⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Elias, sin darse cuenta, tragó saliva y retrocedió un paso. Aunque no quería admitirlo, la presencia de Nora en ese momento era aterradora. Su mirada, con un brillo azul oscuro, era escalofriante, como la de un lobo acechando a su presa antes de atacar.
Tranquilo, no creo que ese tipo me haga algo en mi propia casa… o eso quiero pensar, pensó Elias, tratando de calmarse. Justo en ese momento, un gruñido lleno de hostilidad llegó a sus oídos.
—…Tú.
—¿Qué, qué…?
—¿Hasta cuándo vas a seguir viviendo de esa manera?
—…¿Qué?
—¿Hasta cuándo vas a seguir siendo un mocoso que solo piensa en sí mismo? ¿De verdad crees que todo lo que Shuri hace por ti es algo que te mereces? ¿Alguna vez has pensado en devolverle el favor?
Las palabras de Nora fueron tan punzantes que Elias estuvo a punto de gritar en respuesta, pero algo lo detuvo. Temía que esa bestia frente a él lo partiera en dos en ese mismo momento.
—¿Qué, qué te importa a ti…? —murmuró Elias.
—…Hmph.
La expresión de Nora se torció aún más, volviéndose aún más temible. Elias inmediatamente se arrepintió de lo que había dicho. Tal vez hubiera sido mejor no decir nada en absoluto…
Nora lo miró con tanta intensidad que parecía que iba a despedazarlo, pero de repente su expresión cambió por completo. Para sorpresa de Elias, Nora se dejó caer de rodillas en el suelo, sosteniéndose la cabeza con ambas manos, como si hubiera sufrido una contusión.
—¡Auuugh!
Justo en ese momento, otra voz resonó.
—¿Qué está pasando aquí…? ¿Nora?
La dueña de esa voz era Shuri. Al verlo, con los ojos bien abiertos y corriendo hacia Nora, Elias intentó, disimuladamente, esconder el arco que tenía en las manos detrás de su espalda, aunque claramente no lo lograba.
—¡Estás sangrando! ¿Qué ha pasado? —preguntó Shuri, claramente preocupada.
—No es nada…—
La mirada de Nora, lamentándose, se dirigió hacia Elias, que estaba completamente congelado. Por supuesto, la mirada de Shuri también se desplazó hacia él. Sus ojos verdes brillaban con incredulidad.
—Elias, tú…
—¡No, yo no…! ¡Él lo hizo a propósito…! —tartamudeó Elias, tratando de justificarse.
—¡Elias Von Neuenstein! No importa lo que haya pasado, ¡¿cómo pudiste hacerle algo así?! —le recriminó Shuri.
—¡Pero fue él quien…! —Elias intentó explicarse, pero Shuri no lo dejaba hablar.
—¡No hay peros que valgan! ¡Fuiste tú quien lo hizo! ¡No puedo creer que hayas actuado así! ¿Cómo voy a enfrentarme al Duque después de esto?
Era cierto. Había sido él quien golpeó a Nora en la cabeza con el arco hacía un rato. Sin embargo, Elias se sentía terriblemente frustrado. ¿Acaso ese maldito lobo era en realidad un zorro?
—¡Sí, lo golpeé, pero…! —continuó Elias.
—Elias, por favor, si estás enfadado, descárgalo conmigo. Nunca pensé que llegarías a hacer algo así. No sabía que fueras tan inconsciente —suspiró Shuri.
—Está bien, no te enfades, hermana. No es para tanto. Es así como nos hacemos amigos —dijo Nora, intentando calmar la situación mientras se levantaba.
Con un suspiro, Shuri lo tomó del brazo y se dirigió hacia dentro de la casa. Elias, sin saber qué hacer, los observaba con la boca abierta. Para colmo, Nora, que iba detrás de Shuri, giró la cabeza hacia él y le guiñó un ojo con descaro.
—¡Tú, tú, tú! ¡Maldito seas, hijo de…! —gritó Elias, incapaz de contener su furia, su voz resonando con tal fuerza que parecía que iba a derrumbar toda la mansión.
