⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Sin saber lo que pasaba por la mente de Diarin, las personas alrededor solo se preocupaban porque se había atragantado.
—¡Oh, cuidado! ¿Está bien?
—Ah, sí, cof cof.
Diarin rápidamente aceptó el agua que alguien le ofreció y bebió grandes sorbos para calmarse.
Mientras tanto, los demás llenaban nuevamente sus copas con un nuevo licor.
—¡Por el amor!
—¡Salud!
Diarin no pudo beber la segunda copa y solo acercó los labios antes de dejarla en la mesa.
—¿Acaso no está apoyando el amor de su amigo?
Holian, como siempre, lo notó al instante.
Diarin sonrió por fuera, pero rechinó los dientes por dentro.
Esta reunión patética… me aseguraré de que no vuelvan a organizar algo así nunca más.
—Ah, es que no tolero muy bien el alcohol… —dijo fingiendo humildad.
—¡Oh, vamos! Por el amor de su amigo, ¿no podría al menos vaciar esta copa? ¿Quién sabe? Tal vez si lo hace, su amor prosperará.
Si era por el amor de Ceres, definitivamente no quería beber.
Este era un tormento reservado exclusivamente para Diarin, la única persona que conocía toda la verdad y, encima, era la principal involucrada.
Mientras decidía si beberla a regañadientes o arrojarla en la cara de alguien, Ceres, sentado a su lado, le arrebató la copa y la vació en un solo trago.
—¿Beberla asegura que funcione? —preguntó con indiferencia.
—Ah… —Incluso Holian, que había estado provocándola en tono de broma, se quedó sin palabras al ver la acción de Ceres.
Ceres le devolvió la copa vacía a Diarin, quien ahora parecía haberla bebido.
—¿Si bebo más, mejorará más? —añadió.
Diarin se sintió asfixiada, como si tuviera un nudo en el pecho.
Ay, ¿qué voy a hacer con este hombre…?
—¡Podría ser! ¿Qué tal si todos toman otra copa para acompañarlo? —dijo Holian, aprovechando la oportunidad.
Holian era, sin lugar a dudas, un genio en el arte de beber y hacer beber a otros.
Siempre encontraba las excusas más creativas para involucrar a todos en el juego.
Los nobles, desesperados por amor, no dudaron en unirse, sin importar que fuera una reunión matutina de bebidas. Todo lo que deseaban era que ese joven y melancólico maestro encontrara consuelo en su sufrimiento amoroso.
—¡Si vamos a beber, hagámoslo con alegría!
—¿Y ahora qué propone? —preguntaron con curiosidad.
—Ahora haremos lo contrario de la apuesta anterior.
Holian, además de ser un genio para beber, también sabía cómo convertirlo en un entretenimiento.
Aunque al final solo quedarían borrachos y resacas, al menos durante el proceso, se divertirían mucho.
—Esta vez todos beberán una copa al mismo tiempo. Irá siendo más difícil y muchos irán abandonando. Al final, el último en quedar tendrá derecho a un deseo, igual que antes.
—Hmm… interesante.
Algunos, que no eran especialmente rápidos bebiendo pero confiaban en su resistencia, pensaron que podrían tener una oportunidad.
Después de todo, en el palacio real los nobles sólo comían, bebían y se entretenían, por lo que había bastantes grandes bebedores.
—Pero como esta vez no hay dinero en juego, ¿qué tal si acordamos otro tipo de recompensa antes de empezar?
—Estoy de acuerdo. No queremos que alguien nos obligue a entregar algo demasiado importante.
—¡Oh, a mí me parece bien! —respondió alguien, provocando risas entre el grupo.
No fue difícil llegar a un acuerdo. Encontraron una solución que no molestara a nadie, pero que hiciera sentir satisfecho al ganador.
Este tipo de apuestas eran comunes en el palacio real, siempre presentes en cualquier rincón.
—Cada uno ofrecerá algo que lleve consigo, y el ganador final podrá elegir qué tomar. ¿De acuerdo?
Quienes sabían que no aguantarían mucho se retiraron al inicio, dejando que los competidores más confiados comenzaran la ronda.
Diarin optó por unirse al grupo de los que se retiraban.
Por supuesto, Ceres continuó entre los que bebían.
¿Debería detenerlo ahora? ¿Por qué sigue con esto? Incluso si gana, no cambiará nada. ¿Y si termina mal después de tanto beber?
—¡Copa número cinco, todos a beber!
Pero Ceres, tal como había dicho antes, bebía sin problemas.
El licor de esta ronda era mucho más fuerte que el anterior, y aunque las copas eran pequeñas, a partir de la quinta, muchos comenzaron a retirarse.
Ceres, sin embargo, seguía sin cambiar de expresión ni de ritmo al beber.
—¡Increíble cómo bebe! Además, lo vimos antes cuando lanzó esa copa; parece tener un control corporal excepcional. ¿De dónde salió este joven maestro tan impresionante?
Todos estaban tan concentrados en Ceres que no se dieron cuenta de que alguien se había acercado a Diarin.
—¿Eh?
—Digo, ustedes comparten habitación, ¿verdad? Son amigos de la infancia.
Diarin se giró sorprendida y vio que no era solo una persona, sino varias. La rodearon, todos observando a Ceres con ojos llenos de codicia y ambición.
Sus miradas, cargadas de deseos oscuros, hicieron que Diarin se sintiera incómoda.
—No esperaba que los rumores se hubieran extendido tanto… —dijo, esforzándose por mantener una sonrisa.
No sabía qué podían estar diciendo estas personas en cualquier lugar, así que decidió seguirles la corriente y proteger la reputación de Ceres.
