⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Ayayay!
—Quédate quieto un momento. Tienes que ponerte esto para que te cures rápido. Entonces, ¿qué hablaron después de pelear tanto?
—¿Hablar? ¡Nada! Me senté sobre él y le di una advertencia clara. Le dije que si te hacía llorar, le rompería las piernas y lo mataría.
Hmm, Jeremy sentándose sobre Nora para darle una advertencia amenazante… ¿Es solo mi impresión o hay algo muy distorsionado aquí? Ignoré la desconfianza que empezaba a brotar dentro de mí y le sonreí.
—¿Fuiste solo para decirle eso…?
—¿Qué esperabas? ¿Que me rogara que me alejara de tu lado? No es alguien que escuche, pero la verdad es que nadie te cuida como él. Además, he notado que últimamente brillas más de lo normal. Si eres feliz, no necesito nada más.
Mis manos, que estaban aplicando la pomada alrededor de los ojos hinchados de Jeremy, se detuvieron de repente. Sin darme cuenta, debí haber puesto una cara de tonta, porque él empezó a reír suavemente, entrecerrando los ojos.
—¿Por qué te sorprendes tanto? Ya te lo he dicho varias veces antes.
—Jeremy…
—No sé qué suerte tuvo ese tipo para ganarse tu corazón, pero no importa si es mi amigo o no. Lo importante es cuánto te quiere. Tienes que ser amada y feliz, sin importar quién sea. Si no lo eres, no lo dejaré en paz.
Sus palabras cálidas y amables me hicieron sentir un nudo en la garganta. Me levanté olvidando que estaba aplicando pomada y rodeé su cabeza con mis brazos, abrazándolo fuerte. Besé suavemente su cabello dorado.
—Gracias, Jeremy. Gracias de verdad por decir eso…
Fue en ese momento cuando escuchamos unas voces inesperadas.
—¿Desde cuándo nuestro hermano mayor habla tan bien?
—Ha sido un gran avance. Es gracioso que lo diga con esa cara tan seria.
—…¿Rachel? ¿Leon?
¿Desde cuándo estaban ahí? Los gemelos se habían asomado por la puerta, observándonos, y luego corrieron hacia nosotros para sentarse a nuestro lado en el sofá.
—Hermano mayor, sé honesto. ¿Te dejaste golpear solo para poder quejarte con mamá?
—…Querida hermana, me rompes el corazón. Ojalá hubiera sido eso.
Mientras Rachel y Jeremy tenían una conversación ‘cálida’, miré a Leon con cierta inquietud. Después de todo, la noche anterior él no había reaccionado tan mal como Elias, pero había mostrado cierta incomodidad, y había pasado la noche pensando en qué decirle.
Sin embargo, Leon simplemente comía una galleta de la mesa mientras me miraba despreocupadamente, y luego preguntó en un tono ligero:
—Mamá, entonces ¿ese noble será nuestro papá?
El silencio se hizo en la habitación. Un silencio tan incómodo que no sabría describirlo. Jeremy, con una expresión de sorpresa, miraba a Leon sin saber qué decir, y finalmente gritó:
—¿Papá? ¡¿Cómo que papá?!
—¡Ay, qué susto! ¿Por qué gritas tanto, hermano mayor?
—¡Porque estás diciendo tonterías horribles!
—¿Horribles? Solo estoy diciendo lo que es inevitable según la lógica familiar…
—¡Deja de decir eso!
—Bueno, entiendo que desde tu perspectiva puede ser un poco incómodo. Después de todo, ¿no sería raro que tu amigo tenga un rango más alto que tú?
—¡¿Qué estás diciendo?! ¡Un hijo siempre supera a su padre en todo… no, espera! ¡No importa! ¡Deja de decir tonterías!
Jeremy se rascaba los brazos como si solo imaginarlo fuera una pesadilla, lo que nos hizo estallar en risas. Rachel, que se reía con la mano en la boca, me miró con ojos brillantes.
—Me alegra que hayas encontrado a alguien que pueda hacerte feliz. ¿Verdad?
—…Gracias, querida.
¡Mi hija es la mejor! Tragué las lágrimas de emoción y extendí los brazos para abrazar a Rachel con fuerza. Entonces, Leon exclamó:
—¡Oye! ¿Qué pasa? Si abrazaste a Jeremy y a Rachel, ¿por qué no me abrazas a mí? ¡Eso es favoritismo!
…Parece que el tema del favoritismo ya no es exclusivo de Elias en esta casa.
Sonreí mientras rodeaba con el brazo el hombro de Leon y besaba su cabello dorado. No importaba lo que dijeran los demás, lo más importante para mí era la aprobación de mis hijos. Gracias a ellos, me sentía aliviada, realmente aliviada.
…Aunque todavía no podía decir que todo estaba bien.
Eché una mirada al ala sur donde estaba la habitación de Elias y tragué el suspiro que se me escapaba. Jeremy, notando mi expresión, carraspeó suavemente.
—No te preocupes por él. Déjalo solo.
—…Pero no ha salido ni para desayunar… No puedo dejarlo así.
—¿Qué piensas hacer?
—Voy a hablar con él. Seguro que tiene hambre, no puede seguir encerrado todo el día…
—Pero mamá, seguro que solo dirá cosas desagradables de nuevo…
—Déjalo decirlas. Siempre ha sido así, ¿qué podemos hacer?