Incluso después de gritar todo tipo de insultos no aptos para menores, Elias no logró calmarse. Finalmente, Jeremy apareció para calmar la situación con un buen golpe.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—Entonces, ¿ese pajarito será destronado al final? —preguntó Jeremy.
—Jeremy, por favor, no hables así delante de los más jóvenes —le regañó Shuri.
—¿Qué tiene de malo decir ‘pajarito’? ¡Es solo un polluelo de águila! ¡Agh, mi espalda!
—Te lo mereces.
—¿Y tú qué sabes, mocoso?
—¿Puedo tomar otro trozo de tarta? —interrumpió Nora.
—Yo también quiero otro trozo —añadió alguien más.
—Mamá, yo también quiero tarta —dijo uno de los más pequeños.
—Yo también, mamá. Quiero la parte con más borde —dijo otro.
A pesar de todo, la cena fue más o menos agradable. Todos charlaban a su manera, mientras pedían más tarta, menos Elias, que no había dicho una sola palabra en todo el tiempo. Estaba demasiado ocupado pensando en cómo vengarse de ese tipo oscuro.
Al ver cómo todos pedían tarta, su molestia aumentaba. Ver a Shuri, que estaba sentada en la cabecera de la mesa, cortando la tarta de frambuesa con una sonrisa, le hacía hervir la sangre aún más. ¡¿Qué demonios hacía ese lobo, actuando tan amigable con ella?!
Finalmente, con una voz cargada de resentimiento, Elias dijo:
—Yo también quiero. Dame tarta.
—¿Tú también? Está bien —respondió Shuri.
—Quiero la parte con más fresas.
—Está bien, está bien.
—Quiero dos trozos. Apúrate.
—Ya te lo corto, no te pongas así.
Mientras todos los demás se reían con la boca llena de pastel, Elias sentía cómo su frustración aumentaba más y más. Quería gritar, pero sabía que si lo hacía, esos cuatro idiotas probablemente lo golpearían.
Además, Shuri, que hasta ese momento había mantenido la calma, probablemente se enojaría de verdad. Quizás incluso lloraría, como la última vez.
Pensando en eso, Elias decidió no gritar. En su lugar, comenzó a apuñalar el trozo de pastel en su plato con su cuchillo, desquitando su frustración en silencio.
Shuri abrió los ojos de par en par.
—¿Te has peleado con el pastel?
—…Solo lo estoy cortando en porciones manejables.
—Bueno, disfruta tu comida.
—¡No me trates como a un niño!
—¿Quieres que te traiga más leche?
Ya no pudo soportarlo. ¡Tratarlo como a un niño justo cuando ya estaba lo suficientemente furioso! Con la sensación de que su cerebro hervía, Elias empezó a mirar su vaso vacío de leche como si quisiera destruirlo con la mirada.
En ese momento, la voz de su enemigo mortal sonó.
—Hermana, ¿puedo tomar más leche también?
—Claro. Todo lo que quieras…
—¡Es mi leche!
Finalmente, Elias cometió el pecado de gritar. Todos dejaron de moverse y, con los ojos muy abiertos, miraron al león furioso.
Poco después, todos excepto el enojado, estallaron en carcajadas al unísono. Incluso las sirvientas que traían la jarra de leche se apresuraron a taparse la boca con las manos.
—¡Jajajaja! ¿Querías tanto la leche, eh, hermanito?
—Vaya, nuestro hermano menor sigue siendo un niño. ¿Para qué tuvo su ceremonia de mayoría de edad?
En medio de la escena, donde todos se reían agarrándose la barriga, Elias deseaba poder desaparecer. ¡Quería correr a por su ballesta y disparar una flecha justo en la cara de ese pomposo príncipe oscuro que se estaba riendo! Pero no había garantía de que él se quedara quieto y se la dejara clavar. Así que Elias decidió que, aprovechando la oportunidad mientras su enemigo reía sin prestar atención, le lanzaría su vaso en lugar de una flecha.
—Eli, nadie te va a quitar tu leche. Vas a romper el vaso si sigues apretándolo así.
—…
No. Si lanzaba el vaso, la leche salpicaría sobre él mismo.
