⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Mira, te has empapado toda la ropa!
Y era cierto. No solo estaban mojadas mis manos y brazos, sino también el pecho y el vientre.
Antes de que pudiera decir algo, Nora se quitó su chaqueta y la colocó sobre mis hombros, ayudándome a levantarme.
—Primero deberías cambiarte de ropa.
De todas formas, casi habíamos terminado de cenar, así que dejamos atrás el amable restaurante que había elogiado mi belleza y nos dirigimos a nuestra habitación.
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—Uf…
Después de que el personal me ayudara a quitarme la ropa mojada y tomar un baño rápido, me quedé sola en el dormitorio mirando las prendas que había traído.
Todavía era temprano para la cena, y no creía que Nora quisiera ir a dormir tan pronto. ¿Qué debería ponerme? ¿Qué sería apropiado para un paseo por la playa?
Aunque trataba de pensar en esto, mi mirada no dejaba de posarse en una gran caja que estaba bajo los coloridos vestidos de verano.
Esto no va a funcionar. Al menos debería ver qué hay dentro. Tal vez, al mirar bien, podría confirmar que Elizabeth realmente quería jugarme una broma. Así que abrí la caja y saqué la prenda con cuidado. Al principio, solo pude echar un vistazo con los ojos entrecerrados por la vergüenza.
—¿Qué es esto…?
Ya me había sorprendido a primera vista, pero al observarlo más de cerca, quedé aún más impactada. Esto era… lo que podría llamarse una camisa de dormir. Pero comparada con la que llevaba puesta, esto era de otro nivel.
No sé de qué estaba hecha, pero era extremadamente delgada y suave. Aunque era de un negro profundo, cuando ponía mi mano debajo, mi piel se veía a través del material. Las mangas y el cuello estaban adornados con un elaborado encaje negro, y en el pecho había un gran lazo de chiffon rojo. ¡Y la falda terminaba por encima de las rodillas!
¿Quién me regalaría algo así? Por supuesto, nuestra querida Elizabeth. Me pregunto si alguna vez se habrá puesto algo como esto. O mejor aún, ¿realmente hay personas que usan estas cosas? Aunque sea ropa para dormir, esto es demasiado…
Quizá debería haberla vuelto a doblar y guardado en su lugar. Pero la curiosidad pudo más que la vergüenza.
Sin darme cuenta, ya me había quitado la camisa de dormir blanca que llevaba y me estaba poniendo la extravagante prenda que Elizabeth me había regalado. Luego, me acerqué al elegante espejo de cuerpo entero que había en la habitación.
—Madre mía…
¡Oh, Virgen Santa!
Así que esto es lo que significa que la ropa hace al hombre. La persona en el reflejo era claramente yo, pero al mismo tiempo, era una versión completamente diferente de mí, una que me resultaba extraña.
El diseño revelador, que mostraba mis piernas desnudas y acentuaba todas las curvas de mi cuerpo, era secundario. Lo más impresionante era el aire de una hechicera de cuentos de hadas, oscura y seductora. A pesar de lo provocativo, había algo fascinante que me impedía apartar la vista.
Debo admitir que la prenda tiene un encanto peculiar. Pero, por mucho que lo reconozca, esto no está bien. En cuanto regrese a la capital, ¡me las veré con esa Emperatriz traviesa!
—Hermana, ¿te has quedado dormida?
—¡Aaah!
Había olvidado que esta no era solo mi habitación, que estábamos de luna de miel. La puerta se abrió de golpe, y sin previo aviso, solté un pequeño grito, quedándome petrificada en el sitio.
—….
—….
Hubo un momento de silencio. Nora, que parecía tan sorprendido como yo, me miraba fijamente con una expresión que no podía descifrar. Sentí cómo mi cara se encendía, deseando que la tierra me tragara. Al mismo tiempo, mi corazón comenzó a latir con fuerza.
—Esto…
—….
—Esto… es que… ja, ja… dicen que está de moda y quería probar…
Nora no dijo nada. Solo me observaba mientras yo reía nerviosa y comenzaba a sudar. Luego, de repente, cerró la puerta detrás de él y comenzó a caminar hacia mí, lentamente.
Su mirada oscura y profunda recorrió mi rostro, bajando por mi cuello, hasta mis piernas, expuestas bajo la corta falda. Luego, volvió a subir, de forma pausada. Tragué saliva sin poder evitarlo.
Era la primera vez que Nora me miraba con una expresión tan… intensa. No sabía si el aumento de mi ritmo cardíaco se debía al miedo o a otra cosa. Aunque, claro, ¿por qué tendría que tenerle miedo?
—Ja, ja… bueno, esto… aunque estemos recién casados, quizás esto es demasiado, ¿verdad?
—….
—Creo que… debería cambiarme de ropa…
De repente, él tomó mi muñeca, no con fuerza, pero fue suficiente para hacerme detener.
—¿N-Nora…?
—….
—Ja, ja… di algo, por favor…
No tuve oportunidad de seguir hablando. De repente, Nora me atrajo hacia él, y sus labios se presionaron con fuerza contra los míos en un beso apasionado. Fue tan inesperado que ni siquiera tuve tiempo de asustarme. Simplemente lo acepté.
Fue una noche larga.