Dejé atrás a mis tres hijos, que intentaban detenerme, y me dirigí hacia la habitación de Elias.
Me detuve frente a la puerta cerrada y, después de respirar hondo, levanté la mano y llamé suavemente.
Toc, toc, toc.
—Eli.
—¡Vete!
Como era de esperar, su grito furioso se escuchó de inmediato, lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa amarga.
—Eli, hablemos.
—¡No tengo nada que decir! A menos que sea para decirme que vas a dejar a ese tipo…
—Sal un momento. No has desayunado, ¿verdad?
—¡Me da igual! ¿Qué te importa?
—Si no quieres hablar, al menos sal a comer algo. Y no vayas a la cocina a robar comida…
—¡Cuándo he hecho eso?! ¡No comeré nada hasta que termines con él!
¿Estaba sugiriendo una huelga de hambre? Con paciencia, volví a tocar la puerta con un toc, toc, toc.
—Elias, no hagas eso. Sal y hablemos, escucha lo que tengo que decir…
—¿Qué hay que escuchar?! ¡No hablaré contigo ni saldré de esta habitación hasta que termines con ese maldito tipo!
—¿Me estás amenazando? Ayer decías que ya eras un adulto, ¿y ahora haces amenazas infantiles como esta?
—¡Piensa lo que quieras! Si quieres verme morir de hambre, haz lo que quieras.
—Por favor, deja de decir tonterías. No te vas a morir de hambre.
—¡Sí me voy a morir! ¡Me moriré de hambre o me colgaré, para que puedas vivir feliz con ese tipo!
—Elias…
—¡Si quieres verme morir ante tus ojos, sigue jugando con él! ¡Ja! Si quieres que te conozcan como la madre que mató a su hijo por un hombre…
¿Pero qué diablos está diciendo?
Por un momento, sentí que la cabeza me daba vueltas. Al instante siguiente, me encontré empujando la puerta de Elias con fuerza, como no lo había hecho desde el incidente con las apuestas.
Elias, que estaba sentado despreocupado en el alféizar de la ventana con una bata mal puesta, saltó asustado.
—¿Qué… qué haces?! ¿Qué es esto?
—¿Morirte? ¿Vas a morirte delante de mí?
—No, o sea, lo que quise decir fue…
—¿Así que tu objetivo final es difundir por ahí que maté a mi hijo por estar distraída con un hombre? ¿Es eso lo que quieres?
—No, solo era una metáfora…
—¡¿Cómo puedes decir semejante cosa como si nada?! ¿Cómo te atreves a decir que vas a morir frente a mí, después de todo lo que hice por criarte? ¿Cómo puedes decirme algo así?
—Lo que quería decir es que tú…
—¡Claro, fue mi culpa! ¡Todo es mi culpa! ¡Debo ser yo quien se muera! ¡Sí, eso es! ¡Yo, la madrastra malvada que hace que su hijastro tenga pensamientos suicidas, debería morirme de una vez!
Estaba tan dolida, y las palabras que Elias había dicho el día anterior volvieron a mi mente todas de golpe. Sin darme cuenta, mi voz se elevó y terminé gritando. Elias, por su parte, se quedó pálido como un fantasma.
—¡Shu, Shuriii!
—¡Mamáááá!
—¡Madreee!
Debí haber gritado muy fuerte. Normalmente no suelo levantar la voz, pero ahí estaba, llorando desconsoladamente en el suelo mientras los niños, los sirvientes y los caballeros se agolpaban alrededor, sin saber qué hacer.
—¡Sabía que al final meterías la pata, mocoso! —gritó Jeremy.
—¡No, no, yo… Shuri, lo siento! ¡Me equivoqué! ¡Cancelo lo que dije sobre morir! ¡Era solo una broma…! ¡Aagh! ¡De verdad era una broma!
—¡Aunque haya sido una broma, ¿cómo puedes decir algo así?! ¡El problema de Elias siempre es esa boca suya! —gritó Rachel.
—¡Exacto! ¡Cómo se te ocurre decirle algo así a mamá! ¡Hermano, golpéalo un poco más por mí! —añadió Leon.
—¡Aagh! ¡Aaagh! ¡He dicho que lo siento! ¡No lo decía en serio, lo dije sin pensar…!
—Pequeño señor, ¿acaso no conoce el dicho de que una piedra lanzada en broma puede matar a una rana? —dijo la doncella jefe.
—¡Precisamente, siendo ya un adulto, debería tener más sentido común! —agregó el mayordomo.
—Escuchen, yo solo…
—¿Se siente mejor ahora, señora? ¿Por qué el joven amo siempre tiene que hacerla sufrir de esta manera?
Los niños, los sirvientes y hasta los caballeros, todos se unieron para reprender a Elias, quien no podía hacer más que cubrirse la cabeza con las manos, intentando protegerse de los golpes de Jeremy.
Me quedé observando ese triste espectáculo por un momento, antes de levantarme, sollozando. Sentía todas las miradas preocupadas sobre mí cuando finalmente hablé.
—¿Vas a comer, verdad?
—¡S-sí, comeré! Comeré, te lo prometo.
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