, esto también era una prueba.
—Si vuelve, ¿qué pasará?
Ceres se estremeció ante la pregunta.
Diarin no dejó escapar ese pequeño movimiento.
Es ahora o nunca. Si no lo escucho ahora, quizá nunca lo haga.
Canalizó su poder sagrado, abrazándolo con más fuerza.
Pase lo que pase, protegeré a mi chico. Así que no tengas miedo y dime.
—Si vuelve…
—Sí, dime.
—…Moriré.
—¿Qué?
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