⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Aunque el comentario fue un tanto repentino, Jeremy, tras un breve momento de desconcierto, respondió con su habitual confianza.
—La cita es mañana. Hoy estoy aquí porque, en ausencia de nuestra querida madre Shuri, vine a asegurarme de que mi padrastro y mis dos hermanos no causen ningún desastre.
—…
—Es decir… quería ver a mi hermano, supongo. Jaja. Nuestro Michael es tan adorable.
—Como me parece a mí, eso es normal, ¿no crees?
—No digas tonterías. Aparte de los ojos, no se parece en nada a ti.
—Eso está bien, pero ya me preocupa que tenga tu mal carácter. De todas formas, debe estar durmiendo ahora. Si quieres verlo, espera un poco. Mientras tanto, ¿por qué no te quedas a cenar?
—¿Y tú no vas a comer?
—No tengo tiempo para eso ahora.
—A ver, ¿otra vez te pasaste la noche sin dormir? Si sigues así, te vas a arruinar. Si Shuri te viera ahora, seguro que…
—Los caballeros no se mueren por no dormir unos días —respondió Nora, restándole importancia, mientras volvía a enfocar su atención en la montaña de papeles apilados frente a él.
Jeremy simplemente lo observaba, perdido en sus pensamientos.
—¿Te echo una mano…? —preguntó.
—No digas tonterías. Tú odias la política. No digas cosas que no sientes.
—¿Esto cuenta como política? Es solo cambiar al gobernador, nada más.
—El hecho de que te lo cuestiones demuestra lo poco que entiendes de política. Son cosas incompatibles —dijo Nora.
—¡Vamos! Al menos tengo buen ojo para las personas —insistió Jeremy.
—Puede que tengas un ojo decente para elegir buenas personas, pero aquí no basta solo con eso. Ah, por cierto, dile a tu hermano menor que las niñeras son más listas que él. Que deje de llamarme para decirme que alguien quiso matar a su hija o hacer un escándalo porque la hicieron llorar. Estoy harto.
—¿Elias ha hecho eso?
—Sí y siempre lo hace a primera hora de la mañana. Estoy al borde de un colapso nervioso. Parece que en todo el Imperio, sólo él es padre.
Jeremy ya había notado que últimamente Elias mostraba indicios de convertirse en un padre sobreprotector, pero no se imaginaba que fuera tan extremo. Y menos aún que estuviera molestando a Nora con esas cosas. Sintiendo un poco de vergüenza, Jeremy se rascó la cabeza.
—¿No te ha dicho nada raro? —preguntó.
—Bueno, mencionó algo de que si su hermana no volvía de Safavid sería culpa suya, o algo así —respondió Nora, algo evasiva.
—No me refiero a esas tonterías. Me refiero a si ha dicho algo sobre un aniversario o algo así —insistió Jeremy.
—¿Qué aniversario? —Nora dejó caer la pluma y frunció el ceño, sus ojos azul oscuro reflejaban una mezcla de irritación, cansancio y algo más, una frialdad que Jeremy no estaba acostumbrado a ver en ella. La sensación era muy diferente a cuando se habían enfrentado momentos antes.
Jeremy sacudió la cabeza.
—Olvídalo. Más bien, ¿qué hacen tus padres últimamente? —cambió de tema.
—Están de gira mundial, según tengo entendido. ¿Por qué preguntas por ellos?
—No digas ‘ellos’. No seas tan frío conmigo. Lo siento, lo siento. Sigue con tu trabajo. Mientras tanto, yo voy a molestar un poco a mi adorable hermano —respondió Jeremy con una sonrisa.
Esa noche, en lugar de molestar a su hermano, Jeremy acabó observándolo dormir, cenando en la casa y hasta quedándose a pasar la noche. Algo muy diferente de cómo eran las cosas unos años atrás.
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—Creo que deberíamos escuchar la versión de nuestro hermano mayor… —dijo alguien.
