⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Los ojos de las personas son todos iguales.
Si alguien me parecía atractivo, era seguro que también lo sería para los demás.
El cachorro hermoso y atractivo a los ojos de Diarin también lo era a los ojos de los demás.
Pero nunca imaginó que lo perseguirían con tanta insistencia y descaro.
—Señor Ceres, aquí está el correo que llegó para usted.
Cuando la doncella llegó con una bandeja repleta de cartas, la expresión de Diarin lo decía todo:
—Increíble.
En este momento, lo único conocido en el palacio sobre Ceres y Diarin era su nombre y su apariencia.
¿No decían que era difícil entrar en los círculos de la nobleza?
Esos nobles tan orgullosos no resultaban ser tan inaccesibles como parecían.
Diarin tocó ligeramente el montón de cartas con los dedos y comentó con indiferencia:
—Son cartas dirigidas a Ceres.
—¿Por qué me envían cartas?
—Eso lo sabremos si las abres. Vamos, échales un vistazo.
Eran cartas para Ceres, así que Diarin no podía abrirlas por él.
Las cartas, decoradas con flores, lazos y dibujos, eran coloridas y llamativas. Incluso a Diarin le daba curiosidad saber qué contenían.
—No quiero.
—…¿Eh?
—El olor es desagradable.
…Además, estaban impregnadas con perfumes mezclados en una fragancia insoportable.
Aunque Diarin comprendía que a Ceres le resultara desagradable, aún pensaba que debía leerlas.
—¿No tienes curiosidad por el contenido?
—No tengo curiosidad.
—Ah… entonces, ¿qué hacemos con estas cartas? ¿Las tiramos?
Ceres asintió sin dudar.
—…¿De verdad?
Ceres volvió a asentir con firmeza.
Su decisión tan tajante dejó a Diarin un poco insegura.
Después de todo, alguien había puesto empeño en escribir esas cartas.
Además, si más adelante se encontraban con esas personas, podría ser un tema incómodo.
¿O no?
Era obvio que el contenido de esas cartas sería una extensión de las miradas insistentes y coquetas. Tal vez ignorarlas por completo sería lo más limpio.
—No, no. No son personas con las que nunca volveremos a cruzarnos.
El círculo de la nobleza era limitado. Escapar de esa manera no era la solución.
—Ceres, pensemos en una forma de ‘rechazar educadamente’.
A medida que el rostro de Ceres se hacía más conocido, la atención hacia él no dejaría de crecer.
Cuando recibiera oficialmente su título y se convirtiera en un noble, esa atención solo aumentaría.
No podía tratar a todos como había tratado a Arien, con rechazos bruscos, ni ignorar continuamente a las personas.
—¿Una forma de rechazar educadamente?
—Si rechazas diciendo simplemente ‘no’, las personas se lastiman. Ignorarlas también les duele.
—¿Herirlas…?
—Sí. Así como no se debe blandir una espada hacia las personas, tampoco deberías usar palabras hirientes tan a la ligera.
Gracias al ejemplo de Diarin, Ceres lo entendió de inmediato y asintió.
En un campo de batalla, habría respondido ‘blandir’, pero este no era el caso.
—Pero Diarin me ha dicho ‘no’ muchas veces…
—…
Ceres no solo era directo, tampoco olvidaba nada.
Diarin quedó atrapada en las consecuencias de sus propios actos.
—Eso… bueno… lo siento por eso.
Al final, tuvo que disculparse.
Sin embargo, en ese entonces eras un perro. Si hubieras sido una persona tan racional y lógica como ahora, no te habría gritado que dejaras de ladrar tonterías.
—Como te dije antes, cuando alguien se acerca, hay que hacerlo de forma cuidadosa, sin agobiar, empezando por generar simpatía. Pero en ese momento, me sorprendiste.
Al menos tenía una excusa.
Si Ceres hubiera actuado como el caballero perfecto que era ahora, incluso llevándole flores para confesarle sus sentimientos, Diarin habría rechazado con más delicadeza.
Aunque el resultado sería el mismo, no lo habría herido tanto como para que terminara emocionalmente devastado.
—Entendido.
Aunque había tardado en aceptar su disculpa, Ceres lo hizo de manera sencilla.
Diarin suspiró aliviada.
—…Gracias por aceptarla.
—Si estás agradecida, ámame…
—¡Vamos a pensar en una manera de rechazar educadamente!
—Diarin, eso es ignorarme.
Diarin apretó los puños y respiró profundamente.
—Sí, lo sé. Por eso dije ‘pensemos juntos’, ¿no?
—¿…?
Ceres repasó lo que Diarin había dicho.
Normalmente, Diarin solía decir ‘te enseñaré’. Pero esta vez, había dicho ‘pensemos juntos’.
—¿No vas a enseñarme?
—No. Yo tampoco soy experta en la etiqueta de la nobleza. No sé cómo rechazar firmemente sin herir los sentimientos del otro. Por eso, tenemos que ‘pensarlo juntos’.
Las personas nacidas en la nobleza crecían con reglas bien definidas en sus hogares y aprendían esas normas de conversación de manera natural.
Aunque existían tutores de retórica, eso se asociaba más con familias estrictas en cuestiones de etiqueta.
