⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
La palabra ‘duelo’ causó un revuelo entre las personas.
—¿Un duelo? ¿Hace cuánto que no vemos algo así?
—Es la primera vez que veo a alguien pedir un duelo de verdad.
Los duelos hace mucho tiempo que se convirtieron en algo del pasado, un vestigio de la antigüedad.
Además, esto era el palacio real, un lugar donde se reunían nobles de alta alcurnia. Si cualquier discusión resultara en una petición de duelo, no quedaría nadie vivo.
Pero las palabras ya habían sido dichas.
El hombre se dio cuenta de su error, pero ya era demasiado tarde.
—¿De verdad se permite un duelo?
—¿No es homicidio si alguien muere durante un duelo?
La gente mostraba un interés inusitado por un asunto que no les concernía. No creían que realmente alguien muriera en un duelo, y aunque así fuera, no era algo que les importara demasiado.
Legalmente, los duelos seguían siendo válidos. Si Ceres aceptaba, los dos hombres tendrían que enfrentarse con armas reales hasta que uno muriera.
En este punto, lo más adecuado sería que Arien interviniera llorando y diciendo: ‘¡Por favor, no sacrifiques tu vida por mí…!’ Sería un final hermoso.
Pero Arien no tenía intención de hacerlo.
—¡Oh, estás dispuesto a hacer esto por mí…!
Ni siquiera era un hombre al que mereciera la pena detener. Si terminaba muerto por un duelo, sería una molestia menos.
Además, si alguien daba su vida por ella, eso también le daría un título prestigioso. No tenía nada que perder.
Por si fuera poco, si eso sucedía, tendría una excusa para involucrarse más con Ceres, quien habría matado al hombre en el duelo.
—Entonces, ¿qué sucede ahora?
—Si se disculpa, el asunto se acaba; si no, hay duelo, ¿verdad?
Era una situación crítica.
Todo se reducía a si Ceres cedía o si tomaba una vida.
—¡E-esperen un momento!
En una situación en la que incluso un hombre desconocido había intervenido hablando de honor y duelos, no había razón para que ‘la mejor amiga’ de Ceres, Diarin, no interviniera también.
—El señor Ceres está en el palacio para recuperarse. ¿Hablan en serio sobre un duelo con alguien que necesita descanso?
—¿Recuperarse…?
Con una expresión sorprendida, Arien examinó a Ceres de arriba abajo.
No importaba cuánto lo mirara, no parecía alguien enfermo o débil.
—¿Qué le ocurre?
—Mi querido Ceres… ¡Tiene el corazón roto! ¡Por una mujer!
Diarin no mentía. Ella misma era una mujer, después de todo.
—¡Ya ha sufrido bastante por amor, y ahora quieren forzarlo a un duelo por otra mujer! ¡Eso es demasiado cruel!
Exclamó con desesperación.
Era un comentario acertado, basado en su observación de cómo funcionaban las cosas en el palacio real.
El amor era una palabra mágica dentro del palacio.
—¿Oh? ¿Él es la persona de la que hablan?
Aunque no conocían el rostro de Ceres, muchos habían escuchado rumores sobre él. La conexión se hizo instantáneamente clara tras el comentario de Diarin.
—¡Ah, así que bebió por la pena de su desamor!
—¡Por eso odia a las mujeres ahora!
Era una conclusión simple.
Las miradas de la gente se llenaron de compasión.
—…Vámonos, señor Ceres. Disculpen, nos retiramos.
Diarin empujó la espalda de Ceres para alejarse rápidamente.
—¡E-esperen un momento…!
Pero la llamada urgente de Arien los detuvo.
Diarin miró a Arien con una expresión hostil.
—¿Tiene algo más que decir?
Arien se acercó con una expresión de profundo dolor, como si fuera a desmayarse en cualquier momento.
Incluso su rostro se había puesto pálido en cuestión de segundos.
¿Es una actriz de ópera? pensó Diarin, impresionada por el cambio.
—Me duele pensar que yo he abierto las heridas de su corazón. Esto no será suficiente para compensarlo, pero…
Arien se quitó los pendientes y se los ofreció a Ceres.
—Si sus ojos se fijaron en estos pendientes y no en mí, entonces, quizá sea porque estos pendientes le recordaron a esa persona. No puedo devolverle su amor, pero al menos quisiera que conserve estos recuerdos.
—…
Diarin frunció los labios con disgusto.
Eso no es cierto. Ni siquiera se acerca a la verdad.
Ceres había mirado los pendientes simplemente porque eran llamativos y hermosos.
Toda esta situación era un malentendido. Arien se había acercado, fue rechazada y se sintió humillada. Luego apareció un hombre imprudente que intervino sin entender nada.
¿Y ahora lo está transformando en esto?
Diarin no podía evitar admirar las habilidades de Arien para maquillar la situación.
Ceres observó los pendientes por un momento antes de extender la mano.
Arien colocó los pendientes en su palma.
Con un leve tintineo metálico, los pendientes pasaron a pertenecerle a Ceres.
En ese mismo instante, Diarin notó que los dedos de Arien rozaron intencionadamente la palma de Ceres.
