⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La doncella observó en silencio la discusión entre los dos de principio a fin antes de preguntar con calma:
—¿Quieren que prepare el baño para que puedan bañarse juntos?
—…¿Eso es posible?
—Si lo desean, lo haré posible.
Aunque las normas y el sentido común en el mundo normal pudieran ser diferentes, nadie se atrevería a señalar eso entre los nobles.
Es probable que existan reglas exclusivas entre ellos, pero seguramente esas reglas no coincidan con las ideas de Diarin.
—…Sí… está bien…
Diarin dejó caer los hombros, derrotada.
Si la doncella había dicho que era posible, Ceres no se echaría atrás.
De acuerdo, haz lo que quieras…
Diarin, que ya había asumido que no se comportaba como una noble, perdió toda motivación para educar a Ceres.
De hecho, su actitud obstinada y caprichosa era más propia de un noble que cualquier lección de etiqueta que pudiera darle.
—Por favor, esperen un momento mientras preparo todo.
—Esperaré afuera…
Diarin salió tambaleándose del baño y se dejó caer en el sofá, agotada.
Ceres la siguió de cerca y se sentó junto a ella, intentando esconder su rostro en sus rodillas.
Pero Diarin lo detuvo colocando una mano en su cara.
—…Quiero tu regazo.
Ceres gruñó suavemente entre sus dedos, su respiración cosquilleando en la mano de Diarin.
Ella retiró la mano rápidamente, incómoda, pero Ceres aprovechó el momento para intentar recostar la cabeza en su regazo.
Sin embargo, en ese momento, Diarin no estaba de humor para prestarle su regazo ni acariciarle la cabeza.
Ya no eres un cachorro pequeño. ¿Por qué debería consentir a un perro grande?
—Aléjate.
—No quiero.
—Yo tampoco quiero.
Aunque Ceres no insistió más, tampoco se apartó. Sus ojos ardían con determinación, esperando cualquier oportunidad para recostarse.
Ese empeño obstinado, de hacer lo que quería a toda costa, era algo típicamente propio de un joven noble.
Ya está, se ha convertido en un noble señorito.
El problema era que no se parecía al tipo de señorito que Diarin tenía en mente.
¿Por qué pensé que un perro loco podía evolucionar directamente en un señorito?
Entre un perro loco y un señorito hay un proceso.
Un ‘señorito que parece un perro loco’.
O peor, un ‘señorito con el temperamento de un perro loco’.
Eso era exactamente lo que había pasado.
Ahora que Ceres podía comunicarse mejor, se había convertido en un ‘señorito con un temperamento terrible’.
¿Esto es lo que debía pasar…?
Mirando el resultado de su esfuerzo, Diarin se sintió atrapada en pensamientos conflictivos.
—Todo está listo.
—…Vamos, vámonos.
La voz de la doncella interrumpió justo a tiempo.
Diarin empujó a Ceres y se levantó de golpe.
Fuera ceder su regazo o bañarse juntos, ambas opciones la ponían nerviosa.
En ese momento, lo único que quería era escapar de la obstinación de Ceres y evitar un enfrentamiento.
Sin embargo, justo frente a la puerta del baño, Diarin se detuvo de nuevo.
¿Qué? ¿En serio tenemos que meternos juntos, completamente desnudos, en la misma bañera?
El baño había sido transformado en un corto período de tiempo.
Había una bañera adicional, una cama de masajes, más asientos, y varios aceites y jabones.
Aunque ahora había dos bañeras, no había una cortina o separador entre ellas.
La alarma sonó en la mente de Diarin.
Aunque los nobles puedan permitirse muchas cosas, ¿realmente está bien que dos amigos de distinto género se bañen juntos desnudos?
Pero mientras Diarin estaba tensa, Ceres parecía completamente tranquilo.
—Primero, permítanme ayudarlos a ponerse sus batas de baño.
En ese momento, la doncella se acercó con las prendas en las manos.
—Ah… gracias…
Aliviada, Diarin suspiró al ver las batas de baño.
Los profesionales siempre tienen soluciones.
La confianza de Diarin en la competencia de las doncellas del palacio aumentó enormemente.
Siguiendo las instrucciones, se dirigió al vestidor dispuesto en un rincón del baño, pero no pudo evitar echar una mirada hacia Ceres.
Él parecía calmado ahora que ella estaba en el mismo espacio, dejando que las doncellas lo condujeran al vestidor…
—¡¿QUÉ?!
…hasta que comenzó a quitarse la ropa sin reparos frente a los demás.
¡Frente a otras personas! ¡Se estaba desvistiendo por completo!
¿Todo ese esfuerzo enseñándole modales para qué?
Bueno, sí, desvestirse frente al personal de baño podía considerarse típico de un noble.
¡Pero eso no está bien!
La cabeza de Diarin estaba hecha un nudo.
Aunque él nunca se había desvestido así frente a ella, ¿lo había estado haciendo todo este tiempo con otras personas?
Eso era peor que si lo hiciera solo frente a ella.
¿Debería corregirlo ahora? No, no ahora.
Aunque ya había visto todo lo que tenía que ver, volver a mirarlo en esa situación sería incómodo.
No he visto nada. No he visto absolutamente nada.
Convenciéndose a sí misma, Diarin entró al vestidor.
Siguiendo las indicaciones de las doncellas, se quitó la ropa y se puso la bata de baño.
Cuando salió, ya más tranquila, notó que la bata estaba diseñada para entrar al agua, evitando que se transparentara y creando una atmósfera menos incómoda.
