⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
⌜Escribo esta carta a regañadientes solo porque insistieron mucho en que lo hiciera.
Parece que el clima de la ciudad portuaria le sienta bien a tu madre, lo cual es un alivio. Los dos estamos pasándola muy bien, así que ni piensen en arruinarlo. ¿Quién les enseñó a interrumpir la luna de miel de sus padres? Si están tan desocupados, salgan a tomar aire y socialicen un poco, hijos tontos. Esta será mi última respuesta, así que no se molesten en escribir otra queja, no servirá de nada.
P.D. Jeremy, no pongas los pies en la mesa.⌟
—¡Este… este maldito perro insoportable!!!
¡Zas!
La carta que Jeremy tenía en su mano cayó al suelo arrugada sin fuerza. Aún así, bajó disimuladamente las largas piernas que había apoyado en la mesa de café mientras lanzaba un grito lleno de frustración.
Era lógico que tanto los sirvientes, que apenas estaban preparando el día con sus ojos aún adormilados, como sus hermanos, se asustaran al ver el espectáculo matutino del orgulloso jefe de los Neuschwanstein, reconocido como el león de la familia.
—¿Qué pasó, hermano? ¿Qué te pasa?
—¿Le pasó algo a mamá?
Los hermanos, que habían salido corriendo en pijama, no recibieron respuesta de Jeremy, quien apenas podía emitir sonidos debido a la rabia que lo abrumaba.
Mientras intercambiaban miradas desconcertadas, Elias recogió del suelo el papel arrugado y comenzó a leerlo.
—A ver, este lobo… ¿Qué? ¿Pero qué es esto? ¿¡Qué quiere decir con ‘hijos’?! ¿Quién se cree que es para llamarnos hijos?
¿De qué se trataba todo esto? Mientras Leon, el más sensato de los tres hermanos, observaba confundido la carta, Elias y Jeremy comenzaron a culparse mutuamente.
—¡Es tu culpa por escribir una carta tan estúpida! ¡Por eso se está burlando de nosotros!
—¿Y por qué siempre me culpas a mí? ¡Esto es culpa tuya por tener amigos tan patéticos!
—¿Y tú crees que estás en posición de darme consejos sobre con quién debería ser amigo, cabeza hueca?
—¡Pues podrías haber escrito tú la carta! Pero no, dijiste que te daba vergüenza…
—¡Este maldito se está pasando de la raya! ¿Quieres que te aplaste como cuando éramos niños?
—¡¿Por qué siempre me culpas a mí, abusador?!
—¿Por qué siempre actúan así cuando su madre no está? —intervino el mayordomo anciano con su voz solemne.
Gracias al firme regaño del mayordomo, ambos hermanos finalmente detuvieron su disputa y se calmaron. Aprovechando la pausa, Leon, mostrando su intelecto, se volvió hacia el mayordomo con una corrección educada.
—Señor, ha cometido un error en los títulos. Mi hermano mayor ya no es ‘señorito’, y mamá ya…
—Deja de hablar —interrumpió Jeremy con un gesto de desaprobación y un suspiro.
—¿Cómo se supone que estemos tranquilos si mamá ni siquiera nos ha enviado una carta? ¡Es obvio que ese maldito de Nora la está ocultando!
—¿Qué clase de padres se comunican con sus hijos mientras están de luna de miel? —replicó el mayordomo con calma.
—……
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
En la ciudad portuaria de Emden, que ha emergido como un destino turístico, todo parecía ser una fiesta. Este lugar, lleno de turistas tanto locales como extranjeros, estaba siempre bullicioso. Ya habíamos pasado tres días aquí. El primer día literalmente caí agotada, y los dos días siguientes estuvimos tan ocupados explorando que no tuvimos tiempo de descansar. Aún nos quedaba mucho por ver…
—¿Hermana?
—¿Eh? Ah, gracias.
—¿En qué piensas? Pareces distraída. ¿Estás cansada?
—No, no. Para nada.
Acepté la limonada fresca que me ofrecía Nora y fingí interesarme en el mercado, lleno del aroma salado del mar.
Oh, ¿se nota tanto que estaba distraída?
Nora me miró por un momento, como evaluando mi rostro, y luego, como si nada, comenzó a curiosear en un puesto lleno de armas y adornos de diseño extravagante, probablemente algo que usarían los piratas. La brisa marina acariciaba suavemente su cabello negro, mientras el sol de la tarde bañaba su piel bronceada en un tono dorado.
Vaya, es realmente apuesto. No es de extrañar que la señora del puesto no pudiera dejar de mirarlo con la boca abierta. ¡Claro, es mi marido!
Esta noche tomaré una decisión firme.
Así es. Aunque llevábamos tres días aquí, todavía no habíamos tenido nuestra ‘primera noche’ de verdad.
El primer día estaba tan cansada que me desplomé en la cama en cuanto llegamos al resort, y al día siguiente, casi nos topamos con una banda de ladrones cerca del puerto. Creo que Nora pensó que estaba tan asustada que pasó la noche vigilándome hasta que me quedé dormida.
Por eso, esta noche finalmente pondré fin a esta situación. En mi mente, no podía dejar de pensar en el regalo de bodas que me había dado Elizabeth.
Sí, ese regalo de mi querida y caprichosa Emperatriz. Cuando lo desempaqué, no pude evitar quedarme sin palabras.
¡¿Cómo se le ocurrió darme algo así?! ¡Vale que estuviera de moda, pero esto ya era demasiado!
Fue tan vergonzoso que lo volví a meter en la caja y lo escondí entre el equipaje.
El problema ahora era que ese regalo estaba ocupando mis pensamientos de manera constante, casi obsesiva.