—¡Tú, cállate! ¡Esto es inaudito! ¡¿Qué clase de desalmado llamaría ‘lastimoso’ el homenaje que le rinde alguien a su padre fallecido?! ¿Eh? ¿Es tan malo? ¿Tan grave es? —gritaba Elias.
—¿Y por qué le estás reclamando eso al Duque…? —respondió Leon con frustración.
—¡Porque es obvio que lo hizo porque le tiene miedo a este hombre! Si fuera yo, jamás le diría a mi esposa que dejara de honrar a sus padres. ¡Porque todo el mundo respeta a sus padres! ¿No es así? ¿Acaso me equivoco? —continuaba Elias, indignado.
Desde el momento en que el león perezoso se coló en la casa la noche anterior, debí haberlo sabido. ¿Quién habría imaginado que tan temprano en la mañana la tranquila mansión se transformaría en un caos, como un refugio de gatos callejeros?
Los sirvientes intercambiaban miradas de desesperación desde temprano, y los fieles caballeros empezaban a preocuparse de que el emblema de la casa, un lobo, pronto sería reemplazado por una mezcla de perro y gato.
Mientras tanto, el responsable de lidiar con los gatos maulladores, Nora, permanecía sereno, escuchando en silencio con un rostro inexpresivo.
—¿Me equivoco? ¡Dime si me equivoco! —insistió Elias, ahora con una voz más suave, inseguro ante el prolongado silencio de Nora.
Finalmente, él respondió, con los brazos cruzados y una calma inquebrantable.
—Tienes una hija adorable —dijo.
—¿Verdad? ¡Ja, ja! ¡Tiene mis ojos! Estoy seguro de que será la mujer más hermosa del Imperio —se pavoneó Elias, tras haber agotado la paciencia de todos, y sin cambiar de tema, continuó alabando a su hija.
Mientras tanto, Leon, visiblemente avergonzado, intentó disculparse por su inmutable hermano mayor. Sin embargo, Nora no parecía molesto; de hecho, parecía más tolerante de lo habitual.
—No deberías gritar tanto delante de una niña tan hermosa —concluyó Nora.
—E-está bien, no lo hice a propósito.
De cualquier manera, como dijo Nora, Annabella, en brazos de Elias, era realmente adorable. Una niña con suaves rizos de color platino y grandes ojos verdes, característicos de la familia Neuschwanstein. A pesar de los gritos de su padre, no parecía asustada, chupándose el pulgar mientras observaba al gran lobo negro frente a ella con curiosidad.
—Ejem… ¿Quieres cargarla?
—…
—¿Qué es esa mirada? ¡¿Sabes lo honorable que es cargar a mi hija?!
—No dije que no quisiera.
Fue en ese momento.
—¡Guau, qué increíble, mi pequeñito! ¡Nora, mira! ¡Mira a tu hijo siguiéndome! ¡Guau, no puedo creerlo, esto es increíble, guau…!
La combinación de un enorme hombre rubio entrando con aire fresco, recién salido del baño, y un pequeño niño con cabello rosado siguiéndolo torpemente resultaba cómica, pero de alguna manera conmovedora. Sin embargo, la expresión de Elias no era exactamente conmovida.
—¿Qué estás haciendo aquí, hermano?
—Eh… ¿Qué pasa? ¿Qué hacen aquí los dos?
Hubo un momento de silencio.
Jeremy, que al principio estaba confundido, comenzó a comprender lentamente la situación y a ponerse cada vez más serio. Mientras tanto, Leon actuó rápidamente, tomando a Michael en sus brazos y consolándolo. Elias, aunque reaccionó un poco tarde, también se movió.
—¡Vaya, mi pequeño Michael! Saluda a tu prima Anna. Vamos, sé un caballero. ¿Verdad que Annabella es preciosa?
—…Elias.
—Ja, ja, esta niña…
—Elias.
—¡¿Por qué me llamas?!