Ceres ya estaba en una de las bañeras, pero llevaba su bata medio caída, apenas cubriéndolo.
Diarin cerró los ojos con fuerza, ajustó su bata firmemente y entró con cuidado en la otra bañera.
Mientras lo hacía, sintió la mirada persistente de Ceres pegada a ella.
—Uf…
Un suspiro salió de sus labios tan pronto como se sumergió en el agua caliente.
Los músculos tensos por la ansiedad comenzaron a relajarse con el calor del agua.
Aunque podía sentir las miradas de Ceres y las doncellas, la neblina que surgía del agua le impedía ver claramente la otra bañera.
Finalmente, lejos de esas miradas, Diarin sintió que podía respirar de nuevo.
Con una sonrisa irónica, miró al techo.
Definitivamente no nací para ser una dama noble.
Por otro lado, aunque no fuera intencionado, Ceres realmente parecía un joven noble ahora.
Mi querido cachorro loco ya ha crecido. Mi querido, loco señorito.
Gracias al vapor, no podía ver a Ceres y sentía como si hubiera recibido un descanso de mi trabajo como cuidadora.
Desde que lo conocí, solo me había separado de Ceres aquella vez que fui al templo, y ni siquiera por mucho tiempo.
Aunque en aquel momento me preocupaba que estuviera solo, por eso evitaba alejarme, ahora la situación era diferente.
Era como si yo fuera la dueña de un perro grande que, a pesar de su tamaño, seguía actuando como un cachorro pequeño, lanzándose sobre mí a cada momento.
Sin embargo, ya no se trataba de un simple descanso; era hora de ‘graduarme’ como cuidadora.
El problema era que ese cachorro no se daba cuenta de que ya era un perro adulto.
¿Qué voy a hacer contigo…?
Ahora de verdad debía aprender a separarme de Ceres.
Me imaginé a Ceres entrando conmigo en el mundo social de la corte del palacio. Se quedaría pegado a mí, gruñendo a cualquiera que se me acercara.
¿Y si además, se desnudara frente a otros y mostrara… eso?
…Ah.
Solo de pensarlo, me dolía la cabeza.
No lo había criado con tanto esfuerzo para verlo comportarse así.
Debería ser el centro de atención en los eventos sociales, impresionando a todos con su elegancia y porte.
Quería escuchar comentarios como: ‘¿Cómo pueden los miembros del Octavo Escuadrón ser tan apuestos y estar tan bien educados?’ y sentirme orgullosa.
Había esperado pacientemente que mejorara con el tiempo, pero ya no podía seguir dejando todo al azar.
No había más tiempo que perder.
Debía prepararme para dejar ir a mi ‘cachorro’.
Hacer que pudiera vivir bien incluso sin mí.
Que, algún día, pudiera recordarme y pensar: Diarin, aquella sacerdotisa, me cuidó bien. Gracias a ella me convertí en un caballero elegante. Espero que le esté yendo bien. Bueno, seguramente obtuvo un ascenso gracias a mí, así que ambos salimos ganando.
Que esos recuerdos le trajeran calidez, pero que su vida actual estuviera tan ocupada que ni siquiera sintiera la necesidad de buscarme.
—Voy a enjuagar su cabello.
Ceres estaba dejándose lavar el cabello primero.
Cuando la doncella vertió agua sobre su cabeza, el vapor que nos separaba se disipó de golpe.
Por reflejo, giré mi mirada hacia él.
Un instante fugaz.
Mis párpados se cerraron y volvieron a abrirse, como un telón en un teatro que se baja y sube rápidamente.
En ese breve momento, el rostro de Ceres, antes cubierto por el vapor, quedó completamente expuesto.
—…Ah.
¿Siempre había tenido esa expresión?
Con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás, dejándose cuidar por la doncella, Ceres parecía alguien completamente ajeno a mí, como si viniera de un mundo lejano.
Era un rostro que me resultaba desconocido, como aquel que vi cuando lo observé desde la cama unos días atrás.
El rostro de un hombre extraño.
Ya no era la criatura instintiva que devoraba pollo a medio cocinar en el suelo.
Ya no era el ser frágil que buscaba desesperadamente mi latido y se acurrucaba en la alfombra de fresas para dormir.
Ya no era el animal asustado que saltaba al más mínimo ruido y gruñía como un loco.
No quedaba rastro alguno de ese ser.
Solo quedaba un joven caballero que aceptaba naturalmente los cuidados de los demás.
De verdad has crecido.
Aunque físicamente ya era un adulto cuando llegó a mí, ahora también había crecido en espíritu.
De repente, sentí una corriente fría como si el viento soplara desde algún lugar.
Me estremecí, encogiendo los hombros.
El movimiento hizo que el agua chapoteara ligeramente.
En ese instante, los ojos de Ceres se abrieron de golpe.
Y, como si fuera automático, sus ojos me buscaron de inmediato.
La mirada que por un momento había parecido la de un extraño volvió a ser la misma de siempre, fija en mí.
No importaba cuánto hubiera crecido, sus ojos nunca miraban hacia ningún otro lugar.
Como si desde su nacimiento hasta su muerte solo pudiera reconocerme a mí, su mirada era constante, inmutable.
—Diarin.
La voz de Ceres resonó en el baño.
Tal vez era porque el agua estaba caliente.
Sentí una sensación ardiente en mi pecho que me sorprendió y me hizo apartar la mirada.
El calor se extendió desde mi pecho hasta mis oídos.
Sí, debía ser porque el agua del baño… estaba demasiado caliente.
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