⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Duque de Nuremberg, Lady Neuschwanstein.
—Lady Neuschwanstein, nuevamente le ofrezco mis condolencias por la muerte de su esposo.
—Lady Neuschwanstein.
—Que el Padre y la Virgen le otorguen paz en su corazón, Lady Neuschwanstein.
Todos, con rostros inusitadamente formales, me saludaban cortésmente, pero al mismo tiempo no podían ocultar su asombro al verme aparecer en persona. Un ambiente incómodo y desconcertante que antes no había percibido.
No era de extrañar. La mayoría de los presentes, salvo algunos cardenales, no superaban los cuarenta años. Comparado con mi edad mental actual, ya no me sentía tan alejada en cuanto a edad. Tanto el Duque de Nuremberg como el Duque Heinrich, las cabezas de las dos Casas Ducales, aún no alcanzaban los cuarenta.
El incidente reciente relacionado con los parientes de los niños seguramente ya se habría extendido por todas partes. Era evidente que me habían pintado como una despiadada y fría criatura. Afortunadamente, el Duque de Nuremberg era el único aquí que mostraba algo de amabilidad hacia mí.
El Duque Heinrich, que alguna vez fue mi consuegro, simplemente buscaba consolidar una alianza matrimonial con la casa Neuschwanstein. Aunque había mostrado una postura más bien neutral durante la audiencia, yo había impulsado el compromiso de mi hijo Jeremy con su hija O’Hara pensando en el futuro de los niños y la casa.
…Pero las cosas serían diferentes a partir de ahora.
Hubiera sido mejor si el Duque de Nuremberg tuviera una hija. Pero, que yo sepa, solo tiene un hijo, más o menos de la edad de Jeremy. En el futuro, este ‘lobo de Nuremberg’ competirá ferozmente con Jeremy por el título del mejor caballero del imperio. Quizás el motivo por el que el Duque me trata con tanta consideración es porque también tiene un hijo parecido.
Mientras reflexionaba sobre todo esto, mantuve una sonrisa tranquila y respondí a los saludos antes de sentarme en mi lugar. El asiento designado para la cabeza de la casa Neuschwanstein, justo al lado del Duque de Nuremberg. Era el lugar que mi esposo ocupaba en vida.
—Antes de comenzar esta sesión del consejo, sugiero que hagamos una oración en memoria del difunto que hasta hace poco estaba aquí con nosotros. Cardenal Richelieu, ¿podría dirigirnos?
Con un tono curiosamente autoritario, el Duque de Nuremberg hizo este anuncio. El cardenal silencioso, que no apartaba sus oscuros ojos de mí, hizo la señal de la cruz y comenzó a recitar una oración.
Cuando terminó la larga y lenta oración, y todos hicieron la señal de la cruz con un suspiro, me volví hacia el Duque de Nuremberg con una sonrisa suave, como si de repente hubiera recordado algo.
—Ah, Duque. Planeo organizar una recepción en memoria de mi esposo próximamente. Le enviaré una invitación. ¿Vendrá con su esposa?
Esto era algo que el Duque me había sugerido en el pasado. Me había preguntado si consideraría celebrar una recepción en honor del difunto Marqués. En ese momento, estaba tan abrumada por todo que no pude dar una respuesta clara.
Mirando hacia atrás, aquello había sido una oportunidad para fortalecer mi posición…
El siempre amable Duque acarició su barbilla por un momento antes de esbozar una sonrisa pausada.
—¿Una recepción en memoria? Qué curioso… Mi esposa y yo estábamos pensando en proponerle algo similar.
—Le agradezco su consideración. Pero creo que es algo que corresponde a mi familia organizar… ¿Entonces contará con su presencia?
—Por supuesto. De hecho, el Emperador también ha expresado que extraña mucho al difunto y quisiera discutirlo con usted.
—Hum, Lady Neuschwanstein, me siento un poco excluido aquí. ¿Cuándo cree usted que sería un buen momento para celebrar la recepción?
El Duque Heinrich interrumpió con una tos, añadiendo en tono amistoso. Yo contuve una sonrisa de satisfacción.
Sin importar lo que estos nobles pudieran estar pensando en su interior sobre mí, la casa Neuschwanstein, que controla más de la mitad del tesoro imperial, no perdería fácilmente su influencia, incluso si yo era una joven viuda inexperta. Organizar una recepción en honor de un fiel servidor del emperador junto al Duque de Nuremberg, el hermano de la Emperatriz y tío de los príncipes, significaba que nadie podría darse el lujo de faltar, o arriesgarse a perder su estatus.
—Oh, ¿asistirá también el Duque Heinrich?
—Por supuesto, ¿acaso no éramos amigos cercanos? Sería lo mínimo.
—Por supuesto. Es un deber que todos estemos presentes para honrar al fiel servidor del Emperador.
Parece que el primer paso fue dado con éxito. Esta recepción sería la clave para prevenir esa maldita audiencia.
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Sentí vívidamente el dolor de ser sacudida en el interior del carruaje destrozado, el hedor de la sangre de los caballeros caídos llenando el aire. Justo cuando la puerta se rompió por completo, un bandido con una espada ensangrentada apareció sonriendo sádicamente.
( No nos culpes demasiado… Es solo que tu destino estaba mal escrito desde el principio. )
Cerré los ojos con fuerza y grité. Por primera vez desde que me casé, grité como cuando era niña, con todo el terror en mi voz.
—¡Aaahhh! ¡Aaaaaahhh! ¡Kyaaaa!
