⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡El mero hecho de que hayas nacido es una desgracia para el imperio, maldito bastardo astuto! ¿Crees que te voy a entregar a nuestra Shuri así como así? ¡¿Cómo te atreves a desear a la madre de tu vecino?! ¡Vas directo al infierno!
—¡¿Y qué?! ¡Sí, besé a tu madre! ¿Y qué? ¡Vamos, llámame papá!
—¡Maldito sinvergüenza! ¡Prefiero ser recordado como un maldito bastardo en la historia antes que tener un padre como tú!
—¡Yo preferiría terminar mi linaje antes que tener un hijo como tú!
Los dos caballeros, que llevaban un buen rato peleando como locos y gritándose cosas imposibles de escuchar sin sentir vergüenza, finalmente jadeaban agotados, declarando una tregua tácita. Mientras el cielo comenzaba a aclararse con la luz azulada del amanecer, ambos cayeron pesadamente sobre el césped, que ahora estaba completamente destrozado, y se dejaron caer uno al lado del otro. Aquella escena no se parecía en nada a las románticas imágenes de caballeros que se conocían en las historias.
—Ah… ah… ¿Desde cuándo?
—Ah… ah… Desde que estábamos en Safavid.
Al final, había sido como dejar que un lobo cuidara a las ovejas. Jeremy, con lágrimas de frustración asomando, levantó una pierna y pateó la de su amigo. Nora, sin quedarse atrás, le devolvió la patada en la espinilla.
Ambos siguieron intercambiando patadas infantiles hasta que, completamente agotados, se desplomaron sobre el suelo.
—Ah… ah… ¿Cómo lo supiste?
—Ah… ah… Hay un dicho sobre que los padres y los hijos se entienden sin palabras.
—Vaya… tonterías.
Una fría brisa matutina revolvía el cabello empapado de sudor de ambos jóvenes.
Jeremy, después de tomar aire mientras observaba el cielo que se aclaraba lentamente, se incorporó de golpe y le dio un toque con el pie a Nora, que seguía acostado.
—Oye.
—¿Qué?
—¿Estás seguro?
—¿De qué?
—De que puedes hacerla feliz. ¿Puedes jurar que no la harás sufrir, pase lo que pase?
Nora se incorporó lentamente y miró directamente a los ojos ardientes de su amigo. Tal vez era por la niebla de la mañana, pero por un momento sus ojos verde oscuro parecían brillar con una ligera humedad.
—Si te digo que sí, ¿me creerás?
—Anoche, ese idiota de Elias se puso como loco. Parece que de alguna manera vio algo entre ustedes dos.
—…
—Los gemelos no parecían tener muchos problemas con la idea, pero el problema es Elias. Ese tonto estaba fuera de sí, gritando cómo pudiste hacerle eso a Shuri, y ¿sabes en qué pensaba yo mientras lo veía?
—¿En qué pensabas?
—Estaba preocupado por si, al verlo así, Shuri recordaba de repente algo que no debía. Como aquella vez con el maldito collar, temía que de pronto se desconectara de la realidad, que de repente lo recordara todo. ¿Sabes lo nervioso que estaba?
La expresión de Jeremy mientras hablaba, con una voz tensa y rota, era devastadora. Nora lo miraba en silencio.
—No sé si Shuri realmente no recuerda, o si sólo está fingiendo no recordar. Solo Dios lo sabe. Pero, por lo que yo he visto, creo que realmente no recuerda. Y le ruego a Dios que esos recuerdos dolorosos nunca regresen. Además, hay algo que no te había dicho…
—…
—Puede que sea una coincidencia, pero durante todo el tiempo que estuviste cerca, tanto en la misión en Safavid como en otras ocasiones, no ha mostrado síntomas de sonambulismo ni una sola vez.
Las palabras de Jeremy fluían lentamente, con un tono bajo que parecía contener un temblor extraño, como si estuviera conteniendo las lágrimas. Tras un largo y pesado silencio, Nora finalmente habló.
—Entonces, ¿tienes miedo de que alguien como yo traicione a tu hermana? ¿Que la devore, como lo hizo tu padre?
—…Yo…
—Yo no te voy a hacer ninguna promesa vacía solo para calmar tu ansiedad.
Ante esas palabras, que sonaban frías, Jeremy frunció el ceño de inmediato. Nora continuó, imperturbable.
—Haré lo mejor que pueda. Pero habrá momentos en los que, sin quererlo, decepcione a tu hermana o incluso la haga llorar. Eso te lo puedo garantizar.
—…
—Pero te juro que, pase lo que pase, no la heriré. Y, pase lo que pase, no me iré.
Los ojos serenos y azules de Nora se enfrentaron a la mirada ardiente de Jeremy, cuyo semblante finalmente se suavizó. Bajó la mirada al suelo y, con el dorso de la mano, se frotó los ojos bruscamente. Nora, viendo aquello, hizo un chasquido de desaprobación.
—Deja de llorar por todo.
—¡No estoy llorando!
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La mansión del Duque de Nuremberg, que había sido escenario de un caos a primeras horas del amanecer, había vuelto a sumergirse en una atmósfera solemne y silenciosa, como si nada hubiera pasado. Si no fuera por el rostro maltratado del joven noble, se podría haber creído que todo estaba en calma.
Nora, frotándose la mandíbula adolorida, agarró su espada y estaba a punto de salir de la mansión cuando una voz poco bienvenida la detuvo.
—¿A dónde crees que vas sin desayunar?
—…¿Por qué le importa tanto a usted a dónde voy?
—Tengo curiosidad de saber a dónde piensas ir con esa cara.