Cambiando de táctica, Elias agarró con fuerza su tenedor y lo clavó en el pastel, mientras miraba furioso a su enemigo mortal sentado al otro lado de la mesa. Sintiendo la intensidad de su mirada, el aludido parpadeó inocentemente con sus ojos azules.
—¿Quieres también mi pastel? Podría cedértelo, en honor a nuestra hermana.
—…¡Deja de fingir ser bueno frente a Shuri!
—Eli, ¿qué es esa manera de hablar? Está tratando de ser amable contigo. Además, ni siquiera has terminado el tuyo.
—…
Frente a la cara descarada de Nora, quien sonreía con satisfacción, Elias sintió una tentación salvaje de volcar toda la mesa. ¡Este tipo estaba llevándolo al límite!
En ese momento, Jeremy, que ya había terminado su pastel, golpeó la rodilla de Nora debajo de la mesa.
—Oye, si vas a ceder, ¿por qué no me lo das a mí?
—Tú ya te has comido tres. Comer demasiado es malo para la salud.
—¿Y tú eres el indicado para decir eso?
—Jeremy, te he dicho que no pongas los pies en la mesa.
—¡Él también lo ha hecho! ¡Lo ha hecho!
—¿Yo? No, no lo hice.
—¡Maldito tramposo!
—¡Jeremy, basta!
—…¡Esto es favoritismo! Solo me regañas a mí…
—¿Qué tiene que ver el favoritismo ahora?
—¡Es favoritismo!
—¿Te sientes mal, nuestro querido y especial hijo mayor?
—¡Jajaja! ¿Lo escuchaste? ¡Eso soy yo!
—No es un apodo que me dé envidia, sinceramente.
Elias rechinaba los dientes, pensando en lo ridículo que era todo.
¡Todos estaban jugando a ser encantadores! Y encima, ¿hijo mayor especial? ¿Qué tiene de especial ese torpe gigante para que le llamen así?
Fue entonces cuando sintió una mano que lo pinchaba en el costado. Al girarse bruscamente, vio a Leon, que le ofrecía en secreto una pequeña botella debajo de la mesa.
—¿Qué es esto?
—Es un tranquilizante que preparé. Tómate una pastilla cada vez que ese ‘príncipe’ esté cerca.
—…
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—¡Voy a morirme! ¡Esta vez lo digo en serio, me voy a morir!
No podía aguantar más. Necesitaba hacerle pagar a ese oscuro príncipe de alguna manera, o no podría soportarlo.
Con esa firmeza en su decisión, Elias saltó desde una plataforma, descendiendo rápidamente, justo cuando se escuchó el grito de Shuri.
—¡Eli! ¿Qué demonios es esa tontería otra vez?
—No… ¡No te metas! Esto es lo que llaman emoción…
—¿Emoción? ¡Si te caes y te haces daño, vas a hacer sufrir a alguien!
—¿Qué? ¿Otra vez ese idiota?
Jeremy, que salió corriendo para ver qué locura estaba haciendo su hermano, también abrió los ojos de par en par.
Elias había atado una cuerda desde la estatua de la fuente del jardín hasta el alero del edificio anexo y la estaba utilizando para deslizarse con entusiasmo. Mientras lo miraba, Jeremy exclamó.
—¡Guau, déjame probar!
—¡Fuera de aquí, tú!
—¿Qué? ¿Vas a ser tan egoísta de hacerlo solo?
—¡Agh! ¡Jeremy, por qué también te unes a esto!
Shuri gritaba con frustración, pero Jeremy, como si estuviera hechizado, decidió unirse a la travesura de Elias. Incluso Leon, que había estado dudando sobre los efectos secundarios del tranquilizante que había preparado, también se apresuró a unirse.
Poco después, Shuri, que estaba al borde de perder la paciencia mientras observaba la escena ridícula, escuchó la calmada voz de Nora, que había llegado un poco tarde.
—¿Qué está pasando ahora?
—…Nora, ¡mira lo que están haciendo! ¿Qué pasará si se lastiman?
Ante la queja de Shuri, llena de preocupación, la mirada fría de Nora se dirigió hacia el espectáculo de los leones traviesos haciendo acrobacias, quienes algún día podrían ser sus hijastros.
—Oh, parece divertido.