… Estoy perdiendo la cabeza. No debería ni siquiera considerar usar algo tan escandaloso. Pero, ¿por qué sigo preguntándome cómo reaccionaría Nora si me lo pongo?
—¿Por qué me miras así?
—¿Eh? … No, no es nada.
—¿De verdad no es nada?
—Sí, de verdad. No es nada.
Rápidamente desvié la mirada, pero él se acercó más. Aunque sus ojos azules se afilaron, una sonrisa traviesa apareció en sus labios.
—No parece que sea nada. Has estado rara desde hace rato.
—¿Ra-rara? ¡Claro que no!
—Dime la verdad. ¿Por qué me miras así?
—¿Por qué? Yo… ejem, ¡siempre me ha gustado mirarte!
Tan pronto como terminé de hablar, sentí ganas de taparme la boca.
Ay, ¡qué tonta! ¡Incluso a mis oídos sonaba estúpido!
Mientras tragaba el nudo en la garganta, Nora me miró con una expresión indescifrable, luego, de repente, alargó la mano y me pellizcó la mejilla.
—¡Ay! ¿Qué haces?
—Es que…
—¿Qué?
—Eres adorable.
Hubo un momento de silencio. Mientras yo intentaba averiguar qué decir en una situación como esa, Nora sonrió y me tomó de la mano, guiándome hacia adelante.
—Ya está atardeciendo, vamos a cenar. Tengo hambre. No sé cuánto hace que no me siento así.
Ahora que lo pienso, no habíamos comido bien a la hora del almuerzo. Yo también tenía hambre, pero seguramente él lo sentiría más.
—¿Qué te parece el restaurante de ayer?
—Me da igual, ese está bien o cualquier otro. ¿Tienes antojo de algo en especial?
Definitivamente teníamos que llenar el estómago primero. Después de eso… después…
Ah, ¿por qué no puedo dejar de pensar en ese regalo? ¡Todo es culpa de la traviesa Emperatriz! ¡Seguramente lo hizo para fastidiarme!
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
En el hermoso resort blanco, con vistas a la playa, había varios restaurantes elegantes dirigidos a turistas adinerados. Nosotros nos dirigimos al restaurante de mariscos al que fuimos ayer y tomamos una mesa en el balcón, con una vista despejada. Aún era temprano, así que no había muchos clientes aparte de nosotros.
—…Hermana.
—¿Sí?
—De nuevo. ¿En qué piensas tanto?
—Oh, ejem, lo siento. ¿Qué decías?
—Te estaba preguntando si te gustó el plato de langosta de ayer… Esto es sospechoso. ¿Qué estás tramando?
Me resultaba difícil lidiar con él cuando me miraba así, juguetonamente, ladeando la cabeza mientras se abanicaba con el menú. O mejor dicho, no es que fuera difícil, sino que… me resultaba tan encantador que me ponía nerviosa.
—No hay nada. ¡Soy una persona de lo más inocente!
—…Hmm.
¿Qué significa esa reacción? ¿Cree que soy del tipo de persona que maquina intrigas? ¡Pero las intrigas eran la especialidad de su familia! Ahora también de la mía, claro, porque ahora era la señora de Nuremberg. Ya no era la señora de Neuschwanstein.
Después de ordenar y recibir la comida, disfrutamos de una deliciosa cena que incluía ensalada de mariscos, una sopa fragante de almejas, langosta asada con mantequilla y pescado a la parrilla con pan de ajo.
Si bien intenté mantener el mayor decoro posible, Nora comió como un verdadero lobo hambriento, tal como su apodo lo sugería. Ya me había acostumbrado a este tipo de escenas gracias a nuestros hijos, pero nunca dejará de sorprenderme su voraz apetito. Y lo curioso es que nunca engordan. ¿A dónde va toda esa comida?
—Eh…
Justo en ese momento, un camarero, impecablemente vestido con un esmoquin, se acercó con una bandeja adicional.
Abrí los ojos con sorpresa.
—¿Eh? ¿Qué es esto? No pedimos esto.
—El chef lo envía con sus más sinceros elogios. Está maravillado con la belleza de la señora.
Mientras el camarero colocaba un mousse de salmón en la mesa, con una tímida sonrisa, apenas pude contener la mía que amenazaba con extenderse de oreja a oreja.
Después de todo, ¿quién no disfruta de un cumplido por su belleza?
—Hermana.
—…¿Qué?
—Tu sonrisa va de oreja a oreja.
…¡Ay! Definitivamente no soy buena para ocultar mis emociones.
Mientras trataba de contener las lágrimas de vergüenza, vi a Nora sonreír con satisfacción. Este chico no puede vivir sin mí, eso está claro.
De cualquier manera, el mousse de salmón que nos regalaron estaba delicioso. Yo no pude comer mucho porque estaba llena, pero Nora se encargó del resto.
—Todo aquí es delicioso. ¿Será porque estamos en un destino tan popular?
—Yo creo que es porque estamos los dos solos. De cualquier forma, gracias a mi esposa, hasta hemos conseguido un plato extra. ¡Qué bien!
—…¡Pfft!
En ese momento, me atraganté y casi dejé caer el vaso de agua. Nora, que estaba secándose la boca con una servilleta, se levantó rápidamente y se sentó a mi lado.
—¿Estás bien?
—Cof, cof… Sí, solo me atraganté un poco…
Pensar que llevaba todo el día distraída con el regalo de Elisabeth y luego casi me ahogo cuando dijo ‘esposa’. Claramente, todavía me queda mucho camino por recorrer. Pero, ajeno a lo que pasaba en mi cabeza, Nora solo me miraba preocupado, secándome las manos mojadas con su pañuelo.
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