Nora frunció el ceño al ver que su padre se acercaba lentamente mientras respondía en voz baja.
—Me voy de la casa. ¿Contento?
—¿Ese amigo tuyo también va a fugarse contigo?
—¿Qué motivo tendría para escaparse? No está siendo acosado por un abuelo que no sabe dónde no debe meterse, como le pasa a alguien.
—Entonces, ¿a dónde piensas ir solo?
—…Voy a asesinar al príncipe heredero. He oído rumores de que lo van a reemplazar pronto. Será mejor adelantarse.
Aunque era un comentario sarcástico y provocador, el Duque simplemente bajó la mirada sin mostrar expresión alguna. Esta respuesta, a la que Nora aún no se acostumbraba, le hizo fruncir el ceño repetidamente.
—¿Y después de eso qué planeas hacer?
—No lo sé, ya que he desenvainado la espada, supongo que iré hasta el final. Probablemente vaya a asesinar al papa. Este país ya no necesitará un papa.
—Es un plan ambicioso. ¿Y luego?
—Si tengo suerte y sobrevivo, le propondré matrimonio a la mujer que amo.
—Es un final romántico. Sería perfecto si todo saliera tal cual.
El Duque levantó lentamente la cabeza y, en un tono suave, expresó su opinión.
Nora apretó los labios y evitó la mirada de su padre.
—…No es el final perfecto que yo imagino.
—¿No? ¿Por qué no?
—Porque no soy un asesino, soy un caballero. No quiero ofrecerle una flor deshonrosa.
Eso era. Shuri merecía algo mucho mejor. Tragándose ese pensamiento, Nora miró intensamente a su padre con ojos ardientes.
—…Nunca me comprometeré con alguien que no deseo, sin importar cuánto lo presionen mi abuelo o mi padre. No me importa si me desheredan. Obedeceré cualquier otra cosa que me pidan, pero en eso no cederé.
—¿La señora de Neuschwanstein es tan importante para ti?
¿Tan importante?
Nora reprimió una risa amarga y apretó un puño con fuerza. Aunque no quería confesar sus sentimientos, sus emociones internas estaban a punto de desbordarse, por lo que las palabras salieron por sí solas.
Quizá sentía un deber desesperado de persuadirlo por la seguridad de ella. Después de todo, por ella, él estaría dispuesto a arrodillarse frente a su padre.
—Ella es la única razón por la que sigo respirando y moviéndome. No lo entenderías. Incluso si lograra conquistar el imperio entero, o incluso el mundo, si ella no está, no tiene ningún sentido. Aunque siguiera respirando, estaría muerto por dentro. Me autodestruiría, llevándome todo lo que me rodea conmigo.
—Ya veo… Eso es exactamente lo que yo sentiría.
Con esas palabras, el Duque dejó escapar una sonrisa amarga.
—Si llegara a perderte.
El silencio se prolongó. Mientras el Duque observaba a su hijo con ojos firmes e inquebrantables, los ojos de Nora temblaban con una mezcla de confusión y agitación, como si fueran un mar embravecido.
En el choque de sus miradas, algo se rompió y se desgarró. Cuando finalmente Nora habló, su voz también se escuchaba rota.
—¿Qué es lo que realmente quieres de mí?
—No lo sé.
Murmurando con amargura, el Duque volvió a bajar la mirada.
—Por ahora… solo quiero que me digas lo que realmente quieres, como acabas de hacer.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—¿Te peleaste con Nora…?
—No te preocupes. Yo le pegué más fuerte.
—¡Jeremy!
—Eh, bueno, creo que me pegó más veces él.
Mirando el desastre que era su rostro, Jeremy hablaba con una indiferencia que dejaba a uno sin palabras.
¿En serio? ¿Desapareció sin avisar desde temprano solo para ir a pelearse con Nora?
—¿Cómo se te ocurre…? ¡Mira cómo tienes la cara! ¡Por Dios, mira cómo tienes el labio roto!
—¡Ay, ay, ay! No lo toques tan fuerte, me duele.
—¿Y no te dolía cuando te golpeó?
—¡No me dolió! Bueno, a él probablemente sí le dolió… ¡Ay!
Sacudí la cabeza y ordené a las sirvientas que trajeran un frasco de ungüento. Mientras cuidadosamente sacaba un poco de la crema redonda del tarro, Jeremy me observaba de reojo y, en un tono que no le correspondía, preguntó con cautela:
—Er… no estás enfadada porque lo golpeé, ¿verdad?
—Vamos a ser realistas. No lo golpeaste, se golpearon mutuamente.
—¡Bueno! No te enfadaste por pelear con él, ¿verdad?
—¿Qué estás diciendo? Si me tuviera que enfadar, sería con él, por dejarte la cara así.
Aunque decía eso, por dentro me sentía mal por Nora. Claro, Jeremy y él eran amigos, y entiendo que desde su perspectiva tenía sentido pelearse, pero… ¡Hombres! De cualquier forma, mi respuesta pareció satisfacer a Jeremy, que mostró una gran sonrisa de satisfacción.
—La cara de ese tipo estaba peor que la mía. De hecho, estoy seguro de que quedó peor que yo.
—…Mmm.
—¿Qué? ¿No me crees? ¿De verdad crees que es más fuerte que yo? ¿Eso es lo que piensas? ¡Wow, ya empezaste a favoritismos! ¡Estoy herido!
¿Ahora también este empezaba a hablar de favoritismos? Aunque era ridículo, me alegraba verlo actuar como siempre, de manera juguetona.
Si Jeremy también hubiera empezado a distanciarse de mí por mi relación con Nora, no sabría cómo enfrentar la situación.
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