El ceño de Diarin se frunció.
—¿Esto significa que me perdonará por mi falta de respeto?
Arien, fingiendo inocencia, retiró la mano y sonrió dulcemente a Ceres.
Ceres asintió levemente.
La gente, aliviada, dejó escapar un suspiro colectivo.
Algunos incluso aplaudieron.
El hombre que había pedido el duelo fue ridiculizado y salió corriendo del teatro de ópera, mientras que Diarin, que había observado todo, no supo qué expresión mostrar.
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Al cerrar la puerta de su palco, las voces de la multitud se desvanecieron.
Lejos de las miradas de los demás, la tensión que envolvía sus cuerpos desapareció.
Pero la mente de Diarin seguía sumida en un caos de pensamientos.
No necesitaba pensarlo mucho.
El pequeño incidente se había resuelto maravillosamente. Ceres incluso había ganado la simpatía de la gente, mejorando su reputación.
Aun así, el malestar en el corazón de Diarin no se calmaba.
—Diarin.
—¿E-eh?
Ceres tuvo que llamarla tres veces antes de que Diarin saliera de sus pensamientos.
Había escuchado las dos veces anteriores, pero era como si las palabras resonaran bajo el agua, y olvidó por completo que debía responder.
Al girarse apresuradamente, vio que Ceres le extendía la mano.
—¿Eh?
Sin darse cuenta, aceptó lo que le entregaba, y al mirar se dio cuenta de que era el pendiente que Arien le había dado momentos antes.
El corazón, que apenas empezaba a calmarse, volvió a agitarse, revoloteando con fuerza.
—¿Por qué me das esto?
—Quería dártelo a ti.
Diarin se quedó sin palabras.
Aunque lo había sospechado, sostenerlo en sus manos lo hacía parecer aún más absurdo.
No sabía qué hacer con esta dirección ciega y testaruda de los sentimientos de Ceres.
—…Ceres, esto no está bien.
Los sentimientos de Ceres eran como un animal salvaje.
No consideraban los pensamientos o juicios de los demás, sino que seguían únicamente sus emociones.
Por eso eran tan puros y directos.
No podía juzgar si eran correctos o incorrectos.
Pero estaba claro que no eran adecuados para la vida que debería llevar como ‘joven maestro’
—Este pendiente representa los sentimientos de Arien hacia ti. No puedes simplemente entregárselo a otra persona así porque sí.
—Esto es solo un pendiente.
—Pero al darte el pendiente, también te dio su corazón.
—…
Ceres parecía reflexionar, como si intentara comprender los sentimientos que supuestamente contenía el pendiente.
Diarin no pensaba que el pendiente estuviera cargado de tantos sentimientos, probablemente era solo un gesto para ser recordada o para demostrar que no era una mala persona.
Pero tampoco podía decir que Arien no sentía algún tipo de afecto hacia él.
—Cuando alguien te demuestra cariño, aunque no puedas corresponderle, debes tratar esos sentimientos con cuidado.
—¿Y tú, Diarin?
—¿Qué?
La voz de Ceres sonó con fuerza.
¿Por qué de repente?
Diarin, incapaz de entender, dejó su introspección y lo miró de frente.
Ceres la miraba directamente a los ojos.
Era una mirada feroz, como la de una bestia que quería morder.
Instintivamente, Diarin retrocedió un poco.
Estaba sentada en una silla, así que no podía alejarse mucho, pero su corazón quería huir a toda velocidad.
—Diarin, tú no trataste mis sentimientos con cuidado.
—…Eso fue…
Iba a decir que no era amor, pero cerró la boca.
¿Realmente no era amor?
Si no era amor, ¿al menos había sido un pequeño interés?
Si ese era el caso, entonces ella había cometido un error.
Pensando que lo hacía por el bien de Ceres, terminó lastimándolo.
Creyó que su dolor era solo parte de un proceso inevitable y lo subestimó.
…No debería haberlo hecho.
Los sentimientos de Ceres también eran valiosos.
No había excusa.
Diarin no pudo decir nada, simplemente cerró la boca y lo miró.
—Me gustas, Diarin.
—…
—Te amo.
—…
—En cuanto vi este pendiente, quise dártelo.
—…
—Pensé que si tú lo usabas, sería más hermoso, más brillante.
—…Basta.
Diarin apenas pudo pronunciar esas palabras.
Pero Ceres no se detuvo.
—Diarin, quiero besarte.
—No puede ser…
Diarin apretó los labios, tratando de ocultarlos.
Pero Ceres no se detuvo.
—Quiero besarte.
—No.
Diarin trazó una línea fría y deliberada.
No podía ser.
Ella era sacerdotisa, Ceres era un noble prometedor, y sus mundos estaban destinados a separarse.
Si no lo rechazaba ahora, solo lo lastimaría más en el futuro.
—No, no quiero.
—Aunque no quieras, yo sí.
—¡¿Tú…?! ¿Quieres convertirte en un perro malo?
—Seré un perro malo.
De repente, Ceres se acercó rápidamente.
Rodeó la cintura de Diarin con un brazo y la atrajo hacia sí, sujetándole el mentón para inmovilizarla.
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