Hubo un breve silencio. Mientras Shuri lo miraba incrédula, Nora, sin poder evitarlo, se rascó la cabeza, incómodo por haber expresado su admiración de manera tan honesta.
—Quiero decir, sí, puede ser peligroso, pero… bueno, es parte de crecer…
—Ahora entiendo por qué la esperanza de vida de los hombres es tan corta.
El comentario sarcástico vino de Rachel, quien miraba a sus hermanos con una expresión similar a la de Shuri, mientras chasqueaba la lengua. Shuri también chasqueó la lengua y se fue rápidamente al interior de la casa.
Cuando las dos damas, que eran las únicas con un sentido común en la casa, se marcharon, quedó un ambiente algo incómodo entre los hombres. Solo el ambiente, porque la acción seguía.
—¡Yijaaa! ¡Soy el rey del mundo!
Mientras sus hermanos seguían sumidos en la batalla aérea, Jeremy, el mayor, fue el primero en recuperar algo de cordura. Se rascó la cabeza y se acercó a su amigo, que también se rascaba la cabeza.
—¿Te duele la cabeza? Escuché que ese loco te golpeó. ¿Por qué no le devolviste el golpe esta vez?
—¿Qué querías? ¿Que matara a golpes al hijo de mi hermana?
—¿Qué? ¡Pero me golpeaste la última vez!
Ante la descarada insistencia de Jeremy en la justicia, Nora también respondió con la misma desfachatez, cambiando de tema.
—Tus hermanos no parecen saber nada.
—¿Saber qué?
—Lo de tu padre.
El rostro de Jeremy, que estaba pateando una piedra, se endureció de repente. Nora lo observó con una mirada tranquila.
Después de un breve silencio, Jeremy habló en voz baja, como si estuviera intentando justificar algo más que enfadarse por el tema desagradable.
—…Si lo menciono, existe la posibilidad de que ese tonto de Elias lo suelte todo delante de Shuri…
—Por eso te pregunto, ¿tú estás bien?
Ante la pregunta aparentemente fuera de lugar, Jeremy frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir con ‘si estoy bien’? ¿Por qué no lo estaría?
—Bueno, no eres de los que se guardan las cosas y se ponen a pensar demasiado. Solo por eso te pregunto.
Nora respondió de forma relajada y juguetona, mientras desviaba la mirada hacia los pequeños que seguían atrapados en su batalla aérea.
A Jeremy le resultaba extraña la expresión de su amigo. Lo miró boquiabierto, hasta que, de repente, murmuró preocupado.
—Si, en el peor de los casos, Shuri llegara a recordar ese evento…
—Eso es algo que tendré que manejar yo, no tú.
La respuesta fue cortante como un cuchillo, dejando a Jeremy aún más desconcertado.
—Pero eso tiene que ver con mi padre…
—Y por eso es mi responsabilidad. A menos que el espíritu del fallecido aparezca para arrodillarse ante mi hermana y pedirle disculpas… Ya sea que solo los traumas de entonces resurjan de repente o que, como dices, recupere esos recuerdos, dependerá de cómo yo lo maneje. No de ti ni de tus hermanos. Al fin y al cabo, no somos nuestros padres, ¿verdad?
Era como si le dijera que no le correspondía tomar ese papel, mientras que al mismo tiempo asumía toda la responsabilidad. Jeremy se quedó aturdido, incapaz de procesar lo que acababa de oír.
—Hey… ¿te ha pasado algo?
—¿Algo de qué?
—¡Algo te pasó, seguro! ¿Qué fue? ¿Qué pasó entre tú y Shuri?
Persistiendo con sus preguntas, Jeremy se acercó, pero Nora lo ignoró y se dio la vuelta. Luego, de repente, se giró y le dio un golpecito en la frente con el dedo. El león rugió de dolor.
—¡Aaaagh! ¿Qué te pasa, loco…?
Jeremy, abrumado por un dolor punzante, apenas podía terminar su frase. Nora, mientras lo miraba con lástima, le lanzó un comentario juguetón.
—Deberías aprender tu lugar. Ningún padre le cuenta todo a su hijo.
Comments for chapter "123"
MANGA DISCUSSION