⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
No podía mirarlo directamente.
—¿Diarin?
—¿Eh? Ah…
—Diarin, llevo ropa nueva.
—Sí… Es bonita.
Diarin miró a Ceres de reojo con desgana, pero de inmediato bajó la vista.
Aunque solo echara un vistazo rápido, era evidente que su cuerpo era fuerte y bien formado.
La lujosa camisa que llevaba se ajustaba perfectamente, fluyendo sobre su torso de una manera impecable, pero Diarin no se atrevía a alzar la vista para admirarlo abiertamente.
—¿Diarin?
—Sí, estoy viendo, estoy viendo.
Cediendo a la insistencia de Ceres, levantó la mirada un momento, pero no podía mantenerla fija en él mucho tiempo.
Era como si hubiera visto algo que no debía, y rápidamente apartaba los ojos.
Ceres frunció el ceño ante esa actitud.
—No me gusta cómo miras, Diarin.
—…Ah, en serio.
A pesar del reproche de Ceres, Diarin no podía levantar la vista.
Normalmente, cuando Ceres se quejaba así, ella lo regañaba con una mirada severa y un ‘¡Eh!’, pero para eso tenía que mirarlo.
Como Diarin no podía hacerlo, Ceres se sentía más confiado.
Era como un cachorro extremadamente sensible al orden jerárquico.
Pero, ¿de verdad iba a tratar así a la persona que lo había criado para comportarse como un humano?
Este era el momento perfecto para darle una lección, pero había un problema: desde el incidente en el baño, Diarin no podía mirarlo directamente.
—Diarin.
Al ver que ella no mostraba intención de mirarlo, Ceres se acercó hasta quedar justo delante de su rostro.
Diarin se sobresaltó al ver la cara de Ceres llenando todo su campo de visión y se echó hacia atrás.
Sin embargo, antes de que pudiera alejarse, Ceres colocó firmemente ambas manos sobre sus hombros.
—¡…!
Diarin saltó, más sobresaltada de lo habitual.
Ceres siempre había estado pegado a ella, buscando constantemente contacto físico.
Si no estaba tocando alguna parte de Diarin, parecía incapaz de sentirse tranquilo.
Cuando no hacía nada, su posición habitual era tumbarse con la cabeza en el regazo de Diarin.
Ya fuera estudiando, comiendo o hablando, siempre encontraba una manera de tocarla: apoyaba la cabeza en su hombro, le tomaba la mano o, al menos, se sentaba junto a ella, pegado codo con codo.
Incluso al caminar, siempre sostenía su mano, su brazo o cualquier parte de su cuerpo.
Una vez, Diarin, furiosa, lo había agarrado por el cabello y tirado de él, pero en lugar de molestarse, Ceres se había alegrado por el simple hecho de que lo estuviera sujetando.
La frase ‘sin importar los medios’ parecía haber sido inventada para describir a alguien como Ceres.
—¿Por qué… por qué…?
—Diarin, mírame.
Y ahora, utilizando sus métodos habituales, intentaba conseguir que Diarin lo mirara.
¿Cómo se suponía que no lo viera si tenía su rostro justo delante?
Pero sí podía evitarlo.
Diarin cerró los ojos con fuerza.
—…
¿De verdad iba a ignorarlo de esta manera?
Ceres sintió traición. No podía creer que Diarin le estuviera haciendo esto.
Era inconcebible, y debía corregirlo de inmediato.
La sensación de ser ignorado lo hacía insoportable. Sentía que moriría si Diarin no le prestaba atención.
Su intensa obsesión se aferró a Diarin.
—Diarin, creo que voy a morir.
—No vas a morir.
—Mírame.
—No quiero.
—Si no me miras, moriré.
—No vas a morir.
Diarin, que normalmente se preocupaba demasiado si Ceres mostraba el más mínimo signo de malestar, había cambiado.
Ceres sintió otra punzada de traición.
Pero no podía rendirse tan fácilmente.
Si fingir estar herido no funcionaba, tal vez podría atraerla haciendo algo que a ella le gustara.
—Diarin, estoy haciendo algo bonito.
—¿Qué…?
—Algo bonito. Soy bonito.
—…
¿Qué clase de tontería es esa?
Aunque Diarin pensó eso, no pudo evitar sentir curiosidad.
¿Qué significaba ‘algo bonito’?
La curiosidad podía ser peligrosa.
Había aprendido a ignorar sus quejas habituales, pero esto despertó su interés.
Finalmente, incapaz de resistirse, Diarin entreabrió los ojos.
—…
Era cierto, estaba haciendo algo bonito.
Diarin lo reconoció de inmediato.
Ceres tenía las manos colocadas bajo el mentón, como si posara.
Era la misma pose que Diarin le había enseñado en broma, llamándola ‘algo bonito’.
¿La estaba molestando?
No, Ceres no tenía idea de cómo molestar a propósito.
Estaba actuando con una sinceridad y pureza desarmantes, replicando lo que había aprendido como si fuera algo especial.
Era una forma única de fastidiar a alguien sin intención de hacerlo, una molestia tan genuina que ni siquiera podía reprocharle.
—¡Grr!
Diarin giró la cabeza bruscamente.
Ceres se quedó desconcertado.
No era la reacción que esperaba de ella.
Se suponía que ver algo bonito hacía feliz a la gente.
Pensó que al hacer ‘algo bonito’ se vería encantador.
Pero Diarin apartó la mirada como si hubiera visto algo inapropiado.
Fue un golpe devastador.
Tal vez, incluso haciendo cosas bonitas, no se veía bien.