—¿De qué te enorgulleces tanto que estás gritando? ¿Qué haces aquí? ¿Y por qué traes a los niños contigo?
—Bueno, ¿qué pasa contigo? ¿Te crees que, por ser el jefe de la familia, solo tú puedes venir aquí? ¡Yo también tengo derecho!
—¿Derecho? ¿Viniste aquí solo para desquitarte con la persona equivocada?
—¡No es desquitarme, es liberar mi frustración! ¡Tú también viniste por lo mismo!
—¿Crees que soy tan inmaduro como tú?
Leon estaba a punto de llorar. Aparentemente, sus dos hermanos, que parecían tener músculos hasta en el cerebro, estaban a punto de comenzar otra pelea de gatos. Aunque esto no era nuevo en la mansión de los lobos, esta era la primera vez que lo hacían sin Schuri presente, lo que lo hacía aún más preocupante.
—¡Nora, tienes que escucharme! ¡Este tonto sin cerebro, ahora que es padre, ha empezado a hablar del Día del Padre! ¡Y no solo eso, quiere que toda la familia, que ya está ocupada con sus propias vidas, se reúna para recordar a nuestro padre fallecido! ¡Es ridículo!
—¿Ridículo? ¿Así te refieres a rendir homenaje a nuestro padre, el hombre que nos dio la vida? ¿Y te llamas a ti mismo su hijo?
—¿Acaso recuerdas su rostro? Además, para mí, solo hay una persona que puede ser llamada padre en este mundo y el otro.
—¿Y qué tiene que ver eso? ¡Es una falta de respeto a nuestro padre! Aunque reconozco que no deberíamos discutir sobre esto aquí… ¿quién fue el que empezó todo esto?
—¡Si no hubieras propuesto esa idea absurda, nada de esto habría pasado! ¿Y qué haces viniendo aquí en medio de la madrugada, para desquitarte?
No solo Leon, sino también los fieles sirvientes de la mansión, empezaron a sentirse como si estuvieran caminando sobre hielo delgado. Un espectáculo tan ruidoso como este, justo cuando la señora no estaba en casa, era algo que podría volver a hacer que el Duque mostrara su temible carácter juvenil.
Pero Nora, con su inmutable rostro, seguía observando el espectáculo ensordecedor sin mostrar ninguna emoción.
Los niños, por su parte, parecían ajenos a la situación, sentados uno frente al otro, jugando tranquilamente con sus muñecos de madera.
Finalmente, al ver que las cosas estaban a punto de estallar, Leon, sosteniendo cuidadosamente a Annabella, decidió intervenir entre sus hermanos, que parecían listos para lanzarse el uno contra el otro.
—¡Cállense los dos y cálmense! ¡Esto es un desastre, y encima lo hacen frente a los niños!
Por suerte, tanto Jeremy como Elias aún conservaban algo de cordura, ya que, aunque seguían jadeando furiosamente y mirándose con odio, al menos se callaron por un momento.
Si esto continúa así, todos terminaremos destruidos. ¡Madre, dónde estás!
Con lágrimas reprimidas de frustración, Leon intentó devolver a su sobrina a los brazos de su padre. Pero justo cuando lo hacía…
—Por favor, siéntense los dos. Elias, ¿no te da vergüenza comportarte así frente a tu hija?
Finalmente, Nora habló, suspirando mientras tomaba a Annabella y la sentaba en su regazo. El gesto inesperado y sereno hizo que Elias, algo desconcertado, relajara su expresión y se sentara. Jeremy también, aunque molesto, se sentó en el borde del sofá.
—¡Fue él quien me hizo enojar primero!
—¿Yo? ¡Tú fuiste el que empezó a decir tonterías!
—Dejen de pelear. Ya no puedo distinguir quién es el adulto aquí. Elias.
—¿Qué, qué?
Elias, que había pensado que Nora estaba a punto de explotar, tragó saliva nerviosamente, pero lo que escuchó a continuación lo dejó perplejo.
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