—Por supuesto, ¡en el palacio real ya todos lo saben!
—¿De verdad? Nosotros casi no salimos, así que no estábamos enterados.
—Es que entrar al palacio real sin previo aviso es bastante peculiar. La mayoría alardea de ello, ya que es algo digno de presumir.
—Ah… entiendo.
—Pero además, dicen que el tercer príncipe y Lady Charlotte lo visitaron personalmente para una reunión privada. Incluso le asignaron sirvientes.
—Bueno, sí, algo así pasó…
Mientras más lo escuchaba, más extraordinario parecía todo.
Incluso los nobles del palacio estaban interesados en indagar sobre Ceres.
Ya se había convertido en un joven maestro que atraía toda la atención.
—¡Sexta copa, adelante! —gritó Holian.
Diarin, al escuchar esto, volvió a girar la cabeza para mirar a Ceres.
Lluvia de preguntas y miradas penetrantes
Las personas que habían estado bombardeando a Diarin con preguntas no eran diferentes.
El líquido transparente llenaba las copas igualmente transparentes.
El día era tan despejado que el sol brillaba y se reflejaba en todo, haciendo que la escena pareciera chispear.
Ceres tomó la copa y, sin dudarlo, bebió todo de un trago.
Era como si estuviera bebiendo luz solar.
Una pequeña gota quedó atrapada en sus labios, brillando bajo el sol.
Con indiferencia, Ceres limpió la gota con la punta de los dedos.
Diarin, sin saber por qué, sintió de repente una sed inexplicable y se lamió los labios.
—Ha… realmente es un hombre nacido para volver loca a la gente —El murmullo de alguien la sacó de sus pensamientos.
—¿Qué…?
Si se tratara de un amor puro y hermoso, Diarin estaría más que dispuesta a apoyarlo con todo su corazón. Pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo Ceres caía en manos de personas con intenciones tan oscuras y retorcidas.
—Ceres es alguien extremadamente recto y serio. Creo que le tomará bastante tiempo olvidar a la persona que lleva en su corazón.
—Vaya… ¿y cómo alguien puede tener ese tipo de amor en estos tiempos? Eso lo hace más tentador. ¿Qué pasaría si lo seduces físicamente primero? Tal vez cambie de opinión.
—…
Eran comentarios aterradores, tan desagradables que Diarin no pudo fingir una sonrisa.
Creía que, como sacerdotisa, ya había visto y escuchado de todo. Pero estas personas, en un ámbito completamente distinto, la superaban ampliamente.
Sabía que con palabras comunes no los haría cambiar de opinión. Por lo tanto, intentó usar su advertencia más directa y contundente.
—Si hacen eso… podría terminar golpeándolas…
—¿Oh? ¿Sabe golpear?
Claro que sí. Incluso sabe cómo matar…
—No me importaría recibir un golpe de él. Seguro sería emocionante. ¡Ja, ja, ja!
—…
—Oye, ¿no habrá alguien entre los que siguen compitiendo que tenga ese gusto? Debería ganar y pedir como deseo que Ceres lo golpee.
Nada funcionaba.
Era más aterrador lo que sentían las personas al recibir que al ser golpeadas.
Esto era algo que Diarin nunca había imaginado hasta ahora.
Se rindió por completo.
Sabía que no tenía oportunidad contra estas personas.
Oh, cielos, por favor, protege a este chico para que no caiga en un abismo de maldad…
Ya no le importaba quién ganara, siempre que sacaran a Ceres de esa espiral de borrachera y caos.
Si Ceres perdía ahora, sería un desastre.
Quién sabe qué clase de intenciones siniestras se escondían detrás de aquellos que seguían bebiendo.
—¡Vamos con la octava copa! —anunció Holian.
Ceres tenía que ganar.
Por primera vez, Diarin se concentró en la competencia.
Tal vez fue gracias a la mirada llena de apoyo de Diarin, pero Ceres comenzó a beber aún más rápido.
—¡Caramba! ¡Cómo beben! ¡Van uno tras otro sin parar!
Era difícil creer que un ser humano pudiera ingerir tanto alcohol.
Ahora quedaban solo dos participantes: Ceres y una mujer que parecía estar en llamas.
—Te… ganaré… ¡te atraparé y te haré mío! —balbuceaba la mujer, completamente roja desde el cuero cabelludo hasta la punta de los dedos.
Era un color tan intenso que parecía que estaba a punto de derramar sangre.
Aun así, no se rendía, mostrando claramente su verdadera intención bajo el efecto del alcohol.
Ah… tú también eres igual de oscura por dentro, ¿verdad?
Diarin suspiró con resignación.
Aquella mujer estaba resistiendo con todas sus fuerzas solo por su deseo de poseer a Ceres.
Una voluntad como esa era difícil de quebrantar.
Mientras tanto, Ceres parecía completamente imperturbable.
Su rostro, sus gestos, incluso la velocidad con la que bebía, eran exactamente los mismos que cuando había comenzado.
¿Es que realmente no se emborracha?
Después de todo, había sobrevivido comiendo arroz mezclado con veneno. Tal vez para él, el alcohol era tan inofensivo como un condimento.
A menos que la voluntad de la mujer lograra superar los límites de su propio cuerpo, la victoria de Ceres parecía segura.
—Die… ¡diecinueve copas! —gritó alguien.
—¡Ah!
Pero la voluntad humana era realmente asombrosa.
La mujer, ahora al borde del colapso, seguía en pie, resistiendo.
Estaba tan roja que parecía a punto de explotar.
Y aun así, no se rendía.
Diarin comenzó a preocuparse seriamente.
¿Y si Ceres pierde realmente?
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