—…Diarin, ¿no soy bonito?
—…¿Qué?
—¿Ni siquiera soy bonito cuando hago algo bonito?
—¡No, no es eso!
Es bonito.
Eso era lo peor.
Si al menos no fuera bonito, podría haberlo mirado con incredulidad y terminar la situación con un simple ‘¿Qué haces?’
Pero, maldita sea, era bonito, y ni siquiera podía decir una mentira piadosa.
El enfrentamiento se prolongaba innecesariamente.
Aunque, llamarlo enfrentamiento era exagerado.
Ceres simplemente estaba siendo su insistente y habitual yo, mientras que Diarin no podía soportarlo y huía de él.
—Diarin…
Ceres, desanimado, la llamó con un tono casi lloroso.
No, esto no estaba bien. Se suponía que debía ser un joven lleno de autoestima y confianza en sí mismo, pero para eso necesitaba mirarlo. Y ella no podía hacerlo.
¿Cómo se supone que voy a manejar esto en el futuro?
Todo había comenzado cuando Diarin, de repente, empezó a evitarlo de forma incómoda y distante.
Una vez que empezó a ser consciente de él, no podía dejar de serlo. Al evitarlo, solo quería evitarlo más.
Cada vez que veía su rostro, sentía de nuevo esa cálida sensación en el pecho, algo que la intimidaba tanto que no podía enfrentarlo como antes.
Esa sensación era nueva en su vida.
Desconcertante, incómoda, incluso aterradora.
Era una confusión tan profunda que prefería huir de ello.
—Si no crees que no soy bonito, ¿por qué no me miras?
Sin entender la situación, Ceres tuvo que aceptar una relación distante sin una razón clara.
Para Ceres, que de repente recibió este trato frío sin motivo aparente, todo era simplemente injusto.
Diarin sabía que lo estaba haciendo sentir mal, y eso la sacudía aún más.
No puedo mirarlo directamente, pero seguir así es demasiado cruel.
Estaba atrapada en un callejón sin salida emocional, sin entenderse ni a sí misma.
Siempre había pensado en él como un pequeño y adorable cachorro. Pero un día, al voltear, descubrió que frente a ella había un hombre alto y fuerte.
De repente, parecía un desconocido.
Era como un extraño que intentaba imitar a un perro, haciendo ruidos lastimeros para llamar su atención.
Y lo peor, ese extraño realmente era bonito.
¡Esto es un desastre!
Así se sentía Diarin.
—Diarin, ¿y esto qué tal?
—¿Qué?
—Mírame.
La persistente batalla de Ceres para conseguir la atención de Diarin no tenía fin.
Mirarlo no era difícil, lo difícil era mantener la mirada.
—¿Qué estás haciendo…?
Ceres lo consiguió.
Diarin se quedó atónita ante la escena irreal que tenía frente a ella.
Ceres estaba recostado contra un pilar, desabrochándose los botones de la camisa.
El cuarto botón se soltó con un suave ‘clic’.
—¿¡Estás loco?! ¡Claro que sí, estás loco!
Horrorizada, Diarin corrió hacia él, apartó sus manos y volvió a abotonarle la camisa.
Lo hizo tan rápido que, si hubiera una competencia nacional de abotonar camisas, habría ganado el primer lugar sin problema.
Incluso las criadas, expertas en vestir a sus amos con velocidad, habrían aplaudido su habilidad.
—¡¿Por qué te estás quitando la ropa ahora?!
—Si me quito la ropa, Diarin me mirará.
—¡Miras a un loco si pasa, pero eso no significa que lo quieras!
—¿Quitarse la ropa hace que sea un loco?
—¡Si lo haces sin razón, sí lo eres!
Diarin gritaba con tanta indignación que su rostro estaba rojo de furia.
Si solo la hubiera sorprendido, no estaría tan agitada.
El problema era que se había quitado la ropa.
Y justo desde el ángulo que mostraba esa línea de mandíbula relajada que había visto en el baño.
Involuntariamente, Diarin se dio cuenta de que su cachorro podía proyectar una atmósfera sensual y despreocupada, lo que la sobresaltó aún más.
Con mirada aguda, inspeccionó dos, tres veces para asegurarse de que no se le había escapado ningún botón.
—No hagas esto en ningún otro lugar, ¿entendido?
—Solo si me miras.
Su preocupación se transformó rápidamente en resignación.
—…¡Quítatela! Anda, quítate toda la ropa y corre desnudo si quieres.
Después de todo, la gente que vivía aquí parecía andar medio desnuda todo el tiempo. Seguro que encajarías perfectamente.
—¿Eso está bien?
Ceres estaba a punto de quitarse la ropa de nuevo cuando Diarin, una vez más, tuvo que rendirse.
—¡No, no está bien!
Con lágrimas en los ojos, agarró las manos de Ceres y lo arrastró al sofá.
Mientras Diarin se volvía loca, Ceres sonreía satisfecho por el simple hecho de que ella había tomado sus manos.
Las criadas, que habían estado observando la escena mientras recogían el baño, reprimían sus risas.
Pero de vez en cuando, no podían contenerse.
—…Jeje.
—…Pfft.
Aunque tapaban sus bocas, los sonidos de sus risas escapaban por la nariz, resonando por la habitación.
Si continuaban, parecía que las risas podrían salir incluso por los ojos o las orejas.
Mientras tanto, Diarin estaba al borde del colapso.
Un joven noble… ¿A dónde se fue eso…?
Comments for chapter "81"
MANGA DISCUSSION