Cuando me sorprendió mi propio grito y abrí los ojos de golpe, el familiar techo de mi habitación en la mansión del Marqués llenó mi vista. Estaba jadeando. ¿Había sido solo un sueño? Mi espalda estaba empapada de sudor frío. Pero, ¿por qué mi cuerpo se sentía tan pesado? Era como si una pesadilla me inmovilizara.
—¡Gw-Gwen! ¡Gweeen!
Luchando contra el miedo, logré levantar apenas la cabeza, y lo que vi fueron mis dos hijos, los gemelos, profundamente dormidos sobre mi cama. El pánico comenzó a disiparse lentamente, y un suspiro de incredulidad salió de mis labios.
—¿Qué hacen ustedes aquí…?
Dicen que hasta los cachorros de león se ven adorables cuando duermen. Los dos niños, que casi me aplastaban con su peso, parecían angelitos mientras dormían plácidamente. Ojalá se comportaran así también cuando están despiertos…
¡Bam, bam, bam!
—¡Se-Señora! ¿Está bien?
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
—¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando?
…Parece que mi grito fue lo suficientemente fuerte. Mi leal doncella entró corriendo con una cara pálida, seguida de los caballeros. Pero, ¿qué hago con los dos chicos que aparecieron con el cabello despeinado, los ojos apenas abiertos, y que irrumpieron sin pensarlo dos veces? Jamás imaginé que sería yo quien causara un alboroto tan temprano en la mañana en esta casa.
—Ugh… ¿Mamá, qué pasa?
Hubo un momento de silencio. Todos observábamos con desconcierto a los gemelos que lentamente se desperezaban. Y, como siempre, fue mi confiable hijo mayor, Jeremy, quien reaccionó primero. Con el cabello dorado despeinado, se rascó la cabeza y, después de un bostezo, soltó una carcajada estruendosa. Fue una risa llena de picardía.
—¡Jajajaja! Oye, Leon, lo de Rachel lo entiendo, ¡pero tú, qué haces aquí! ¡Jajajajaja!
No había duda de que el rostro de Leon se sonrojó al instante. Aunque solo tenía diez años y no debería avergonzarse por haberse colado en la habitación de su madre durante la noche, Jeremy tenía la habilidad de hacerlo sentir así.
—Yo… yo solo…
—¡Cállate, hermano mayor! ¡No molestes a mi gemelo, idiota tonto! ¡Ojalá te mueras!
—¡Qué divertido! ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¡Jajaja! Además, te ves horrible recién levantada.
—¡Tú, tú también!
—Vaya, pensé que estaban matando a un cerdo o algo por el estilo…
—Pequeño hermano, si sigues hablando así, mamá podría huir.
—Tú cállate, ¡enano!
—¡Tú también eres un enano!
—¿Quién es un enano?
—Excepto por mí, todos ustedes son enanos. ¿No lo sabías?
—¡Tú eres el más bajo de todos, imbécil!
—¿Ah, sí? ¿El enano aquí quiere competir conmigo, eh?
—¡Aaaaaah! ¡¿Por qué siempre recurren a la violencia?!
…Suspiré. Esto era lo normal, ¿verdad? Con una mirada, tranquilicé a Gwen y a los caballeros, que aún estaban perplejos, y luego ignoré a Jeremy y Elias, que seguían peleando. Abracé a los gemelos, que ahora resoplaban enfadados.
—Leon, Rachel, ¿quieren salir conmigo?
—¿A dónde vamos?
—A ver ropa bonita. ¿Quieren venir?
—No sé si existe algo bonito que Rachel pueda usar, pero yo también voy.
—¡Aaaah! ¡Yo también quiero ir!
—¡Pero no le preguntó a los hermanos!
Leon, finalmente encontrando su oportunidad de desquitarse, lanzó ese comentario con una gran sonrisa triunfante. Jeremy, que estaba estrangulando a Elias en broma, lo soltó de inmediato y frunció el ceño.
—¡Vaya, qué favoritismo!
—¡Sí! ¡Qué descaro! ¡Voy a escribir una queja en una revista!
…Debí saber que estaba equivocada al esperar algo sencillo y pacífico.
Al final, y para mi sorpresa, toda la familia terminó saliendo justo después del desayuno. Nos dirigimos a la calle exclusiva de la nobleza, llena de boutiques, salones de moda, joyerías y casas de té. No hace falta decir que el viaje en carruaje fue un completo caos.
—Pero, ¿por qué de repente vamos a ver ropa?
—Jeremy, te dije que no abras la ventana. Es por el banquete.
—¿Qué banquete? ¿Dónde será? ¿Quiénes van?
—Es un banquete en memoria de tu padre. Vendrá toda la gente importante… Leon, deja eso. No es un dulce.
—¡Puaj! ¿Qué es esto?
—Es incienso, enano. ¡Jajaja! Yo no necesito ropa nueva, porque yo…
—Porque te ves como un pordiosero con lo que sea que te pongas.
—¡Cállate! ¡Luzco mejor que tú, idiota!
—¿Quieres que te aplaste aún más esa cara horrible?
—Mamá, ¿no podemos dejar a mis hermanos aquí?
Empecé a preocuparme por los oídos de los caballeros que nos acompañaban. En lugar de hacer que los comerciantes vinieran a la mansión, había preferido salir, motivada por mi infantil necesidad de mostrarme.
Oh, qué error.
…Aun así, cuando finalmente bajamos del carruaje y todas las miradas se dirigieron hacia nosotros, no pude evitar sentir un pequeño orgullo.
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