⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Son la una de la tarde.
El 21 de diciembre de 1118, alrededor de las siete de la mañana, el Duque de Nuremberg, que estaba reunido con los principales líderes de los reformistas, se quedó un momento pensando ante el atrevido anuncio del joven rubio que acababa de entrar sin ninguna explicación previa. Se debatía entre reprenderlo o darle la respuesta que esperaba.
—¿Tenía algún almuerzo agendado del que no recuerdo?
—Es la hora en la que el ejército aliado, encabezado por Neuschwanstein y la Alianza de Nuremberg, comenzará a avanzar hacia las murallas de Sacrosanct.
El Duque de Nuremberg se quedó en silencio un momento. En su lugar, el conde de Baviera, que estaba sentado a su derecha, abrió mucho los ojos.
—¿Quién ha decidido eso?
—Miembros como yo, junto con los hijos y sobrinos de los aquí presentes.
—Vaya, Sir Jeremy, ¿ha dado el Duque de Nuremberg esa orden?
El Duque no respondió a las preguntas de los miembros del consejo. En cambio, lanzó una mirada al joven caballero que sonreía descaradamente.
—Explícame por qué han tomado esa decisión. Y no me digas que fue por un impulso juvenil.
—Hum, el ejército del papa cuenta con aproximadamente cinco mil hombres, incluidos los caballeros templarios y mercenarios. Si las fuerzas de Teutón y Nara llegan, ese número aumentará. Nosotros contamos con unos veinte mil, y aunque tengamos ventaja, enfrentarse a las murallas de Sacrosanct por delante y a las tropas extranjeras por detrás podría complicarse. Podríamos contratar más mercenarios o solicitar apoyo a Safavi, pero lo mejor sería terminar esto entre nosotros antes de que los extranjeros se inmiscuyan. Además, existe la posibilidad de que el papa huya, así que es crucial actuar cuanto antes…
—¿Esa conclusión proviene de tu mente o de la de mi hijo?
—…De ambas.
—Faltan unos cuatro días para que lleguen las fuerzas de Teutón y Nara.
—Sí, y esos cuatro días nos llevan justo a Navidad. Sería un honor ofrecerle la tiara papal como regalo de Navidad…
—El saqueo de botines está prohibido. ¿Crees que en cuatro días se puede tomar todo el territorio papal?
—Creo que Su Excelencia conoce mejor que nadie por qué nunca han caído las murallas de Sacrosanct.
—¿Por qué crees que no han caído?
—Porque nunca han sido atacadas.
Jeremy se rascó la cabeza tras terminar su respuesta.
Esta idea en realidad fue un comentario casual de Leon la noche anterior. En su momento, Elias había gritado, molesto, acusándolo de hacer bromas, pero al final tenía sentido, ¿no?
Ni siquiera durante los brutales tiempos de la caza de brujas hubo precedentes de que el territorio papal fuera atacado desde dentro del imperio. Literalmente, sería un evento sin precedentes en la historia del imperio.
El Duque de Nuremberg pensaba lo mismo. El hecho de que el emperador permitiera a los nobles alzar sus armas se debía a que la iglesia había traído tropas extranjeras sin consultar con la familia imperial, lo que proporcionaba una justificación aceptable para todos. Y el emperador, más allá de esa justificación, no intervendría con sus tropas para ayudar a ninguna de las partes. Así, sin importar quién perdiera, el emperador mantendría la posición de la familia imperial.
Si los nobles perdieran, el Emperador no asumiría ninguna responsabilidad. Y si el ejército del papa perdiera, tampoco sufriría ninguna repercusión, ya que había autorizado a los nobles a rebelarse.
Sin embargo, si las fuerzas de Teutón, Nara y Safavid entraban al mismo tiempo y comenzaban a luchar en tierras del imperio, el Emperador no podría seguir manteniendo la neutralidad.
Y si las tropas extranjeras y el ejército imperial llegaban a enfrentarse dentro del imperio, lo que comenzó como una guerra civil destinada a debilitar el poder eclesiástico podría convertirse rápidamente en una guerra por poder entre otras naciones que aprovecharían el caos. Los próximos cuatro días serían cruciales para el éxito de esta reforma. Así que era el momento adecuado para avanzar. El problema era…
—Tienen que capturar al papa como sea en esos cuatro días. Aunque rompan las murallas de Sacrosanct, si el papa huye, la situación se volverá mucho más complicada. Por lo tanto, la prioridad número uno será asegurar la tiara papal.
—Lo sé. Entonces, asumiré que todos están de acuerdo y comenzaré con el avance de las tropas.
—… Puede que tengamos que traer de vuelta a tu madre antes de lo previsto.
Ante este comentario, Jeremy frunció el ceño de forma natural.
—¿Por qué?