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Abrí los ojos lentamente al sentir la luz del sol acariciando mis párpados. A medida que la imagen de un techo desconocido aparecía en mi vista, recordé dónde estaba. Mi cuerpo se sentía como si fuera chocolate derretido, todo blando y flojo.
—¡Ah!
De repente, los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente y traté de levantarme de golpe. O al menos intenté hacerlo.
—Umm…
Oh, Dios. Con razón me sentía tan pesada.
Parece que al notar mis movimientos, Nora, quien tenía un brazo rodeando mi cuerpo, murmuró en sueños y me atrajo más hacia su pecho. Mientras escuchaba su respiración suave y profunda, me esforzaba por recordar claramente lo que había ocurrido la noche anterior.
Sí, eso es. Yo estaba usando el vestido que me regaló Elizabeth, Nora me besó, y entonces nosotros…
—¡Aaah!
¡Dios mío! ¿Cuántas veces lo habíamos hecho? ¡El poder de la ropa es asombroso!
Luchando por calmar la sensación de vergüenza que subía a mi rostro, me aparté ligeramente. Observé detenidamente a mi esposo, que seguía durmiendo plácidamente. Ya lo había notado antes: cuando duerme, parece tan joven y dócil, como un niño. Pero su cuerpo, cubierto de músculos firmes y bronceado por el sol, brillaba en tonos dorados. Era una visión pacífica y dulce.
Con cuidado, estiré la mano para apartar el cabello que le caía sobre la frente.
—¿Hermana?
—Ah, jeje. Buenos días. Ya te despertaste.
Con una sonrisa incómoda, aparté la mirada de manera torpe, mientras Nora me miraba fijamente con sus ojos azules, parpadeando con suavidad. ¡Ay, de repente hacía mucho calor!
—¿Qu-quiere un café? Pero primero, debería… vestirme.
Espera, ¿dónde está mi ropa? A pesar de que ya lo había visto todo la noche anterior, me sentía increíblemente avergonzada. Mientras intentaba buscar mi ropa, levantándome con cuidado, Nora de repente me rodeó la cintura y, enterrando su rostro en mi cuello, murmuró con voz soñolienta.
—No te vayas…
Y así, la mañana nos llevó a la segunda ronda, continuación de la noche anterior.
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—¡Oh, si es la señora de Neuschwanstein! ¿No es así?
—Oh, Conde Hattenstein. ¿Qué lo trae por aquí?
—Pues estoy de luna de miel, naturalmente. Qué alegría encontrarla aquí.
El Conde Hattenstein. No era el anciano Conde de antes, sino el joven Kyle Von Hattenstein, de veinticinco años, quien había heredado el título recientemente, el mismo que fue reprendido por su padre en el baile de madurez de Elías hace unos años.
—Me alegra verlo también. No sabía que se había casado…
—Jaja, fue algo apresurado, ni siquiera tuvimos tiempo de anunciarlo bien. Gracias a su boda, pudimos hacerlo discretamente.
Mientras reía y mordía el extremo de su cigarrillo, me invadió una extraña sensación al observarlo. Antes lo veía como el hijo de un conocido, pero ahora, aquí estábamos, ambos de luna de miel. ¿Por qué lo había considerado tan joven en el pasado?
—De todos modos, felicidades. Este año parece estar lleno de celebraciones.
—Gracias. Jaja, pero dígame, ¿dónde está su marido?
¿Mi marido? Al ver mi cara de confusión, el Conde se apresuró a aclarar, con una tos falsa y en tono juguetón:
—Ejem, la verdad es que su esposo no es muy popular entre los de nuestra edad.
—¿No es popular?
—Así es. Usted no lo sabrá, pero muchos de nosotros estábamos enamorados de usted…
—Así que eras tú, el que no tiene vergüenza.
Una voz interrumpió abruptamente nuestra conversación desde detrás, y ambos levantamos la cabeza al mismo tiempo. Kyle, sin vergüenza alguna, saludó con una sonrisa radiante.
—Ah, veo que su excelencia tiene una memoria bastante excepcional.
—Solo en lo que me dejó una impresión fuerte. Veo que está de luna de miel, pero ¿qué hace aquí solo?
—No toque mi herida, por favor.
—Ah, ¿tuvieron una pelea?
—Ya sabe, es algo común entre recién casados. Ah… por una tontería, además…
Mientras Nora y yo lo mirábamos con curiosidad, Kyle comenzó a desahogarse como si hubiera estado buscando a alguien que lo escuchara. No sabía que hablaba tanto. Al final, resultó que la pelea fue por el menú de la cena.
—Le pregunté dos veces si el plato de trucha estaba bien, y dijo que sí. ¡Pero luego se queja! Y después, regreso a la habitación, me ducho, y cuando salgo, ¡se ha ido! ¡Estuve buscándola por todos lados, asustado, y cuando aparece me dice que solo estaba dando un paseo por la playa! ¡¿Quién se va a pasear solo durante dos horas la primera noche de luna de miel?!
…Dicen que uno no debe meterse en las peleas de pareja ajenas. Después de años escuchando peleas más absurdas entre damas mayores, no pude evitar sonreír. Sin embargo, nuestro lobo no parecía encontrarlo tan gracioso.
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