Si Ceres buscaba un tutor de retórica ahora, se vería como alguien de una familia ‘sin educación’ o ‘irrelevante’.
—No hay una respuesta correcta para las palabras. Así que si encuentras tu manera, será más fácil para ti acostumbrarte.
—Entendido.
Diarin comenzó por abordar cómo lidiar con las jóvenes que actuaban de manera física y descarada. Este era el problema más urgente.
—Imagina que soy una de esas señoritas interesadas en ti y que, de forma impulsiva, toco tu brazo así.
Diarin imitó los gestos de una joven tocando el brazo de Ceres, mientras este la observaba, reflexionando.
—Acepto que me toques, Diarin.
—…Sí, ya lo sé. Pero no me refiero a eso, sino a otras personas.
Ceres volvió a pensar detenidamente desde ese punto, pero le costaba llegar a una conclusión.
—No puedo imaginarme a nadie más mientras miro a Diarin.
—…Ah…
Diarin dejó caer la cabeza con resignación.
No había comprendido completamente el nivel de obsesión que Ceres tenía hacia ella, y era su error.
Ceres se comportaba como un patito recién nacido que había fijado su lealtad en Diarin desde el primer momento.
Probablemente era porque, desde que tenía memoria, ella era la única que había sido amable con él.
Cierto, su memoria.
En la vorágine de la vida diaria, había descuidado el tema del hechizo que afectaba la memoria de Ceres.
Aunque Ceres se estaba adaptando bien a la realidad, y la pérdida de memoria parecía referirse a eventos de su infancia, inconscientemente había dejado de lado ese problema al considerarlo poco urgente.
La edad exacta de Ceres no estaba clara, pero antes de perder la memoria, debía tener al menos más de diez años.
A esa edad, ya conoces bastantes cosas.
La gente no se convertía en protagonista de la sociedad hasta pasados los veinte años, pero las familias nobles solían llevar a sus hijos a eventos sociales mucho antes, permitiéndoles observar y aprender.
Gracias a ese conocimiento adquirido, muchos jóvenes apenas superando los veinte años podían hablar con la fluidez de un veterano en el mundo social.
Si Ceres recuperaba sus recuerdos, probablemente no necesitarían estas largas discusiones para encontrar soluciones.
Ya habría aprendido cómo rechazar algo de manera elegante, incluso si era difícil.
—Ceres, últimamente no has tenido dolores de cabeza ni problemas para respirar, ¿verdad?
—No.
Justo al entrar al palacio, Ceres había tenido una reacción que parecía estar relacionada con sus recuerdos, y llegó a colapsar.
Sin embargo, eso ocurrió solo una vez, al principio. Desde entonces, no había sucedido nada similar. Estaba mucho más estable que cuando vivía en la mansión.
—Entonces… ¿qué tal si intentamos recuperar tus recuerdos?
—¿Recuerdos?
—Sí, no recuerdas nada de tu infancia, ¿verdad?
Ceres no sabía cómo responder, así que permaneció en silencio.
No sentir sus recuerdos no le causaba incomodidad ni ansiedad en el presente.
Mientras Diarin estuviera a su lado, todo estaba bien para Ceres.
—Podría ser que tus padres estén buscándote con desesperación.
Incluso si no fuera así, seguramente habría al menos una persona valiosa en sus recuerdos.
Si esa persona seguía viva y buscaba a Ceres, sería algo maravilloso.
Al recuperar sus raíces, se sentiría menos inestable, lo que podría reducir su dependencia de Diarin.
Así, Ceres podría llevar una vida más equilibrada, y Diarin tendría la oportunidad de despedirse de él de manera segura.
Era un beneficio para ambos.
—Por supuesto, es un hechizo que podría ser peligroso, así que la decisión es completamente tuya.
La elección final recaía en Ceres.
La seriedad de esa elección lo tomó por sorpresa.
Había aprendido a tomar decisiones simples relacionadas con su vida diaria, como qué ropa usar, qué perfume elegir o qué comer. Pero nunca había decidido algo que afectara directamente su vida entera.
La opción que Diarin le ofrecía ahora definía su futuro: seguir viviendo sin saber, o explorar recuerdos desconocidos con consecuencias inciertas.
—No lo sé.
Ceres no podía decidir qué era lo mejor.
Estaba satisfecho con su vida tal como estaba.
Pero si Diarin lo sugería, tal vez recuperar sus recuerdos sería aún mejor.
—Tómalo con calma.
Diarin no lo presionó. Estaba dispuesta a respetar sinceramente cualquier decisión que Ceres tomara.
Sin embargo, Ceres captó algo más.
Diarin quiere que recupere mis recuerdos.
Dado que el resultado era incierto, no tenía sentido pensarlo demasiado.
Si hacía lo que Diarin deseaba, estaría satisfecho independientemente del resultado.
—Lo haré.
—¿De verdad?
Diarin pensó que Ceres podría rechazar la idea, así que la inesperada aceptación iluminó su rostro.
—¿Podemos hacerlo ahora mismo?
—…¿Eh? Ah, no, no todavía.
Aunque Diarin estaba ansiosa por empezar, aún no tenía el hechizo necesario en sus manos.
Pero había un camino más claro para conseguirlo que antes.
Comments for chapter "95"
MANGA DISCUSSION