—¿Por qué crees? La señora Neuschwanstein es actualmente un símbolo del movimiento reformista. Dado que es el objetivo número uno de eliminación, está escondida por ahora. Pero si el asedio se prolonga, necesariamente deberá regresar a la capital. La familia real de Safavid prometió su apoyo gracias a ella, la cabeza de los Neuschwanstein, no por nuestra alianza. El próximo rey de Safavid está cautivado por ella y por tu hermana, no por nosotros. Así que su presencia en el corazón del ejército revolucionario será crucial. Si fallamos en nuestra estrategia de capturar en cuatro días, su regreso aseguraría el ánimo y facilitaría la cooperación con Safavid.
—Tienes razón, pero aun así…
—Tu madre es más fuerte que tú, así que no te preocupes tanto.
—No, pero, mi señor, si algo le sucediera a… mi madre, ¡eso sí sería un verdadero desastre!
El Duque de Nuremberg presionó suavemente su sien, pensando que había anticipado esa respuesta sobre el ‘desastre’.
Quizás realmente sería un desastre. Si algo le sucediera a ella, ese joven león perdería la cabeza y no solo atacaría a la iglesia, sino que también levantaría la espada contra el Imperio. Y no sería el único que perdería el control.
—Por eso, para el bien de todos, debemos terminar con esto en cuatro días. Asegúrate de transmitir eso a mi hijo.
—Está justo afuera, así que podría decírselo directamente.
Jeremy se dio cuenta de inmediato de su respuesta insolente y se arrepintió, pero ya era demasiado tarde. La expresión del Duque cambió de inmediato a una mezcla de sorpresa.
—¿Qué? Entonces, ¿por qué entraste solo para informar?
Por un momento, Jeremy sintió las miradas severas de los presentes sobre él, vaciló, pero finalmente, siendo fiel a sí mismo, decidió hablar con sinceridad.
—Dijo que ver su rostro por la mañana le arruinaría el día.
—…
Después, Jeremy ofreció una reverencia respetuosa al Duque, que permaneció estupefacto, y salió rápidamente de la sala.
—¿Todo va según lo planeado?
—Todo va según lo planeado. Parece que tu padre está bastante preocupado por ti.
—¿Por qué?
—Por ti.
—Qué ridículo.
—Bueno, de todas maneras, no es como antes, ¿verdad?
—No estoy cómodo ni contento con su repentina amabilidad.
—… Aun así, tu padre es mejor que el mío, ¿no crees?
Ante el tono irónico de Jeremy, Nora levantó brevemente una ceja y luego esbozó una sonrisa.
—Si lo dices tú, será así.
El aire de la mañana era frío pero claro. Tras varios días de nevadas, el sol brillaba por primera vez en mucho tiempo.
No era un clima adecuado para comenzar una guerra civil contra una autoridad que había perdurado más de mil años. Era más un día para abrigarse bien y salir de paseo o ir a cazar.
Los dos caballeros se quedaron unos momentos mirando juntos la capital bajo el sol de la mañana.
—Qué año más ajetreado.
—¿Quién hubiera pensado que todo terminaría así cuando estábamos en verano?
—Tienes razón… Yo pensaba que el príncipe heredero se quedaría en su lugar toda su vida, pavoneándose, y que eventualmente ascendería al trono. Estaba seguro de que, pase lo que pase, mi padre nunca lo abandonaría.
—Pero al final, lo dejó de lado y te eligió a ti. Mientras tanto, yo descubrí que mi padre está completamente loco. En todos los aspectos, parece que tú ganaste.
—Sobre eso, ¿fue eso lo que te hizo decidir? ¿Cuando finalmente tomaste una decisión?
No era una pregunta típica entre antiguos rivales en el amor. Aun así, Nora preguntó, y Jeremy bajó la mirada por un momento antes de responder con vacilación.
—Eso también… pero lo decisivo fue, irónicamente, por Theobald. Me mostró algo extraño.
—¿Te mostró también ese retrato?
Los ojos de Jeremy se agrandaron al escuchar las palabras de Nora.
—¿Eh…? ¿Te lo mostró a ti también?
—Más que mostrarlo, diría que lo vi por casualidad. ¿Qué te dijo mientras te lo mostraba?
Nora parecía preocupado por la respuesta. Esa preocupación no le quedaba bien y Jeremy se sintió extrañamente protegido de una manera que le resultaba incómoda.
Tratando de disipar ese sentimiento, Jeremy frunció el ceño.
—Preferiría no recordarlo, pero algo sobre cómo los tres compartimos los mismos gustos por ‘herencia’… Quiso hacer parecer a tu padre y al mío como unos viejos pervertidos… Fue justo después del día que nos encontramos todos en tu casa.
—Debía estar realmente desesperado. Después de todo, siempre ha sido un experto en sembrar discordia…
—¿Tú no te sorprendiste?
—No se parecen tanto. Mi hermana es cien veces más guapa.
—¿Verdad?
—Y aunque se parecieran, ¿qué importancia tiene? Puede que sea algo significativo para nuestros padres o para ese príncipe complejo, pero no para mí. ¿Qué tiene que ver conmigo? Dejando de lado esa idea de ‘gustos genéticos’, ¿cuántos otros se han enamorado de mi hermana?
Eso era cierto. Jeremy asintió con la cabeza, sintiéndose inexplicablemente aliviado, y decidió cambiar de tema.
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